Por: Miguel Jaimes |
Nadie permitió a la minoría occidental hablar en nombre de toda la humanidad.
Serguei Lavrov en la ONU.
En el curso del siglo pasado y de este que transcurre igual encontramos que la dominación extranjera por la guerra es espantosa, el orbe se ha convertido en un exagerado laberinto de calles sin salidas, tugurios, callejones y veredas canceladas, alcabalas tapadas de inmundicias inútiles, botes de basura radioactiva. Infestos mutilados que disparaban a inocentes y pobladores dejados sin humanidad, mientras, todas estas desgarradas protagonistas eran observadas en sus películas apocalípticas.
Deambulantes de otros gobiernos con hombres deseosos por todos los medios en tomarse todos los países productores de petróleo, ya sus armas han entrado de primero y cualquier rasgo de felicidad ha sido ahuyentando.
Obscenos abscesos repugnantes que envenenan al planeta con aviones, carros y barcos blindados capaces de seguir amenazando a la humanidad por la libertad de dominar a naciones productoras de crudo.
Para estar en estos teatros de operaciones —el arte de las tablas convertido en guerra— hay que proveerse con botas de caucho revestidas en cueros reforzados con puntas de acero y tener un gran olfato capaz de soportar la pestilencia de morgues las cuales estallan en cualquier lado del pueblo.
Por el control de las naciones petroleras iremos a una tercera guerra mundial —la guerra no se merece las mayúsculas—. Las reiteradas amenazas de ataques contra Rusia de llegar a suceder desencadenaría una respuesta aún mayor.
Cuando lleguemos a esto la OTAN se hará la desentendida mientras tropas de todo tipo aparecerán como salvadores combatientes y en todos lados intervendrán en absoluto silencio escandalizando con cada paso la tranquilidad si fue que algún día existió. No habrá ningún tipo de respeto internacional. Todo se habrá perdido. Después dirán que tomaron esa decisión en el momento justo y que la misma nos salvó.
La molestia porque Vladimir Putin permanezca en el poder sigue desatando un profundo insomnio. Jon Biden y sus seguidores de Europa exclaman a los cielos pidiendo al amor de Dios para que este hombre no permanezca más en el poder.
En los pasillos de la Casa Blanca los médicos del mandatario murmuran que el alzhéimer se ha acentuado, y que desconocer los consejos de su equipo inicia cada mañana con gritos de criminal de guerra, Putin carnicero, invasor de Ucrania, iremos en guerra contra ti. La ira lo ha tomado.
Generales con miradas de águila afirmar afrontar esta batalla con vista clara. Algunos ya llevan sus párpados caídos. El Pentágono y los cuestionados ministros de defensa europeos saben que esta batalla no se ganará en días ni meses. Ahora buscan declarar que antes de lo peor deben tratar de permanecer unidos. El cuadro de la foto final ya está montado y las figuras serán un desastre.
Todos saben que han caído en una lucha a largo plazo, mejor dicho, hasta que Joe Biden salga del poder el 20 de enero del 2025. Lo primero que recomendarán al próximo mandatario es que su primera decisión sea poner fin a esta locura, pero de aquí a la tan ansiada fecha aún faltan muchos meses y entonces cualquiera locura podrá suceder.
Imposible que de aquí a esa fecha la Casa Blanca no decida cualquier chifladura para sacar del Kremlin al más grande de los enemigos que hayan tenido desde el fin de la Guerra de Secesión y para lograrlo deberá suspender cualquier acuerdo que intente Ucrania.
Pero ahora que está de moda El Salvador de Nayib Bukele utilizaremos la mejor interpretación que ha resumido a un mandatario difícil de entender más por sus dificultades de pensador de derecha, aunque haya llegado con los votos de la izquierda, este dijo: «El gobierno de Estados Unidos decide quién es el malo y quién es el bueno y también cuándo el malo se vuelve bueno y el bueno se vuelve malo». Wuao, semejante atrevimiento, Biden dejará a Bukele en la heladera como dicen los argentinos.
Bueno, como de costumbre Washington dejará en la heladera a los mandatarios que les ponga el ojo, pero ahora el único centro de su política internacional es Vladimir Putin. Que la otra parte del mundo descanse mientras la otra parte está a punto de arder.
Este presidente —Joe Biden— juramentado en plena pandemia acosado y forzado por el poder oculto de las corporaciones que les manejan de tratarlo de viejo, senil, olvidadizo quien recorre apurado entre reuniones sin ningún resultado entre la OTAN, G7 y el Consejo Europeo, ahora ha dejado de andar entre Bruselas y Polonia donde quedó su estela de fracasos.
Sus ruedas de prensa donde figuras ucranianas que llevaban años sin visitar a su país distorsionaron con relatos fingidos de sufrimiento, mientras otro estruendoso fracaso se escuchaba tras las declaraciones de ministros de energía del Golfo Pérsico advirtiendo diplomáticamente que con sus producciones no contarán, Catar hizo lo propio y su ministro Saad Sherida al Kaabi afirmó que sustituir rápidamente el suministro de gas ruso a Europa era «prácticamente imposible».
Al Kaabi —ministro de energía e catar— también presidente y director general de la empresa estatal Qatar Energy, no dudó en afirmar que abandonar el gas y el petróleo ruso para pasar a otros proveedores sería difícil —realmente quiso decir que era una locura— para Europa, ya que «entre el 30 % y el 40 % del gas suministrado» al mercado procede directamente de Rusia, bueno no les pasará nada que no les hayan advertido.
Pero el Dios de la guerra —Biden— habla de diplomacia mientras descubre su agenda en la cual mandatarios de Europa desconocían. En Washington se quejan que con Europa sólo consiguen declaraciones y después de una gran pelea apenas se consiguió el envío de una flota tímida de tanques, pero no quieren ganar la guerra lo que desean es prolongarla.
Ahora se hará común que los países productores sienten al enemigo y sus amenazas. El tema será contener la rabia del Norte mientras esperan que el desconsiderado liderazgo les haga llegar al fin de su mandato.
Los directores del bloqueo se ahogan, pero aún su potencial petrolero está disponible solo para ellos. Hace apenas algunos años, suponían que, saliendo de Nicolás Maduro, el tema financiero los llevaría a mantener el control de las reservas venezolanas y poder manejar su producción, pero no lo lograron, entonces, ahora hay un cambio de táctica. Al ver precipitarse la situación en Europa no les ha quedado más remedio que anunciar el retiro de sanciones y aligerar los diálogos, esto se ha convertido en una trampa más.
La jugada de Estados Unidos ha sido provocar una guerra moviendo a mercenarios de sesenta y cuatro países mientras retiró a sus soldados de Afganistán para colocarlos en Nueva Zelanda, así rodear a China para no perder a Taiwán. Militarizan parte importante de Asia mientras van apareciendo tropas en Japón, Corea del Sur, Filipinas, Australia, India e Indonesia.
La paz llega a su precio el cual se revaloriza con el pasar de décadas en guerra. Una mampara de mentiras arriesga al planeta en una tristeza cercana a un tren oxidado el cual se aleja perdiéndose en unos rieles desajustados, una vez más veremos cómo se desvanecen las esperanzas…