Y a todas estas, ¿de quién es la ONU?

Vladimir Acosta

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Pregunta tonta. ¿De quién podría ser? De Estados Unidos, por supuesto, aunque cómplices o despistados repitan todavía que pertenece a lo que llaman “la Comunidad internacional” y que además es “el Parlamento de la Humanidad”.

Aquí haría falta algo de historia.

Estados Unidos funda la ONU en 1945, al fin de la Segunda guerra, como parte clave de su plan inmediato de asumir el dominio del planeta. Es heredera de la llamada Sociedad de Naciones, mamotreto creado al acabar la Primera guerra a propuesta del presidente estadounidense Wilson, pero en el que su país no quiso entrar. Por cierto, en esos años 30 y 40 del siglo XX no se hablaba de “comunidad internacional” sino de “concierto de naciones”, tan falsa una cosa como la otra.

A Estados Unidos le fue fácil crear la ONU. El presidente Roosevelt se ocupó de imponer el proyecto y el Subsecretario de Estado Rockefeller de mover las piezas. Nuestros países, su patio trasero, eran esenciales para el dominio yankee. Rockefeller los convoca a todos, salvo Argentina, sospechosa de nazismo, a una reunión en México, en Chapultepec. Allí los cuadra y los lleva nariceados a San Francisco, donde se hace la reunión inaugural. Esa ONU inicial es pequeña. Europa tiene pocos miembros pues solo entran los países opuestos al nazismo. Casi todos los países asiáticos y africanos son colonias y no están presentes ellos sino sus amos. Con el control del patio trasero, Estados Unidos domina la asamblea y además tiene mayoría absoluta en el Consejo de Seguridad que gobierna el organismo. Allí lo acompañan los otros cuatro grandes: Reino Unido, Francia, la China de Chiang kai shek, y la Unión Soviética. Pero ésta solo logra introducir en la asamblea dos países amigos: Ucrania y Bielorrusia, y se queda prácticamente sola, lo que la obliga a usar a cada paso el derecho a veto para evitar que Estados Unidos la aplaste imponiéndole su voluntad.

La instalación en Nueva York fue menos fácil, pero al final se impuso. Rockefeller ofrece el terreno y maneja la venta. Así, la ONU queda atada a Nueva York. Se discute la sede, pero Estados Unidos impone a Nueva York, y lo será desde 1948 al empezar a alzarse el edificio sede. En fin, pleno control estadounidense. Hay extraterritorialidad, sí, pero limitada y hasta ficticia: Estados Unidos ha impedido acceder a la ONU a miembros de esta por ser de países que se le oponen.

En décadas siguientes la cosa cambia algo. Pero Estados Unidos sigue siendo el dueño. Son tiempos de Guerra fría y los aprovecha. Han entrado Alemania y Japón, ahora amigos. Y luego Franco, viejo pana. Pero entran también muchos países africanos y asiáticos recién liberados del colonialismo. Son anticolonialistas y empieza pronto a seducirlos para comprar sus votos. Su apoyo a Israel halla creciente rechazo y debe ahora usar el veto. Ya no es Mr. Veto el ruso, que tiene ahora respaldo para impedir tropelías gringas.

La guerra de Vietnam desgasta y desprestigia a Estados Unidos. En los 70 entra al fin China y sale Taiwan. Más recientemente la cosa llega al punto en que el rechazo a Estados Unidos es cada vez más grande y entonces este decide aprovechar en su favor las contradicciones legales de la ONU. O simplemente ignorarla, pasando sobre ella. Declara que sus leyes se aplican en todo el mundo, pero que en Estados Unidos solo valen las suyas. Es decir, con la ONU cuando esta acepte ir con ellos y sin la ONU cuando esta no esté de acuerdo. Así puede hacer libremente lo que le da la gana con el mundo.

Y creo conveniente hacer varias preguntas sobre esas contradicciones legales de la ONU y los silencios y complicidades en que se basan.

Veamos, ¿qué es la tal “comunidad internacional”?

