LA GUERRA DE UCRANIA, EL CAMPO DE BATALLA Y EL ORDEN MUNDIAL. 

 ~ OBSERVADORES CRÍTICOS

Guillermo Caviasca.

El reciente anuncio de retirada de las fuerzas armadas rusas de Jersón merece una reflexión seria sobre el curso de las operaciones militares

La lucha por el orden mundial que se viene desarrollando en el planeta hace ya tiempo se despliega en múltiples terrenos, uno central es la economía, también la cultura, las formas políticas de organización de los estados, instituciones internacionales, etc. Pero en momentos de contradicciones extremas manifestadas en forma de guerra, en las que participan en forma destacada actores centrales de la geopolítica mundial, hace que acontecimientos de índole táctico, como las batallas, puedan tener repercusiones estratégicas de vastos alcances. Siendo así el reciente anuncio de retirada de las fuerzas armadas rusas de Jersón merece una reflexión seria sobre el curso de las operaciones militares.

Antecedentes inmediatos

En primera instancia debemos recordar que la guerra es «la continuación de la política» o más bien una forma de hacer política, una parte de una política en la arena, sea de las RRII, la geopolítica, la lucha de clases, los intereses nacionales o de facción. O sea, la guerra es una parte, una expresión, la mas radical de una política. Esto es lo que significa la sentencia de Carl von Clausewitz. La política es la que fija los objetivos, lo militar es en su terreno lo que debe coadyuvar para materializarlos. Lo militar no es independiente ni mucho menos, pero tampoco lo político debe exigir a lo militar tareas irrealizables. Lo político define la estrategia y específicamente la gran estrategia (en el sentido planteado por Lidell Hart) y define hasta cuánto se está dispuesto a realizar de esfuerzo militar.

También es de destacar que, en la estrategia, sea política o militar, los planes elaborados por los contendientes suelen encontrarse con una realidad que interactúa con ellos obligándolos a la adaptación permanente en aras del objetivo, como otro prusiano, Von Moltke, señalaba. La alteración de esos planes va de la mano con la capacidad del enemigo y con el acierto de nuestra propia capacidad de comprender el escenario previamente y luego de adaptarnos a la incertidumbre abierta por las nuevas situaciones.

En segunda instancia debemos comprender que el terreno de la «guerra» o de la «lucha» (toda guerra es una lucha, pero no toda lucha es guerra) por un objetivo es «multidimensional». O sea, que el plano de las operaciones militares concretas es solo una parte de los frentes que definen la guerra. Un excelente ejército, con muy buenos oficiales, con armas de primera, puede ser derrotado por otro ejercito que tenga atrás una nación con una capacidad industrial y humana abrumadora, y un análisis de la situación correcto [como lo demostraron Stalin y la URSS en la II Gerra Mundial]. Este es un ejemplo abstracto y sencillo.

Pero los planos de la lucha o la guerra se despliegan en las RRII con los marcos de alianza, aislamiento o no; en el terreno de la propaganda y conciencia; en el terreno de la economía y las finanzas, sean locales como del enemigo y globales; en el terreno de la inteligencia, en la que hace al combate, como a la que hace a la desestabilización, generación de disidencias, y en lo múltiples terrenos propiamente militares hoy extendidos al espacio y el ciberespacio.

Es de destacar que cuando la guerra en sentido estricto convencional se despliega, el resultado de cada una de las batallas entre grandes unidades militares, la perdida o ganancia de terrenos, las miles de bajas, prisioneros, material capturado o destruido, cobra una relevancia que condicionan el resto de los planos. En definitiva, si un ejercito captura la capital y elimina la capacidad combativa de las fuerzas enemiga, gano la guerra, al menos ese capitulo y se pasa a otra etapa. Aunque también es cierto que la lucha, y hasta una guerra, se puede ganar fuera del campo de batalla, en el plano de la gran política. Sin embargo, esto no es así si se pierde la guerra, o da una imagen de suma debilidad en el terreno de las armas.

Las etapas de la guerra

Dicho esto, pasemos a un raconto operacional de la guerra iniciada a fines de febrero, hace ya 9 meses. Como aclaración, es hace 9 meses que Rusia decide la invasión de Ucrania. Pero esto es solo una escalada de la guerra que de características hibridas se veía desarrollando al menos desde el 2014, con el «euromaidán» cuando los sectores proccidentales realzaron una «revolución de color» (sangrienta) y derrocaron al gobierno legal, produciendo una alteración radical del balance geopolítico, muy perjudicial para Rusia. Es desde ese momento que podemos ver el desarrollo de una «guerra híbrida» con aspectos militares ya muy fuertes, y una guerra civil con intervención extranjera.

