Por: Victor Barraez |
«A mis casi ochenta años de edad, si algo puedo hacer, es dar a conocer mi vida de guerrillero; es contar con mucha dignidad los motivos que me llevaron a alzarme en armas contra los enemigos del pueblo. Si accedo a contarte mi vida, será para que las generaciones presentes y futuras conozcan el porqué de mi rebeldía contra los entreguistas de la patria, contra los delatores, los inconsecuentes con las luchas del pueblo y, sobre todo, por si se atreven a luchar por tener patria, no cometan los mismos errores que yo cometí».
Carlos Betancourt. «Jerónimo… Sigo siendo rebelde».
Autor: Félix Miguel Roque.
Cuando Carlos Efraín Betancourt asume la lucha revolucionaria, tal vez nunca pensó que la ocurrencia de ese amigo comerciante venido a la arena política, llamado José del Carmen Trías, en momentos en que el camino a la clandestinidad era ineludible, bordaría el transcurrir de una lucha proverbial cuando sus ojos libres se abrieron a nuevos horizontes. «Jerónimo», fue la ocurrencia de Trías: «ese carajito es muy arrechón, muy peleón, así que vamos a ponerle el nombre del jefe indio gringo, ese verraco piel roja llamado Jerónimo». «Así me quedé para siempre», comentó Carlos a Félix Miguel Roque en su obra: «Jerónimo… Sigo siendo rebelde».
Carlos nace el 8 de septiembre de 1937 en San Antonio de Capayuacar en el estado Monagas; en sus actividades como estudiante en el liceo Sanz de Maturín, se encuentra con las luchas de la resistencia protagonizadas por Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela, en contra de la dictadura de Pérez Jiménez, la frase encontrada en su pupitre: «muera el tirano y viva la libertad», despierta su sentimiento de luchador social y lo lleva a militar en las filas de AD, llegando a ser secretario juvenil de esa organización en el estado Monagas. Su primera prisión la sufre a manos de la Seguridad Nacional el 21 de enero de 1958 en Maturín, en el marco de la gran huelga nacional. Corta es su estadía en AD, hasta 1960, cuando cristalizada la división decide formar parte del recién creado Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR).
Eran los tiempos de su estancia en Caracas para realizar sus estudios de economía en la Universidad Central de Venezuela. La UCV, venia de ser uno de los grandes epicentros de la lucha en contra de la oprobiosa dictadura militar y se disponía a ser escenario de confrontación en el naciente modelo democrático puntofijista, instaurado en Venezuela posterior al 23 de enero de 1958. Su razón estriba en que con el nacimiento del MIR; la mayor deserción de las filas de AD estuvo en el movimiento juvenil y universitario, robusteciendo las fuerzas de izquierda y dejando la supremacía de la Federación de Centros, centros de facultades, de escuelas y demás órganos del cogobierno universitario en manos del PCV y del MIR. Así como un importante auge de estas fuerzas en el sector profesoral. Esta situación no se escenificó solo en la UCV, también en el resto de casas de estudios universitarios del país.
El MIR ejerce la abierta confrontación al gobierno de Rómulo Betancourt e incentiva la lucha de calle a través de manifestaciones públicas de carácter reivindicativo, a partir del trabajo activo desde las universidades y los sindicatos dirigidos por las organizaciones de izquierda mencionadas e incluso desde el ala progresista de Unión Republicana Democrática (URD). La represión desatada por el gobierno radicaliza las posiciones, se lee entonces en paredes y muros de las principales ciudades del país la consigna de la juventud del MIR: «Si siguen las peinillas haremos las guerrillas». Se decreta entonces la lucha armada y se crean las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) que la integran los aparatos militares del MIR, el PCV y Vanguardia Popular Revolucionaria bajo la conducción de Fabricio Ojeda. Llegan los tiempos de la ilegalización por Decreto Presidencial del MIR y del PCV y la orden de captura contra los integrantes de sus direcciones políticas, inclusive de los senadores y diputados de esas organizaciones.
Para esos momentos en que se estructuran los frentes guerrilleros, Jerónimo participa activamente en el Oriente del país junto a Américo Silva, Gabriel Puerta Aponte, Jesús Márquez Finol (el Motilón), Andrés Cova Mata, Manuel Mejías, Carmelo Laborit y Gilberto López, entre otros en la conformación de un robusto movimiento armado. La Dirección Nacional del MIR cambia sus planes al ordenar su traslado al estado Lara para estructurar el aparato militar en esa región. A pesar de su desacuerdo parte a Barquisimeto. En Lara, contaba el MIR con una importante influencia en los campos estudiantil, sindical y agrario, pero carecía de estructura militar. Carlos asume la tarea con la disciplina y madurez que siempre le caracterizó. Es en esa región donde conoce a mi padre que era para entonces era parlamentario y ejercía la secretaría general del MIR. En el libro al que ya hemos hecho mención comenta a Félix Miguel López: «Entro en contacto con la parte legal del Partido y fue cuando comenzamos a organizar el aparato militar del MIR. El PCV si tenía su aparato militar, muy bien estructurado. Dos vanguardias que ya se disputaban la hegemonía política y militar en la lucha contra Rómulo Betancourt.
