En el marco del debate que se está dando, de facto, en los distintos movimientos populares, entorno al grave problema que representa la constante pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores venezolanos, me dispongo a hacer algunas observaciones a varias de las afirmaciones hechas por el diputado Jesús Faría en el artículo al que hacemos referencia en el título de este escrito.
Comparto con el diputado Faría el diagnóstico del daño causado por el asedio y ataque imperial. En ese punto, nadie en la izquierda (que yo sepa) tiene diferencias. Todos estamos claros que el ataque imperial ha desestabilizado la economía y la sociedad venezolana en su conjunto. Coincidimos (los sectores de izquierda) en que la paz política es muy importante para la recuperación y desarrollo de nuestra economía y eso explica por qué las calles no están incendiadas. Pero tememos algunos puntos de vista en los que no coincidimos, y creemos que en esos aspectos particulares se debe centrar el debate dialéctico; y nosotros entendemos un debate dialéctico, como aquel donde no hay posiciones inamovibles y en el que tratamos de entender al interlocutor para juntos construir una política que conduzca a la acción que resuelva los problemas. El método es la crítica y la autocrítica, que son esencialmente dialécticos.
Partimos, además, de otra realidad insoslayable, como lo es que el desarrollo y protección del proceso revolucionario que se vive en Venezuela, no es una atribución exclusiva y excluyente del gobierno revolucionario; es un derecho y una obligación de todos los revolucionarios que habitamos en esta patria, es por eso que, ante el problema de la pérdida del poder adquisitivo del salario, los distintos movimientos populares revolucionarios están abriendo espacios de discusión sobre el tema a lo largo y ancho del país.
Comencemos:
Los prestadores de servicios del sector público
Como ya es usual en el diputado Faría, comienza su artículo con su acostumbrado prolegómeno de insultos y descalificaciones, a las que además matiza con el antiguo casquillo: “…han desatado campañas de mentiras y manipulaciones con fines inconfesables, responsabilizando de ello al presidente Nicolás Maduro y ocultando deliberadamente los criminales efectos del bloqueo económico.”. Al margen de eso, que en nada contribuye a buscar una salida conjunta al problema y a fortalecer la unidad entre las fuerzas revolucionarias, pasemos a lo importante. Cuando el diputado Faría define el salario, dice lo siguiente: “El salario es el ingreso generado en el proceso productivo, que perciben los trabajadores como remuneración de su trabajo. Los trabajadores que no generan ingresos directamente (salud, educación, etc.) obtienen sus sueldos y salarios, igualmente, de los ingresos provenientes de la producción.”
La economía es un sistema que alimenta la superestructura social, cada actividad que se realiza en la sociedad es necesaria para que ésta (la sociedad) funcione perfectamente, es por eso que cuando se habla de producción se reconocen los servicios como una parte de la producción. La relación entre la producción de bienes y la producción de servicios puede ser directa o indirecta. El que vende la gasolina en una estación de servicio, guarda una relación directa con el que produce la gasolina. En este ejemplo asumimos que el productor de la gasolina distribuye él mismo la gasolina, en caso contrario el distribuidor también prestaría un servicio relacionado directamente con la producción de gasolina.
Pero existen servicios cuya relación con la producción de bienes es indirecta, y ahí entran los servicios de educación y salud, entre otros.
Los distintos niveles de desarrollo económico de las sociedades, guardan relación con los distintos niveles de desarrollo en el ámbito educativo. Es obvio que en todo proceso productivo existe un esfuerzo intelectual de conocimiento; y para que la gente pueda educarse y producir debe estar sano y ahí entra la importancia del trabajador de la salud.
Actualmente no se discute que cada labor que se ejerce en la sociedad, tributa al proceso productivo. Prueba de ello está en la propia Constitución Nacional de Venezuela, que en su artículo 88 reconoce el trabajo del hogar como generador de valor agregado en el proceso productivo nacional y lo plantea en los siguientes términos: “…El Estado reconocerá el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar social. Las amas de casa tienen derecho a la seguridad social de conformidad con la ley.” No debería haber dudas que todo aquel que presta un servicio permanente en la sociedad, contribuye en mayor o menor medida a la producción total. Por ello es un contrasentido hablar de trabajadores improductivos, porque si es trabajador, produce.
