Luis Britto García.
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03 de diciembre 2022.
Se discute la posible conversión del Brics en Brica, con la incorporación de Arabia Saudita, Catar, Kuwait, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. La alianza con estos países petroleros, así como con Venezuela, es indispensable para prolongar la seguridad energética y alimentaria del Brics y garantizar energía asequible y costeable a sus países necesitados de ella, en particular a China y la India.
Ponencia presentada en el Encuentro FOOD AND ENERGY SECURITY PERSPECTIVES IN THE BRICS COUNTRIES, en la Facultad de Economía de la Universidad de San Petersburgo
La seguridad alimentaria y energética es requerimiento básico en todos los países, y particularmente en los del Brics, economías emergentes que comprenden algunas de las más poderosas del mundo.
Ambos factores están vinculados. La agricultura a gran escala requiere inexorablemente energía para maquinarias agrícolas, sistemas de regadío y transporte de productos, así como aplicación de fertilizantes e insecticidas derivados de los hidrocarburos. Está en riesgo la seguridad alimentaria de países que no dispongan de energía fósil abundante y estable; está en peligro la seguridad energética de países que dependan de las importaciones para alimentar a su población.
Examinemos la interrelación de estas variables en los países del Brics. Podemos suponer que goza de seguridad alimentaria un país en el cual los alimentos constituyen un porcentaje modesto del total de sus importaciones, y un porcentaje significativo del total de sus exportaciones. Examinemos las magnitudes compiladas a fines de 2020 por el Banco Mundial, recordando que el promedio global de importaciones de alimentos es el 9% del total de importaciones.
Brasil, la economía más grande de América Latina, dispone de extensas tierras cultivables, de uno de los sistemas fluviales más caudalosos del mundo, así como de humedales y grandes sistemas boscosos en la Amazonia. Sus importaciones de alimentos son el 5% del total de importaciones, sus exportaciones de alimentos el 35% del total de éstas.
La Federación Rusa dispone asimismo de enormes extensiones de tierras cultivables y de equipamientos agrícolas modernos. La Revolución Soviética colectivizó las tierras y dio pasos sustanciales hacia la mecanización de la industria agropecuaria. Según el Banco Mundial, las importaciones de alimentos de Rusia son un 12% de las importaciones totales, tres puntos por encima del porcentaje global, y sus exportaciones de alimentos un 8% del total. Son puntajes aceptables, pero quizá sería deseable su mejora en vista de los numerosos y agresivos enemigos externos de la Federación Rusa.
La India dispone de tierras intensivamente cultivadas gracias a la mano de obra de infinidad de pequeños propietarios y granjeros que utilizan en gran parte técnicas tradicionales. Esta modalidad de producción agrícola le ha permitido hasta el presente abastecer a su numerosa población, aunque en condiciones de austeridad, con preponderancia de la producción vegetal y notables conflictos entre los pequeños agricultores y las grandes empresas agrícolas. La importación de alimentos es sólo un 5% de sus importaciones totales; su exportación de ellos, un 11% del total.
China, gracias a su milenaria tradición de aprovechamiento de los cauces de agua mediante estanques, represas y canales, y a la modernización de la agricultura impulsada por la Revolución, gasta en alimentos un 8% de sus importaciones totales, y sólo exporta alimentos por un valor de 2% del total. Sus reservas de energía fósil son modestas, comparadas con su enorme población.
Sudáfrica gasta en alimentos un 8% de sus importaciones totales, y de sus exportaciones un 12% es de alimentos. (https://datos.bancomundial.org/indicator/TM.VAL.FOOD.ZS.UN).
De acuerdo con tales cifras, los países del Brics parecerían presentar una seguridad alimentaria aceptable, aunque en Brasil, India y Sudáfrica la relativizan la extrema concentración de la propiedad de la tierra por grandes monopolios transnacionales que exportan los alimentos en detrimento de los consumidores locales, creando inseguridad alimentaria en países con gran producción de nutrientes.
Comparemos estas cifras con las magnitudes de las reservas de petróleo que permitirían prolongar y aumentar la producción alimentaria, recordando que Venezuela ocupa el primer lugar de la escala con 303.806 millones de barriles de oro negro.
Rusia ocupa el 8° lugar en el rango mundial de reservas, con 80.000 millones de barriles, casi el doble de las de Estados Unidos.
La inmensa China ocupa el puerto 14°, con 25.000 millones de barriles.
La sigue Brasil, en el puesto 15°, con 16.184 millones de barriles.
La muy poblada India está en el puesto 22°, con 2.625 millones de barriles.
Y Sudáfrica en el rango 83°, con 15 millones de barriles.
Estas cifras son aproximativas, y calculadas con pequeñas diferencias de años, pero ofrecen una panorámica general de las disponibilidades de una de las mayores fuentes de energía fósil (https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Pa%C3%ADses_por_reservas_probadas_de_petr%C3%B3leo).
De acuerdo con ellas, la Federación Rusa es el país con mayor seguridad energética del Brics: no sólo tiene suficiente petróleo para satisfacer su demanda interna, sino además para exportar. China e India, por su parte, están en situación delicada, dadas sus inmensas poblaciones y el poderío industrial de sus economías, dependiente en gran medida de la energía fósil. Sudáfrica cuenta con escasas reservas de ella, y está obligada a importarla.
Se discute la posible conversión del Brics en Brica, con la incorporación de Arabia Saudita, Catar, Kuwait, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos. La alianza con estos países petroleros, así como con Venezuela, es indispensable para prolongar la seguridad energética y alimentaria del Brics y garantizar energía asequible y costeable a sus países necesitados de ella, en particular a China y la India. Por otra parte, ello independizaría a la Organización de Países Productores de Petróleo (Opep) de su molesta dependencia hacia la demanda de Estados Unidos y de otros miembros de la Otan, así como de la del dólar, que podría ser sustituido por una combinación del rublo y del yuan, o por otro signo monetario con un respaldo sólido a ser creado en el futuro.
Hemos pasado o estamos a punto de pasar el “Pico de los hidrocarburos”, a partir del cual éstos se harán cada vez más escasos y difíciles de extraer, hasta su posible agotamiento en cuatro o cinco décadas. (https://www.bloomberg.com/graphics/2020-peak-oil-era-is-suddenly-upon-us/)
El Brics y el mundo entero dependen críticamente del combustible fósil restante para articular sistemas de producción agrícola basados en energías renovables. Ello decidirá el destino de la civilización.
*Luis Britto García. Caracas, 1940. Narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En narrativa destacan Rajatabla (Premio Casa de las Américas 1970) Abrapalabra, (Premio Casa de las Américas 1969) Los fugitivos, Vela de armas, La orgía imaginaria, Pirata, Andanada y Arca. En teatro, La misa del Esclavo (Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello 1980) El Tirano Aguirre (Premio Municipal de Teatro1975) Venezuela Tuya (Premio de Teatro Juana Sujo en 1971) y La Opera Salsa, con música de Cheo Reyes. Con Me río del mundo obtuvo el Premio de Literatura Humorística Pedro León Zapata. Como ensayista publica La máscara del poder en 1989 y El Imperio contracultural: del Rock a la postmodernidad, en 1990, Elogio del panfleto y de los géneros malditos en el 2000; Investigación de unos medios por encima de toda sospecha (Premio Ezequiel Martínez Estrada 2005), Demonios del Mar: Corsarios y piratas en Venezuela 1528-1727, ganadora del Premio Municipal mención Ensayo 1999. En 2002 recibe el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.
Fuente: Ultimas Noticias