Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior de la UEDavid ‘Dee’ Delgado / Reuters
Al menos como ‘creativa’ puede ser catalogada la respuesta que ofreció Josep Borrell, el alto representante de Política Exterior de la Unión Europea (UE), para intentar salir de la diatriba con el Gobierno venezolano de comienzos de semana que puso en riesgo la misión electoral europea, y con ello, toda la estrategia opositora para confrontar al oficialismo.
El pasado fin de semana, Borrell declaró que la legitimidad del resultado electoral de las próximas elecciones regionales venezolanas, que se celebrarán el 21 de noviembre, dependería del informe final de la misión que había conformado su oficina.
El Gobierno venezolano rechazó lo que consideró una declaración de injerencia y el propio Consejo Nacional Electoral (CNE) le pidió a Borrell que ofreciera excusas públicas por la infortunada declaración, ya que desplazaba al ‘pueblo elector’ de su estatus de único otorgante de legitimidad, tal como lo establece la política moderna y la Constitución venezolana.
Lo cierto es que rápidamente, el mismo martes, la oficina de Borrell declaró su independencia –con relación a los actores políticos de oposición con los que el jefe de la diplomacia europea se autovinculaba y apadrinaba públicamente– y su disposición para respetar el reglamento electoral venezolano, así como el convenio establecido con el CNE firmado hace pocos días.
Sin embargo, se esperaba que el parco comunicado oficial no fuera suficiente para calmar los ánimos. El propio jefe de la misión del Gobierno venezolano en la mesa de negociaciones con la oposición, que se celebra en México, y presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez, planteó abiertamente a Borrell: «Si es así, mejor no vengan».
¿Por qué López desde el madrileño barrio de Salamanca dice que no hay condiciones para participar si su partido tiene candidatos postulados y apoyados por la Mesa de la Unidad Democrática haciendo campaña en toda la geografía nacional?
Pero entonces Borrell se jugó, como un veterano socialista europeo que sabe defenderse y responder a la derecha, una carta que no había querido sacar.
El miércoles, y aprovechando para responder un documento filtrado según el cual un informe de asesores de la oficina del alto representante consideraba que no era correcta una misión electoral hacia Venezuela, el funcionario europeo arremetió contra los opositores Juan Guaidó y Leopoldo López, denunciando que ambos querían «dinamitar» la misión electoral europea utilizando el poder que tienen en el Parlamento europeo.
«Los que están en contra de la misión la quieren dinamitar (…) los partidos políticos de López y de Guaidó y sus representantes en el Parlamento Europeo, que no quieren que se haga la misión a pesar de que sus partidos se presentan (a las elecciones)», afirmó Borrell.
¿Sabe la gente de derecha, radical y moderada, que el partido de Guaidó y López, Voluntad Popular, participa en la campaña electoral de las regionales del 21 de noviembre? ¿Por qué López desde el madrileño barrio de Salamanca dice que no hay condiciones para participar si su partido tiene candidatos postulados y apoyados por la Mesa de la Unidad Democrática haciendo campaña en toda la geografía nacional?
De manera implícita, Borrell lanzó estas incógnitas hacia la bancada de derecha europea. El funcionario, a partir de ahora, tratará de silenciar a los disidentes de su política develando que López no es mucho más que un parapeto ‘trumpista’. Y que ha llegado la hora de «dinamitarles» tanta beligerancia otorgada por Bruselas.
Con esta declaración, Borrell intenta ganarse la confianza del Gobierno venezolano estableciendo un enemigo común: un adversario no solo en relación a la política venezolana, sino uno que también está operando en las instancias españolas y la institucionalidad europea.
Su declaración podría leerse de la siguiente forma: Leopoldo López usa Madrid para «dinamitar» la política oficial europea, valiéndose de la derecha y la extrema derecha que cada vez gobiernan menos en este mundo postrumpista.
Así, Borrell lanza el tema Venezuela hacia el Parlamento Europeo, donde dijo que «habrá explicaciones», evidenciando que ya no hay una sola visión dentro del bloque y que el antiguo aliado de ‘todos’, Guaidó, es un «dinamitador» de la política del alto representante.
Borrell ubicó a la derecha venezolana como facciones aliadas con sectores de derecha europea en proceso de radicalización a los cuales hay que desplazar como sujetos representativos para establecer alianzas políticas serias y estratégicas con nuevos actores.
Para Borrell, Venezuela ya puede salir bajo la alfombra y va a ser utilizada en la política parlamentaria como argumento contra la derecha, para eliminar todo consenso en torno a la salida insurreccional que apoyó la UE en 2019 con el golpe del 30 de abril pero, además, para de una vez vincular a la derecha venezolana con la derecha europea o, según sus palabras, «sus representantes en el Parlamento europeo».
Esta situación es muy desestabilizante para la oposición radical, puesto que la UE ha pasado a ser su principal aliado una vez EE.UU. se desentendiera del conflicto venezolano y el Grupo de Lima terminara desactivándose.
Puede leerse que Borrell ubicó a la derecha venezolana, jefaturada por López desde Madrid, ya no como líderes de consenso internacional, sino como facciones aliadas con sectores de derecha europea en proceso de radicalización a los cuales hay que desplazar como sujetos representativos para establecer alianzas políticas serias y estratégicas con nuevos actores.
¿Será suficiente esta forma indirecta de disculpa o Borrell tendrá que poner algo más en la mesa de negociación?
Nueva ronda de negociaciones en México
Del 17 al 20 de octubre se realizará una nueva ronda de negociaciones, la cuarta, entre el Gobierno venezolano y la oposición en Ciudad de México. La anterior ronda no precisó avances en tanto está ocurriendo lo que se suponía podría pasar.
Para el Gobierno su principal demanda tiene que ver con las sanciones, los activos del Estado entregados por Bogotá y Washington al interinato de Guaidó y los recursos venezolanos represados en Europa. Pero la oposición venezolana poco puede hacer al respecto, ya que no tiene poder sobre ello.
Por eso, el Gobierno de Venezuela, que ha aceptado que decenas de opositores asilados sean candidatos en las próximas elecciones, quiere algo a cambio. Parece que el juego se trancó en la ronda anterior y para que se destrabe los aliados de la oposición tienen que ceder en alguna de las demandas económicas del gobierno.
Es un buen momento para que Borrell ponga algo concreto sobre la mesa, más allá de la presencia europea. ¿Podrá incidir para descongelar algún recurso de los que están en bancos europeos? ¿Podría avanzar de alguna forma la UE en el reconocimiento al Gobierno de Maduro?
Borrell puede ser un actor clave para destrancar el juego y, además, para volver a ganarse la confianza del Gobierno venezolano, algo que es central para poder sostener la vía electoral con mínimas condiciones y las aperturas que ha dispuesto el Ejecutivo.
Ociel Alí López
Es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.
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