En Lara conozco a Tirso Pinto, que era el jefe de la retaguardia del PCV; yo era el jefe del aparato militar del MIR en construcción. Nos hicimos buenos amigos. Ellos se dieron cuenta que en el MIR-Lara había compañeros muy eficientes. El gobierno también se percató de eso y envió a Lara a uno de los torturadores más temibles de la época, llamado Atahualpa Montes, y una de las primeras acciones fue allanarle la casa al Secretario General del MIR en Lara, Víctor Barráez, y, sin mediar discusión le meten un tiro en el brazo. Eso fue un escándalo en Barquisimeto. A Barráez lo conducen al hospital Antonio María Pineda y se plantea la operación de rescate del compañero (dicha acción se denominó «Operación Dr. Barroeta», en homenaje al médico Adalberto Barroeta, que dos días antes había sido asesinado por un agente policial en la sala de emergencia de ese recinto hospitalario). Aunque estaba recién llegado a la zona, empiezo a planificar la operación de rescate. Para eso organizo a unos combatientes de Lara y otros que me llevé de Caracas. La operación se realizó, se rescata a Barráez y mueren unos de los custodios del compañero. La represión se desató y nos replegamos a nuestras «conchas».
Posteriormente, Jerónimo parte a las montañas de los Humocaros a solicitud del comandante Argimiro Gabaldón, jefe del Frente Guerrillero «Simón Bolívar», posteriormente marcha a Portuguesa en un intento por fortalecer la lucha armada en esa región donde entabla amistad con Fabricio Ojeda, posteriormente viajan a Caracas, ya Jerónimo había hecho los contactos preliminares con Gabriel Puerta y Américo Silva para proseguir su titánica labor en el Oriente del país. Fabricio es apresado en Caracas y aparece muerto en un calabozo del SIFA. Ya en el Oriente Jerónimo asume la jefatura del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre secundado por Puerta Aponte y Américo Silva.
Dicho Frente inicia sus actividades con 19 hombres y contando con una retaguardia en Maturín coordinada por Asdrúbal Guzmán y su hermano Argenis Betancourt. Posteriormente se incorporan al mencionado Frente el legendario Julio Escalona que venía de presidir la FCU de la UCV, Marcos Gómez, Carlos Ugueto y Aquino Carpio. Múltiples acciones y enfrentamientos llevaron a cabo el FGAJS, como la famosa toma de la población de Cumanacoa en el estado Sucre en 1969, donde las convicciones, el arrojo y temple de Jerónimo se ponían en evidencia en cada acto.
Para 1970 funda junto a Américo Silva, Gabriel Puerta Aponte, Jesús Márquez Finol, Argenis Betancourt, Andrés Cova Mata y Pedro Reyes Millán, entre otros, el Movimiento Bandera Roja. Su temple y vocación no transigen con el dolor de la caída en combate de amigos y compañeros de causa como el flaco Américo Silva y el Motilón Jesús Márquez Finol. En 1973 es apresado y recluido en el Cuartel San Carlos y a comienzos de 1975 junto a 22 compañeros presos, entre ellos Puerta Aponte, el flaco Francisco Prada, Diego Salazar, Pedro Reyes Millán, Tito González Heredia, Ernesto Virla, Pablo Hernández Parra, Emperatriz Guzmán y Mary Luz Rangel se fuga del Cuartel San Carlos. Luego producto de las desavenencias presentes en Bandera Roja funda Bandera Roja Marxista-Leninista en su infructuoso intento por mantener vigente la lucha armada y, en su experimento por consolidar una organización revolucionaria de nuevo tipo. Al respecto señaló: «Siempre he sostenido que un partido es verdaderamente revolucionario en la medida que permite y estimule, la lucha ideológica, que practique la democracia interna, que no tenga temor a las confrontaciones ideológicas, a la lucha teórica. Un partido verdaderamente revolucionario debe practicar los principios leninistas y permitir a su militancia formarse. El pensamiento único en los partidos es nefasto.» Jamás dejó de ser cauto y hasta meticuloso en sus quehaceres, no cesaba en su particular estilo de ejercer el control sobre sus responsabilidades y hasta en su narrativa. Hace pocos años atrás convinimos en vernos en Caracas en mi propósito de saludarle y rendirle mi afecto y el de mi familia, me hizo dar unas cuantas vueltas en los alrededores de Parque Central antes de encontrarnos. Al vernos le dije, Caray Jerónimo no pierdes la desconfianza. Con una sonrisa a flor de labios me dijo: «Si quieres pasar la barrera de los 80 años nunca dejes de practicar las buenas costumbres que te muestra la vida». Nunca pensé que jamás volveríamos a conversar frente a frente.
No cesó hasta el final de sus días en ser un sempiterno gladiador de las luchas sociales. El movimiento de los Comuneros es otra de sus excelsas obras, al lado de los campesinos y obreros del Oriente del país. En día después de arribar a sus 84 años voló a la eternidad. Solo me resta decir de este gran hombre, que nos dejó un gran regalo, que a decir de Bertold Brecht, se trata del ejemplo de su propia vida.
Especial para Aporrea