Si llegan a juntarse habrá una revolución

Por: Arnaldo Aguilar Dorta 

Probablemente un chavista empobrecido y traicionado al igual que su homólogo, un empobrecido de la oposición dejado también en la estacada por sus pseudirigentes, se identifiquen a partir de un unico deseo, salir de esta pesadilla madurista-fedecámaras-oposición de derecha proimperialista norteamericano, que aparentando ser opuestos, se complotan para favorecerse así mismos, repartiéndose las riquezas del país mientras el pueblo sufre observando como se destruye su vida.

Puede advertirse claramente, que ambos, chavistas empobrecidos y opositores empobrecidos, están de acuerdo con que los hospitales funcionen, que las escuelas funcionen, que haya agricultura nacional, que haya producción petrolera, que se reactive el aparato productivo, que se cuente con verdaderos empresarios productivos, que haya propiedad comunal, que no cunda el político ladrón ni del gobierno ni de la oposición, que las criminales sanciones de los gringos se acaben, pero si continuan, entonces, que todos las suframos y las enfrentemos y no sólo los más pobres. Con seguridad que coincidiran con que se elimine el burocratismo, que haya ciencia, tecnología y arte al servicio y para bienestar de toda la sociedad, que estemos insertos en el mundo y no a la cola de nadie, que haya un transporte público digno y bien organizado, que haya puestos de trabajo bien pagados para todas y todos, que haya respeto por la naturaleza en fin que haya un país donde quepamos todos en paz con justicia social y libertad. A menos que ambos sean unos disociados mentales y deseen vivir en desgracia, pero en general chavistas empobrecidos y opositores empobrecidos todos quieren dejar de ser empobrecidos y vivir en un país que funcione para la vida.

Pero, ¿es que acaso, un chavista empobrecido y un opositor empobrecido no hacen parte de la misma clase social desposeída de medios de producción, que con lo único que cuentan es con su propia fuerza de trabajo para alquilarla a los capitalistas explotadores? El auténtico sentido de esta pregunta está en la respuesta, que nos dice, que es un absurdo continuar dividiendo en el plano ideológico y en el de la organización política a estas dos porciones de una misma clase social cuando en realidad pertenecen a la misma comunidad.

Hay aspectos de la realidad, para no decir que todo, que funcionan en el anonimato y precisamente la ciencia se encarga de descubrir, y más específicamente la filosofía de la liberación es la encargada de desvelar con el propósito de dotar a los empobrecidos del madurismo-fedecámaras-oposición de derecha proimperialista, con las herramientas para su propia liberación.

Por lo tanto, se necesita comenzar por romper con el sentido común predominante, por adoptar una nueva lógica de percibir las relaciones que se desenvuelven en el seno de la sociedad, deslastrarse de esa otra que está predispuesta a ver el mundo sólo en blanco y negro, con un reduccionismo dicotómico. Y para lograr tal ruptura debemos aprender a leer la realidad venezolana no con el pensamiento habitual que todo lo fragmenta y divide, sino requerirá una lectura inaudita, que genere nuevos sentidos, que forje una visión dialectico-holística para salir de las ergástulas epistemológicas que nos obligan a interpretar y conocer nuestra realidad con los ojos de quienes nos oprimen, de la ideología dominante. Es urgente, pues, que los empobrecidos del chavismo y los empobrecidos de la oposición se deshagan de la ideología de las clases explotadoras y comiencen a ver su vida con sus propios familiares conceptos, los que están contenidos en la ciencia de su autoliberación.

Sosteniendo como base esta línea de pensamiento, planteamos entonces la siguiente hipótesis: si logran unirse en único y nuevo bloque histórico, los empobrecidos del chavismo y los de la oposición y toman conciencia de conformarse como una clase social para sí, con total seguridad se logrará frenar y revertir el desastre neoliberal en el que la alianza madurismo-fedecámaras metió a Venezuela y comenzar a construir un estado y una sociedad de productores libremente asociados.

