Como ser humano, político y estadista, Hugo Chávez mostró en su fulgurante y meteórica carrera una serie de cualidades poco vistas en un personaje histórico, tanto en Venezuela como a nivel latinoamericano y mundial. Los adjetivos son insuficientes para abarcarlo y encerrarlo: poseía inteligencia en grado alto, memoria privilegiada, valentía, visión estratégica, capacidad de adelantarse y prever los acontecimientos, alma poética y soñadora, innovador, fue un enamorado de la historia, bolivariano como pocos, “fiebrúo” (en cuanto al beisbol), era apasionado, enamorado, solidario, cuenta cuentos, declamador, amoroso, feminista, sensible, con sentido de malicia (en el buen sentido llanero de la palabra), fue un hombre de una personalidad transparente, que gustaba mirar fijamente a los ojos, se burlaba de sí mismo con ese humor característico de los nacidos en estas tierras. Además, Chávez, en un modo de conducirse con absoluta transparencia, sin segundas intenciones ni barajas ocultas, jamás engañó a nadie, ni se valió del lenguaje del disimulo, y en el campo político acabó con la hipócrita retórica diplomática.
Como venezolano, en cuanto a su forma de ser, resumió a toda una generación nacida y crecida a mediados del siglo XX, sobre todo en las barriadas populares de Caracas, en las grandes ciudades venezolanas o en campos y caseríos, en una casa o un rancho humilde en el que unos padres amorosos levantaban a sus hijos en medio de grandes dificultades y sacrificios. De allí el flechazo del 4 de febrero entre aquel hombre de boina roja y el venezolano de a pie.
Chávez se convirtió en la esperanza de la mujer que tiende la ropa en el patio sobre una cuerda de alambre, del agricultor que trabaja de sol a sol sembrando la yuca, el maíz, el quinchoncho, tiene unos cuantos animales y en las noches se encomienda a Dios buscando alivio a sus penas de siglos, y del obrero, del maestro, del pescador, del alfarero, del herrero, del zapatero, el pintor, del coplero, del soldado y el militar, puestos en la cuarta república al servicio de políticos corruptos. Los indígenas, igual que los afrodescendientes y las mujeres, le profesan una devoción eterna. A los indígenas dotó de dignidad, les creó un ministerio, les entregó tierras y reconocimiento a su cultura.
Entre quienes lo acompañaron como ministros, funcionarios, diputados o dirigentes, en esos años de fundación de la República Bolivariana de Venezuela, abundan los testimonios de afecto, lealtad, agradecimiento, desprendimiento y el compromiso de honrar su memoria y su legado hasta que dejen de respirar.
“Yo la única diferencia que tuve con el comandante Chávez fue en el plano deportivo, ya que él era magallanero y yo caraquista”, dijo en cierta oportunidad Nicolás Maduro, palabras más, palabras menos. Igual, cambiando de equipo, puede decir Diosdado Cabello, fanático de los Tiburones de La Guaira. Cabello nunca ha utilizado otra expresión fuera de “mi Comandante”, para referirse a quien fuera su amigo, su mentor, su maestro y el ejemplo a seguir.
Un aspecto resaltante en la actuación y la personalidad de Chávez lo constituía la energía que despedía a cada paso o en cada intervención pública. Su timbre y tono de voz era tan potente en horas de la mañana como en altas horas de la noche, cuando el ritmo intenso de trabajo podría restarle fuerzas. El mismo aclaró de dónde emanaba tanta energía. “Es pasión patria”, explicó y se lo había confesado a una persona que le preguntó algo al respecto.
También contó que con Fidel Castro una vez hablaron del tema. Ambos coincidieron en que se trataba de una especie de “ardimiento”, una llama que ardía por dentro.
Los millones de venezolanos que de una u otra manera se hicieron presentes en su funeral, los que acuden, venezolanos y extranjeros, al Cuartel de la Montaña, como una especie de peregrinación, constituyen una expresión inequívoca de hasta dónde caló Chávez en el corazón de su pueblo como ningún otro líder político venezolano en el último siglo lo hizo.
Uno más
Acerca de su actuación como gobernante basta escoger cualquiera de sus intervenciones públicas o de su programa Aló, Presidente, para constatar que no hubo un instante en que Chávez no dejara de abogar por la construcción de la patria buena, la patria bonita, la patria de todos, la patria libre, soberana, independiente.
