Por Nelson Barrios González
“La política ya no pretende “modificar la vida” y los parlamentos pierden su rol de representación de las demandas sociales. Son tan sólo lugares en los que se define de manera más o menos pragmática la base de apoyo del Poder Ejecutivo que, es un administrador y sobre todo un Banco.” (1)
Alain Touraine
Dos fantasmas recorren a Venezuela; el primero, es el fantasma de las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea nos impusieron para degradar nuestro modus vivendi, el otro fantasma está representado en la política salarial del gobierno revolucionario. Ambos fantasmas marchan juntos el uno al otro como criaturas siameses y actúan sin piedad sobre la sociedad venezolana, afectando, como es de suponerse, en mayor grado a las clases sociales más vulnerables, que son, esencialmente, los trabajadores que viven de un salario; por eso el conflicto más visible hoy en Venezuela, es el que se presenta, alrededor de la política salarial del gobierno revolucionario.
En este sentido, en los últimos días, se ha hecho presente una controversia que poco a poco ha ido cobrando mayor relevancia en las redes sociales sobre el tema relacionado con la política salarial del gobierno revolucionario, siendo sus protagonistas, entre otros, los diputados Jesús Faría Tortosa y Tony Boza, y los profesores Luis Britto García, Juan Carlos Valdés y Pasqualina Curcio.
Más que del contenido de la controversia, lo que por cierto el lector puede seguir a través de las redes sociales, en este artículo quiero ocuparme puntualmente del carácter, si pudiera decirse “procedimental” que ha envuelto a esta discusión.
En primer lugar, está el gobierno que prácticamente no dice mucho o nada sobre cuáles serían las medidas que estarían analizando para salirle al paso a ese macabro mecanismo de una moneda extranjera que se traga el salario de los venezolanos casi sin ningún control. Lo única explicación rescatable en los anuncios presidenciales podría ser lo que dijo el presidente Nicolás Maduro en su discurso ante la Asamblea Nacional, a propósito de la presentación de su memoria y cuenta del año 2022, cuando señaló que para el año 2023 su gobierno ha definido seis líneas de trabajo, siendo la primera “Consolidar el crecimiento económico con igualdad.” ¿Qué significa eso? Para el gobierno nacional, según lo expresado por el primer mandatario, lo que se busca es: “Transformar las condiciones materiales a favor de la equidad, la igualdad y la inclusión, produciendo riquezas para la distribución con justicia.” Eso esperamos la mayoría de los venezolanos.
En segundo lugar, están los especialistas en el área de la economía que se han tomado el trabajo de exponer un conjunto de propuestas y opiniones bien fundamentadas que buscan poner fin a la debacle que inexorablemente se presentará en el país, si el asunto de los salarios no es tratado como debe ser, es decir, eficazmente. En este orden de ideas, la propuesta más publicitada es la que los profesores Tony Boza, Pasqualina Curcio y Juan Carlos Valdés han hecho conocer a través de publicaciones, medios de comunicación social y las redes sociales, propuesta que en síntesis podría resumirse en la idea de la indexación de la economía. (2)
Finalmente, está el diputado Jesús Faría, quien en su condición de diputado presidente de la Comisión Permanente de Economía, Finanzas y Desarrollo Nacional de la Asamblea Nacional, se ha atribuido la tarea de fungir como un calificado vocero de las políticas económicas y salariales del poder ejecutivo, aun cuando ésta función en estricto sentido no le corresponde. El diputado Faría Tortosa ha ejercido éste protagonismo armado de un estilo intransigente y pendenciero (3) que en lugar de ayudar lo que hace es, como suele decirse, intentar apagar el fuego con gasolina.
