Sergio Rodríguez, durante el foro Reestructuración del Sistema Internacional a la luz del conflicto en Ucrania.
Sergio Rodríguez Gelfenstein analiza conflicto Occidente-Rusia en Ucrania / Parte III
25/02/23.- El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, anunció en marzo de 2022 que puede ser posible un orden mundial más “justo” y “democrático”.
Durante su primera visita a China, poco después de haber iniciado la operación militar de desmilitarización y desnazificación de Rusia en territorios reunificados a la Federación rusa por elección popular, Lavrov habló con su homólogo chino Wang Yi, sobre la posibilidad de un sistema internacional basado en la paz.
“Estoy convencido de que al final de esta etapa la situación internacional será mucho más clara, y que nosotros, junto con ustedes y con nuestros partidarios, avanzaremos hacia un orden mundial multipolar, justo, democrático”, dijo Lavrov al ministro chino.
Más adelante, afirmaciones similares realizó el presidente ruso Vladimir Putin en conversaciones con su homólogo chino Xi Jinping, donde aseguró que la coordinación entre China y Rusia en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU, la Organización de Cooperación de Shanghái, BRICS y el Grupo de los 20, podría crear un orden mundial «justo».
¿Será posible un sistema internacional nuevo que se genere a partir de este conflicto? Un orden mundial que vaya encaminado a darle más fuerza al multilateralismo.
Para ello, desde Ciudad CCS, en esta tercera entrega de la entrevista realizada al periodista y analista internacional, Sergio Rodríguez Gelfenstein, les invitamos a nuestros lectores a acercarse a un análisis profundo en esta materia.
—Esta guerra, provocada por EEUU, ¿cómo afecta la conformación de un nuevo orden mundial?
—Esta guerra está provocando efectivamente una transformación en el sistema internacional por ahora, que en perspectiva puede significar la conformación de un nuevo orden mundial. Yo creo que no estaba en los cálculos de EEUU y de Occidente lo que iba a significar, pero esta transformación no se está produciendo por efectos de las acciones bélicas, sino más bien por las consecuencias y las manifestaciones de la guerra en otros ámbitos, como el político, el diplomático, pero sobre todo en los ámbitos comercial, económico y financiero.
Y esta conformación de un nuevo orden viene dada porque la respuesta planetaria al conflicto no ha sido la que EEUU esperaba. No hubo un apoyo masivo y mundial, podríamos decir, a las sanciones de EEUU contra Rusia, sino que se simplifica casi exclusivamente al apoyo de Europa, Japón, Australia, Nueva Zelandia, Canadá y algunos otros países del mundo.
Pero si nosotros excluimos a los países de la UE o de Europa, vamos a ver que estos suman alrededor de 30 o 32; por lo tanto, en todo el resto del mundo hay solamente 10 o 12 países que apoyan las acciones de EEUU.
Esto ha comenzado a tener repercusiones que se manifiestan en el ámbito energético. Por ejemplo, cuando algunos países importantes productores de petróleo como Arabia Saudí, Indonesia, Irán, Irak, no se han plegado a la solicitud de EEUU de aumentar la producción para bajar los precios. Al contrario, se ha producido un acuerdo que ha profundizado el que ya existía, en lo que se llama la OPEP Plus, es decir, la OPEP más Rusia y otros países.
Eso de una manera ha favorecido a las acciones en materia energética de Rusia porque, aunque está vendiendo menos, al aumentar los precios sus ingresos en el año 2022 han sido mayores.
En el plano financiero tampoco, a pesar de las sanciones y de que fueron congelados 300.000 millones de dólares de la reserva de Rusia en Occidente, y ahora se los pretenden robar como casi siempre hacen, las reservas de Rusia están más o menos al mismo nivel de 600.000 millones de dólares, que era lo que había antes del inicio de la operación militar especial el 24 febrero del año pasado.
De manera que las reservas de Rusia se han mantenido y esos 300.000 millones de dólares están congelados, y si Occidente tomara la decisión de robar ese dinero marcaría un precedente muy importante, porque significaría que el sistema financiero occidental no es garante de la seguridad de los recursos de otros países y la mayor parte de los países evitarían tener sus recursos en la banca occidental.
Entonces, en materia financiera, cuando también se analiza la fortaleza del rublo, uno puede darse cuenta que no hubo un golpe duro a Rusia. El rublo se cotizaba, el 24 febrero del año pasado, en 94 rublos por dólar; en el primer mes, después de que se empiezan a aplicar las sanciones, llegó a cotizarse a cerca o un poco más de 150 o 153 rublos por dólar, y después bajó hasta aproximadamente 80 o 70 rublos por dólar. Es curioso que el rublo se haya revaluado con respecto al dólar y al euro.
Por otro lado, otra de las situaciones que se han configurado y que son expresiones de un mundo nuevo, es el crecimiento de la alianza de China y de Rusia, con un aumento del intercambio comercial, económico y energético, con un incremento de la cooperación en materia militar y con una serie de alianzas en el plano político que van configurando una idea más o menos homogénea respecto de las problemáticas mundiales.
Ahora, si se quisiera señalar una fecha en que se ha manifestado con mayor nitidez el inicio de la conformación de un nuevo orden mundial, yo diría que esta se puede situar en julio del año pasado, durante la celebración en Indonesia de la reunión ministerial del G-20, donde EEUU no logró hacer aprobar una resolución de sanciones contra Rusia.