El 4 de diciembre de 1998, José Vicente Rangel lo tuvo como invitado en su programa José Vicente Hoy, que se transmitía por Televen. Era el final de la campaña electoral.
En su primera pregunta, José Vicente le dijo: “Tú has tenido una carrera política extraordinariamente rápida. En seis años te hiciste un prestigio, una popularidad que ahora rematas con esta candidatura presidencial. Ha sido una carrera muy difícil, muy complicada. En este momento, cuando estamos ya a las puertas de la decisión del pueblo venezolano, ¿cuál es tu reflexión acerca de esa situación, de cómo un hombre que surge del anonimato culmina exitosamente ese proceso? A diferencia por ejemplo de las carreras de otros dirigentes políticos del país que han sido muy largas y han terminado en fracaso”.
“José Vicente”, respondió Chávez, “yo lo que creo es que aquí, entre muchas otras cosas, se está haciendo evidente aquello de Ortega: ‘el hombre y sus circunstancias’. Creo que definitivamente ya nosotros no nos equivocamos cuando decidimos salir de nuestros cuarteles con nuestra dignidad a impulsar aquella rebelión legítima del 4 de febrero de 1992. Porque el Hugo Chávez de hoy es producto de todas estas circunstancias; es producto de una rebelión militar legítima, dolorosa ciertamente, pero legítima, era necesaria. Y todos estos años nosotros hemos venido confirmando nuestras tesis. Fuimos a prisión, pasamos dos años y casi dos años y dos meses en prisión, estudiando, tratando de interpretarnos a nosotros mismos en primer lugar y una realidad que circundaba. Salimos de la prisión y yo recuerdo, aquí vine a conversar contigo aquel día 26 de marzo, era sábado de Semana Santa, 1994, allá en los Monolitos, en Fuerte Tiuna, salí de la vida militar y me preguntó un periodista y usted ¿qué va a hacer ahora? Y le dije: vamos al poder. Y me ofreció el gobierno de Caldera cargos, embajadas, y le dije: No, yo no tengo compromisos con nadie. Vamos a las catacumbas del pueblo, también lo dije. Y comenzamos entonces a recorrer los caminos, comenzamos a interpretar esa realidad, a conocerla mucho más de cerca, a organizar desde abajo, en los barrios. Yo le di como cinco vueltas a Venezuela, en vehículo, a pie, caminando por los barrios y lo recuerda el país, vigilado, perseguido, vilipendiado pero con una visión estratégica. Esa estrategia era y está dando sus primeros frutos: la organización de un vasto movimiento popular, un actor social con una fuerza tal que pudiese irrumpir en el escenario político con bastantes opciones de triunfo. Pero no solamente la construcción del Movimiento Popular, que hoy lo tenemos, gracias a Dios y al esfuerzo de muchísima gente, sino también, José Vicente, la construcción de un proyecto nacional, de una idea de país, un proyecto político, constituyente. En eso tenemos años nosotros. Así que hoy, felizmente, podemos decir que de tanto esfuerzo estamos viendo los primeros frutos y Hugo Chávez es apenas, diría Bolívar: Una paja en el viento. Hay un huracán que está despertando por Venezuela, que ha despertado, hay un inmenso movimiento colectivo, hay un actor social determinante en Venezuela y un proyecto de país, un rumbo, un norte, eso es algo hermoso, algo muy positivo. Yo, uno más de toda esta lucha”.
En el programa 87 de Aló, Presidente, del 2 de diciembre de 2001, explicó los alcances de un espacio comunicacional que rompió barreras, marcó pautas y estableció innovadores parámetros, incluso a nivel mundial, sobre cómo informar a la población sobre la gestión de gobierno .
“Pues este programa cuán útil ha sido para comunicar, como dice nuestro pueblo que sabe muy bien, el pueblo es sabio decía Bolívar, el pueblo sabe que este programa le pertenece, es un programa para informar, para tener contacto; un canal de comunicación del Presidente con el pueblo, para oír problemas, quejas, recibir propuestas y para informarle a ustedes qué es lo que hace el Presidente, qué es lo que hace el Gobierno, cómo va la revolución. Especialmente, ustedes saben, ante tamaña campaña que no tienen precedentes en la historia de Venezuela, campaña desinformativa a través de los grandes medios de comunicación, que lamentablemente no están cumpliendo con su función. Yo sigo llamándoles a la reflexión ahora que entramos en el mes de diciembre”, expresó Chávez en esa oportunidad.