Son tantas las humillaciones, descalificaciones y atropellos que el diputado Farías ha repartido a diestra y siniestra que ha puesto a pensar a propios y extraños acerca de qué hacer con él. Por ejemplo, Andrés Giuseppe ha opinado que si Faría fuese cualquier militante, ya el PSUV “lo hubiese llevado al Tribunal Disciplinario.”(4) Lo cierto es que la actitud del diputado Jesús Faría, perjudica la imagen de preocupación por los problemas sociales vinculados con el mundo laboral, que el gobierno ha dado.
Ahora bien, en tanto que ciudadano elector yo me he hecho la siguiente interrogante: ¿A quién representa Jesús Faría en la Asamblea Nacional, al gobierno o a los ciudadanos? ¿Será necesario recordarle al diputado Faría el contenido del Artículo 197 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela? Si es así, entonces recordémoslo:
“Los diputados o diputadas a la Asamblea Nacional están obligados u obligadas a cumplir sus labores a dedicación exclusiva, en beneficio de los intereses del pueblo y a mantener una vinculación permanente con sus electores y electoras, atendiendo sus opiniones y sugerencias y manteniéndolos informados e informadas acerca de su gestión y la de la Asamblea. Deben dar cuenta anualmente de su gestión a los electores y electoras de la circunscripción por la cual fueron elegidos o elegidas y estarán sometidos o sometidas al referendo revocatorio del mandato en los términos previstos en esta Constitución y en la ley sobre la materia.”
El recordatorio de este artículo es clave para lo que vamos a proponer, porque el señor Faría, para más señas, economista y profesor de economía, tiene que pensar muy bien cuando habla sobre algún tema que involucre los intereses de la sociedad venezolana, pues él fue elegido como diputado de un circuito o circunscripción electoral que está conformada por ciudadanos electores y es precisamente a ellos a quien Faría debe rendirles cuenta de su gestión. Faría no fue electo Ministro de Economía, ni asesor del Presidente de la República. No, Faría debe tener muy en cuenta que su gestión, como indica la Constitución, debe ser, “…en beneficio de los intereses del pueblo y de mantener una vinculación permanente con sus electores y electoras, atendiendo sus opiniones y sugerencias…”
Como Jesús Faría no fue electo diputado para representar la vocería del gobierno en los temas económicos, pero sí para defender los intereses de sus electores, su gestión se debe a ellos y a más nadie. En este sentido sería interesante conocer si el diputado Faría tiene algún mandato de sus electores en el sentido de mantener a toda costa los salarios de los trabajadores venezolanos en un nivel de subsistencia para beneplácito de la clase empresarial venezolana que se regocija de tener a alguien en las filas del gobierno revolucionario que “gratuitamente” les hace el trabajo sucio mientras ellos se embolsan lo que les corresponde y lo que no también.
La arrogancia con la que el diputado Faría aborda la discusión sobre la política salarial del gobierno revolucionario, lo que por lo demás le permite, desautorizar a quienes no piensen como él, debería llamar la atención de los dirigentes del partido PSUV, por cuanto con esa actitud, Faría más que ayudar al proceso, se convierte en una especie de quinta columna cuya función tiende a favorecer la deserción de las filas de la revolución de aquellos sectores con dudas en su formación ideológica.
