De nada sirve decirte adiós…

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El viejo mundo se muere.

                                El nuevo trata de aparecer.

                                            Y en ese claroscuro

                                       surgen los monstruos.

Antonio Gramsci

Voy a escribir con miedo, sí, así como suena, con miedo, con el miedo a resignarme que Carlos Lanz esté muerto, le pido perdón a Alex, me aterra decirlo.

Pero hoy me armo de valor. Quienes conocimos a Carlos sabemos que no tenía “amigos” pendejos ni brutos. Sus captores habrá que buscarlos entre personas cercanas. Muchas cosas se meten debajo de la almohada y la sombra de Eliecer Otaiza, del Chino Carías, de Rodríguez Torres, de Baduel, de Cristopher y de tantos otros me perturban el sueño; pero como no hay nada serio, mis sueños sueños son.

Me imagino qué pensarán sus hijos, su mujer, sus nietos, quienes además de la resignación estarán siempre esperando un toquío en la puerta  en espera de una palabra mala o buena, pero al fin una palabra esperando el regreso, eso es cruel, es una “raya” para el gobierno de Nicolás, para mi gobierno.

Hay que estar metido en los zapatos del Presidente para saber qué pasa o qué pasó. Yo sé que la vida está llena de sorpresas y yo no quiero seguir teniendo miedo, no quiero que se me curta la piel con el miedo, a veces provoca sentarse en una acera y ponerse a llorar.

Carlos era como uno de nosotros, crítico del proceso, pero lo defendía a capa y espada; defendía a nuestro Presidente, a sus amigos y a los militantes de los huertos del Ministerio de Educación, era fiel a sus amigos.

Era leal a nuestra Revolución, era leal a su dignidad, era valiente, como valiente fue en la población de El Sombrero cuando lo agarró la policía con un tiro en el cuello.

Carlos venció a la muerte. Carlos con su hombría se declaró prisionero de guerra ante un tribunal militar desafiante ante las leyes burguesas. Carlos peleó dentro del Cuartel San Carlos desafiando a la peinilla y al despotismo del carcelero.

Carlos escribió y desafió al pensamiento imperialista-burgués denunciando la guerra asimétrica, Carlos era guapo con su palabra y su acción.

Sus captores, todos hijos de la CIA, lo sabían y no van a capturar a un hombre así para preguntarle nada, porque nada iba a decirles. Lo de Carlos es más que una venganza.

Así como mataron a Carlos nos van a ir matando uno a uno. Nos va a pasar lo de Bertolt Brecht, cuando nos toque a nosotros no va  a existir quien haga la denuncia.

Quienes pensamos así nos llamamos herederos del pensamiento de Carlos Lanz, no tenemos miedo y nos sentimos solidarios con su familia hasta para cuando nos toque gritar: ¡Patria o muerte venceremos…..!

David Nieves