Autor/a: Luis Bonilla-Molina*
- Introducción
Lo que ocurre en Venezuela, en la nueva etapa de la lucha social, no es solo un movimiento reivindicativo, sino la expresión de una nueva conciencia ciudadana, de aspiración del inicio armonioso de un cambio radical en la situación material cotidiana, que garantice poder vivir sin los sobresaltos de la sobrevivencia.
Ha comenzado a nacer un nuevo PAIS con rostro humano, que demanda que todo el talento y la energía colectiva se ponga al servicio de reconstruir las condiciones materiales, espirituales, anímicas, éticas y fraternales para disipar el dolor profundo.
Ese despertar demanda de la política y los políticos elevarse sobre las diferencias ideológicas, para entender colectivamente que la prioridad es un proyecto común de país, en el cual los tonos partidistas iluminen como nunca el arco iris, desterrando la oscuridad de la insensibilidad ante el sufrimiento del pueblo.
Esas son las notas de la melodía que los maestros y maestras venezolanas han puesto en la calle, como la lección más fuerte que les haya tocado impartir.
2. La justicia social como indicador de auténtica recuperación
Cada venezolano y venezolana tiene derecho a un salario justo. No hay razón política, ni de derechas, izquierda o centro, que pueda ocultar esa inmensa verdad. Ninguna ideología puede ser instrumento ciego para permitir el oprobio, de una cabeza de hogar obligada a no poder llevar a casa el sustento necesario para mantener a los suyos.
El grito desgarrador que se ha escuchado estas tres últimas semanas en cada pueblo de Venezuela, exige que los políticos, de oposición y gobierno, permitan la creación de las condiciones de posibilidad para una vida digna, creando de manera colectiva un proyecto de futuro, en el cual la justicia salarial sea por siempre el más nítido indicador de una autentica recuperación económica.
Esa es la melodía que quedó impregnada en el asfalto, la arena y el cemento de las calles del PAÍS, como testimonio imborrable para la memoria histórica de un pueblo que tiene el derecho a exigir y construir de manera participativa otro mundo posible.
3. Reencontrarnos en las diferencias y trabajar en las coincidencias
Las diferencias políticas no van a desaparecer y tampoco es sano que eso ocurra. La diferencia es lo que hace a la vida más dinámica, fuerte, creativa, colorida y cambiante. Lo que hay que re-aprender es a convivir en las diferencias, convirtiendo en práctica permanente la escucha de las razones del otro, de la otra, de les otres.
Dice la sabiduría popular que “no hay un dedo igual al otro” y que el secreto es aprender a trabajar con ellos para contar con manos creadoras, que acaricien al armonizar las diferencias.
Ningún pensamiento político es dueño absoluto de la verdad, pero cada uno tiene algo de cierto, que puede nutrir a quien piensa diferente.
Ese es el espíritu profundo y estado de conciencia colectiva en la actual etapa del conflicto social en Venezuela. Hombres y mujeres de izquierda, centro y derecha, liberales, conservadores y comunistas, blancos, amarillos y rojos, de tez blanca, morena o negra, todos marchando juntos para alcanzar un objetivo común.
Es la recuperación del tejido social básico para levantar el PAÍS. Sin esta sinergia, cualquier proyecto nacional sería inviable, porque para construir un mejor mañana nos necesitamos todas, todos y todes.
En las concentraciones y marchas docentes nadie le pidió al otro u otra que renunciara a sus ideas, por el contrario, la conciencia que emergió fue que todos nos hacemos sentir si colocamos a nuestros hermanos y hermanas, el hombro que ayuda a aliviar la carga.
Yo soy de izquierdas, la de más allá de derechas, el que está a mi lado puede ser de izquierdas, derechas o centro, marchar juntos no significa de manera alguna que vamos a renunciar a ello, pero marchar hombro a hombro, codo a codo, con quien piensa políticamente distinto a mí, implica la vuelta a la conciencia que somos pueblo trabajador qué si lucha junto, logra alcanzar beneficios compartidos para todos, todas y todes. Esa fue la moral de las manifestaciones de estas semanas.
Ha nacido un nuevo momento político, que puede ser fugaz y parpadeante o permanente. En cualquier caso, hay que mantener la capacidad de seguir sus pistas y sumar desde el encuentro.
Tenemos que encontrar la fuerza colectiva para dejar atrás lo oscuro de la cuarta y quinta República, teniendo la humildad de reivindicar lo bueno de cada uno de esos momentos. Tenemos que reencontrarnos en las diferencias, para trabajar en las coincidencias.
