Sigo con los límites de Venezuela. En cuanto a límites definitivos con Colombia no hubo solución que ambos países aceptasen. Se apela al arbitraje internacional y Guzmán Blanco, presidente de Venezuela, lo acepta en 1883.
Pero eso nos trae otro problema. Muere el rey de España Alfonso XII, árbitro aceptado por Guzmán, y este acepta en 1886 que lo reemplace su viuda, la reina regente María Cristina, cometiendo el grave error de darle a ella carácter de árbitro arbitrador. Apoyada en mapas y planos de una Comisión bilateral, la reina emite en 1891 un Laudo favorable a Colombia que amplía la parte de la Goajira ahora reclamada por ésta y los territorios que reclama en los llanos y en la vecindad del Orinoco. Y la perjudicada Venezuela se ve forzada a aceptar tal decisión dado el carácter de árbitro arbitrador que Guzmán había aceptado darle en ese caso a la reina. Por supuesto, el acuerdo no satisface a Venezuela. La situación se complica en las décadas siguientes del siglo XX. Hay tensiones; y como los nuevos intentos de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos países resultan infructuosos, se apela entonces a un nuevo árbitro, esta vez suizo, y la decisión suiza, emitida en 1922, favorece también a Colombia.
Se sigue discutiendo, negociando y nombrando comisiones. Y es ya en tiempos de López Contreras que se redacta al fin un nuevo tratado bilateral que quiere ser definitivo. Se lo titula Tratado sobre demarcación de fronteras y navegación de los ríos comunes entre Venezuela y Colombia, y lo firman en Cúcuta el 5 de abril de 1941 los presidentes López Contreras y Eduardo Santos en nombre de sus respectivos gobiernos. El Tratado era por supuesto desfavorable a Venezuela. De la media Goajira del Tratado Michelena-Pombo, a Venezuela le quedó sólo la estrecha franja que termina en Castillete y se aceptó también la pérdida territorial en los llanos de Arauca y Meta que además hacía que Colombia llegara al margen izquierdo del Orinoco.
Pero el caso principal, el más grave de todos, es el del territorio esequibo venezolano usurpado por Gran Bretaña en el siglo XIX como parte de un enorme proyecto colonialista imperial inglés que ampliaba el territorio de la Guayana inglesa incluyendo en ella el territorio esequibo venezolano con parte de la Guayana venezolana y con las bocas del Orinoco (y, como apunté antes, todo conectado además con su cercanía a Trinidad, entonces también colonia suya.)
Sobre este importante tema se ha escrito y discutido mucho. Existe una enorme bibliografía, tanto vieja como reciente: textos, documentos y declaraciones de la cancillería venezolana de los siglos XIX, XX y XXI, y numerosos estudios, artículos y ensayos, muchos de ellos realmente indispensables. En consecuencia, mi idea en estos artículos es resumir en forma breve las etapas del proceso, desde sus orígenes hasta el presente, detenerme en sus hechos más relevantes, examinar algunas perspectivas posibles, y sobre todo dar mi visión de conjunto de esas etapas y esos hechos, lo que a menudo se descuida o se olvida en muchos de esos análisis.
En 1841 el problema estalla en casi todo su explosivo alcance. Venezuela descubre en forma sorpresiva que los ingleses han corrido los límites de la Guayana inglesa, para ese entonces su colonia, que terminaban en la margen derecha del río Esequibo, no sólo haciéndolos abarcar el territorio reconocido hasta entonces por ellos como venezolano, que iba desde la margen izquierda de ese río hasta la provincia venezolana de Guayana, sino incluyendo también un trozo de esta última en el despojo, para culminar apoderándose de las bocas del Orinoco, quedando todo el conjunto demarcado como territorio de la Guayana inglesa, es decir, como dominio físico de la Corona imperial británica. Así, abiertamente, luego de un tramposo y solapado corrimiento de límites, el colonialismo inglés despojaba a Venezuela de su territorio esequibo, de parte de su provincia guayanesa, de la desembocadura de su principal río, y del libre acceso por su intermedio a las aguas del Océano atlántico.
