Por: María Alejandra Díaz |
Nuestra historia está plagada de resabiaos, rebotaos, alzaos, necios que nos negamos a rendirnos frente a las adversidades y obstáculos. Resabiaos que por experiencia de vida perdimos la ingenuidad. Alebrestaos y respondones, nunca conformistas con lo ganado fácilmente. Somos desde la resistencia indígena al invasor conquistador español, un pueblo levantizco y revirao, un cuero seco: que nos pisan por un lado y nos levantamos por el otro y por eso nos llaman despectivamente: resabiaos.
No es, por viciosos, traidores ni falsos. Otros son los traidores que quieren jorobarnos, adoctrinarnos, hacernos perder, someter y humillar. Si algún vicio tenemos ha sido el vicio de liberar pueblos, de ser rebeldes y socorrer al necesitado.
Nuestro carácter es noble, franco, valiente y sincero, pero también alzao y rebotao, ante todo aquel que busca someternos con la fuerza o lisonjas. Coloquialmente «no nos la calamos».
Ese es nuestro vicio, del cual hicimos un oficio: ser soldados de la independencia y la libertad, de rebotarnos ante cualquier imperio viejo o nuevo. Heredamos ese vicio por haber sido paridos por esta tierra de Libertadores, alborotados, sublevados, insumisos pero por elevadas razones: luchar por la justicia y dignidad de los pueblos. Por eso somos, resabiaos.
Así, necio, majadero y resabiao fué Bolívar, cuando le respondió a Irvine respecto a la no devolución de las Goletas norteamericanas que transportaban armas y pertrechos para dañar la causa independentista, diciéndole: que no permitiría se ultrajara ni despreciara al Gobierno y los derechos de Venezuela y agregó que «defendiéndonos contra la España ha desaparecido una gran parte de nuestra populación y el resto que queda ansía por merecer igual suerte. Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende».
Cansados de las injusticias de la abominable opresión imperial de aquella época, en épico arrojo, sin armas, pertrechados apenas con lanzas, azadones, cuchillos y garrotes, otro resabiao majadero, Juan Bautista Arismendi y un puñado de valientes por él liderados, se enfrentaron a las huestes españolas al mando de D. Joaquín Urreiztieta, !Cuál Leonidas colectivo en Termópilas!.
Otro resabiao, voluntarioso y altanero fue el coronel Leonardo Infante traicionado y ejecutado por Santander: su sangre aún arde impetuosa bajo nuestros pies.
De esa estirpe somos herederos: del Discurso de Bolívar ante el Congreso reunido en San Tomé de Angostura cuando expresó «Volando entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros y observando desde allí, con admiración y pasmo la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido está vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas entre esos océanos que la naturaleza había separado y que nuestra Patria reúne con prolongados y anchurosos canales».
Resabiao Chávez, cuando decía que habíamos llegado 200 años después de Bolívar, para convertir todas las derrotas del pasado en una sola gran y eterna victoria, señalando que el «colonialismo no fué derrotado por la acumulación de lágrimas de dolor, ni por el arrepentimiento de los colonialistas, sino por los siglos de heroicas luchas por la independencia y la soberanía en la que nuestros pueblos hicieron prodigio de resistencias, de tenacidad y de sacrificios».
Majadero como era, el comandante de conciencias se empeñó en poner a nuestra Patria a jugar en el tablero mundial, no como simple ficha subordinada a intereses foráneos, sino como actor geopolítico defendiendo los intereses nacionales.
Resistencia, tenacidad, sacrificio y entereza, que hoy en medio de los brutales ataques externos e internos contra Patria, nuestra Constitucion y contra nuestro territorio tangible e intangible se ponen a pruebas, confirmando el acero del que estamos hechos y nuestra condición de resabiaos.
Y tal como ayer, la espiral de la historia nos coloca en una situación semejante a la vivida durante las dos primeras décadas del siglo XIX. Vistos en el tiempo, el momentum actual es el mismo de aquellos días: a los venezolanos actuales no nos queda otra opción sino luchar, así sea a dentelladas y en el terreno que sea, por el derecho a tener una Patria libre, no hacerlo sería claudicar y ver a nuestra Nación, nuestro hogar, convertida en colonia extranjera, sufriendo la ignominia de mal vivir como esclavos.
Algunos por nuestra condición de resabiaos, nos tildan de infantiles, dogmáticos, tercos, belicosos y hasta trasnochados y nos llaman así porque no declinamos en nuestro compromiso patrio: no caerá sobre nuestros hombros y los de esta generación la ignominia y la verguenza de no haber tenido el suficiente coraje y arrojo para defender nuestro territorio.
Sí por defender el Esequibo contra viento y marea, incluso de quiénes están rendidos y justifican la entrega diciéndose «pragmáticos patriotas» mientras sin cálculos, nos negamos a entregar un milímetro más de nuestro territorio a potencia alguna sobre la Tierra, nos tildan de resabiaos: bienvenido sea.
