Dirigentes populares del emblemático barrio caraqueño hablaron con Sputnik sobre los llamados «colectivos» en defensa de la revolución bolivariana. Opinan de los recientes operativos de seguridad en distintas barriadas para neutralizar las bandas delictivas y afirman que hay un plan para crear caos que facilite una intervención militar.Es sábado, pasado el mediodía. En el Barrio 23 de Enero, al oeste de Caracas, todo está en calma. Un grupo de niños juega con una pelota delante de Salvador Allende, Hugo Chávez y el Che Guevara, estampados en un mural; otros practican básquet, fútbol y, por supuesto, béisbol, el deporte favorito de los venezolanos.
David Romero citó a Sputnik en el Bloque 7, en el sector Monte Piedad, a escasos metros del Cuartel de la Montaña donde reposan los restos del líder bolivariano Hugo Chávez. En los alrededores de este inmenso bloque de hormigón trabaja una de las organizaciones chavistas que hacen vida en el barrio, el Colectivo Salvador Allende.
Mientras camina por los jardines del edificio, David Romero, fundador de esta organización, advierte que a esa misma hora los cuerpos de seguridad del Estado están desplegados con miles de efectivos para dar con los cabecillas de grupos delictivos que operan en distintas barriadas populares de la capital del país.
Se refiere a la operación policial Gran Cacique Indio Guaicaipuro, iniciada el pasado 8 de julio en el suroeste de Caracas para desarticular a bandas armadas en los sectores populares El Valle, la Cota 905, El Cementerio y La Vega, que se dedican al narcotráfico, el secuestro extorsivo y el sicariato, y cuyo accionar en esos días fue denunciado por el gobierno de Nicolás Maduro como parte de un plan de desestabilización promovido desde el extranjero.
«Nosotros, aquí en el 23, estamos claros qué es lo que se está jugando. El enemigo está armando asesinos, mercenarios y paramilitares. Es parte de la guerra que le vienen aplicando a Venezuela. Y vienen avanzando, porque en medio de la pandemia y del bloqueo económico, se han valido para comprar necesidades, poniendo a trabajar a gente humilde con un objetivo político-militar», denuncia.
David Romero, líder del colectivo Salvador Allende del Barrio 23 de Enero© Sputnik / Hernán CanoEl Colectivo Salvador Allende, nacido tras el golpe de Estado contra el entonces presidente Hugo Chávez en 2002, forma parte del Frente de Colectivos Revolucionarios Sergio Rodríguez, que agrupa a cerca de 20 organizaciones sociales con un fuerte trabajo político, cultural y deportivo en el barrio, clave para entender por qué en el 23 de Enero, habitado por cerca de 100.000 habitantes, no han podido asentarse las bandas delictivas.Pese a que algunos de los proyectos socioproductivos están paralizados «porque el bloqueo enemigo nos ha impedido inyectar recursos», no abandonan las actividades culturales y deportivas, como tampoco el trabajo en una panadería comunal que produce alrededor de 3.000 panes diarios «para contribuir a satisfacer necesidades en el sector».
1/3© Sputnik / Hernán CanoEl colectivo Salvador Allende opera una panadería comunal que produce 3.000 panes diarios
1/3© Sputnik / Hernán CanoEl colectivo Salvador Allende opera una panadería comunal que produce 3.000 panes diarios
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Para David Romero, a diferencia de otras barriadas, la fuerte politización de los habitantes del 23, la tradición de lucha y resistencia de este barrio desde su fundación en 1958 con la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, han creado una conciencia sobre el flagelo de la delincuencia que no se puede desestimar.
