Geógrafo Pascual Curcio Morrone; UCV – 1983
“Se llega a la pobreza cuando priva la concepción individualista en las acciones del Estado” –
Hegel, finales del siglo XVIII -.
En esta ocasión iniciaré mi escrito con dos fotos, las cuales muestran una misma
realidad en prospectiva: Paseo Los Próceres, Caracas – Venezuela, transcurre la
segunda semana del mes de febrero del año 2023 y me llamó poderosamente la
atención algo que percibí caminando por tan bello bulevar, algo que se me ocurre
conceptualizar como “tortura” a la ecología.
Si observamos la foto colocada a la izquierda al inicio del escrito, palpamos
visualmente el tormento por el que está pasando el árbol fotografiado – un SER VIVO -,
debido a la concepción particular de la estética de un importante funcionario del
Estado venezolano quien decidió decorar con figuras plásticas tanto a nuestro amigo
vegetal como a su hábitat, el cual conforma toda un área verde urbana como parte
vital del emblemático Paseo Los Próceres, y tal realidad anti ambiental sucede ante la
total indiferencia del colectivo que utiliza el bulevar para sus paseos vespertinos;
incluso, algunas personas – pocas afortunadamente, pero las hay – comentan: “que
bonito ha quedado la decoración para estos carnavales”, les parece “bonito” a varios
transeúntes sustituir la vida natural por su principal elemento agresor: las resinas
plásticas.
Veo detenidamente a este SER VIVO inmóvil y detallo que está enfermo, sus ramas
muestran la parasitaria tiña, evidencia clara de no recibir cuidos, al menos un
elemental tratamiento fitosanitario; el suelo poblado con gramíneas secas evidencian
la falta de riego por meses – solo la solidaria lluvia podría calmar su sed -, agravándose la
“salud ecológica” de tales gramíneas por el constante pisoteo de las personas, no
solamente bajo este torturado árbol, sino en todas las áreas verdes del bulevar con
presencia de ellas, las cuales deben soportar el maltrato constante de las personas que
se toman fotos junto a las figuras elaboradas con resinas plásticas colocadas en su
particular hábitat, muy a pesar de estar protegido taxativamente por todas las leyes
ambientales emitidas por el Estado venezolano.
Drásticamente podado, el árbol debe soportar la colocación en sus maltratadas y
enfermas ramas de adornos que simulan a unas medusas luminarias elaboradas con
telas sintéticas no biodegradables, telas que cubren a unos bombillos que emitirán luz
por las próximas 12 horas y hasta más, ya que, al parecer, no existe una hora fija para
el apagado de tales luces, incluso, en ocasiones, duran encendidas las 24 horas del día,
realidad frecuente. A pesar de ser las 18:30 horas de la tarde, ya las luces están
encendidas como muestra la foto; no se escucha el revolotear de algún ave buscando
refugio para pasar la noche, ya no habrá tal noche para ellas en este bulevar, debiendo
migrar a otros puntos de la ciudad para poder sobrevivir, anidar y descansar como lo
necesita toda criatura, conscientes del hasta ahora seguro destino final del enfermo y
maltratado amigo vegetal, le espera una muerte similar al que han tenido algunos
compañeros de su mismo hábitat: la tala, tal cual como lo muestra la foto colocada a la
derecha del inicio del escrito, tomada a unos pocos metros de distancia del sitio donde
padece su tormento; observo detenidamente el paisaje y solo se me ocurre
conceptualizar a este triste espectáculo: “genocidio ecológico”, el cual con profunda
preocupación percibo día a día su avance a pasos indetenibles en nuestro otrora
florido Paseo Los Próceres.
Leer el titulo de este escrito junto a la breve introducción realizada, puede dar a
entender la falsa idea de que el Estado venezolano es el único en todo el planeta que
no se preocupa en atender las disposiciones que en materia del cuido del Medio
Ambiente se concluyen en los eventos internacionales, no, no es el único; la gran
mayoría de los Estados y, en general, la humanidad en su conjunto no terminan de
comprender que el Medio Físico – Natural con el cual convivimos, inexorablemente, es
un ente vivo con una dinámica muy peculiar, la cual evoluciona constantemente al
poseer su propio metabolismo, mucho más lento que el de cualquier ser vivo animal,
pero lo tiene – en términos geotécnicos este metabolismo recibe el nombre particular de
morfogénesis y los árboles, la vida vegetal en general, es un componente vital en el
funcionamiento de tal metabolismo -.