¿Lo es acaso el mundo actual, como afirman a diario los medios del sistema y repiten como loros los periodistas mercenarios? El concepto de comunidad es ciertamente polisémico, pero en casos como este se referiría a sociedades similares unidas por lazos comunes y que comparten valores e intereses también comunes. ¿Qué aplicabilidad tendría eso en el caso actual de este planeta? En él un pequeño grupo de países ricos y poderosos encabezados por Estados Unidos explota y saquea a la gran mayoría de países pobres y débiles, y los invade, humilla y desprecia, usando para ello su poder económico, político, financiero, militar y mediático cuyos instrumentos son organismos como la OTAN, la OEA, el TIAR, la DEA, el SWIFT y hasta la propia ONU por su silencio o complicidad en muchos casos.

¿Y qué es ese pomposo “Parlamento de la Humanidad”?

¿Es la ONU acaso un parlamento? No, no lo es. Es todo lo contrario. En los parlamentos diputados y diputadas discuten y deciden por mayoría. Lo decidido es ley y se cumple. Aquí no. Aquí la asamblea es para escuchar a veces discursos tan buenos como inútiles y sobre todo para hacer usualmente catarsis. Y lo que se decide en ella no cuenta para nada, porque quien manda y decide es el Consejo de Seguridad que desde el primer día está dominado por Estados Unidos, el cual, de sus 5 miembros permanentes, con veto, controla 3. Porque los otros 10 que están de paso y se cambian cada 2 años no tienen ningún peso. La mayoría sirve a Estados Unidos y a veces ni opinan. Así, cuando no puede imponerse chantajeando o sobornando, Estados Unidos veta, y actúa entonces por su cuenta.

Además, en la propia asamblea la discusión es difícil porque Estados Unidos controla a la mayoría de países, da golpes de estado para someterlos, los compra con ayudas que suelen ser ventas de armas para que se maten peleando con sus vecinos, los amenaza y los chantajea, o los insulta. Ejemplos sobran. Hemos visto y escuchado a representantes suyos advirtiendo en la asamblea a países débiles que iban a votar contra ellos que lo pensaran bien porque se les acabarían las ayudas e iban a pasarlo mal. De modo que cuando la asamblea decide por clara mayoría algo que Estados Unidos no acepta, entonces lo ignora y hace lo que quiere. Es el caso, año tras año, del rechazo masivo de la asamblea al criminal bloqueo estadounidense contra Cuba. Son 192 votos en contra del bloqueo y 2 votos a favor: el suyo y el de Israel. Es más que suficiente, y el bloqueo se mantiene. ¡Vaya democracia, vaya parlamento, y vaya humanidad que debe aceptar eso!

Otra pregunta: ¿qué hacen los Secretarios Generales? Son parte importante del problema porque ellos representan al organismo (por cierto, hasta ahora no hay ellas, y suerte para el mundo que no les tocó serlo a Madeleine Albright o a Condoleeza Rice). Los Secretarios Generales han sido una ristra de amigos serviles o cómplices de Estados Unidos. El único decente ha sido Boutros Boutros-Ghali, al que este vetó para poner al servil y corrupto Kofi Annan. El actual, Guterres, tiene cara de buena gente, pero más nada. Deja hacer, y en problemas complejos o incomodos como el del Esequibo prefiere no meterse.

Es que es un puesto nominal. Carecen de verdadero poder, pero gozan de ventajas económicas. En fin, un puesto ideal para pasarlo bomba, callando o mirando para otro lado mientras Estados Unidos bombardea y lanza misiles sobre países que rechazan su dominio. O mientras Israel, bombardeando Palestina o Líbano, ataca un puesto de la propia ONU en el que mueren funcionarios de esta, como ocurrió en años pasados en Líbano sin que Kofi Annan hiciera el menor gesto de reclamo.

Y una última pregunta, ¿hasta cuándo esta humanidad en parte cómplice y en parte sometida y humillada aceptará que esa ONU irreformable siga instalada en Nueva York, que Estados Unidos la maneje y la trate como instrumento suyo y que, con ella o sin ella, continúe haciendo lo que quiere contra países que condenan sus atropellos y que no aceptan más someterse a su dominio?

Buena pregunta para una próxima ocasión.