Por: Jesús Puerta |
Muchas veces me he preguntado de dónde viene ese odio y ese desprecio, evidentemente reactivos, de algunos dirigentes políticos maduristas o burócratas adulantes, contra los escritores, pensadores, maestros, en fin, contra los intelectuales ¿Será que sus malas notas en la escuela, el liceo, las aulas universitarias posibles, alimentaron un profundo rencor? ¿Será que atribuyeron a la mala voluntad de los profesores su escaso rendimiento académico? ¿Habrán sido humillados en público o en secreto por la pertinente aclaración de algún estudioso? ¿O han heredado la tradición del abusador del liceo, el que tenía acoquinado al «cerebrito» de la clase, el que sometía al resto del salón a punta de brutalidad? ¿Será la misma enfermedad de odio al intelecto de aquellos que se acercan, sin darse cuenta, al fascismo de aquel triste personaje español que afirmaba, arrogante y tronante, que cada vez que escuchaba de inteligencia, quería sacar el revólver?
Me refiero al mismo impulso feroz que lleva al bruto a ladrar la etiqueta de «habladores de guevonadas» a algunos autores de libros, nunca leidos por quienes siempre son vencidos por una invencible flojera de avnzar más allá del tercer párrafo. ¿Cuál es el alcance, por ejemplo, del odio detrás de las palabras de Jesús Farías, con las que descalifica, derrochando expresiones paralinguísticas (tono de voz y gestos despectivos) a un escritor y estudioso como Luís Britto García, negándole hasta el título más propio, más obvio, aunque polisémico, de «intelectual» a alguien que hasta hace poco era, precisamente, el intelectual del gobierno?
El motivo explícito de este juicio sumario, que borra con esa fracción deleznable del aliento necesario para decir un insulto, una extensa obra premiada y reconocida desde hace mucho más tiempo que el que tiene el chavismo, una escritura que ha iluminado la cultura nacional, con una impresionante erudición que abarca el análisis histórico, la sociosemiótica, una narrativa sorprendente e innovadora, una crítica literaria y de medios de estatura universal, y hasta un análisis jurídico impecable, es que el «tal Britto», o sea, Luís Britto García (nombre pronunciado con afectado olvido, como quien se olvida quién era el percusionista de un grupo de reggaetón; algo que no tiene la menor importancia), no ha incorporado a sus análisis «el bloqueo» ¡Mira tú!
¡Pero si el maestro (el título se lo merece) ha machacado una y otra vez lo del bloqueo! ¡Ha atacado insistentemente las agresiones históricas, pasadas y actuales, del imperialismo norteamericano! Este intelectual (dicho con todo respeto) ha tenido que torcer el sentido obvio de sus razonamientos para poder justificar al gobierno, hasta ser visto como un «intelectual orgánico» del chavismo en general. Pero eso sí, al lado de la debida referencia al impacto de las sanciones económicas de Estados Unidos (no en el tono ritual de algunos discursos ya burocratizados), ha analizado y comentado varios fenómenos graves del llamado «proceso bolivariano».
Entonces, ¿cuál ha sido esa acción escritural del maestro Britto que le ha valido este relámpago desde el Olimpo de este supuesto gran gurú de la economía dolarizada, hiperinflacionaria, antilaboral, etc.? ¿Cuál ha sido el gran pecado de este destacado intelectual venezolano, que publica casi que un libro anual desde su premio «Casa de las Américas» de 1970 por su inolvidable texto «Rajatablas», como para merecer ese dicterio del verdugo inquisidor de apellido Farías? No lo sabemos, pero tenemos nuestras sospechas, porque el maestro Luís, con su ya demostrada inteligencia y conocimientos demostrada hasta la saciedad, ha señalado varias graves desviaciones de este gobierno.
Una de las primeras «figuras conceptuales» que ha atacado Britto García ha sido el burócrata «matavotos», ese inepto que, no solo retarda con saña cualquier gestión de los ciudadanos, sino que evidencia una evidente corrupción en el hecho mismo de haber llegado a ese puesto sólo por haber sabido adular eficazmente, sin ningún conocimiento o siquiera aptitud para desempeñar la función asignada.