El 24 de enero del año 2019, la ONU publicó un informe titulado “Estado de Derecho
Ambiental: primer informe global” donde concluye que, aunque el volumen de
resoluciones en materia ambiental se ha multiplicado 38 veces desde el año 1.972, la
incapacidad de aplicar y hacer cumplir plenamente las regulaciones acordadas
constituye uno de los mayores desafíos para mitigar el cambio climático, reducir la
contaminación y tomar el camino de la sustentabilidad para la biota – el componente
orgánico del Medio Físico – Natural, la vida vegetal -. En síntesis, tal informe concluye que,
a pesar de haberse efectuado más de 1.100 acuerdos internacionales vinculados a la
protección del Medio Ambiente desde 1972, elaborarse múltiples leyes marco sobre
esta temática, establecer alianzas multilaterales y ni siquiera con la asignación de
fondos se han podido construir organismos ambientales regionales sólidos capaces de
hacer cumplir con efectividad las resoluciones y reglamentos acordados.
Uno de los aspectos más preocupantes para la ONU y donde la colectividad mundial
presenta más resistencia a entender y tomar consciencia es sobre el gran peligro
ecológico que representa el maltrato de los ecosistemas vinculado a la producción y
desechos de contaminantes, en específico a la producción y manejo del plástico, algo
muy arraigado en la vida cotidiana de las personas desde los años 50 al dispararse la
producción y consumo de hidrocarburos y, en esta dinámica, muy en particular se
destaca la conducta del colectivo venezolano por ser el Estado venezolano un
productor – exportador de petróleo y, por asociación, se convirtió el pueblo
venezolano en un consumidor tradicional de plásticos en todas sus formas.
Ante tan preocupante realidad internacional, 175 países emitieron una resolución en la
segunda sesión de la 5ta. Asamblea de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente
efectuada en Nairobi – Kenia – entre el 28 de febrero al 2 de marzo del año 2022 – la
primera sesión se había realizado el año anterior -, para intentar disminuir
significativamente la contaminación del plástico, resolución que muchos
ambientalistas y expertos en el tema la califican como histórica: forjar un acuerdo
vinculante para finales del año 2024 para terminar de una buena vez con tal
contaminación. Vale la pena mencionar las palabras con las que el Presidente de dicha
Asamblea, el Ministro de Clima y Medio Ambiente de Noruega, Espen Barth Eide, cerró
el evento: “la contaminación del plástico se ha convertido en una epidemia, con la
resolución de hoy estamos oficialmente en camino de una cura”.
Ahora bien, me pregunto ¿en verdad el colectivo planetario se hará solidario
voluntariamente con las palabras del noruego Espen Barth Eide? Lo considero muy
difícil si los Estados no se avocan con seriedad a revisar su realidad ambiental
particular y tomar severas medidas al respecto; en este punto, cito nuevamente una
reflexión del filósofo germano Hegel: “La idea a de conocerse a sí misma, también
tendrá que ser objeto para sí misma, tendrá que objetivarse y, como fuera de la idea
no hay nada, tiene que ser esta misma la que produzca la realidad, poniendo ante todo
la naturaleza”; en palabras más simples: si un Estado NO REFLEJA en sus políticas
públicas una verdadera conciencia ambiental, jamás el colectivo subordinado a la idea
– imagen que refleje el Estado podrá tener conciencia ambiental e, inevitablemente,
vamos al desastre ecológico. En tal sentido, no vemos, al menos en la lectura de las
cifras estadísticas antes de la crisis sanitaria – económica acaecida en el Planeta a
finales del año 2019, una intención tangible de los Estados para ir disminuyendo la
producción y consumo de plásticos, el principal agresor tecnológico del medio
ambiente.