El planteo de Rusia hacia Europa era explícito: crear una esfera europea de acuerdos sin la OTAN. Eso permitía a Rusia desarrollar vínculos económicos con occidente y con oriente (una política autónoma). Y también debería permitir a Europa continental lo mismo. Pero esto no fue así, requería de una decisión de Alemania (y Francia en común) de ponerse a la cabeza de un bloque (también militar) separado de los EEUU e Inglaterra. Y eso fue demasiado para la elite dirigente germana, aun atada a las consecuencias de la segunda guerra y con sectores de fuertes intereses atados al «extremo occidente» atlantista.

Así, la decisión de sumar a Ucrania al sistema de defensa occidental y absorberla económicamente, implicaba un desplazamiento de Rusia de su propia esfera inmediata. Y es de recordar que Ucrania es un país con presencia rusa en términos identitarios en importantes regiones. En un sentido similar al que hacia Europa, Rusia interpelaba a América latina (también China, con mucho más peso económico), intentando crear lazos en diferentes planos salteándose el cerco con que la geopolítica de los EEUU e Inglaterra (o en menor medida otros occidentales) mantiene a esta región en su esfera incuestionable.

La guerra

La ofensiva rusa desarrollada a lo largo del mes de marzo se desplegó con dos objetivos y dos hipótesis. Los objetivos eran, uno, producir una transición de un gobierno (y forma de estado, identidad etc.) proccidental a uno neutral que garantizara un equilibro y mantuviera la influencia rusa. Segundo, el reconocimiento de Crimea como territorio ruso y un estatus diferenciado para las provincias de mayoría étnica rusa. En esta intervención, una parte muy grande la población, e inclusive el funcionariado, apoyaría la invasión como una liberación.

Las hipótesis eran: Una que el gobierno ucraniano se derrumbaría con solo patear la puerta; que (esta creencia no era solo propaganda), una minoría de fanáticos nazis lúmpenes se había apropiado del poder contra la voluntad mayoritaria de la población. Segundo, que las FFAA ucranianas no eran sólidas; no tenían moral ni estaban unificadas, no resistirían; es más, habría grandes deserciones y pasaje de bando. Casi como una continuidad del 2014.

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Con estas ideas el plan ruso para la campaña fue correcto. Una fuerza de 200 mil hombres (menos en combate ya que todo ejercito debe disponer de una parte sustancial de sus hombres para logística servicios, retaguardia, protección de vías de comunicación etc.). Parecían suficientes, en un escenario como el pensado, para ir ocupando el territorio y reducir a grupos de fanáticos nazis aislados. Un buen y rápido golpe sobre Kiev, la asunción de un nuevo gobierno ucraniano se levantaría con una nueva administración, a lo sumo en unos pocos días. Por ello el principal escenario de batalla donde se concentraron las mayores y mejores fuerzas fue en el avance sobre Kiev (tres ejércitos de armas combinadas, dos divisiones de fuerzas aerotransportadas, unidades Spetsnaz y del grupo Wagner). La necesidad de rapidez implicaba que el avance se desarrolle con una operación aerotransportada que debía ocupar el aeropuerto de Gostomel, para recibir rápidos refuerzos y avanzar sobre una ciudad donde la defensa seria descoordinada con un gobierno en huida.

Pero no fue así. Los ucranianos resistieron. Gostomel fue ocupado tras un duro combate; varios helicópteros y aeronaves fueron derribadas. La inteligencia de EEUU e Inglaterra venia advirtiendo (acertadamente, lo que merece análisis) que la invasión seria ese día, y (creemos) sabia con cierta precisión que se desarrollaría de esa forma. Los ucranianos disponían de una buena brigada de la guardia territorial en la ciudad en alerta (entre un conjunto muy disímil de fuerzas) y posiciones antiaéreas en el corredor de aproximación de las fuerzas aerotransportadas. Los rusos se empeñaron en un largo combate de semanas enviando mas y mas fuerzas que no consiguieron quebrar la resistencia ucraniana, la que contra las predicciones creció rápidamente en número, bien asesorada y dirigida por expertos occidentales y machacó la sobreextendida y poco protegida logística. El gobierno no se desmoronó. Por el contrario, en esos días inmediatos, con la libertad que da la guerra, elimino (literalmente) a toda la oposición y posibles simpatizantes rusos. Los rusos no deseaban, ni podían con las fuerzas implicadas, ocupar Kiev, no era su plan una larga batalla urbana, en ningún caso. Así, abandonaron el norte del país, y la guerra empezó una nueva fase.

