Por: Narciso Torrealba
«Miseria es grande perderse uno con falsedad
y con verdad no poderse desengañar»
Quevedo
La conversación entre tres amigos, se desarrollaba de manera muy animada, sin las recomendadas mascarillas o tapabocas; al momento se hizo presente otro contemporáneo, con todos los implementos recomendados para protegerse del Covid-19; apenas intercambiaron saludos lo empezaron a criticar por sus supuestas exageraciones en las precauciones puestas en práctica, desde que la pandemia empezó hacer estragos. Sin embargo, dejó escuchar su preocupación ¡Cuidado con la nueva cepa! Uno de los más ocurrentes, acostumbrado a ver la vida, como una verdadera diversión, respondió preguntando: ¿Cuál de tantas, porque la Bachelet parece una cepa?
La expresión cepa, es muy utilizada para identificar determinados momentos, entre ellos, las variantes que se presentan, como en el caso, de la pandemia producido por el Covid-19, y últimamente viene azotando al Brasil, donde ha echado raíces creando calamidades, y de manera muy marcada en la frontera con Venezuela, y ya se encuentra en nuestro territorio, con toda su carga acelerada de contagio, aumentando el número de infectados y por supuesto las cifras de muertos; y como los medios a través de las redes sociales al servicio del imperialismo, se encargan de darle el sensacionalismo de acuerdo a sus intereses políticos; no es raro, que le dediquen espacio con noticias exageradas, aprovechando las incursiones de la Bachelet, la misma que se encuentra haciendo el vulgar papel de peona del capitalismo, dándose un gustazo, como pieza de pura cepa.
No podemos esperar mucho de esta señora, después de oírle algunas declaraciones nada fáciles de entender, ejemplo: «Llamo a la flexibilidad de las regulaciones comerciales y las exenciones de patentes durante esta pandemia. Ninguno de nosotros está a salvo hasta que todos estemos a salvo» Si no es, porque aparece en la página de Google al momento de presentarla, con todo su currículo políglota –habla 5 idiomas– caigo en el error de confundirla, con el ex presidente George W. Bush, quien, terminaba las ruedas de prensa con tantos disparates, dejando mudo a los periodistas, que pocas veces se atrevían hacerle alguna pregunta, porque sabían que no pegaba una, pero era el presidente de los Estados Unidos.
La cepa de Bachelet, se viene arrastrando a la sombra del imperialismo, desde hace varios años, con el mismo veneno de las víboras; para ella, el único país en el mapamundi, es Venezuela y el gobierno de Nicolás Maduro. Por eso, cuando oímos cualquier intento por torcer la verdad, tenemos el compromiso ineludible de alzar nuestra voz rechazando los voraces intentos del imperialismo por agredir nuestros pueblos. Quien no quiera ver al verdadero enemigo de Venezuela, es porque no quiere o simplemente forma parte del escuadrón de mercenarios: unos lo hacen con las armas, y otros con el intelecto en cada expresión que sueltan, como si, el mundo estuviera manejado por los Estados Unidos. Lo siguen intentando, pero es tan grande la falsedad en medio de la lucha de los pueblos, que en cada frase terminan atropellados. Ni siquiera la sonrisa ensayada de la Michell Bachelet, puede esconder la manera de arrastrarse a los pies del imperialismo. Y menos en estos momentos, cuando los chilenos se encuentran en pie de lucha, siguiendo los pasos de Salvador Allende y el General Alberto Bachelet –padre de la expresidenta– asesinados por la dictadura de Augusto Pinochet, y de quien, la Bachelet, no dice absolutamente nada.
Cada cierto tiempo reaparecen estos personajes, con el descaro de la Bachelet, recargados de odio, y rápido los grandes medios al servicio del imperialismo, le hacen un cerco, empezando por algunos diarios españoles, para utilizarlos, como unos verdaderos juguetes fácilmente manipulable por las redes sociales. Pero el que pierde la dignidad al servicio de cuanto gobierno se instala en la Casa Blanca, no le queda otra, sino seguir enseñando la cara, al no tener nada por perder. Lo viene demostrando el secretario fantasma de la OEA, Luis Almagro, quien ha perdido, hasta las ganas para declarar, y cuando lo hace, ni en su casa las ven; su última bobada salir a defender a la Jeanine Áñez, la autoproclamada boliviana, ahora enjaulada, y no es raro, que, al ver las declaraciones, haya expresado cabizbaja: «Ahora, si me jodí; Almagro, defendiéndome, cuando está más rayado, que yo» Guaidó, la defendió, y terminó desenmascarado en las redes sociales; falta la Bachelet, y no es raro, que a la primera orden del imperialismo, se quiera presentar en Bolivia, con el trillado cuento de los derechos humanos, y le van a responder con la bandera de la dignidad en la mano.