Se marcó una clara división del grupo que hasta hace poco tiempo era la mayoría de aliados de EEUU y eso hizo, en término simbólico, que no se realizara la cena o el almuerzo tradicional y que tampoco hubiera una foto final del evento. Lo cual también ocurrió cuando se hizo la reunión cumbre de jefes de Estado en Indonesia en noviembre del año pasado.
Se va marcando una división cada vez más clara en el sistema internacional; el sistema de Naciones Unidas ha entrado en crisis, no ha sido capaz de hacer nada porque ha mostrado una total parálisis con respecto a la guerra y, evidentemente, como Naciones Unidas tiene como secretario general a alguien que proviene de un país de la OTAN, es comprensible que muy poco pueda haber; y las escasas actuaciones del señor Guterres se circunscriben a tratar de salvar a los nazis, desde febrero y marzo del año pasado están aislados en Mariúpol, y que trató de protegerlos, por lo que el señor Guterres viajó a Rusia para hablar con el presidente Putin.
También, por una iniciativa del presidente Erdogan, se desbloqueó el envío de trigo hacia el exterior, que estaba bloqueado en los aeropuertos ucranianos por parte de las fuerzas armadas ucranianas y, bueno, ahí también de alguna manera Naciones Unidas tuvo alguna injerencia, pero muy mínima.
Esto también ha puesto en cuestionamiento el papel de Naciones Unidas como un instrumento neutral para la solución del conflicto, lo cual también es otra manifestación de la conformación de un nuevo orden.
Por supuesto, también en manifestaciones en las áreas culturales y deportivas. Las sanciones a los deportistas rusos y bielorrusos. Por tanto, las acciones que se tomaron en un organismo como la FIFA, que impidió que Rusia pudiera participar en el mundial de fútbol, por lo que dejó de ser mundial, solamente una copa de la FIFA, no una copa mundial. En materia cultural, el hecho de que se excluya a la cultura rusa, que es parte importante de la cultura mundial, también va cercenando espacios de compenetración global que auguran la necesidad de que se vaya configurando un espacio paralelo.
—¿Cómo ve usted un nuevo orden mundial?
—Para mí es difícil todavía dar una opinión terminante sobre cómo preveo un nuevo orden mundial, por todo lo que digo en la pregunta anterior, acerca de algunas manifestaciones en muchos ámbitos, de cómo se va configurando un nuevo orden mundial.
Me faltó también decir que la Organización Mundial del Comercio (OMC) quedó totalmente obsoleta. La OMC, una organización de Naciones Unidas, no trabaja para la realización del correcto desarrollo de comercio mundial, sino que trabaja en función de las sanciones, de los bloqueos, etc., con lo cual la OMC está perdiendo validez como también perdió validez la Organización Mundial de la Salud (OMS), que no tuvo ninguna capacidad de manejar la crisis del coronavirus, porque no pudo hacer nada contra los laboratorios occidentales que limitaban los insumos, las vacunas, a las que tenían acceso aquellos países privilegiados que tenían recursos y muchos países y pueblos se quedaron sin poder vacunarse y la OMS no pudo hacer nada.
Entonces, yo veo un nuevo orden mundial en gestación. Todavía no se pueden ver manifestaciones claras porque eso tiene que ver, en gran medida, con la profundidad de la crisis que se genere por la guerra y, por tanto, por la duración de la guerra. Sobre todo, creo que va a ser un elemento fundamental qué va a pasar en Europa, porque eso va a incidir directamente en el nuevo orden mundial. No sé si va a ser tan drástico como suponer que habrá dos órdenes mundiales: uno de Occidente y otro del resto del mundo. Tal vez pueda haber puntos de encuentro y tal vez no; pero lo cierto es que pareciera que se avanza hacia la construcción de una institucionalidad paralela porque, por ejemplo, con el tema de Swift, del cual excluyeron a Rusia y han excluido a otros países, como Venezuela, se va a tener que construir un Swift paralelo.
Con todas las acciones que se han tomado, por ejemplo, en la guerra de los microchips, a partir de las sanciones a China, los chinos están desarrollando su propia tecnología paralela. No sé si en algún momento se divide el Comité Olímpico Internacional y haya dos grupos olímpicos o algo similar en el fútbol, etc.
Cuando se habla de transformación y construcción del nuevo orden mundial, estamos hablando de una transformación estructural profunda, lo que se verifica en muchos años y tal vez décadas. Y esto apenas está comenzando y es muy difícil, por lo menos para mí, ver cuál va a ser la profundidad de la construcción del nuevo orden, pero lo cierto es que hay un esfuerzo por construir un nuevo orden mucho más democrático, participativo, en el que todos los países tengan la posibilidad de decidir por sí solos, sin injerencias, en el que prime la cooperación por encima del conflicto y en el que prime la paz sobre la guerra.
Si hay una gran mayoría de países que se plieguen a esta propuesta, evidentemente va a haber un orden mundial alternativo que se va regir por otras normas, por otras reglas y por otros principios. Que, aunque existen en el papel, las potencias de los países de Occidente no los cumplen y se trata de imponer un orden mundial basado en reglas, que son las reglas que ellos han creado y que se sustentan en la violencia, la fuerza, en el dominio, en la injerencia, en el chantaje y, por tanto, todo eso confluye en la guerra.
La guerra no puede ser el móvil del funcionamiento del orden mundial, tiene que ser la paz, y hay que conquistarla. Eso va a depender de la profundidad del desarrollo de los acontecimientos en Ucrania, pero también de la profundidad de la crisis que están generando estos acontecimientos particularmente en Europa.