[También se debe tener en cuenta la opinión de varios analistas internacionales, según la cual el objetivo de Moscú con el ataque a Kiev era dividir a las fuerzas ucranianas y obligarlas a concentrar las mejores tropas en la defensa de Kiev, dejando así desguarnecidos los territorios del Donbass, que eran los que interesaban a Rusia]

Ciertamente la ofensiva rusa con múltiples líneas de avance a cargo de los famosos BTGs era una ‘blitzkrieg’ de nuevo tipo, a cargo de las nuevas unidades tácticas rusas. Un BTG es la unidad básica del ejército ruso para la guerra terrestre. Cada BTG es una estructura de armas combinadas, incluye (en teoría) alrededor de 800 soldados más unos 50 vehículos blindados (artillería, tanques, transportes, dispositivos electrónicos, etc. Para la campaña de Ucrania, el ejército concentró unos 125 de sus 168 BTG, tres cuartas partes de la fuerza de combate total. Son una fuerza eficaz, pero dispersos, por el gran territorio ucraniano, luchando contra unidades preparadas en tácticas acorde al enemigo, con numerosas armas antiblindados, sufrieron bastantes bajas. Su objetivo era (como señalamos) combatir la resistencia residual de un estado colapsado. No enfrentar dispersos por un frente de miles de kilómetros, un ejército con una gran logística (la OTAN), al que no le importan sus propias bajas y con una inteligencia extranjera muy precisa. Es de destacar que la guerra de Ucrania encierra también un «revolución militar» una pléyade de nuevas tecnologías aparecen en acción Y «nuevas armas requerirán nuevas tácticas», como también abren un espacio a naciones medias para disponer de recursos militares que respalden su voluntad de autonomía.

Señalamos además, que los rusos «fracasaron» pero no «fueron derrotados». Fracasaron por una mala interpretación de la realidad. No era una «operación especial» para «limpiar de neonazis» armados un territorio, sino una guerra de un país contra otro. Nos guste o no el régimen político. Tengamos o no simpatía. La guerra civil había pasado a ser guerra nacional, y ese es un éxito occidental (no deja de haber guerra civil pero esta subsumida).

Segunda etapa de la guerra

La segunda fase de la guerra comenzó con la anunciada ofensiva rusa que parecía coincidir con «día de la victoria». Los rusos habían disminuido su frente de operaciones de un arco de cerca de 3000 km, desde el oeste de Kiev hasta Nicolaiev, a un poco más de 1000, de Jerson al entorno de Karkov. Con el esfuerzo puesto en completar la ocupación de Donbass, un territorio (de hecho, una cuña en el frente) relativamente pequeño, unos 300 km de frente en un arco. Había grandes expectativas, lo simbólico, el poder ruso (ahora sí) arrollaría a los ucranianos. Desde mayo la ofensiva rusa se concentro en un escenario reducido. No eligieron una operación de mayor envergadura que hiciera colapsar el frente, como intentar ocupar Dnipro, lo que haría colapsar al ejercito ucraniano en el frente del Donbass. Ni intentar ocupar Karkov, ciudad de enorme peso. Ambas operaciones estaban fuera del alcance de las fuerzas desplegadas según parece. Si no, con las mismas unidades asignadas a la «Operación especial» redesplegadas en un escenario más pequeño, derrotar a las fuerzas ucranianas en Donbass y consolidad la ocupación del conjunto de las provincias claves.

