Once años habían pasado ya desde “el ejemplo que Caracas dio”, y Coro seguía siendo realista. No fue sino hasta principios de mayo de 1821, hace ahora 200 años, cuando, bajo el mando de una paraguanera de armas tomar, Josefa Camejo, esta región (que ahora conocemos como Falcón) se sumó a la Independencia de Venezuela.
No es pequeño el significado de este hecho histórico, pues la negativa de Coro a incorporarse a la rebelión libertadora tenía profundas raíces y un fuerte sabor a rivalidad con la ciudad que le había arrebatado la condición de capital de la Venezuela colonial.
La dirigencia coriana se negó desde el propio abril de 1810 a secundar a los patriotas caraqueños y, tras más de una década de luchas en Venezuela y buena parte de Suramérica, Coro seguía siendo un territorio bajo dominio español. Un grave escollo desde el punto de vista estratégico, dada su extensa fachada caribeña.
Josefa Camejo, nacida en 1791, fue la jefa de la operación militar que logró, finalmente, ponerle fin a esta resistencia.
Con 29 años de edad, esta mujer tenía tanto liderazgo y gozaba de tal confianza en los altos mandos patriotas que fue encargada de esta misión por el general Rafael Urdaneta, y la ejecutó eficazmente.
No fue su primera participación en las acciones de la guerra. Ella, junto a otro grupo de mujeres, había exigido que se les incorporara tan temprano, como en 1813. En ese tiempo se encontraba en Barinas, pues había contraído matrimonio con Juan Nepomuceno Briceño Méndez, profesor de Filosofía, combatiente en la Guerra de Independencia y hermano del destacado general Pedro Briceño Méndez.
La carta que Josefa Camejo y ese grupo de mujeres dirigieron a las autoridades patriotas para reclamar un lugar concreto en las acciones bélicas es considerada una de las primeras expresiones de las luchas feministas en Venezuela. Notablemente, no exigían que se les otorgaran derechos, sino que se les permitiera cumplir con los que consideraban sus deberes.
El documento, titulado Representación que hace el bello sexo al Gobierno de Barinas, las mujeres dicen: «El sexo femenino, señor gobernador, no teme los horrores de la guerra, antes bien, el estallido del cañón no hará más que alentar, su fuego encenderá el deseo de libertad, que sostendrá a toda costa en obsequio del suelo patrio”.
Pronto llegó la oportunidad de ejercer un papel destacado. A Camejo le fueron concedidas responsabilidades importantes en una difícil acción bélica, el desplazamiento de la población de Barinas para ponerla a salvo de la arremetida del jefe realista José Antonio Puy, a quien precedía su fama de sanguinario e inclemente.
Camejo debió participar en esta penosa marcha de civiles, en su mayoría mujeres, niños, niñas y ancianos, en dirección a territorios bajo control patriota, específicamente hacia San Carlos, Cojedes. En el trayecto perdió nada menos que a su madre, Sebastiana Talavera y Garcés, conocida como doña Ignacia, ahogada en el río Santo Domingo.
La agudización del conflicto en 1814 (en plena etapa de la guerra a muerte) la obligó a trasladarse a Bogotá para dar a luz a su primer hijo, Wenceslao. En esa ciudad permanecería varios años, siempre muy pendiente del acontecer venezolano. A raíz del éxito de Simón Bolívar en Boyacá, en 1819, retornó a Barinas, donde su esposo se recuperaba de heridas de guerra.
A finales de 1820, estando recién nacida su hija Teotiste, fue llamada a Maracaibo para empezar la planificación de la liberación de Coro.
Clave en su condición de luchadora patriota fue su tío, el sacerdote Mariano de Talavera, quien hizo parte de la Junta Patriótica de Mérida, en 1810, y siguió en el bando de los libertadores. De hecho, monseñor de Talavera tuvo mucho que ver con el llamado de Urdaneta a Camejo.
Los historiadores señalan que la principal fuerza de la jefa militar fueron unos 300 esclavos que laboraban en el hato de su familia y en otros cercanos. En una primera tentativa, fueron derrotados y tuvieron que emprender la retirada por mar. En el segundo intento, Josefa Camejo sorprendió al jefe realista Chepito González, en la localidad de Baraived, en la península de Paraguaná.
Avanzó entonces sobre Pueblo Nuevo, donde ya se disponía a presentar combate a la tropa de la Corona, encabezada por Segundo Primera, pero este eligió pasarse a la causa de la República. Con las fuerzas unidas lograron deponer a las autoridades españolas y designar como gobernador a Mariano Arcaya.
El 3 de mayo de 1821, Josefa Camejo fue la encargada de dar lectura al acta mediante la cual se declara a Coro libre del dominio español.
Quedó así reivindicada la vocación independentista de la región, que había resonado con la rebelión negra de José Leonardo Chirino, en 1795, y con el emblemático arribo de Francisco de Miranda a La Vela, en 1806.
El cronista de la península, Juan de la Cruz Esteves, lo vio así: “Ella es el símbolo de más contenido patriótico en la historia de Paraguaná, porque no se dejó vencer por las dificultades y no desmayó en su propósito de enseñarle a su pueblo el camino del deber, el camino de la lucha para conquistar la libertad. La gloria de que somos herederos se la debemos a ella. El esfuerzo de esa valerosa mujer nos devolvió la dignidad que habíamos perdido, la dignidad de pueblo con conciencia de patria. Porque, señores: ¡cuán vergonzante era el estigma que cubría el nombre de Coro cuando la independencia!”.
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En el Panteón y en voz de Alí
Josefa Camejo ingresó al Panteón Nacional en 2002, con bastante retraso, si se le compara con otra heroína nacional, Luisa Cáceres de Arismendi, que llegó a ese lugar sagrado en 1877.
El gesto igualitario correspondió al Comandante Hugo Chávez, quien marcó pauta con este tipo de actos reivindicadores, para escándalo de conservadores de todo pelaje, en particular de racistas y patriarcales. Para recalcar su impronta feminista, esto se hizo el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Fue un momento estelar para las activistas de las luchas por los derechos femeninos en Venezuela, que tienen valorada a Camejo como una de sus figuras. Sin embargo, el crispado cuadro político de ese momento (un mes y tres días antes del golpe de Estado) le restó brillo a la celebración.
Previamente, había recibido algunos reconocimientos. El aeropuerto de Punto Fijo lleva su nombre, igual que una condecoración del gobierno estadal, el Complejo Cultural de Pueblo Nuevo y una avenida de Coro. Su casa natal es Monumento Histórico Nacional, pero faltaba el honor mayor de ascender al altar de la patria.
Otro homenaje destacable se lo rindió su paisano Alí Primera, que en su tema Falconía dice: “Pareciera que es mentira / que el falconiano se olvida / que es legítimo heredero / de un libertario camino / que anduvo con rostro altivo / doña Josefa Camejo”.