Refiriéndose a una obra deportiva construida sobre un pedregal y un terreno donde sobreviven los chivos, Chávez lo puso como ejemplo del milagro de una revolución.
“Creo que nosotros pasamos por aquí hace como seis meses y esto era un peladero de chivo”, comentó. Luego dijo: “¿no era tanto? Sí, había unos chivos por aquí. Creo que había unos chivos por aquí. No sé si Pedro Alastre tenía un criadero de chivos por aquí. Lo cierto es que vean ustedes este gimnasio construido por el Gobierno Nacional a través del Fondo de Desarrollo Urbano, la Revolución. Esa es la revolución concreta, la revolución bonita, la revolución que construye, la revolución que hace. La revolución que levanta a un país, bueno, aquí no había, esto era un terreno pues. Un terreno aquí disponible, el Gobierno nacional lo adquirió, la cooperación del gobierno regional, el proyecto del gobernador y la viceministra de Deportes y el ministro de Educación, Cultura y Deportes también, jóvenes, ahí estaban que querían anoche participar. Navarro quería salir a correr anoche, pero el protocolo se lo impidió y bueno, ni se diga Francis Terán. Francis Terán arrancó cuando salieron los muchachos de Calle Ciega, y el estadium explotó de júbilo. Francis se fue corriendo, quería subirse a la tarima a bailar con Calle Ciega. Allí estuvimos hasta casi la medianoche. Bueno qué fiesta tan bonita se armó al final del espectáculo, los fuegos artificiales. ¿Saben cuánto costó este gimnasio revolucionario Simón Bolívar: 3.000 millones de bolívares. Y equipos, bueno, de lo último. ¿Cómo se dice? The best of the best…”.
Una tierra que está amaneciendo
El 10 de junio de 2007, Chávez estaba en el Cajón del Arauca, estado Apure, tierra que amó hasta conmoverse y quebrársele la voz, en el último discurso en San Fernando durante el cierre de la campaña electoral del 2012.
En el Aló, Presidente 285 habló de Lucas Carvajal, un guerrero de la independencia que cabalgaba con dos lanzas, una en cada mano y las riendas del caballo en la boca.
También se refirió al diálogo que tuvo con un periodista gringo a quien invitó para Apure “para que conozca un poquito al ‘dictador’”.
“Entonces nos vinimos de San Fernando, y en varias partes nos parábamos, y él decía, bueno, estoy es sorprendido, primera vez que veo esto, la gente del pueblo acercándose, los niños, algunos con problemas, unos enfermos ¿no? Qué tirano, le decía yo, anda por las calles y se para en una esquina, un tirano está encerrado en un castillo, rodeado de ametralladoras, dinamizando un pueblo, ¿ves?, aquí estamos derrotando es la tiranía de unos grupos que dominaron el país mucho tiempo”.
Chávez le habló de Doña Bárbara, y del concepto y la profundidad que recoge Gallegos en esa novela.
“… Doña Bárbara es el atraso. Doña Bárbara es el latifundio. Doña Bárbara es la ignorancia. Doña Bárbara son esas fuerzas oscuras que desde hace muchos años aquí llegaron a imperar, a imponerse contra los seres humanos, y Santos Luzardo, ustedes, los jóvenes que fueron a estudiar se capacitaron y regresaron, pero al regresar a luchar por la igualdad, por el ser humano, chocaron con doña Bárbara y las fuerzas que dominaban chocaron con Mr. Danger, aquel personaje traído del concepto imperialista, que ya los Estados Unidos eran el imperio, 1926, 1930, cuando Rómulo Gallegos vino por estas tierras y recogió las leyendas, incluso, de La bola de fuego, las leyendas de El Bramador, las leyendas del Caimán Patrullero, que todavía dicen…, yo una noche lo vi, yo lo vi una vez, yo lo vi una vez, cámara, a bicho bien grande, media cuadra de lomo tiene ese caimán, más o menos le conté yo. Entonces, (a un grupo de estudiantes). Qué bueno que ustedes vengan como Santos Luzardo, como Florentino a llenar de luces esta tierra, esta tierra, está amaneciendo”.