También ha cuestionado claramente el maestro Britto García algunas producciones legales que, según su análisis, constituyen una desviación respecto de un supuesto programa antiimperialista del proceso que él siempre ha defendido con fuerza. Por ejemplo, se ha referido a la «Ley Terminator» para aludir a las terribles leyes de estímulo a las inversiones extranjeras. Así mismo, ha señalado que la Ley de Zonas Especiales consagra la apertura de la maquila en el país y la entrega de su territorio. Esas, y otras decisiones, ha señalado el maestro Britto, han afectado la soberanía nacional y se hallan en contravía al planteamiento original chavista, específicamente a su documento más divulgado: el Plan de la Patria.
Vale insistir en que el gran escritor, investigador social, historiador y jurista, siempre ha defendido a este gobierno, a pesar de sus críticas específicas, mencionando en sus textos, una y otra vez, como estipula una suerte de catecismo oficialista, las sanciones norteamericanas a Venezuela. De modo que, este ataque, esa impertinencia, esa brutalidad, esa estupidez de Farías, podría ser parte de una nueva vuelta de tuerca en el seno del chavismo-madurismo. Una especial operación de represión del pensamiento, de la expresión escrita, de la voz y el gesto, congruente con otras tantas medidas, como esa de solicitarle a los productores de programas radiales una lista previa de sus invitados, aplicando una censura previa, cuyo antecedente más reciente vendrían siendo la aplicada por CAP momentos después del 27 de febrero; como esa de cerrar emisoras de radio, bloquear plataformas virtuales. También es congruente con esa labor constante de desprestigio, amenazas sistemáticas, descalificaciones e insultos con que varios voceros oficiales, como el muy bien vestido Pedro Carreño, han atacado a un gremio de tanta tradición de lucha en este país lo como es el del magisterio.
También es congruente esta acción (discursiva, mediática) de Farías, con el desastre en que ha terminado la educación en este país. Según datos confiables, en este país hay un déficit de 250 mil plazas profesores de ciencias (física, química, biología y matemáticas) en secundaria, porque en todo el país solo hay tres mil profesores en esas áreas. Por eso, pretenden ahora unificar el título de bachiller sin calificativo. O sea, formalizar el desastre: normalizarlo. Eso en un mundo desde hace décadas se considera el conocimiento científico como una fuerza productiva de primer orden y se está llevando a cabo una revolución científico-técnica, que nos ha hundido cada vez más en el atraso más lamentable.
Como si fuera poco, el Farías hace una analogía extraña (para no colocar otro adjetivo más adecuado) entre Maduro y Lenin. Dice «si Maduro es neoliberal, entonces Lenin lo fue también por la aplicación de la NEP». Por supuesto, la referencia alude a la historia de la URSS, una reconstrucción histórica que hoy en día sólo interesaría a los trasnochados marxista-leninistas, o sea, a los comunistas, sus amigos, y a los trotskistas, sus gemelos enemigos.
El cuento simplificado para todos los neófitos, es que, inmediatamente después de la guerra civil a la que tuvo que responder la naciente revolución socialista de 1917, encontrándose el gobierno soviético ante un país completamente destruido, las ciudades arrasadas, con una clase obrera diezmada, se asumió la política de estimular a los campesinos de pequeñas, medianas y algunas grandes propiedades, para que produjeran comida a precios establecidos por el mercado. Es decir, que, luego de un inicio sumamente difícil, con una sangrienta y muy destructiva guerra, cuando el primer socialismo del mundo tuvo que expropiar industrias y centros productivos, Lenin, el principal dirigente de aquel proceso, propuso la Nueva Política Económica. Atrás tuvo que quedar la política del llamado «comunismo de guerra» en que el naciente Estado tuvo que centralizar la producción, aplicar duras medidas para mantenerla y distribuirla, para poder hacer frente a aquella destructiva conflagración. A partir de 1922, las graves circunstancias de la guerra llevaron a Lenin a proponer aquel primer «socialismo de mercado».