Tratando de entender al diputado, supongo que él se refiere a que, como el servicio que presta el sector público no se vende en el mercado (es gratuito para los usuarios), a diferencia del servicio que se presta en el sector privado, el cual se vende como cualquier bien en el mercado, los funcionarios que prestan servicios dependen de los que producen bienes en el sector publico para que le paguen su salario o depende de la recaudación de impuestos. Si ese es el pensamiento del diputado, ambas tesis son erradas. Expliquemos porqué: Aquí debemos distinguir dos categorías importantes, de las que ya hemos hablado antes, pero que una vez que las comprendemos bien, nos develan muchas cosas que hoy son creencias dominantes que nos conducen a un camino siempre equivocado.
Debemos distinguir entre usuarios del dinero y emisores del dinero, entendiendo a los primeros como aquellas personas, naturales o jurídicas, que requieren realizar una actividad productiva para luego poder gastar; y los emisores del dinero son los que crean el dinero, y en consecuencia no requieren realizar ninguna actividad productiva para gastar con el dinero que ellos crean. Las dos principales fuentes de dinero en el mundo son los estados, con soberanía monetaria, y los bancos comerciales.
Los estados que emiten su propio dinero no requieren realizar ninguna actividad productiva para gastar con su dinero, ni siquiera necesita cobrar impuestos. Los impuestos son otro mecanismo de intervención del Estado en la economía y son además una forma para obligar al uso de la moneda que emite el Estado.
El dinero, para los estados con soberanía monetaria, es un instrumento de intervención de la economía. Visto así, debemos establecer una diferencia entre los empleados del sector privado de servicios y los funcionarios del sector público de servicios. Esa diferencia viene dada por la naturaleza de su empleador. En el sector privado, el empleador es seguramente un usuario del dinero; pero en el sector público, el empleador es un emisor del dinero. Eso significa que, en el sector privado, el maestro y el médico reciben su pago del ingreso que generan por la prestación privada del servicio y ese dinero proviene de los usuarios. En el sector público, el servicio que presta el maestro o el médico, no es que no genere valor agregado, sino que la fuente de su ingreso es el emisor del dinero y no los usuarios.
En un programa de VTV donde entrevistaron al diputado Faría, éste dijo que los que proponemos la indexación, lo que queremos es que el gobierno encienda la “maquinita de hacer dinero” y emita dinero a lo loco, pagando salarios exorbitantes. De esa expresión del diputado, se deduce que él sabe que el gobierno nacional es emisor del dinero. Lo que no sabe es que no puede emitir dinero a lo loco. Al ser el dinero una herramienta de intervención del Estado en la economía, puede emitir lo que sea suficiente y necesario para estabilizar valores como el salario, sin afectar de manera importante otras variables. Visto así, el problema no es de dónde saldrá el dinero para la indexación de la economía y el incremento del salario; el problema es: cuánto dinero sería suficiente emitir para reponer la pérdida de medios de pagos que ha ocasionado la inflación y la política restrictiva de liquidez por parte del Banco Central de Venezuela. Ese es el asunto a discutir.
Los ingresos petroleros representan el 70% de los ingresos fiscales
Esta afirmación la hace el diputado Faría en el artículo que estamos comentando.
No sé a qué ingresos se refiere el diputado, porque si bien los ingresos en divisas dependen, en Venezuela, en un 95% de la actividad petrolera, no es así con los ingresos fiscales, donde la actividad petrolera no aporta, históricamente, más del 30% de los que recauda el Estado.
Para dar un ejemplo de ellos, tomamos res períodos fiscales: 2010, 2011, 2012.
Ejercicio Fiscal 2010
INGRESOS CORRIENTES ORDINARIOS 124.072.529.585
INGRESOS PETROLEROS 39.428.249.442 (31,8% de los ingresos presupuestarios)
Ejercicio Fiscal 201
INGRESOS CORRIENTES ORDINARIOS 163.698.961.000
INGRESOS PETROLEROS 45.293.000.000 (27,7% del presupuesto de ingresos)
Ejercicio Fiscal 2012
INGRESOS CORRIENTES ORDINARIOS 297.836.700.000
INGRESOS PETROLEROS 67.813.100.000 (22,8 % del financiamiento total de la República)
El diputado repite con frecuencia, en su artículo, expresiones como la siguiente: “Es una estafa política ocultar la responsabilidad determinante del bloqueo en las condiciones de vida de nuestro pueblo y, en especial, del salario.”
El hecho de que quienes realizan propuestas para resolver los problemas económicos y políticos que sufrimos actualmente, no mencionen a cada rato el impacto de las mal llamadas sanciones en la actual situación, no significa que no las valoren, ni significa que subestimen el peso de las sanciones en la crisis.
