Si se lo hubiesen propuesto a José Miguel Cabrera Torres le habría resultado difícil escapar del beisbol; nació en el seno de una familia de mucha tradición en el juego de pelota, comenzando por su progenitora, Gregoria Torres, durante 12 años integrante de la Selección Nacional de Softbol, de la que también fue capitana; mientras que su padre, Miguel, practicó algo de beisbol y colaboró como entrenador, pero sus principales referencias fueron los tíos maternos David y José, quienes jugaron en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional e incursionaron en las menores de Estados Unidos. Además, en el barrio La Pedrera, en Maracay, donde se crió, el patio de su casa colinda con un estadio y solo necesitaba saltar la pared del fondo para acceder al terreno por el techo del dugout de primera base.
Miggy, como también se le conoce en el beisbol y quien nació el 18 de abril de 1983 en la capital del estado Aragua, a los 16 años, cuando fue firmado en 1999 por la organización de beisbol de Grandes Ligas Marlins de Florida, ya presentaba una estatura de 1,92 metros, además de velocidad, rapidez, fuerza y buen fildeo, lo que indudablemente lo convirtió en un prospecto deseado por muchos equipos cuando fue asomado al beisbol profesional, obteniendo lo que para entonces fue el bono más sustancioso recibido por algún prospecto venezolano, 1.800.000 dólares.
Todo comenzó cuando Miguelito apenas tenía cuatro años, en el mencionado estadio del barrio que ahora lleva el nombre de su tío David, quien entonces dirigía una escuela de beisbol menor en el mismo y allí dio sus primeros pasos en ese deporte. En esa época también vivió su primera crisis en la pelota. Cuenta la señora Gregoria, “Goya”, para familiares y vecinos, que lo pusieron a jugar segunda y mientras esperaba su turno al peloterito que bateaba le dieron un pelotazo, lo que aparentemente causó pánico y llanto en el debutante, agarrándose de la cerca “y de allí no lo pudo quitar nadie”, perdió ese turno. Le llevó tiempo pasar el susto, hasta que volvió y desde hace unas dos décadas la que “llora es la pelota” cada vez que la golpea Miguel, mientras los lanzadores han tratado de escondérsela, sin lograrlo.
Cabrera ha confeccionado una carrera sobresaliente, dejando muchas referencias. En 2021 se convirtió en el primer venezolano con 500 jonrones en Grandes Ligas y comenzó la temporada de 2022 con varios hitos pendientes, uno de ellos, los 600 dobletes, le falta uno, pero el más importante es el de los 3.000 hits y está a uno de conseguir esa importante cifra que apenas han logrado 32 jugadores, así que la meta del venezolano es convertirse en el número 33, por eso estos días ha tenido gran parte de la atención de los aficionados al beisbol, en Venezuela y el mundo.
En las ligas menores estadounidense había mostrado todo su potencial y en 2003, con apenas 20 años de edad, realizó su debut en Grandes Ligas, el 20 de junio en partido en el que Marlins recibía a Rayas de Tampa. El encuentro estuvo igualado 1-1 hasta la undécima entrada, en la que salió Cabrera a batear con un compañero en circulación y sacó cuadrangular por el medio del campo contra el reconocido serpentinero Al Levine, así que su primer hit en la gran carpa del beisbol fue un jonrón, que también le proporcionó su primera carrera anotada e impulsadas, apenas fue el comienzo, ya que ese año contribuyó de manera decisiva al triunfo de Marlins en la Serie Mundial, con seis vuelacercas en la serie de campeonato y uno en la final contra Roger Clemens, un duelo que él le ganó al veterano lanzador que lo doblaba en edad, en el cuarto juego de la fase decisiva de la temporada, en la que Marlins cargaron con el título en seis partidos ante Yanquis de Nueva York.
Jugó con Marlins hasta 2007, luego fue cambiado a Tigres de Detroit, que le extendieron contrato por ocho temporadas y 152,3 millones de dólares, para el momento se trataba del cuarto acuerdo más cuantioso en la historia del beisbol. Otro hito importante en la campaña del venezolano lo estableció en 2012, al conseguir la triple corona de bateo, una hazaña que nadie lograba desde 1967, con un average de .330, conectó 44 jonrones e impulsó 139 carreras.
Entre sus logros también tenemos que en once ocasiones ha sido seleccionado para el Juego de Estrellas: 2004, 2005, 2006, 2007, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015 y 2016, en dos oportunidades logró el campeonato de jonrones de la Liga Americana (2008 y 2012), a la que también encabezó en par de oportunidades en carreras impulsadas (2010 y 2012), obtuvo el título de bateo del nuevo circuito cuatro veces (2011, 2012, 2013 y 2015), Jugador Más Valioso del mismo (2012 y 2013), también logró el Premio Hank Aaron (2012 y 2013), que se otorga al mejor bateador de cada liga, de acuerdo con la votación de aficionados y representantes de los medios de comunicación social. Igualmente fue premiado con siete bates de plata (2005, 2006, 2010, 2012, 2013, 2015 y 2016).
A finales de 2009 vivió momentos difíciles al enfrentar problemas por el consumo de alcohol, que afectaron su relación familiar y con el beisbol, según reconoció el mismo jugador, sometiéndose a tratamientos para solucionar esa situación. En 2014 logró un arreglo con Tigres de Detroit por 10 años y 292 millones de dólares que incorporaba dos temporadas y 44 millones que le restaban del contrato anterior, lo que se convirtió en el acuerdo más elevado en la historia deportiva de Estados Unidos. Todo indica que la de 2023 será su última temporada como jugador; es la que cierra ese acuerdo. Se ha visto afectado por lesiones en la espalda y rodilla que no le permiten exigirse al máximo, hasta ha expresado que juega con dolor. Si así ocurre, en el momento en que cuelgue el guante y el bate Miguel Cabrera empezará otra carrera, la que lo llevará al Salón de la Fama, al que se considera tiene su ingreso asegurado.
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“El bate, su mejor herramienta”
Cuando Miguel Cabrera emergió en el “mercado” de peloteros profesionales la mayoría de los equipos de Grandes Ligas mostró interés por obtener su contrato, por lo que Maracay y la casa de los Cabrera Torres fueron continuamente visitados en junio de 1999 por los ojeadores, también conocidos como cazatalentos o scouts, entre otros calificativos, con el fin de apreciar las condiciones y habilidades del jugador para evaluar las posibilidades de incorporarlo a sus organizaciones.
“Miguelito estaba en clases (estudiaba quinto año de bachillerato) y no podía estar sacándolo a cada rato del salón para que ofreciera sus demostraciones, por lo que tuvimos que organizar sus exhibiciones”, nos relató Miguel Cabrera padre, quien junto con su esposa Gregoria estuvo al frente de cada detalle para la contratación del jugador. Al final, el 2 de julio de 1999 se produjo la firma con los Marlins de Florida.
El reporte que el scout, Louie Elijaua, envió a Marlins de Florida sobre Miguel Cabrera, tras observarlo en las prácticas, decía: “Alto, delgado, rapidez en las manos, mucha fuerza, lanza con exactitud, el bate es su mejor herramienta, un show, swing con fuerza y rapidez. Gran sentido del juego. Puede jugar SS (campocorto) y mover a 3B (tercera base) al tiempo”. El venezolano no lo ha dejado mal, ratificó lo acertado del reporte.
Juan Cermeño