«Aquí, antes de que llegara Hugo Chávez, había espacios tomados por el narcotráfico. Nosotros libramos esa batalla y fuimos expulsando esa problemática. Por eso, decimos que no haces nada con meter 1.500 policías en un barrio si ahí no va a quedar una militancia revolucionaria dada a la tarea de liberar al sujeto. Porque es un problema estructural, cultural. Y ese es el papel de los colectivos, formar a nuestras bases con conciencia social», explicó
Zonas de paz’ y guerra no convencional
En esa misma línea de acción se inscribe la Coordinadora Simón Bolívar, una organización sociopolítica con más de 27 años de trabajo educativo, social y cultural en el barrio. Su referente, Juan Contreras, habla con Sputnik en un sitio rescatado, un módulo policial símbolo de la represión y la tortura por más de 30 años, y donde hoy funciona una emisora comunitaria, un centro de comunicaciones con decenas de computadoras y hasta una escuela de idiomas para los jóvenes del barrio.
«Hoy este lugar es la casa de encuentro del poder popular, acá se hace el trabajo social, acá nos organizamos, creamos conciencia, rescatamos los espacios. Hemos creado una forma preventiva para educar y formar a nuestros jóvenes y evitar así que caigan en las drogas y las pandillas», explica Contreras.
El líder de la Coordinadora Simón Bolívar celebra que el Estado haya decidido actuar sobre las bandas criminales «que se han venido armando en un corredor estratégico, que es la entrada a Caracas». Sin embargo, reconoce que la política de zonas de paz implementadas por el Gobierno nacional, en las que se acordaron territorios sin presencia policial a cambio del desarme de diversos grupos delictivos no ha funcionado, y más bien «ha fortalecido a los criminales».»Por ejemplo, en la Cota 905, lo que hicieron fue secuestrar en la capital para luego cobrar el rescate en esas mismas zonas de paz», explica.»Le dijimos a nuestro Gobierno, a los que toman las decisiones, que era una política equivocada, que fue utilizada por estas bandas delictivas y quienes están detrás de estas bandas para tratar de tomar esas zonas y sacar de ahí a la gente organizada, desplazar al chavismo que está organizando a nuestras masas en cada barrio», agrega.
Hacia la creación del Estado fallido
Para Juan Contreras, EEUU le ha dado a Venezuela un papel como el que le fue asignado a Colombia en la década del 80, con Pablo Escobar, o a México en los años 90 con el Cartel de Los Zetas. El objetivo, denuncia, es crear un caos que facilite una intervención militar en el país.
«Esta iniciativa de organizar a la delincuencia, nosotros ya la advertíamos desde el año 2000, pero hay un caldo de cultivo para ese paramilitarismo criollo. Hay un conjunto de doctrinas para crear caos, la doctrina del shock, la guerra económica, el bloqueo financiero, todo esto para ir preparando la agresión militar. Hay un diseño, repito, en el marco de la guerra no convencional, de la guerra híbrida, como bien se ha dicho en varias ocasiones», explica el líder de la Coordinadora Simón Bolívar.
Penetración paramilitar en la capital
«Nosotros venimos denunciando esta situación desde hace años, cuando se vendió la idea de las ‘parroquias de paz’, cuando se pacta con esas bandas paramilitares de Petare (este), La Vega, La Cota 905, El Valle, El Cementerio, y estos plantean que no iban a secuestrar ni a matar, pero que no le quiten las armas. Y bueno, nunca se desarmó a esas bandas y mira en lo que resultó», coincide Valentín Santana, líder del Colectivo La Piedrita.
La Piedrita, fundada por Santana en 1985, defiende la organización comunal y el trabajo voluntario como banderas para la formación revolucionaria. Para este dirigente «la revolución bolivariana no está enfrentando al hampa común, sino a organizaciones muy preparadas en lo militar, en lo político, con buen armamento, y por eso la revolución no puede bajar la guardia».
El pasado 4 de febrero, colectivos del Barrio 23 de Enero en Venezuela marchaban para recordar a Hugo Chávez. Hoy, dirigentes de estas organizaciones hablan con Sputnik sobre el papel que cumple el emblemático barrio caraqueño en defensa de la asediada revolución bolivariana.
