Paramilitarismo y nuevas guerras en la frontera colombo-venezolana en 2022

Frontera entre Colombia y Venezuela en la ciudad de Arauca. Foto VOZ.

Por

Danna Urdaneta
@dannavenezolana

Las nuevas guerras en 2.219 km de frontera colombo-venezolana han sido financiadas y diseñadas por el Comando Sur y las Brigadas de Asistencia a las Fuerzas de Seguridad, SFAB por sus siglas en inglés. El objetivo es exterminar física y simbólicamente al tejido social antiimperialista y anticapitalista de ambos países en el reposicionamiento geoestratégico de Estados Unidos para la toma del poder en Venezuela por la vía militar y con ello frenar la influencia china y rusa en la región.

Tres tesis sobre las nuevas guerras en la frontera 

Las narrativas sobre las nuevas guerras en frontera partieron de tres tesis principales:

  1. Estado colombiano y medios de comunicación. En Colombia las guerrillas no se quieren tomar el poder y en Arauca se trata de un enfrentamiento entre bandas y narcotraficantes (discurso del expresidente Iván Duque) o las organizaciones multicrimen (discurso del presidente Gustavo Petro) por el control territorial, de las rentas y las rutas ilegales para el contrabando, el narcotráfico y toda clase de extractivismo. En esta tesis también se ampara la oposición venezolana uribista.
  2. Estado venezolano y medios de comunicación: En Venezuela el imperialismo quiere imponer una «guerra difusa» mediante grupos Terroristas Armados Narcotraficantes de Colombia, Tancol, es decir, amenazas extranjeras que quieren desestabilizar al país y derrocar a Nicolás Maduro. Según esta tesis las causas y motivos de persistencia locales y nacionales del conflicto solo están del lado colombiano. Si en Venezuela hay miseria es gracias a las medidas coercitivas unilaterales conocidas como sanciones o bloqueo de Estados Unidos contra el país y cualquier denuncia por terrorismo de Estado es un montaje del fascismo aliado con Bogotá, Madrid y Miami.
  3. Subalternidades colombianas: movimiento social, organizaciones defensoras de los derechos humanos e insurgencias desde distintas corrientes ideológicas denuncian que hay una guerra de tierra arrasada y una hecatombe social y humanitaria ejecutada por estructuras paramilitares mediante operaciones encubiertas en alianza con el Estado colombiano. Estas operaciones favorecen a las transnacionales para perpetuar a Arauca como un laboratorio de guerra y reposicionar a Estados Unidos en la frontera para tomar el poder en Venezuela.

Partiré de la última tesis con las siguientes cifras aterradoras de la Defensoría del Pueblo, Defendamos la Paz y dirigentes sociales:

  • 352 homicidios (12 eran líderes sociales) de los cuales en Saravena se cometieron 250.
  • 81 casos de secuestros.
  • 35 confinamientos.
  • 24.109 personas piden ser incluidas en el Registro Único de Víctimas.

Violencia mediática en la narrativa sobre el paramilitarismo 

A pesar de que lo expuesto está sustentado en información de acceso público y trabajo de campo, los medios de comunicación se empeñan en atribuir el conflicto a una guerra entre narcos, a «las disidencias de las FARC-EP» o a «las guerrillas» e impusieron la narrativa de que las estructuras paramilitares (Décimo Frente, Frente 28 y Frente 45) en conflicto con el ELN en Arauca son disidencias. A pesar de las reiteradas denuncias y evidencias hoy son reconocidas como tal por el Gobierno colombiano.

Esta manera de presentar el conflicto parte de que el Estado colombiano, las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, AGC, y otros grupos paramilitares no son responsables del genocidio, sino que «por un juego político mediático la sociedad se convirtió en la victimaria y el Estado la víctima», tal y como dijo el presidente Gustavo Petro el 17 de diciembre en una entrevista para revista Semana.

Este barrido narrativo encubre las causas que dieron origen a la guerra y sus motivos principales de persistencia: la injerencia de Estados Unidos, una clase dominante genocida, la miseria y, las últimas décadas, la imposición del negocio del narcotráfico. Esta misma realidad en Colombia, con sus acercamientos y distancias históricas en Venezuela, también se expresa en la frontera binacional. Desde enero de 2022 las voces de la confrontación, las organizaciones defensoras de los derechos humanos, las víctimas y la prensa nacional, local y alternativa de frontera señalaron con pruebas a los responsables.

