La migración del campo a la ciudad fue y continúa siendo en la mayoría de las latitudes
del planeta una realidad humana; la población rural por medio de distintos medios de
difusión y/o digitales se ha vuelto consciente de que los empleos urbanos están,
generalmente, mejor remunerados que el trabajo en el campo, así como también las
condiciones de vida en las ciudades son normalmente mejores que en los núcleos con
población rural. Pero ante esta realidad ¿Por qué en la Unión Europea se mantiene
una regularidad impresionante en el tamaño de sus núcleos de población a lo largo
de toda su geografía?
Con mucha frecuencia, los especialistas en el análisis social casi de manera automática
reconocen diferentes grados o jerarquías de urbanismo e intentan sintetizar tal diferencia
en una escala ordenada de valores extremos – puede ser de orden cualitativa o cuantitativa –,
regularmente denominados rurales o urbanos, entendidas como realidades dicotómicas.
El geógrafo británico Hugh Clout en su texto “Geografía Rural”, ediciones Oikos – tau,
Barcelona 1976, en el capítulo tres titulado: “La población del campo”, página 62,
escribe una reflexión atribuida a su colega británico T.L.Smith en el año 1951:
“Diríamos que lo urbano y lo rural por sí mismo no existen en la práctica, pero las
principales características de cada uno de estos pueden encontrarse proyectándose
difusamente, combinándose o mezclándose con las características esenciales de la
otra…Lo rural y lo urbano, antes de constituir categorías que se excluyen
mutuamente, parecen formar una sociedad global que se asemeja a un espectro en
el cual los núcleos de población sub-rurales más alejados se combinan
imperceptiblemente con lo rural, y entonces gradualmente a través de todos los
grados de rural y sub-urbano con el modo de vida más urbano e hiper-urbano. Si
este fuera el caso, una escala, antes que una dicotomía, nos facilitaría el método
más satisfactorio para clasificar la población o los grupos de acuerdo con sus
características rurales o urbanas”.
En la realidad observada en la actual Unión Europea – realidad similar en el recién
separatista Reino Unido -, la anterior afirmación tiene un contexto geográfico ampliamente
evidente: el paso de la ciudad al campo se muestra como un cambio gradual en el uso
del suelo más no en una desmejora de las condiciones de calidad de vida de la
población, está se observa en buena calidad tanto en lo laboral como en sus actividades
cotidianas a lo largo del cambio en el espectro económico. Nos embarga la duda en este
aspecto: ¿Es esta la realidad en Venezuela como en nuestros países hermanos
latinoamericanos? y ¿Cómo logra la Unión Europea tal realidad observada?
El geógrafo británico T.L. Smith en el año 1951 al admitir la existencia de una escala de
diferenciación urbana para un espectro económico de cambio progresivo en el uso del
suelo, reconoce tácitamente el principio genérico del modelo descriptivo originario del
geógrafo alemán Walter Christaller expuesto en el año 1933, quien observa en su país y
describe un esquema jerárquico de localidades u ordenamiento matemático del paisaje
geográfico para que los servicios públicos no desmejoren su calidad y puedan ser
accesibles a toda la población.
En efecto, la organización estratégica – equitativa de los servicios asistenciales para la
población – inversión social -, atendiendo a la influencia potencial del mismo servicio –
radio teórico de cobertura – y, en general, al tamaño de la propia localidad que concentra el
servicio – fuerza de trabajo disponible -, constituye el legado básico del modelo de la
Jerarquía Urbana de Walter Christaller. Este modelo estructura una agrupación de
categorías distintas de todas las ciudades bajo el precepto del cual, no existe ninguna
duda, a mayor población de una localidad más amplia debe ser la gama de servicios,
bienes y funciones que puede facilitar y, esto, es un principio “sine qua non” para
cualquier encuesta o investigación social que intente medir algún factor perteneciente a
la fuerza de trabajo ò disponibilidad de servicios públicos y de infraestructura en
cualquier territorio. En específico, la idea implícita en el modelo conceptualizado por
Christaller es que, la jerarquía de localidades es el distintivo de los particulares servicios
que presta, constituyendo una base útil para la organización de una Administración
Pública cada vez más eficiente, garantizando, teóricamente, que en aquellas regiones en
donde están plenamente desarrollados tanto el sistema jerárquico de ciudades como las
respectivas áreas de influencia de estas – denominadas en el léxico geográfico anglosajón:
hinterland -, es posible encontrar un nivel considerable de regularidad y efectividad en
los servicios sociales tanto aquellos provistos por la gerencia pública como aquellos
cuyo origen es la gestión privada.