Vale destacar que los dirigentes de entonces explicaban que se hallaban en una situación sumamente excepcional, limitada en el tiempo, con unos objetivos muy específicos: recuperar la producción de comida, la agricultura, para poder alimentar las ciudades, es decir, la industria que se mantenía en manos de los soviets, todavía entonces activos. Eso se mantuvo hasta 1928, unos años después de la muerte de Lenin. Se mantenía como una estrategia hacia el socialismo. Incluso, uno de los principales dirigentes bolcheviques (Bujarin) llegó a plantear que se debía mantener ese esquema de convivencia de la economía del Estado socialista con el capital privado durante un largo tiempo, en un «socialismo a paso de tortuga». Por otro lado, Trotsky, otro gran dirigente bolchevique, propuso en un momento dado dar un viraje hacia la colectivización del campo, porque la NEP iba a producir un aumento de precios de los alimentos que no podría ser respondido por el sector industrial, como lo indicaban los gráficos de los datos que tendían a dibujar una «tijera», el encuentro en un punto de los precios rurales en ascenso y los urbanos en caída libre. La dirección del Partido dirigente no escuchó a Trotsky. al contrario, Stalin y sus aliados conspiraron contra él hasta expulsarlo del Partido. Pero eso es ya otra historia.
En todo caso, la NEP de Lenin fue una política concreta para una situación concreta. No fue una expresión de neoliberalismo, sino una respuesta excepcional para una situación excepcional. A los responsables del gobierno no les convendría seguir con esa comparación porque pretenden ganarse la confianza del capital extranjero (y, en menor medida, nacional) y la NEP supone la perspectiva de un viraje posterior de la estrategia económica hacia la colectivización, lo cual espantaría a los capitalistas que hoy se pretende enamorar con las políticas laborales, de impuestos, de acuerdos secretos de entrega de recursos mineros. La situación de Venezuela es completamente diferente a la rusa de 1922. Tanto por las razones de la destrucción del aparato productivo, como por la capacidad y orientación de los gobernantes.
Aunque se ha insistido demasiado con la frase vacía de la «guerra económica» como explicación única de la actual crisis, las medidas punitivas de Estados Unidos contra Venezuela comenzaron en 2018 y 2019, mucho después de que se manifestaran señales de la presente profunda crisis que llevó a una caída del 80% del PIB y una monstruosa hiperinflación que amenaza ahora de nuevo. La guerra civil sí fue una auténtica guerra, no esta mezcla de ineptitud, corrupción, despilfarro de recursos y mucha, mucha robadera, en función de una apropiación delictiva de la renta hasta crear una nueva burguesía. En todo caso, es cierto que los efectos de esa incapacidad administrativa, robo y saqueo, son parecidos a los de una guerra. Son iguales a las bombas y las matanzas, como la que ha sufrido el pueblo venezolano y ha determinado la huida, por motivos económicos, a más de 7 millones de compatriotas.
Además, el neoliberalismo tiene unas raíces históricas completamente diferentes a las de la NEP. Se relacionan más bien, sobre todo en la década de los 1980 cuando se impuso el llamado «consenso de Washington» de las políticas de ajuste de los organismos multilaterales de crédito (FMI, BM, etc) y los gobiernos de Reagan y la Thatcher, con una respuesta del capital financiero internacional a la estanflación (estancamiento e inflación) provocados, según los voceros imperiales, por las políticas keynesianas y del «Estados de Bienestar» de la postguerra.
De modo, Farías, mejor te callas que ya mucha militancia de base del PSUV está reaccionando indignada, y eso choca con la política de aniquilar a cualquier opción de oposición de izquierda (como el PCV, al que le quieren quitar la tarjeta) al mismo tiempo que se intenta llegar a acuerdos con Fedecámaras y a un sector pragmático de la derecha.
Pero sé que seguirás insultando a la inteligencia que queda, dentro y fuera de tu Partido de sostenedores de esta cúpula lumpen burguesa.