Caracterización del paramilitarismo contemporáneo 

El paramilitarismo contemporáneo es el principal dispositivo armado para la acumulación transitoria en la frontera entre Arauca y Apure como Zona Temporalmente Autónoma. Hoy está dirigido y financiado por el Comando Sur y las Brigadas de Asistencia a las Fuerzas de Seguridad, SFAB, de Estados Unidos; por el Comando contra el Narcotráfico y Amenazas Transnacionales, Conat, de la División de Aviación y Asalto Aéreo del Ejército colombiano (entrenado por la SFAB) y el Grupo Antiterrorista, Grate, de la Policía Nacional de Colombia por el Estado colombiano.

El paramilitarismo en Arauca ejecuta operaciones encubiertas donde participan fuerzas mixtas compuestas por mercenarios de ambos países que son excombatientes de las antiguas FARC-EP, militares activos o retirados de la  Fuerza Armada Nacional Bolivariana, FANB, que trabajan como agentes doble para el Estado colombiano, así como carteles del narcotráfico, mafias colombianas y binacionales con participación europea, cada uno con sus intereses propios y con la bandera falsa de estructuras homónimas de las antiguas FARC-EP como el Décimo Frente, Frente 28 y Frente 45.

Objetivo principal:

  • Reposicionar geoestratégicamente a Estados Unidos en América Latina para el control de sus recursos naturales y el poder en Venezuela como contrapeso a la influencia de Rusia y China.

Objetivos secundarios:

  • Prolongar a Arauca y los 2.219 km de frontera binacional como laboratorio de guerra piloto para aplicar en otras zonas de conflicto.
  • Exterminar física y simbólicamente al liderazgo social antiimperialista y anticapitalista; a quienes defienden los derechos humanos, denuncian la corrupción y abogan por la solución política del conflicto en ambos lados de la frontera.
  • Exterminar física y simbólicamente al liderazgo insurgente del ELN y las FARC-EP Segunda Marquetalia como expresiones del pueblo cristiano, bolivariano y comunista en armas que plantea alternativas al neoliberalismo.
  • Desestabilizar aún más a Venezuela, destruir moralmente al pueblo venezolano y derrocar a Nicolás Maduro por la vía militar.

Es o no es paramilitarismo en Arauca

En Colombia existe una ambigüedad intencionada en la manera de nombrar y definir al paramilitarismo contemporáneo. Esta ambigüedad parte de la reducción de su existencia a la dimensión económica, su vínculo con el narcotráfico y la edición y borrón de su continuidad como política de Estado. La narrativa imperante sobre el conflicto en el departamento de Arauca es una evidencia radical de esta negación.

El surgimiento del paramilitarismo como dispositivo armado de la acumulación del capital en Colombia es anterior a la aparición de las insurgencias, por lo tanto, el centro de la doctrina contrainsurgente no es su combate o desplazamiento. Al contrario, las tomas paramilitares buscan el avance y control del territorio mediante el terrorismo con la ejecución de hecatombes humanitarias que exterminan el tejido social de la oposición pacífica y antisistémica a las economías extractivistas y minero-energéticas.

El paramilitarismo es un proyecto político, económico y social contrainsurgente para el mantenimiento del statu quo, la normalización de la desigualdad social y la censura hasta el exterminio de la oposición política que la denuncia o pretende mitigarla. El orden paramilitar se soporta sobre un proyecto ideológico de extrema derecha favorable al modelo de desarrollo neoliberal y sus modos de distribución territorial, los recursos y el trabajo.

En diálogo y tensión con Manuel Vega Vargas en «El paramilitarismo en la Orinoquía. Entre lo viejo y lo nuevo» (2022) queda claro que el proyecto paramilitar se impuso con el poder político en la Orinoquía para la consolidación de una estructura productiva petrolera mediante la intervención coordinada con la fuerza pública y la administración regional y local que prolongó el extractivismo y apalancó la consolidación del desarrollo ganadero, petrolero y agroindustrial a través del despojo de tierras, el exterminio del movimiento social y la imposición genocida de un proyecto con carácter neocolonial, anticomunista y patriarcal.

Los cambios y continuidades del paramilitarismo ayer y hoy están determinados por los nuevos liderazgos, las estrategias y acciones que no dejan de lado su vínculo con el poder y la sistematicidad en el exterminio y debilitamiento del movimiento social. Mientras esta estrategia intervenga en el sostenimiento y profundización del sistema político y social vigente, el paramilitarismo hoy no perderá su carácter político, agroindustrial, petrolero y narcotraficante.

El rediseño de su operatividad militar y funcionamiento cambió en Arauca sin que ello significase una ruptura. Sus objetivos siguen intactos porque su carácter de dispositivo armado de la acumulación de poder económico y político por medio de la imposición del terror no ha cambiado.