En este sentido, el geógrafo ingles James Johnson en su obra “Urban Geography: An
Introductory Analysis”, capítulo 5: “Localización, distribución y tamaño de los núcleos
urbanos”, Pergamon Press Ltd, Oxford 1974, afirmó lo siguiente: “A primera vista, las
ciudades grandes y pequeñas parecen estar diseminadas al azar sobre la superficie
de la tierra. Incluso para quienes están familiarizados con las funciones que
desempeñan los núcleos urbanos, la distribución espacial de villas y ciudades
parecen seguir unas pautas difíciles de identificar. Sin embargo, está comprobado
que una medida tan tosca como la población total tiene implicaciones referentes a
la importancia de las ciudades sobre el espacio, pues esta cifra aparta una
indicación aproximada del volumen de la mano de obra y de la naturaleza de los
servicios especializados que una aglomeración puede ofrecer, es el grado de
especialización funcional el que permite apreciar el tipo de evolución seguido por
la ciudad. En cualquier ciudad, la distribución de la población, así como su total,
tiene importantes consecuencias geográficas, aunque es preciso recordar que en la
práctica la influencia de cada factor de localización varía de acuerdo con la
combinación de actividades que se desarrollan en cada núcleo urbano en
concreto”.
Han transcurrido casi 100 años en los países integrantes de la Unión Europea desde que
Christaller realizó la anterior observación y “mucha agua a corrido debajo del puente”,
guerras desastrosas, reorganización territorial por re-estructuración de localidades
arrasadas, crecimiento demográfico – conurbaciones – y sorprende la rapidez con que se
recuperaron del desastre de la II Guerra Mundial, manteniendo su matemática
organización espacial del paisaje geográfico, llegándose hoy en día a esquemas de
organización político territorial con base en autonomías locales que, probablemente,
sean inimaginables para el cuadro socio – político tanto en Venezuela como en el resto
de Latinoamérica.
Continuando con la breve descripción del modelo citado, el tamaño inferior de localidad
a existir sobre el espacio geográfico se ubicaría en los 800 habitantes – no tiene sentido
práctico concentrar servicios públicos en tamaños menores, lo que plantearía en nuestras realidades
latinoamericanas un reorganización de la población dispersa -; normalmente, localidades entre 800
y 3500 habitantes en la poderosa Unión Europea del siglo XXI corresponden a centros
poblados diseminados sobre la superficie territorial dedicados a la actividad agrícola
primaria – organizadores de la siembre y cosecha -; luego tendríamos los centros de mercado e
intercambio de insumos necesarios para sostener un procesamiento industrial de las
cosechas, localidades sobre los 9.000 habitantes – focos agro- industriales -, con una mayor
fuerza de trabajo y servicios públicos más especializados, continuando en jerarquía
hacia las capitales provinciales – mayor concentración de población, mas especialización de los
servicios públicos, inicio de actividades industriales más diversificadas, pero distintas a la agrícola -,
hasta llegar a la gran metrópolis – sede del poder político regional y/o nacional, con el mayor
grado de especialización en cuanto a los servicios tanto privados como públicos -.
Una localidad que inicie la estructura geo-matemática descrita en la ocupación de un
territorio – aquella entre 800 a 3500 habitantes -, debe poseer como mínimo los siguientes
servicios básicos y de infraestructura – información extraída de la Web, específicamente del Blog
titulado “La actualidad de Alemania: Educación y Ciencia”, realidad observada y experimentada por el
autor de este escrito, quien habitó durante tres (3) meses, agosto, septiembre y octubre de 1989, en la
pequeña localidad de Bad Niedernau adscrita al Groβe Kreisstadt (localidad autónoma) de Rottenburg en
el Estado Federado de Baden Württembergst, ubicado al sur oeste de Alemania -:
_ Escuela básica, escolaridad obligatoria que abarca nueve años; cumplidos los seis
años de edad, los niños asisten a la escuela primaria durante cuatro años; luego,
obligatoriamente, avanzan a los cursos de quinto a noveno grado, siendo voluntario el
décimo grado, nivel no obligado pero necesario para obtener el título escolar medio, el
cual permite acceder a escuelas técnicas y profesionales secundarias en localidades de
mayor jerarquía en el sistema urbano;
_Ambulatorio local y cobertura de un seguro denominado “seguro de enfermedad
público”; los habitantes de la comunidad agrícola se agrupan en las llamadas “cajas de
enfermedad”, las cuales costean los gastos de tratamiento médico, medicamentos,
hospitalización y prevención;
_Existencia del servicio de acueducto por tubería, cloacas y electricidad;
_Entramado de las calles pavimentado y transporte público mediante colectivos en
impecable estado y en estrictos horarios de circulación; la posibilidad de acceder a la
ruta comercial férrea se realiza en la localidad capital provincial, en atención al modelo
de Christaller.
Resumiendo, en la extensión de las zonas cultivadas de los países de la Unión Europea,
se encuentran propietarios y administradores de explotaciones agropecuarias integrados
en un concepto de comunidad productiva, apoyados con técnicos agrícolas
especializados y personal para servicios, empleados en el transporte, comercio y
actividades complementarias varias; se concibe una visión estratégica donde el paso de
la ciudad al campo simplemente se traduce en un cambio en el uso del suelo, más no en
el desmedro de las condiciones de la calidad de vida de su población.
Geógrafo Pascual Curcio Morrone, UCV- 1983; Especialista en Análisis de Datos UCV–
1989; Especialista en Fotogrametría, Universidad de Stuttgart, Alemania 1990
pascualc21@hotmail.com / Caracas, 06 de febrero del año 2022