Aquí, para entender bien la agresión británica contra Venezuela y cómo evoluciona a partir de ese momento, hay que recordar y dejar en claro al menos 5 cosas importantes: cómo y de dónde surge esa Guayana inglesa limítrofe con Venezuela; quién y con qué autoridad es el autor de ese corrimiento de límites a favor de Gran Bretaña, dueña de la Guayana inglesa, y en contra de la desprevenida Venezuela; cuál es la reacción del gobierno venezolano ante esta sorpresiva agresión; cómo actúa el gobierno británico en la Guayana inglesa en las décadas siguientes; y cuáles son las fuentes de la actitud colonialista original de la Gran Bretaña con relación a la Guayana venezolana y las bocas del Orinoco y cómo siguen alimentando el renovado proyecto colonial guayanés de la poderosa Inglaterra imperial del siglo XIX.
Conviene recordar, o explicar a quienes no conocen bien el tema, de dónde y cómo aparece de pronto esa Guayana inglesa que tiene en el siglo XIX límites con Venezuela. Porque durante los siglos XVI, XVII, XVIII y los comienzos del siglo XIX, es decir, antes de la Independencia, cuando Venezuela era colonia de España, no existía ninguna Guayana inglesa, y del lado de la Guayana venezolana el límite venezolano era con la entonces llamada Guayana holandesa, porque eran los holandeses los que en el contexto de su guerra contra España la habían despojado de ese territorio situado al oriente de nuestro país y se habían instalado desde la segunda década del siglo XVII en él como amos y colonizadores del mismo. Y en los siglos XVII y XVIII, antes de que se creara la Capitanía General de Venezuela en 1777 y España definiera los límites venezolanos, quedando claro que llegaban hasta el margen izquierdo del Esequibo, esos límites no estaban claramente definidos, además de que esos territorios tampoco estaban muy poblados por los españoles. Por eso los invasores holandeses se movían con libertad a ambos lados del Esequibo y penetraban con frecuencia hasta la Guayana venezolana, que tampoco estaba muy ocupada por el poder español. Y en ella negociaban; y armaban a los caribes, que se enfrentaban entonces a los españoles y atacaban con frecuencia tanto a las misiones de capuchinos y jesuitas, que eran los únicos ocupantes españoles permanentes de la Guayana venezolana como a los pueblos de los cercanos llanos guariqueños.
Así, la Guayana inglesa sólo aparece en 1814, porque al finalizar las guerras napoleónicas, Holanda le cede a Inglaterra sus territorios de Guayana que más que una colonia sola eran tres colonias definidas y relacionadas: Esequibo, Berbice y Demerara; y se quedan solamente con la parte llamada Surinam, que marca desde entonces la frontera oriental de esa nueva Guayana inglesa. En 1815 los ingleses reúnen esas tres colonias y forman con ellas la Guayana inglesa, que llega entonces hasta la margen derecha del Esequibo y limita con el territorio guayanés venezolano que comenzaba en la margen izquierda del río. Inglaterra reconoce entonces de hecho esa frontera establecida en 1777 por la monarquía española al definir los límites de Venezuela como parte del Virreinato de Nueva Granada. Pero a partir de los años treinta del pasado siglo XIX los ingleses deciden precisar, ampliándolos por su cuenta y sin consultar con su vecino, los límites del territorio de la Guayana inglesa, incrementándolos a expensas de una Venezuela que lo mantiene como límite legal y reconocido por Gran Bretaña, pero que no lo ocupa poblacionalmente para protegerlo de ese voraz colonialismo británico que tiene por vecino, porque parece confiar en las aparentemente buenas relaciones que mantiene con el gobierno imperial inglés.
Seguimos en un próximo artículo.
Tomado del diario Últimas Noticias.
Vladimir Acosta
Historiador y analista político. Moderador del programa «De Primera Mano» transmitido en RNV. Participa en los foros del colectivo Patria Socialista vladac@cantv.net