En Venezuela estamos viviendo tiempos de lobos devorando a otros lobos, y eso está asociado como rasgo particular, y nada más ocurre cuando un sistema como el capitalista entra en una situación de crisis estructural profunda, y es precisamente lo que está sucediendo en Venezuela. Por lo tanto, Destruir el estado capitalista (objetivo supremo de toda revolución hecha por las clases trabajadoras) y sustituirlo por otro fundamentado en las lógicas del mundo del trabajo, no es un asunto de soplar y hacer botellas. Consiste, si somos capaces de sacar lecciones de la historia, en un asunto de una altísima complejidad.

Sin embargo, no es este el camino que quiero transitar en este artículo, sino abordar un aspecto más local, el que tiene que ver con la construcción necesaria de la unidad del pueblo venezolano como clase trabajadora para sí, condición sine qua non que debe alcanzarse previamente en el plano de la conciencia para comenzar a realizar una auténtica revolución social que lo transforme todo de raíz en beneficio de todo el pueblo, que no deje nada intacto del estado burgués, porque está suficientemente comprobado que cuando lo nuevo no es capaz de consolidarse el pasado entonces regresa por sus fueros y con más fuerza.

Cuando aquí hablamos de la clase trabajadora hacemos referencia hoy, en pleno siglo XXI, a todas esas agrupaciones sociales que se identifican por no tener otra opción sino alquilar su fuerza de trabajo, física o intelectual, a los capitalistas. En esta línea de pensamiento caben entonces desde la gran masa de obreros del campo y la ciudad hasta los trabajadores de la salud, de la educación, empleados públicos, mujeres, jóvenes, indígenas, incluyendo a los mismos miembros de las fuerzas armadas y en general, a toda mujer y hombre desprovistos de cualquier medio de producción. En este sentido, en la actualidad podemos afirmar que la inmensa mayoría del pueblo venezolano pertenece a la clase trabajadora.

Ahora bien, por qué es necesario dedicarle esfuerzos a definir esto. Lo es porque efectivamente una revolución social es el resultado de condiciones excepcionales, de la agudización de la lucha de clases, y en la medida que tengamos claro cómo es la estructura de clases de la sociedad venezolana contemporánea, su metabolismo, en esa medida se acertará en cuanto a la definición de la política de alianzas, asimismo se podrá identificar quien es el enemigo inmediato y el estratégico, y cuál debe ser el programa que la revolución de los trabajadores deberá llevar a cabo. Es en este momento tan especial cuando se proyecta en el cerebro colectivo un nuevo horizonte de vida, cuando todas las fuerzas transformadoras concentra todos sus deseos y voluntad por alcanzar el objetivo de destruir el viejo estado burgués y de hacerse con la conducción del nuevo estado; el de los trabajadores y trabajadoras.

Si estamos de acuerdo con lo dicho anteriormente, entonces, es necesario hacernos las siguientes preguntas para seguir avanzando, ¿qué sentido tiene entonces seguir dividiendo al pueblo trabajador venezolano en chavistas y opositores si ambos agrupamientos sociales son parte de una sola clase social, los desposeídos de poder político y medios de producción excepto su fuerza de trabajo para alquilarla al capitalista explotador, si ellos son los asalariados, los modernos esclavos? ¿ a quién beneficia esta división y enfrentamiento? ¿Cómo unificar a los empobrecidos del chavismo y de la oposición en un nuevo bloque hegemónico y con autoconciencia descolonizada?

No vamos a contestar en este artículo la última pregunta, la vamos a dejar sin respuesta con la esperanza de que la solución sea el resultado de la reflexión colectiva militante. El gobierno madurista está hoy muy débil, perdió el apoyo popular, el pueblo se dio cuenta de que este no es un gobierno del pueblo sino un gobierno de los empresarios capitalistas explotadores nacionales y transnacionales. Es urgente unir al pueblo venezolano en una máxima acumulación de fuerzas transformadoras.