Las siete cárceles que el Estado salvadoreño ha reservado para el encierro de pandilleros activos albergan en la actualidad a unas 12.500 personas.Secretaría de Comunicación de El Salvador
A pesar del discurso oficial de combate frontal a las maras, las cifras de pandilleros capturados durante la administración Bukele presentan un fuerte descenso respecto al período anterior, lo que abre la puerta a distintas interpretaciones.
Cada vez se detiene a menos integrantes de las maras en El Salvador, el pequeño país centroamericano que por años tuvo un lugar reservado en el pódium de los países más violentos del mundo. De los 56 y 43 pandilleros que cada día la Policía Nacional Civil (PNC) detuvo en promedio en 2017 y 2018 respectivamente, se ha pasado a 25 detenciones en 2021.
Son cifras oficiales, que cualquiera puede consultar en la web de la Policía. Las personas detenidas e identificadas como mareros por la PNC vienen a la baja desde 2017, con un descenso más pronunciado –y significativo– desde que en junio de 2019 arrancó el quinquenio del actual presidente, Nayib Bukele.
En 2017, según la PNC, se detuvo a 20.300 pandilleros en El Salvador. En 2018, 15.800. En 2019, 15.200. En 2020, el año en el que se desató la pandemia de covid-19, los pandilleros capturados se redujeron a 10.400. Y en 2021, ya sin encierro, la PNC contabiliza 5.712 detenidos hasta el 17 de agosto, por lo que la cifra proyectada para todo el año rondará los 9.100.
La pandilla hegemónica en el país, la Mara Salvatrucha o MS-13, es la que más se ha beneficiado por el brusco descenso en las capturas en 2020 y sobre todo en 2021.
En los dos años previos a la llegada de Bukele, hubo 32 detenciones al día de los pandilleros de la MS-13; en los dos primeros años de Bukele, fueron 21 diarias; y en lo que va de 2016 la cifra es aún más baja: 16 detenidos
En los dos años previos a la llegada de Bukele al Ejecutivo, la PNC detuvo a un promedio de 32 ‘emeeses’ cada día. En los dos primeros años de Bukele –1 de junio de 2019 a 1 de junio de 2021–, el promedio bajó a 21 miembros de la MS-13 capturados por día. En lo que va de 2021 la cifra es aún más baja: 16 ‘emeeses’ detenidos.
El total de detenidos en El Salvador –pandilleros o no pandilleros– es menor en 2021 que en 2017, sí, un 26 % menos. Pero la caída es del 55 % entre las personas identificadas por la PNC como pandilleras; y entre los integrantes de la MS-13, asciende al 57 %.
Es un hecho: desde que el presidente Bukele asumió el poder, la Policía está deteniendo a menos pandilleros. Las razones que hay detrás del brusco descenso en las capturas de mareros pueden variar en función de quién trate de responderlo, pero el descenso es inapelable.
Interpretaciones
RT entrevistó a Luis Enrique Amaya, consultor internacional e investigador en materia de seguridad ciudadana. «Para mí, el descenso en la captura de pandilleros genera más preguntas que respuestas, más dudas que certezas», dice.
El desplome en las capturas puede explicarse apelando a un debilitamiento de las estructuras pandilleriles –sobre todo la MS-13– como consecuencia de las estrategias gubernamentales de represión y prevención. Pero los mismos indicadores también dan alas a quienes sostienen que el histórico descenso en la violencia homicida que vive el país bajo la administración Bukele se debe a pactos bajo la mesa entre el gobierno y las maras –sobre todo la MS-13.
«Para entender el comportamiento de las detenciones y de todo el fenómeno de la criminalidad –dice el investigador Amaya–, habría primero que tener claro cuál es la herramienta conceptual y, de conformidad con esta, habría que tener información sobre cada una de estas etapas; y en segundo lugar, se necesitan más datos, datos que el actual gobierno no hace públicos, y así es muy difícil saber a qué atribuirle el descenso».
«No se entiende cómo a partir de las mismas acciones se estarían alcanzando resultados diferentes»
Amaya ha analizado el Plan Estratégico Institucional 2020-2024 de la Policía Nacional Civil, sin hallar en él políticas públicas que expliquen el descenso: «Al revisarlo, he encontrado cosas ya planteadas en planes estratégicos de la Policía en gobiernos anteriores; entonces, no se entiende cómo a partir de las mismas acciones se estarían alcanzando resultados diferentes».
En los últimos meses Amaya ha desarrollado dos investigaciones con trabajo de campo en distintas colonias con fuerte presencia de pandillas, y descarta la idea del debilitamiento de estas estructuras. Dice: «La MS-13 sin duda, pero yo pienso que ninguna de las tres grandes pandillas (las otras dos son el Barrio 18-Sureños y el Barrio 18-Revolucionarios) ha perdido el control territorial; ninguna«.
El investigador señala que un elemento a tener en cuenta en el análisis es la investigación que en septiembre de 2020 publicó el periódico digital El Faro, que demostró que el gobierno ha permitido el ingreso de pandilleros de la MS-13 que estaban en libertad en cárceles de máxima seguridad, para mantener reuniones con los liderazgos históricos de la pandilla.
Otras voces
Marvin Aguilar es antropólogo cultural y uno de los analistas políticos más recurrentes en platós de televisión y radio de El Salvador. Consultado por RT, tampoco se casa con el discurso gubernamental que atribuye estrictamente a la eficacia policial y militar la histórica caída en los indicadores de violencia homicida.
«En antropología, nosotros decimos que las cosas no pasan sólo por una causa, sino que pasan por varias«, dice Aguilar.
«Si hay una tregua con el gobierno, las pandillas tarde o temprano van a denunciarlo»
En su interpretación, el abrupto descenso en las capturas de pandilleros responde a un combo de factores: a decisiones propias de los mareros («están cansados de esta guerra y no la quieren para sus hijos», dice); al temor de que algunos líderes sean deportados a Estados Unidos, lo que daría al gobierno una carta para una hipotética negociación; y a que estructuras que se dedican al narcotráfico hayan convencido o impuesto a las pandillas –sobre todo la MS-13– de que es más próspero que en los territorios que controlan haya menos homicidios u otro tipo de delitos como violaciones, robos, extorsión a pequeña escala, etcétera.
«Si hay una tregua con el gobierno, las pandillas tarde o temprano van a denunciarlo», dice el antropólogo Aguilar. Y concluye: «¿Es posible un acuerdo para, por ejemplo, obtener concesiones en las cárceles? Si eso ha ocurrido, los pandilleros lo harán público en su momento; ya delataron a ARENA y al FMLN cuando esos partidos no les cumplieron lo ofertado».