Plastic Europa – asociación empresarial que representa a los fabricantes de polímeros activos
en el sector del plástico en Europa -, explica como al año 1950 la producción mundial de
plástico era de 1,5 millones de toneladas, pasando a 299 millones de toneladas al año
2013, abarcando el 4% del consumo de petróleo mundial a tal fecha, incrementándose
la producción de este activo contaminante del medio ambiente en casi 200 veces en
un lapso de 63 años. China era el Estado con mayor producción al concentrar el 24,8%
del total – aun hoy en día lo sigue siendo -, superando a USA, Canadá y México juntos, los
cuales generaban al año 2013 el 19,4% de la producción mundial; por su parte, Europa
concentraba el 16% del total – el Estado alemán el mayor productor, prácticamente
duplicaba a Italia, el 2do. en la lista -; los Estados latinoamericanos colaborábamos en
esta contaminación planetaria un poco menos en términos proporcionales: 4% del
total mundial, no se incluye a México; pero lo medular mostrado por las estadísticas es
que la producción mundial y su posterior consumo jamás ha mostrado una tendencia
estadística a la baja, lo que evidencia la no convicción de los propios Estados en
hacerlo y, consecuentemente, de las personas; tendencia alcista que es detenida
bruscamente a finales del año 2019 por la crisis sanitaria – económica que vivimos
desde ese entonces. Año 2019, inicio de la crisis sanitaria – económica mundial actual,
año en el cual la producción mundial de plástico alcanzó la aberrante cifra de 368
millones de toneladas – cifra aportada por Plastic Europa -.
Ante la evidente falta de conciencia ambiental por parte de los Estados, fijó la segunda
sesión de la 5ta. Asamblea de la ONU en materia ambiental aspectos o estrategias de
acción que ya habían sido planteadas hace décadas atrás, como lo fue trabajar
conjuntamente con los entes regionales tanto privados como oficiales para abandonar
los plásticos de un solo uso – pitillos, cucharas, platos, esas hojas de plástico que utilizan
en los supermercados para envolver alimentos y las bolsas para llevar productos, entre otros
- e insistiendo en la importancia de activar lo que se ha venido denominando en el
colectivo ecologista: “Economía Circular”, el reciclaje, resaltando la importancia de
mantener la inversión en investigación en este sentido, aspirando lograr las siguientes
metas en el corto plazo:
1.- Reducir el volumen de plásticos que llegan a los mares y océanos en más de un 80%
para el año 2040; 2.- Reducir la producción de plástico virgen en un 55%, eliminando
totalmente la producción de envases de poliestireno (esas bandejitas de anime de uso
abusivo y frecuente entre los venezolanos donde colocamos cualquier alimento para
transportarlo, así como también vasos, platos y otros cortes realizados con este material); 3.-
Reducir la emisión de gases de efecto de invernadero en un 25% por causa de la
quema del plástico (acción muy frecuente en la República Bolivariana debido a la práctica
usual de quema en los botaderos de residuos sólidos que se suceden en toda su geografía; el
plástico constituía el 34,3% del volumen total del sitio de disposición final; INE, 1998, último
dato disponible verificable).
En síntesis, lo medular acordado en la citada Asamblea planetaria por la salud de
nuestra “Madre Tierra”, es lo referente a retomar y aplicar el concepto de “ECONOMÎA
CIRCULAR “en todas las Naciones, noción que se apoya en los fundamentos de la
escuela ecologista tradicional y la cual propone un cambio de paradigma: “reducir,
reutilizar y reciclar” los desechos sólidos que generamos bajo un enfoque muy preciso:
el residuo debe perder su condición de tal y convertirse en la materia prima
“alimentaria” de los ciclos naturales o transformarse en combustible para generar
energía no contaminante – Noruega y Suecia importan desechos sólidos, los cuales son
quemados para producir energía en plantas termoeléctricas diseñadas para tal fin -, o para
formar parte de nuevos productos tecnológicos con un mínimo gasto energético.
Tengamos como idea fija el hecho cierto de que la naturaleza es nuestro principal
maestro educador, absolutamente nada desecha, lo que nos enseña una regla muy
básica para subsistir: no desechar, aprovechar es el objetivo; la naturaleza todo lo
recicla.
En la República Bolivariana de Venezuela al año 1998, sólo se reciclaba el 13,6% del
total de residuos sólidos generados y, con respecto al plástico, sólo se reciclaba a la
misma fecha el 1,4% sobre un total de 141.286 toneladas que llegó, en definitiva, a los
sitios de disposición final – último dato disponible verificable; para el año 1998, la
producción de resinas plásticas en Venezuela era de 344.600 toneladas, INE: “Generación de
Residuos Sólidos y Urbanismo, año 2000”; llegando a alcanzar la cifra de 812.000 toneladas
de producción al año 2013, AVIPLA: informe año 2015 -.