4. Para que vuelvan alegres por todos los caminos quienes partieron con dolor
Venezuela es un jardín de orquídeas, una por cada niño, niña, joven, adulto(a), anciana(o). Las orquídeas son delicadas y florecen bajo el cuidado amoroso. Nuestras orquídeas han partido por el mundo, buscando un lugar seguro que las nutra y garantice las condiciones mínimas para su felicidad. En algunos casos lo han logrado, en otros, el racismo, la xenofobia, el machismo, patriarcado y la homofobia le han golpeado, dejándoles una cicatriz que recorre la conciencia colectiva.
Es urgente construir juntos, juntas, juntes, una estrategia que permita edificar las condiciones, materiales, espirituales, políticas, económicas, sociales, culturales y tecnológicas para que los y las millones de venezolanos y venezolanas vuelvan seguros, confiados y felices a la patria.
Sin ellos y ellas nuestra sonrisa colectiva será solo una mueca. Necesitamos que la alegría del reencuentro llegue a cada hogar venezolano, que se reunifique la familia en cada barrio, parroquia, urbanización, condominio, aldea, montaña, costa y llano.
Un país de reencuentro será como un imán tricolor para atraer los espíritus rebeldes, andariegos y luchadores de quienes tuvieron que marcharse para sobrevivir y ayudar a sus seres amados.
La política tiene que ser el instrumento para hacer realidad este sueño colectivo.
5. Que gobiernen quienes estén formados para ello, sepan el oficio y tengan compromiso social
Ya basta de piratería en el ejercicio de la cosa pública. Venezuela tiene que superar los traumas de la cuarta y quinta República, garantizando que al frente de cada cargo público, desde la Presidencia de la República hasta el más humilde de los puestos en un apartado lugar, lo ocupen quienes se han preparado para ello, tengan la voluntad de hacerlo lo mejor posible y no pierdan la sensibilidad por los asuntos cotidianos de los y las ciudadanos(as) en sus hogares y en la calle.
Profesionalizar los asuntos públicos no tiene que ser un ejercicio de burocratización del gobierno, por ello, normar el tiempo máximo de permanencia en un cargo y la evaluación ciudadana sobre su actuación, tienen que ser rasgos de valoración para quienes administran los dineros públicos y gestionan la ejecución de planes y programas. Nadie debería estar al frente de un cargo de confianza más de tres años y para volver a ocupar una responsabilidad similar debería antas pasar por lo menos cinco años de trabajo en instituciones de bases. El que lo hace bien arriba debe demostrar cómo se ejecuta la tarea en las instituciones de base. Estos deben ser principios políticos que conduzcan la acción futura en lo público, como rumor que se hizo voz, en las protestas ciudadanas.
6. Una geopolítica realista y de auténtica soberanía
Venezuela tiene ciertamente que tener una estrategia internacional que le garantice soberanía, independencia y desarrollo equitativo con ecología política. Este es un asunto estratégico que debe conjurar los tremendismos y estridencias. Hay que convertir a la geopolítica veraz en una columna central de la visión de Estado.
Ello demanda realismo político, que se inicia por entender que el desarrollo desigual y combinado de nuestra economía, establece unas precauciones mínimas a la hora de desenvolverse en los escenarios internacionales.
Venezuela no tiene que ser una colonia ni de EEUU, China, Rusia ni ninguna potencia, pero debemos tener claro que la nación tiene una relación geopolítica histórica con los norteamericanos que debe ser valorada adecuadamente. Nada ganamos con plantearnos dejar de ser una colonia gringa para transitar el oscuro camino de echarse en los brazos de China, Rusia o Turquía. Mucho menos lanzarnos al juego en destiempo de la guerra fría. Cada decisión que se tome al respecto debe tener como lugar de enunciación la recuperación nacional y los intereses de nuestros(as) ciudadanos(as).
Es urgente superar la etapa de las medidas coercitivas sobre la patria y no hay que escatimar ningún esfuerzo en ese sentido. Ello no puede implicar la destrucción de la agenda social, sino por el contrario crear condiciones reales para mejorarla sustantivamente. Necesitamos que la política internacional contribuya a la tranquilidad del pueblo, sin más sobresaltos inesperados en las décadas por venir.
Esa ha sido la voz que resonó en las calles de Venezuela durante esta semana de movilizaciones.
7, El tema ecológico como prioridad impostergable
Venezuela está en el corazón del pulmón del planeta, en medio de la peor crisis ecológica de la civilización humana. Ese tema no nos puede ser ajeno ni permanecer indiferentes. El PAÍS que dibujaron los maestros y maestras en las calles contiene la conciencia y el amor para re-pensar límites para el extractivismo en un país que el último siglo ha vivido de la renta. No se trata de un cambio abrupto sino de la urgencia impostergable de iniciar la transición en un esquema de prosperidad colectiva.