Si nos califican de necios porque defendemos la Constitución íntegra y totalmente, infantiles porque solicitamos se aplique la justicia contra quienes nos han chuleado, parasitado, saqueado y robado con la complacencia de las instituciones, majaderos por solicitar salarios justos y dignos cumpliendo con la CRBV y su artículo 91, por demandar ética en el ejercicio de la política y dignidad para nuestro pueblo, por gritar a los cuatro vientos que debemos volver al camino de Chávez y Bolívar: estaremos orgullosos de los epítetos que nos pongan pues lejos de humillarnos, nos honran.
Conscientes estamos de los peligros y amenazas que sobre nuestra amada Venezuela se ciernen, eso no nos arredra ni nos acobarda. Nuestro crédito y obligación es con la herencia de nuestros Padres Libertadores, ante la supremacía bélica y perfidia de nuestros enemigos visibles e invisibles. La valentía, el arrojo y la creatividad deben ser nuestros fieles compañeros en estas horas y en las batallas futuras, sean del tipo que sean. Así como los Caribes defendieron estas tierras del invasor español hasta casi su absoluta extinción sin claudicar, como Bolívar y el Ejército Libertador descalzo y hambriento cruzaron los Andes, de igual manera debemos proceder hoy, sí los enemigos de la Patria osaran pisar estas tierras de Maracapana, millones de soldados como mapanares emergerían de todos los rincones de nuestra tierra a defenderla de cualquier intruso. ¡Venezuela se respeta!
Somos respondones y decididos y no aspiramos a parecernos a nadie, porque no hay pueblo en el mundo que se nos compare. Así lo reconoció Saramago en Caracas, cuando dijo que somos el pueblo más inteligente del mundo, porque fuimos los primeros capaces de salir a reclamar un derecho cumpliendo con un deber Constitucional, refiriéndose a la jornada del 12 y 13 de Abril de 2002.
Así que no hay quien nos pueda venir a decir cómo se hacen rebeliones. Somos hijos de la Guerra de Independencia. Nuestra Patria, su ser, no nos la dieron en pactos aéreos ni en tribunales extranjeros. Nos la ganamos a punta de coraje y sangre.
No somos un pueblo que deje su destino en manos de otros y dejarnos imponer despojos. Somos sí, un volcán, acumulando contradicciones que ayer y aún hoy, se manifiestan como una fuerza indetenible de unión cívico-militar consciente y chavista. Nuestros soldados no son eunucos y saben de qué lado estar, al momento que el pueblo lo decida. Somos fabricantes de revoluciones, desde que se avistaron invasores por Macuro.
Bolívar y este pueblo resabiao seguimos siendo un muro insalvable para el neoimperio y su visión esclavista del mundo, su destino depende de hacerse a toda prisa y a toda costa con nuestros recursos y territorio, pero ya no basta esgrimir falacias, ampararse en mentiras y causar miedo como instrumento para el despojo perpetuo y sometimiento.
Este neoimperio criminal desde hace rato nos condenó a muerte porque sabe bien que son ellos o nosotros, por eso no debemos bajar la guardia y continuar rezongones, alebrestaos, resabiaos, de pie, con nuestra voluntad inquebrantable.
No nos pacificarán, como intentaron hacer ayer con trampas ideológicas para conquistarnos. Ni con virus ni con climas raros, podrán! Aún con el cuerpo destrozado, hecho trizas en las fauces de la jauría, persistiremos en ser reviraos, resabiaos, nunca nos rendiremos. Y así pronunciaremos tantos «Por Ahora» como sean necesarios, hasta ver nuestra Nación y la América toda alzada en luz y emancipada desde el monte Shasta, pasando por el Chimborazo, hasta el Aconcagua.
El Pueblo venezolano siempre patriota, aún oye el eco que retumba de aquel Gloria in Excelsis Deo, y culminó entonándolo como el poeta Miguel Ángel Asturias lo hiciera:
Creo en la libertad de América
Creadora de mares dulces de la tierra
Y el Bolívar, su hijo, señor nuestro
Que nació en Venezuela, padeció
Bajo el poder español, fue combatido
Sintiéndose muerto sobre el Chimborazo
Y con el Iris descendió a los infiernos´
Resucitó a la voz de Colombia
Tocó el eterno con sus manos
Y está parado junto a Dios!
No nos juzgues Bolívar, antes del último día,
Porque creemos en la comunión de los hombres
Que comulgan con el pueblo, sólo el pueblo
Hace libres a los hombres, proclamamos
Guerra a muerte y sin perdón a los tiranos
Creemos en la resurrección de los héroes
Y en la vida perdurable de los que como tú
Libertador, no mueren,
Cierran los ojos, y se quedan velando!
MARIA ALEJANDRA DIAZ MARIN
RESABIÁ