Faría fue votado por el pueblo para que impulsara la revolución desde esa trinchera, no para salvaguardar un orden herido de muerte que se niega a desaparecer. Sería oportuno recordar que Carlos Marx, consideraba a estos economistas que no entendían los alcances del contenido crítico incluido en El Capital, como “economistas vulgares”, “espadachines a sueldo del capital”, “testaferros filosóficos del orden burgués”, “guardianes del sistema establecido”. Entre las muchas cosas que Marx quería que esos economistas comprendieran, era una idea que, para él, estaba en el mismo corazón del pensamiento dialectico, según el cual: “la única manera de permanecer es cambiar”. Es decir, que sí queremos que nuestra sociedad se transforme en algo distinto, definitivamente tenemos que empujar para que cambie. Esa fue la manera de Marx espetarles en la cara a esos economistas que sus críticas a la sociedad capitalistas, no eran como pensaba el padre del economista suizo León Walgras, respecto a los planteamientos económicos de su hijo, según el cual “el mercado genera necesariamente una armonía perfecta y libre de todo tipo de conflictos”, (5) lo que en definitiva sólo servía para “mantenerse en los límites más inofensivos respecto a los señores propietarios”. (Ibídem)
En fin, como el diputado Jesús Faría, al igual que todos sus colegas diputados, deben dar cuenta anualmente de su gestión a los electores y electoras de la circunscripción por la cual fueron elegidos o elegidas, también, y es bueno recordárselo, está sometido al referendo revocatorio del mandato en los términos previstos en la Constitución y en la ley sobre la materia. Como el mandato de los diputados es de cinco años, en caso de considerarse la posibilidad de realizar el revocatorio del mandato éste debe hacerse a partir de la mitad de su mandato. Sería interesante saber si aún hay oportunidad de revocar el mandato del diputado Faría a fin de considerar esa opción como forma de decirle a Faría y a los demás diputados que actúan como él que su poder no le da derecho a maltratar a los ciudadanos que se atreven a opinar sobre materias de interés nacional.
Al economista Jesús Faría hay que recordarle que la sociedad en la que él ejerce como diputado representante del pueblo revolucionario sigue siendo una sociedad capitalista, que trata de abrirse paso a través de un modelo político sui generis, y por eso hemos sido acosados por los centros que detentan el poder económico y político a nivel mundial, eso y sólo eso debe ser suficiente para que él asuma que su gestión debe servir a la transformación de las relaciones que prevalecen en la reproducción del capitalismo, y esto solo se logra luchando contra los que se benefician groseramente de unos recursos que son de todos.
La lucha contra el ataque al bolívar mediante la manipulación de la paridad cambiaria bolívar/dólar, la recuperación progresiva del ingreso para todos los sectores trabajadores que vivimos de un salario, la garantía del acceso a la canasta básica de bienes y servicios, son objetivos irrenunciables e impostergables para fomentar la estabilidad y el rumbo del proceso revolucionario. Y para ello necesitamos el concurso de los actores significativos: gobierno, diputados, especialistas, intelectuales orgánicos, movimientos populares, en fin, de todas las fuerzas que defienden esta revolución, en un diálogo libre de las presiones del poder constituido y de sus espontáneos (6) espadachines.
NOTAS:
1.- Touraine, Alain. Crítica de la modernidad. Editorial Fondo de Cultura Económica. México. 1994. Pág. 187
2.- Cfr. Boza, Tony, Valdez, Juan Carlos, Gómez, Arles y Omar Muñoz. Propuesta para indexar la economía, rescatar el poder adquisitivo del salario y del presupuesto público. Caracas, Venezuela. 27 de febrero de 2021. En el mismo año 2021, con la autoría de Pasqualina Curcio, Juan Carlos Valdez y Tony Boza, se publicó el folleto “Indexación para principiantes”. Ediciones BozaConValdez.
3.- Confirmando así la apreciación del historiador británico Eric Hobsbawm, cuando opina que los economistas son “una tribu notablemente pendenciera…”. Cfr. Historia del Siglo XX. Editorial Crítica. Barcelona, España. 2003. Pág. 276
4.- Cfr. Giuseppe, Andrés. “El PSUV de Hugo Chávez tiene un gran problema que resolver: ¡La arrogancia de Jesús Farías!” Publicado el 17/02/2023. Disponible en: https://www.aporrea.org/actualidad/a319639.html
5.- Al respecto véase a Fernández Liria, Carlos y Alegre Zohonero, Luis. El orden de El Capital. Monte Ávila Editores Latinoamericana C. A. Caracas, Venezuela. 2019. Pág. 155
6.- En el lenguaje taurino un espontáneo es aquella persona que, ajena a los profesionales que están actuando en un festejo se lanza al ruedo con la intención de dar algunos pases al animal; suele considerarse esta acción como una interferencia que estropea la lidia.