Lo cierto es que desde mayo hasta setiembre la presión rusa fue intensa. Y lograron mediante una ruptura en Popansa (un pequeño pueblo), que produjo una amenaza de cerco a la saliente Ucrania, la ocupación de dos ciudades de cierta importancia, Severodonetzk y Lisichinask. Pero fue la única victoria clara, los ucranianos consiguieron evacuar la zona y se retiraron a nuevas posiciones en las que resisten ataques y contraataques desde hace meses [eso sí, a costa de un enorme número de bajas]. El ejército de la Federación Rusa, no pudo, no quiso o no supo, aprovechar el momento y avanzar hacia objetivos más extensos (aunque sea las ciudades de Kromatovsk y Slaviansk con las que completaría las dos provincias del Donbass). Teniendo en cuanta que esa es la única victoria importante rusa que tuvo como resultado el avance de decenas de kms., creemos poder señalar que la ofensiva iniciada en la segunda fase de la guerra fracasó. Y eso tuvo como consecuencia la destitución del comandante.

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Pero esa segunda fase contó con un resultado mas grave. Ante el agotamiento ruso (toda campaña militar necesita pausas operacionales) los ucranianos anunciaron el lanzamiento de una «gran contraofensiva». Nadie creía en la capacidad de que esa contraofensiva mereciera el titulo de «gran» Los cierto (para acortar la descripción de estos aspectos operacionales militares) es que el anuncio ucraniano era la intención de lanzarse sobre Jersón. Los rusos se atrincheraron y todo fue como era previsible, los ucranianos se estrellaron conta las mejores tropas rusas en posiciones defensivas. Sin embargo, al poco tiempo, en un ataque sorpresa (quizás gracias a la inteligencia occidental que mantiene una conciencia situacional muy detallada), Karkov se vio atacada en el lado opuesto del frente y los rusos se retiraron aceleradamente, abandonando toda la provincia sin sufrir bajas, en una retirada organizada que territorialmente implicaba mas que todos los espacios ocupados por Rusia desde mayo. Cierto es que era una provincia que no pensaban anexionar. Ante esto, reconociendo de hecho la grave perdida, los rusos volvieron a cambiar el mando de las tropas y anunciaron una movilización importante de sus reservas. Los ucranianos continuaron a la ofensiva y lograron ocupar en combate, esta vez, posiciones claves de Donbass como Liman e Izium muy importantes para lograr avanzar sobre el resto de las provincias aun en manos rusas, cuando una nueva ofensiva se desarrolle [aunque perdieron otras zonas tan o más importantes]. Y si esto fuera poco, después de dos meses, cuando la mayoría de los analistas daban por agotada la ofensiva, los rusos abandonaron, primero el norte de Jersón y luego hicieron lo mismo con el resto de la ciudad [un territorio equivalente a un quinto de la provincia de Jersón].

Los ucranianos desde setiembre no paran de obtener victorias, aunque la mayoría de ellas sean mediáticas o por retiradas rusas, que asumen la imposibilidad táctica de avanzar con éxito. Esto, suponiendo que verdaderamente ocurrió así, sería claramente una victoria de la estrategia occidental en el campo de batalla, ya que un triunfo no necesariamente tiene que ver con que haya muchos muertos, sino que se consiga el objetivo. Y durante dos meses (hasta hoy) ucrania tiene la iniciativa estratégica, al menos en los medios. Aunque (no esta de mas recordarlo) las fuerzas rusas están muy lejos de ser derrotadas, y Rusia no se encuentra afectada por la guerra.

La nueva etapa y el abandono de Jersón

Todo parece anunciar una nueva etapa de la guerra con un nuevo comandante, Sergei Surovikin, en reemplazo de Alexander Dnornikov. Dnornikov había sido nombrado en abril para hacerse cargo de la jefatura militar para la ofensiva del Donbass, luego de que Ucrania consolidara su resistencia e hiciera fracasar los supuestos planes rusos de una transición de gobierno con la ofensiva relámpago de febrero. Ahora Surovikin deberá encontrar una salida en el plano militar al empantanamiento actual. Ya se ven los primeros pasos con el inicio de una estrategia sistemática de devastación de Ucrania que puede llevar el país al colapso y/o a occidente tener que destinar mas recursos para poder sostenerlo en combate. Mientras tanto el ejército ruso se repone de las escasas perdidas, entrena a los nuevos reclutas y repone el equipo (es inútil discutir en tiempos de guerra las bajas humanas y de material, ya que están sujetas a «propaganda» y los números oficiales suelen ser increíbles, solo podemos afirmar que no son los que ambos bandos presentan, aunque Ucrania oculta muy efectivamente los suyos con ayuda de los medios, y sólo se discuten las infladas bajas rusas).