No podemos seguir siendo uno de los países con el horrible record de estar entre los que más destruyen árboles en la selva amazónica, pero también en las fronteras urbanas. Necesitamos detenernos y revertir esta situación como una forma de re-encontrarnos desde el amor y la ecología.
8. Educar desde las raíces para ser vanguardia en el presente y el mañana
Necesitamos pensar la educación venezolana desde un nuevo proyecto educativo nacional, qué preservando la identidad y nuestras raíces, coloque el sistema escolar y la formación docente a tono con el desarrollo científico y tecnológico del siglo XXI, propiciando el diálogo y el encuentro humano como prioridad, sin dejar de estar a la vanguardia del conocimiento mundial.
Si algo ha demostrado la migración, es la enorme calidad educativa nacional de nuestros profesionales y egresados, algo que debe formar parte de nuestro sello de identidad educativa.
Eso pasa por entender la emergencia actual, no solo en materia salarial, sino en infraestructura y dotación escolar.
Somos lo que nuestra educación construye colectivamente como pueblo y eso debe volver a ser la prioridad. Necesitamos una revolución del conocimiento, la educación y en nuestro sistema escolar.
Esos han sido comentarios recurrentes y de consenso en las movilizaciones docentes, algo que debe fundamentar el proyecto de país futuro.
9. Un país viable cuida a sus adultos mayores
Somos el reflejo del camino recorrido por quienes nos antecedieron. Por ello, a la vanguardia de las movilizaciones han estado los y las jubiladas, entendiendo su papel en la recuperación de la tradición de lucha y construcción colectiva, pero también de facilitadores a las nuevas generaciones de docentes de una memoria histórica que no se puede esfumar.
Tenemos que borrar definitivamente de nuestra cotidianidad, el drama que hemos visto en la cuarta y la quinta República, de ancianos sometidos a míseras pensiones y desprovistos de un sistema de salud que les garantice la tranquilidad del reposo de los y las guerreras que nos han abierto el camino.
10. Con memoria histórica, pero sin rencores
Si algo han demostrado estas movilizaciones, es que el país del mañana, tiene que ser construido desde el respeto y la tolerancia, que no implica pérdida de memoria sobre los aciertos y desaciertos del pasado y el presente.
Maestros y maestras con su andar respetuoso en la diferencia, mostraron que es posible construir un país de unidad y sin rencores, que no significa claudicar en las ideas, sino impulsarlas desde el encuentro.
11. Conclusión
Como suele ocurrir, de lo terrible de cual situación de país, sus hijos e hijas más nobles sacan a relucir lo mejor de sí para soñar, pensar y construir el mejor país posible para las nuevas generaciones. Las movilizaciones docentes han preñado a la patria de un nuevo sujeto colectivo, que demanda el parto de un liderazgo político que esté a la altura de ese futuro. ¿Estaremos presenciando el inicio de una reforma estructural de la Quinta República o acaso ante el surgimiento de la Sexta República? Lo que es cierto, es que algo comenzó a cambiar.
*Luis Bonilla-Molina: Actualmente es el Coordinador Internacional de la RED GLOBAL/GLOCAL POR LA CALIDAD EDUCATIVA. Miembro fundador e integrante de la Directiva de la Sociedad Iberoamericana de Educación Comparada (SIBEC). Investigador miembro del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), como Presidente de Centro Miembro. Profesor universitario. Investigador perteneciente al Programa de Estimulo al Investigador y al Innovador (PEII). Investigador miembro de Latin American Studies Association (LASA). Es el primer venezolano en integrar el International Task Force on Teachers for Education for All de UNESCO. Además fue integrante del Consejo del IESALC (UNESCO) 2015-2019, siendo su presidente entre 2015 y 2017. Así mismo, Director y Coordinador del Programa de entrevistas para redes sociales e investigadores sobre calidad de la educación y otros temas de ciencias sociales: La otra mirada. Es el Presidente fundador de la Sociedad Venezolana de Educación Comparada (SVEC), Organización miembro del World Council of Comparative Education Societies. Usuario y colaborador permanente de la lista internacional especializada EDU-COMP. Coordinador General de la Maestría en educación Comparada del ALBA. Director – editor de la Revista COMUNA. Integrante del Autor de diecisiete publicaciones sobre educación y política; su más reciente trabajo publicado se titula: Calidad de la Educación: ideas para seguir transformando la educación