Al 14 de febrero del año 2022, AVIPLA – Asociación Venezolana de Industrias Plásticas –,
notifica que la producción nacional de plástico se ubica en poco más de 30.000
toneladas mensuales y aspiran firmemente a incrementar la producción – luego de la
crisis sanitaria – económica mundial surgida a finales del año 2019, el Estado
venezolano ha trabajado para incrementar la producción de plástico y se alcanzó al
año 2022 la cifra de producción lograda al año 1998; el punto preocupante al revisar
los informes anuales elaborados por AVIPLA es la tendencia a incrementar
producción, pero NADA se comenta sobre reciclaje o “economía circular”, como se
acordó en la segunda sesión de la 5ta. Asamblea de la ONU -, siendo al día de hoy
importada su materia prima en un 80% – representando unos 15,5 millones de dólares -,
específicamente de la hermana República de Colombia, constituyendo las resinas
plásticas y manufacturadas su principal producto de exportación hacia Venezuela,
según información emitida en abril del año 2022 por INSEROCA Internacional
Colombia; constituida principalmente tal materia prima por polietileno – utilizado para
hacer esas bolsas plásticas que nos venden en los supermercados -, un polímero sintético
que debe ser descartado en atención a las resoluciones ambientales planetarias por
ser el emisor más prolífico de metano y etileno – gases – al degradarse; sin embargo, el
Estado venezolano provee las divisas a los importadores para traer al país esa materia
prima que permite la producción de tan solicitadas bolsas plásticas por la ciudadanía
en nuestra vida cotidiana.
En las Asambleas internacionales realizadas con el fin de realizar propuestas para la
conservación y mejora de las condiciones ecológicas de nuestro planeta Tierra, no todo
los enfoques planteados y resoluciones son restrictivas, también se plantean
alternativas para sustituir como, por ejemplo, a los envases de poliestireno, los cuales
pueden ser reemplazados por otros realizados con un compuesto fácilmente reciclable
como el polipropileno, mucho más costoso para su elaboración, entrando aquí en un
conflicto económico de intereses individuales – grupos que controlan los mecanismo de
manejo de divisas, importación y distribución de la mercancía -, el principal enemigo
humano del ambiente desde inicios de la historia y continuará por toda la eternidad.
Es una práctica cotidiana de la población venezolana ir a un supermercado o tienda
expendedora de alimentos y solicitar un producto animal o vegetal, el cual es colocado
en una bandeja de poliestireno y, posteriormente, envuelto por una hoja de plástico
elaborada con polietileno; luego, pasamos por la caja a cancelar y se nos da una bolsa
de plástico también de polietileno para depositar los productos adquiridos
conjuntamente con el recibo de compra, el cual muestra un brillo y cuya característica
más común es que se puede dejar una raya oscura sobre él cuando marcamos con
fuerza la uña de nuestro dedo; en este punto, hay que considerar otra resolución
ambiental internacional que cotidianamente contravenimos los venezolano y que el
Estado no atiende: las facturas eléctricas contaminantes.
En efecto, 90% de los recibos que nos entregan en tiendas están elaborados con papel
térmico que contiene Biesfenol A (BPA), un elemento químico perjudicial para la salud
al afectar directamente el equilibrio hormonal de nuestro cuerpo; pero no se
encuentra tal producto químico solamente en dichos recibos térmicos, el compuesto
es utilizado en la producción de plásticos de policarbonato para la generación de
envases para alimentos, bebidas embotelladas y lubricantes, entre otros – la naturaleza
puede tardar hasta un milenio en desintegrarlos -, y resinas epoxidicas usadas en trabajos
industriales como revestimiento de suelos y como adhesivo en la manufacturación
industrial de los vehículos.
La alta peligrosidad generada por el uso del Biesfenol A viene determinada desde el
año 2010, establecida en la reunión de expertos investigadores auspiciada por la
Organización Mundial de la Salud efectuada el 3 de noviembre de ese año, donde se
precisó la toxicidad de tal compuesto químico utilizado en la fabricación del plástico;
como consecuencia de dicha reunión, en el año 2011 la Unión Europea prohibió el uso
de Biesfenol A para la fabricación de biberones al igual que en juguetes infantiles; en
nuestra Venezuela aun esperamos que se hagan públicas resoluciones en este aspecto.