Por otro lado, en los planos no militares de la guerra Rusia opera en otros escenarios disputando con éxito su presencia en África, manteniendo y ampliando un bloque en los BRICS, participando en foros autónomos de occidente y realizando acuerdos que demuestran que no se encuentra aislada; aunque también es de destacar la posibilidad de intentos de desestabilización de la periferia, como hemos visto recientemente. En el mismo sentido Rusia ve que los efectos de la guerra se sienten en Europa, especialmente en los países que eran socios económicos como Alemania, y en toda Europa por la cuestión de la energía. Sin dudas eso anuncia problemas sociales para el pueblo europeo y económicos en general para la industria. Lo que tendrá repercusiones políticas y en RRII que deberían indicar una mayor tendencia a presionar por parte de las potencias más afectadas (Francia y Alemania) al eje anglosajón, OTAN y sectores más globalistas, para acuerdos de paz y concesiones.

Rusia apuesta a su mayor capacidad de absorber las consecuencias sociales y económicas de la guerra y a la reconversión hacia oriente. A pesar de que todos los analistas (inclusive el Banco Central ruso) anuncian una leve contracción de su economía, lo cierto es que la población rusa sufrirá menos que la europea la situación por ahora y (obviamente) nada a comparación de la ucraniana. O sea, que en el espacio de la gran estrategia Rusia viene dando una batalla que parece neutralizar los ataques occidentales y abonar alternativas. Lo que pasa es que da una batalla que va en el «sentido de la historia», con su vinculación a un mundo multipolar y con nuevas potencias grandes y medias emergentes, y la vinculación más horizontal con el antiguo tercer mundo; y que, en una guerra de desgaste, el tiempo (a nivel de la gran estrategia más que del combate táctico concreto) espera juegue a su favor. Veremos.

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Sergei Surovikin en una reunión sobre aviación militar presidida por el presidente ruso Vladimir Putin en el balneario del Mar Negro de Sochi en 2019.Sergey Guneev / Sputnik via AP

Si embargo en ese escenario táctico y operacional de la guerra, cuando se analizaba que la ofensiva ucraniana había agotado su impulso, el comandante ruso anuncia su retirada de Jersón. Es evidente que sostener Jersón les implicaba un gran esfuerzo, eso era visible por su ubicación. Militarmente tiene lógica, fuerzas numerosas y en riesgo, necesarias para solidificar el frente más amenazado entre el Donbass y en Dniéper. Pero será muy difícil recuperar militarmente ese territorio tras un enorme río nuevamente. Y sin dudas la retirada debe afectar la moral y la confianza de la población prorrusa de la zona. Recordemos que los plebiscitos recientes fueron hechos para demostrar la determinación en esta guerra, en esos territorios se movilizó a la población local, se construyó una administración. Estando en guerra esos territorios pasarán nuevamente a un gobierno enemigo. En una guerra que se juega la identidad, forma de vida etc. de la población; la construcción de una nación rusa o ucraniana occidental y neofascista.

Según explícitamente anuncia Surovikin, los rusos están pensando cuidar sus fuerzas, aunque sea con retiradas importantes (decisiones muy difíciles señaló ya hace un tiempo, se nota que tenía en mente esta retirada). Ya lo vienen haciendo en Karkov, Izium, liman y ahora es esta importante ciudad. Esperando juntar fuerzas para una nueva ofensiva con otro eje más adelante. También desgastar y quebrar a Ucrania con un bombardeo estratégico sistemático, el que está teniendo éxito en desbastar el país, tal como el mismo régimen ucraniano anuncia, con cierta desesperación, solicitando mayor ayuda occidental para sostener la guerra.

Quizás solo sea una señal para una negociación, por la que Occidente viene presionando desde hace un tiempo, tal como varios actores internacionales viene poniendo sobre la mesa (aun más en EEUU). Existen presiones para hacer un párate en la guerra, porque está claro que Ucrania solo puede ganar en los medios, pero no en el terreno militar. Y encima se viene el General Invierno, que siempre apoya a los rusos.


*Guillermo Martin Caviasca es escritor e historiador de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro de la Facultad de Historia. Es autor de innumerables libros, como «Los pueblos indígenas y la cuestión nacional», «Dos caminos PRT-ERP y Montoneros en los setenta» entre otros.

Fuente: La Haine