Lo que ocurre es que quienes buscan soluciones, no se quedan pegados, lloriqueando porque los gringos nos están atacando; estás personas están planteando soluciones.
Distribuir los ingresos y meterle casquillo al Presidente
Continúa diciendo el diputado:
“…Junto a la voluntad política hay que disponer de los ingresos que serán distribuidos. Es absolutamente absurdo pensar que el presidente Nicolas Maduro pudiese incrementar los salarios y no lo hiciese por algún motivo.”
En esta esta expresión, el diputado Faría insiste en equiparar al Estado (emisor del dinero), con una empresa (usuario de dinero).
Reflexionemos sobre algo: ¿Tiene algún sentido realizar una actividad productiva para vender el producto y luego obtener el dinero que tú mismo emites? o acaso ¿en alguna ley en nuestro ordenamiento jurídico o alguna teoría económica actual, exige obtener dólares para poder emitir bolívares? El tema del salario es inicialmente un asunto monetario, porque los salarios en Venezuela se pagan en bolívares y los bolívares los emite el Estado. Entonces volvemos a lo que dijimos antes: el asunto no es de dónde saldrá el dinero (porque sale del Estado), el asunto es: cuándo dinero se debe emitir.
Otra cosa que está ocurriendo es que cada vez más intentan meterle casquillo al Presidente Maduro, para ponerlo en contra de todo el que intente ayudarlo con propuestas distintas a la que propone el equipo económico del gobierno. Es una actitud de muy baja ralea, que desdice mucho de quien la emplea.
Sigue diciendo el diputado: “Aunque desconocen el costo financiero de ese aumento para el Estado, estos demagogos sí saben perfectamente que esos recursos no están disponibles, porque el bloqueo económico de Washington se encargó de destruirlos.”
¿A cuáles recursos se refiere el diputado? ¿A los bolívares con los que se pagan los salarios en Venezuela? Volvemos a lo mismo: a confundir a un usuario del dinero con un emisor del dinero.
Continúa en diputado: “Está claro que esas ofertas engañosas procuran desatar protestas que debiliten y, finalmente, derroquen al presidente Nicolas Maduro. Es decir, procuran activar el plan fracasado de Washington. Sus promotores van desde la derecha que fomentó las sanciones, pasando por individualidades de la “intelectualidad revolucionaria” que falsifican la realidad para atacar al gobierno revolucionario, hasta llegar a una organización de ultraizquierda radicalizada al calor del financiamiento otorgado por un prófugo de la justicia.”
Más casquillo. El artículo está plagado de estás afirmaciones, que son estériles para el debate que busque una solución al problema.
Dice el diputado: “…Consolidar la recuperación productiva y, con ello, la generación de riqueza para distribuirla en forma de salarios”
En esta expresión, el diputado Faría, confunde riquezas con salarios, que es lo mismo que confundir, riquezas con el dinero que cobran los trabajadores por la venta de su fuerza de trabajo.
Con el dinero que cobra el trabajador paga el precio de las riquezas que adquiere para subsistir. El precio de las riquezas que se generan del proceso productivo, es distinto a las riquezas. De hecho, se comporta de manera diferente. El precio puede variar sin que varíe la cantidad de riquezas producidas. Vale decir, los precios pueden subir sin que aumente la producción de riquezas, lo que significa que el dinero que reciben los trabajadores en forma de salario, se haría insuficiente para adquirir las riquezas producidas; en consecuencia, para mantener al menos la demanda de las mismas cantidades de riquezas, sería necesario aumentar la cantidad de dinero que se le paga al trabajador en forma de salario.
Entonces el salario no depende directamente de la producción de riquezas, sino de los precios de esas riquezas, y en períodos de alta inflación, la liquidez tiende a aumentar para al menos mantener el poder adquisitivo de los consumidores y evitar caer en recesión.
Culmino mi comentario con la siguiente expresión del diputado Faría: “…tendríamos también que continuar en la defensa de la estabilidad política…”
Sobre este comentario del diputado, sólo resta decirle: atacando e insultando a todo el que haga una crítica, sin importar sea un cuadro revolucionario que ejerce la crítica como método de avance, se le hace un flaco favor a la unidad de las fuerzas revolucionarias y por ende a la estabilidad política.
La arrogancia y la prepotencia son los peores consejeros que existen.
Juan Carlos Valdez G.