Es preocupante la cotidianidad en el uso del plástico por parte del colectivo
venezolano así como también la evidente ineficiente disposición final de todos los
residuos sólidos domésticos, caracterizada tal ineficiencia por una casi total ausencia
de tratamiento y/o reciclaje con miras a proteger el ecosistema – a esta fecha, imposible
obtener cifras verificables en tal sentido -; mayor es la preocupación al observar que
alrededor de 327 emisoras radiales comunitarias distribuidas a lo largo y ancho de la
Nación y favorecidas por subvenciones del Estado venezolano y docenas de canales de
televisión no colaboran para informar al colectivo sobre las resoluciones
internacionales en materia del cuido necesario que hay que darle al medio natural –
resoluciones de Asambleas y/o Organismos Internacionales donde funcionarios del mismo
Estado venezolano son protagonistas y/o participantes -; medios de comunicación que
tampoco se avocan a organizar a su audiencia para generar consciencia colectiva que
lleve a la idea común – identidad universal, en atención a la filosofía hegeliana – de lo que
representa la contaminación para el Medio Ambiente y la necesidad de clasificar los
residuos en nuestros propios hogares así como también realizar gestiones para su
reciclaje; además, avocarse de corazón para monitorear el elemental cuido y
protección de las áreas verdes en espacios urbanos, bosques y especies vegetales
únicas en Parques Nacionales y otras áreas protegidas por la Ley.
De aprobarse para el año 2024 las medidas ambientales estrictas y vinculantes para
todas las Naciones contra el uso del plástico como se comenta en los altos Organismos
Internacionales del planeta desde el año 2022 – no sabemos cuáles acciones de fuerza se
podrían implementar, ya que los Estados son soberanos y, como hemos evidenciado
estadísticamente en este escrito, no existe en ellos una voluntad firme universal de cambiar
voluntariamente el anti ambientalismo como política pública -, con toda seguridad tales
resoluciones traerán a los habitantes tanto de la República Bolivariana como de los
otros Estados muchas incomodidades. Entender a NO USAR plástico en nuestro día a
día y establecer como rutina la denominada “Economía Circular“en nuestra
consciencia colectiva requerirá de un gran esfuerzo y, en esto, el papel educativo de
los entes del Estado a través de la gran cantidad de medios audiovisuales
subvencionados por él tienen una responsabilidad vital para la salud del ambiente y, lo
básico jurídico, ajustarse a Derecho en atención a las resoluciones existentes en
materia de respeto, cuido y protección al medio ambiente; es imperativo actuar en
este sentido de una buena vez y, para ello, la Guardia Nacional Bolivariana es la
señalada por la legislación nacional para ejercer la respectiva guardería ambiental, no
pueden evadir su responsabilidad constitucional.
Síntesis hoja de vida profesional:
Geógrafo Pascual Curcio Morrone, UCV- 1983; Especialista en Análisis de Datos, UCV–
1989; Especialista en Fotogrametría, IPO, adscrito a la Universidad de Stuttgart,
Alemania 1990; Fundador y primer Coordinador del Programa de Estadísticas
Ambientales del Instituto Nacional de Estadísticas de Venezuela con 6 publicaciones:
“Índice de Calidad Ambiental, ICA”, año 1998; “Estadísticas Ambientales de
Venezuela”, año 1999; “La Dicotomía Urbano – Rural en la Realidad Venezolana”, año
2000; “Generación de Residuos Sólidos y Urbanismo”, año 2000; “Cuentas de Agua y
Urbanismo”, año 2003; “Índice de Calidad Ambiental, ICA”, año 2004. Otras
publicaciones distintas a la temática propiamente ambiental: “Marco Conceptual del
Plan Nacional de Desarrollo Ferroviario 2006 – 2030”, IAFE ahora IFE, año 2005; “Índice
Diplomático de Información Geopolítica, IDIG, hacia las mancomunidades y la
negociación en bloque, síntesis ejecutiva”, Ministerio del Poder Popular para
Relaciones Exteriores, año 2010; “Un Cuento Helénico Y Otros Más”, editorial Círculo
Rojo, España, año 2019.
pascualc21@hotmail.com / Caracas, 14 de febrero del
año 2023