«Ahora, acá no van a infiltrar paramilitares, que se olviden. Estarán en Caracas, pero acá les va a costar. Porque nosotros les vamos a dar duro. No vamos a permitir que llenen el barrio de sangre, de droga, de prostitución. Nosotros tenemos un compromiso con nuestro Comandante Hugo Chávez, que está sembrado aquí en el barrio. Además, aquí tenemos la Comandancia General de la Milicia Nacional Bolivariana, y vamos a combatir», afirma Valentín Santana.
El colectivo La Piedrita es la organización del 23 de Enero más demonizada por los medios de comunicación. A pesar del trabajo social que desarrollan hace muchos años en áreas como la salud, la alimentación, la cultura y el deporte son continuamente señalados en medios nacionales e internacionales como «delincuentes» por su defensa de la revolución bolivariana.Su líder explica que los colectivos son parte de la Milicia Nacional Bolivariana, un componente de la Fuerza Armada; del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), por lo que se encuentran absolutamente integrados a la vida política y social del país.
«Mira, yo te quiero decir algo, es una crítica. Yo puedo aceptar que la derecha nos ataque y oculte todo el trabajo voluntario que nosotros hacemos. Pero los medios del Estado, de la revolución, no vienen acá. Yo los invito a que vengan, que se metan en La Piedrita. Acá nosotros tenemos una radio, una base de misiones sociales, un ambulatorio, hasta un centro electoral tenemos. Recién terminamos una reunión para ver cómo podemos colaborar para enfrentar el COVID-19. Entonces, hay que reivindicar a los colectivos, mostrar el trabajo que hacen», sostiene.
Sistema popular de alerta temprana
«Nosotros tenemos un sistema popular de alerta temprana, con sirenas y alarmas. Esto es algo público, no es nada secreto, hemos hecho ejercicios cívico-militares donde lo hemos puesto en práctica. Cuando nosotros percibimos una anormalidad, inmediatamente activamos el sistema de alarmas. Y cuando suenan las sirenas en todos los sitios estratégicos del barrio, ya todo el mundo sabe lo que tiene que hacer».
En 1989, cuando estalla el Caracazo contra el segundo gobierno del presidente Carlos Andrés Pérez (1989-1993), David Pulido tenía 16 años. Desde la plaza que da a una de las entradas del 23 de Enero cercana al Palacio Presidencial de Miraflores, relata a Sputnik que en aquellos días resultó herido en una pierna, durante la brutal represión policial y militar desatadapara ahogar la rebelión popular.»Aquí nosotros decíamos que esta era la pequeña Palestina, porque los enfrentamientos eran siempre de piedras contra balas», cuenta este referente del colectivo Vanguardia Zamorana.
Nacido en el 23 de Enero y formado al calor de las luchas estudiantiles, Pulido sostiene que los bajos índices delictivos que presenta el barrio son dignos de análisis, y no duda en relacionarlos con la tradición política de izquierda que siempre estuvo presente allí.
«Aquí, a lo largo de la historia, el revolucionario fue siempre respetado, una especie de Robin Hood, prestigiado por su coraje, su palabra, y esa historia no la tienen otros barrios. Esa tradición de lucha sigue siendo respetada hasta el día de hoy. Porque nosotros marcamos la diferencia a través del trabajo voluntario, de la lucha social, acompañando a nuestro pueblo», explica.
Pulido asegura que el plan de agresión que están desarrollando hoy en Venezuela, con la utilización de paramilitares, mercenarios y sicarios, es mucho más delicado y peligroso «porque está entre nosotros y ni lo vemos». Sin embargo, dice que en el 23 están preparados para una amenaza como la que están presentando otros sectores populares del país.
«Lo hemos demostrado muchas veces. En el golpe de Estado de 2002 contra el Comandante Chávez salió una oleada de gente del 23 de Enero hacia Miraflores. Acá no tenemos dudas. Si llegan a venir, los esperamos. El que venga en paz, lo recibiremos en paz, el que venga en guerra tendrá guerra», remató.