La ingobernabilidad de esta nación, que se independizó en 1804, es un problema antiguo.
Soldados al servicio de Francia y rebeldes haitianos en 1804 por el pintor January Suchodolski.Foto: pinakoteka.zascianek.pl
La ingobernabilidad de Haití –uno de los pocos países en el mundo que no ha recibido hasta ahora la vacuna contra el covid-19– es un problema antiguo y el asesinato del presidente Jovenel Moïse, que fue acribillado a balazos en su propia residencia la madrugada del miércoles, no ha sido el único magnicidio contra un líder político en la historia de la nación caribeña.
Tras una violenta revolución contra Francia, comandada por Toussaint-Louverture, Haití declaró su independencia en 1804 y se convirtió en la primera república negra. Desde entonces, el país se sumió en una división social y racial que dura hasta nuestros días.
Presidentes asesinados
Jean-Jacques Dessalines, otro de los líderes de la revolución, fue el primer gobernante de Haití al proclamarse emperador. Adoptó diferentes políticas de represión contra la población blanca y mulata. Se calcula que murieron unas 3.000 personas. En 1806, tan solo dos años después de su llegada al poder, Dessalines fue asesinado en una rebelión popular.
Cincinnatus Leconte, bisnieto de Jean-Jacques Dessalines, gobernó Haití entre el 15 de agosto y el 8 de agosto de 1912. Murió tras una explosión en el Palacio Nacional. Aunque se habló de un accidente, siempre hubo rumores de que fue un suceso premeditado.
Un destino parecido sufrió el también presidente Jean Vilbrun Guillaume Sam, quien en 1915 apenas ostentó el cargo cuatro meses. Después de implantar toda una serie de autoritarias medidas, ordenó la ejecución de más de 150 personas en una penitenciaria, un hecho que provocó el levantamiento de la población. Se refugió en la Embajada de Francia, pero los rebeldes irrumpieron en el edificio y lo asesinaron. Su cuerpo fue descuartizado.
23 intentos de golpe de Estado
Haití ha sido un país golpeado por la miseria, la violencia, las tragedias naturales y la inestabilidad política. Y en los siglos XX y XXI no ha sido diferente. Entre 1945 y 2019, se han llevado a cabo nada menos que 23 intentos de golpe de Estado, entre los cuales 15 se materializaron.
Uno de los momentos más determinantes fue cuando Francois Duvalier, conocido como ‘Papa Doc’, se declaró presidente de por vida. Su Presidencia es recordada como un reinado de terror a causa de la policía secreta –conocida como los Tontons Macoutes–, que eliminaba a los enemigos del régimen. En 1986, en medio de una sublevación popular, huyó a Francia. Lo sucedió su hijo Jean-Claude Duvalier, ‘Bébé Doc’, quien empleó la misma mano dura que su progenitor.
En 1990, Jean Bertrand Aristide se convirtió en el primer presidente en ser elegido democráticamente y fue derrocado por un golpe de Estado en 1991. Tras exiliarse, volvió siete años después al país. Regresó a la Presidencia en 2001 y en 2004, bajo presiones estadounidenses, dimitió y abandonó Haití.
Expansión de EE.UU. en la región
El siglo XX está marcado por la expansión y la influencia de EE.UU. en la región latinoamericana, de la que Haití no escapó. Washington intervino en la país caribeño en tres ocasiones (1915-1934, 1994-1995 y 2004).
Los dirigentes estadounidenses justificaron esas intervenciones alegando que buscaban el valor de la democracia, el respeto y los valores sociales en esta nación. Sin embargo, son muchos los analistas que afirman que su presencia en territorio haitiano agravó la situación del país.
«Haití es un laboratorio experimental en el cual no se toma en cuenta las necesidades de la población»
Tras la salida del presidente Jean-Bertrand Aristide, en 2004, las tropas estadounidenses desembarcaron en el país. Unos pocos meses después, el Consejo de Seguridad resolvió reemplazarlas por una delegación de cascos azules de la ONU, que permaneció hasta 2017 y que, además de no lograr estabilizar el país, no estuvo exenta de polémicas con graves denuncias de abusos sexuales.
En opinión de periodista y analista político, Alexandre Anfruns, Haití «fue ocupado por la ONU y una coalición de países», que realizaron «una verdadera invasión». Además, considera que la nación «es un laboratorio experimental en el cual no se toma en cuenta las necesidades de la población«.
En enero de 2010, un terremoto empeoró todavía más las cosas cuando arrasó gran parte de Haití. Una catástrofe en la murieron entre 100.000 y 316.000 personas, según diferentes estimaciones.
En la actualidad, el país sufre una profunda crisis de violencia agravada por las luchas territoriales entre pandillas y bandas armadas que se disputan el control de los barrios más pobres de Puerto Príncipe.
Economía y sociedad
En este contexto, su desarrollo económico no ha sido posible. La nación –con grandes desigualdades entre el campo y la ciudad– cuenta con una población de 11,26 millones de personas y, según el Banco Mundial, el 60 %, o 6,3 millones de personas, sigue siendo pobre y un 24 %, o 2,5 millones, se encuentra en situación de pobreza extrema.
«La situación económica de Haití se debe analizar teniendo en cuenta la perspectiva histórica. No es un país pobre por causalidad. Ha sido empobrecido a propósito y, en particular, a través de la explotación de estructuras del neocolonialismo», dice Anfruns.
El PIB de la nación –en el puesto 170 de 189 por su índice de desarrollo humano– se contrajo en un 3,8 % en 2020 con la pandemia de coronavirus, que agravó la ya de por sí débil economía y la inestabilidad política.
Un panorama que ha empujado a muchos haitianos a emigrar principalmente al país vecino, República Dominicana, pero también a EE.UU., Canadá y Francia, la antigua metrópolis.
El politólogo reitera que existe un «propósito detrás» y que hay «países implicados para que el pueblo no se desarrolle y para que las élites haitianas sirvan al imperialismo de EE.UU.».
A su juicio, el primer ministro interino de Haití, Claude Joseph, «está en estrecho contacto» con el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, «una persona que ha sido formada bajo cobertura de la CIA».
«La élite que está actualmente tomando las riendas tras el asesinato [de Moïse] va a mantener la misma política que está sumiendo en la extrema pobreza al pueblo de Haití», concluye.