Geografía paramilitar en Arauca y métodos de baja intensidad 

La presencia paramilitar en municipios fronterizos del departamento Arauca coincide con los cultivos de la palma y el despojo de tierras. La supuesta desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia logró consolidar la organización paramilitar entre empresas y cooperativas legales, asegurar la articulación de sus estructuras al poder, sofisticar la violencia con métodos de baja intensidad (amenazas, extorsiones, atentados focalizados y asesinatos selectivos) apelando al capital acumulado del miedo.

La intensificación y sofisticación de la violencia para hacerla visible en escenarios de conflicto convenientes a sus intereses es un rasgo del paramilitarismo contemporáneo en Arauca. Para Manuel Vega Vargas sus funciones son asegurar la acumulación, frenar la restitución de tierras, incrementar los cultivos de coca y acabar con los avances en la implementación del Acuerdo de Paz (2016) que representen alternativas económicas y productivas en la región. En 2022 veremos en Arauca métodos de baja intensidad junto con métodos superlativos de violencia contra la población civil.

Naturaleza y valor estratégico de la frontera 

La actual franja fronteriza fue motivo de conflicto de las clases dominantes desde la disolución de la Gran Colombia y hoy es estratégica para toda clase de criminalidad e ilegalidad con las violaciones a los derechos humanos inherentes a ella, así como para el tráfico de rentas. Con la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela el 23 de enero de 2019 fue declarada zona de interés estratégico para los Estados Unidos. El actual fracaso de Guaidó no implica un cambio de intereses.

El paramilitarismo en Arauca responde a su triple posición estratégica para los Estados Unidos: la frontera con Venezuela, la conexión hacia la Amazonía y la articulación al piedemonte de la cordillera oriental. El antropólogo venezolano José Negrón Varela expuso que la Zona Temporalmente Autónoma es el proyecto imperial para toda la frontera venezolana, una zona sin ley ni autoridad única o permanente, donde las nacionalidades se difuminan porque son «gente de frontera» y la raya llega hasta donde lleguen las necesidades.

Un reenfoque y ajuste de este planteamiento nos acerca al problema fronterizo en América Latina, por ejemplo, el de la frontera de Colombia con Ecuador y Perú desangrada por la guerra. Por lo tanto, si bien la naturaleza de la frontera colombo-venezolana como Zonas Temporalmente Autónomas (en plural) es favorable a intereses imperiales, también hay que decir que este proyecto imperial se sostiene y perpetúa gracias a la política fronteriza de abandono estatal sistemático de ambos lados, pero más de Venezuela.

Proyecto Génesis y el espionaje internacional 

La operación Proyecto Génesis de la Jefatura de Inteligencia de la Armada Nacional de Colombia en territorio venezolano durante 2019 es la última operación de desestabilización conocida del gobierno de Iván Duque y Donald Trump sin orden judicial y violando sus propias leyes nacionales sobre inteligencia. Édinson Bolaños reveló el 24 de agosto de 2022 el entramado de espionaje en la publicación «Operación Internacional: Objetivo Venezuela», investigación que no ha sido mediáticamente valorada en Venezuela y menos en Colombia. Esta fue una de las muchas operaciones militares contra el territorio venezolano, la mayoría desconocidas.

El Proyecto Génesis contó con 28 fuentes de la FANB integrada por «coroneles, tenientes, tenientes de navío, tenientes de fragata, sargentos, cabos, oficiales de la Armada Bolivariana, miembros de la Policía y miembros de la Milicia Bolivariana». Un general de brigada del estado Mérida era el reclutador de esta red. Lograron filtrar «el estado del Sistema de Defensa Aeroespacial y los planes de instrucción y entrenamientos en caso de que hubiese una sublevación militar» o en caso de invasión militar por los Estados Unidos. Lo expuesto prueba la injerencia de Estados Unidos en Venezuela a través de Colombia para derrocar a Nicolás Maduro por la vía militar y a través del desgaste, esta vez, por medio de militares corruptos de la FANB y el financiamiento de paramilitarismo.

El reposicionamiento de Estados Unidos en la frontera impulsa el fortalecimiento paramilitar para estimular, financiar y dirigir la guerra fría que se vive en frontera los últimos años y que tuvo sus episodios mediáticos de más trascendencia el 21 de marzo de 2021 en el estado Apure con la guerra entre la FANB, el Décimo Frente y aliados, así como desde el 2 de enero de 2022 en el departamento de Arauca entre el ELN y las estructuras paramilitares mencionadas luego de una sangrienta crisis humanitaria que persiste hasta hoy.

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