Hindu Anderi
COLUMNA CARNET DE IDENTIDAD. Estados Unidos ha sido un maestro en el trabajo sucio de dividir pueblos, con el único interés de servirse y expoliar los recursos e imponer su política injerencista e imperialista.
No es secreto para nadie que el Medio Oriente sigue siendo una de sus principales víctimas, pero ello ha sido posible por la complicidad de sectores y gobernantes que, utilizados o no, fueron, son y serán responsables de los desmanes que la Casa Blanca y sus aliados han cometido, y compartirán con ellos los costos humanos y materiales que arroja una guerra impuesta.
Es posible que Saddam Hussein haya valorado las consecuencias de sus crímenes y que de haber vivido, pudo servir a la causa de la unidad del mundo árabe en su defensa contra Estados Unidos. El Presidente Hugo Chávez hizo un gran trabajo por unificar esas voluntades alrededor de la defensa de los países productores de petróleo y de la propia unidad del Levante. Sin embargo, eso no podrá ser afirmado del todo, porque el fin llegó antes a Hussein, quien como muchos fue traicionado por Whashington.
El 22 de septiembre se cumplieron 41 años de la invasión del régimen de Irak contra la República Islámica de Irán. Para ello Sadam Hussein, apoyado entonces por EEUU, utilizó 12 divisiones de infantería blindadas y mecanizadas y 36 brigadas independientes de los tres ejes, norte, centro y sur. Pero su entonces irracionalidad y sentimiento de enemistad contra Irán, celebrado y aupado por las grandes potencias de Occidente, le impidió imaginar el tamaño de la catástrofe y sus costos.
Aunque la defensa del pueblo iraní repercutió en grandes logros como su posterior independencia y prosperidad, hasta ahora, ni el paso del tiempo ha podido compensar los daños causados.
Resulta odioso contar como simples números a cientos de miles de vidas humanas, pero es la realidad mucho más cruel. Esta guerra le significó a Irán la pérdida de 213 mil almas, de las cuales 80 mil estaban entre los 16 y 20 años de edad, lo que significa el 40 por ciento de las víctimas fatales, sin contar que el 30 por ciento se encontraba entre los 21 y 26 años y el 8 por ciento entre los 26 y 30 años. Pero además, esta conflagración condenó a la discapacidad a 140 mil personas, causó 320 mil heridos y 40 mil personas fueron hechas prisioneros. Otro tema doloroso son los más de 6 mil mártires desaparecidos, cuyas familias aún esperan su regreso.
Costos materiales
Según las estadísticas internacionales, la guerra impuesta por el régimen baasista de Irak significó para la República Islámica de Irán, más de 627 mil millones de dólares en pérdidas, estimando el costo de la reconstrucción en 644 mil millones de dólares. El costo financiero directo de la guerra para Irán excedió los 12 mil millones de dólares, de los cuales se gastaron unos 11 mil millones para la importación de equipos y artículos militares. Además, los gastos indirectos de la guerra, emanados de la disminución de los ingresos petroleros y la pérdida de la producción agrícola, ascendieron a 627 mil millones de dólares.
Otros daños más significativos que los materiales para la nación, fueron los bombardeos contra la población civil -durante la agresión, 127 ciudades fueron atacadas; además se suma el uso de armas químicas y biológicas prohibidas; los crímenes de guerra en general, que no sólo son una deuda del régimen iraquí de entonces, sino de quienes impulsaron, sostuvieron el conflicto y de aquellos que se hicieron de la vista gorda ante tamaña agresión a un pueblo que lo padeció durante 8 años.
Tras ese tiempo terrible venció la paz. Aún no sabemos si la lección fue aprendida, pero la esperanza de que la Comunidad Internacional entienda algún día que ningún país debe invadir a otro y mucho menos contar con la anuencia de otras naciones para tal fin, sigue viva. La apuesta debe ser por el respeto a la soberanía, a la autodeterminación de los pueblos y al respeto del Derecho Internacional.