No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizá en lo adelante todo sea más difícil.
Fidel Castro, en su entrada a La Habana (1959)
07/04/23.- La corruptela golpea el alma, sacude el espíritu, conmueve, exaspera sobremanera, cuando vemos a un exministro de Educación Superior y exdiputado con la toga anaranjada, aunque sin los ganchos reservados para los choros del barrio. Una escena frente a la cual provoca espetar: «¡Al paredón!», como ordenara Bolívar en Pativilca hace 199 años. Pero sabemos que por ahí no van los tiros, ya que el mismo Libertador, de la mano de Sucre y Samuel Robinson, insistió en la educación y la formación ciudadana.
Lo mismo sucedió en Cuba, donde en las primeras de cambio, en 1959, decenas de esbirros fueron llevados al paredón. En 1989, el general Ochoa probó la misma medicina. Similares escenas se han repetido en la República Popular China y en la República Socialista de Vietnam, pero donde decidieron desde hace varios años ahorrar municiones optando por la reeducación. Tema diferente es Estados Unidos, donde la pena de muerte sigue vigente, aunque reservada sobre todo para los afrodescendientes y gente latina. Ni pensar en el peluche Trump, en un país donde los congresistas no esconden sus compromisos con grandes empresas, entre ellos los vendedores de armas de la Asociación Nacional del Rifle (NRA).
Nuevas detenciones, como la del exgobernador del estado Trujillo Hugo Cabezas, quien ya tenía más de cinco años al frente de Cartones de Venezuela, nos dice que vivimos una situación de emergencia desde hace rato, porque casos como el de Cabezas o el del exministro de Educación Superior Hugbel Roa eran secretos a voces. Raro que no se hubiesen residenciado en Doralzuela, Miami.
Urge revolucionar la Revolución
Desde el arranque del proceso bolivariano, emprendido por el comandante Chávez en 1999, comenzó el tecleo sobre el gran viraje político del país, en los primeros portales como www.antiescualidos.com o por los medios alternativos Radio Perola (de Caricuao) y Negro Primero (en Sarría), donde uno de los temas principales era la necesidad de crear una moderna y poderosa organización política que coadyuvara en la gestión gubernamental. Luis Villafaña, en su libro Revolución en la Revolución (Fundación Editorial El perro y la rana, 2007) apuntaba queel debate referido al socialismo del siglo XXI, el partido único y la reforma constitucional, por una parte, y, por la otra, los cinco motores constituyentes, particularmente la Jornada Nacional Moral y Luces que, junto a la explosión revolucionaria del poder comunal, son garantías básicas para el gran salto en la conciencia de la mujer y el hombre venezolanos.
Las luces rojas se habían activado prontamente con los golpes, el militar y el petrolero en 2001, y las posteriores guarimbas. A la par se impulsaba desde el gobierno una masiva actividad educativa con la implementación de misiones, como Samuel Robinson, José Félix Ribas y Sucre.
La construcción del PSUV fue un importante paso hacia el apoyo al gobierno, aunque arrancaba con un golpe en el ala, como su dependencia como estafeta de empleo, o la dependencia gubernamental, sin una trayectoria forjada en la lucha revolucionaria, como se foguearon las demás organizaciones de izquierda durante la era puntofijista. Por esa rendija fue penetrando el voraz burocratismo que desvirtuó el proyecto originario.
La actividad educativa y de formación ideológica fue mermando hasta desaparecer con la llegada de la pandemia, durante la cual la Misión Sucre fue duramente golpeada, con pocas posibilidades de funcionar on line debido a la crisis telefónica, avivada por la corrupción en Cantv, donde hasta el momento las conexiones de muchas zonas dependen de técnicos corruptos, que se llenan los bolsillos martillando a los usuarios.
La mesa estaba servida para que, en pleno bloqueo y pandemia, se produjera la corruptela que hoy sacude el país y que sin duda alguna pone en peligro la obra bolivariana del comandante Chávez, cuyo sueño de los centros de formación ideológica —al estilo de la Escuela Superior del PCC Ñico López (Cuba), la Academia Hồ Chí Minh o la Konsomol soviética— quedaron en eso, en sueños que se lleva el viento.
La historia del movimiento revolucionario nos enseña que, si a estas alturas se asumen medidas profundas y sinceras, sin mucha fanfarria, se puede evitar un desastre político de magnitud internacional, como lo advirtiera el comandante Chávez cuando aseguró que el fracaso de la Revolución Bolivariana tendría repercusiones superiores a la que produjo la caída de la URSS, porque Venezuela representa la esperanza de muchos pueblos en todo el mundo. Recordaba también que, precisamente cuando el Pentágono decretaba el fin de la historia, en la patria de Bolívar se había reanimado la antorcha del sueño socialista.
Otros casos como el chino nos recuerdan que se pueden vencer las dificultades a tiempo. En esa dirección nos trasladamos a la irrupción en la palestra mundial del líder Deng Xiaoping, que había dicho: «¿Qué importa que el gato sea blanco o negro, con tal que cace ratones?». Estamos hablando de una revolución que triunfó en 1949, y que después de la profunda crisis del 1978 emergió para constituirse en el acontecimiento político más importante del siglo XX. Hoy es evidente que ha roto la unipolaridad, de la cual de jactaba hasta hace poco la Casa Blanca.
Más cerca, en el Caribe, Cuba resistía los ataques de la CIA, en Playa Girón o durante el Período Especial, entre 1990 y 2000, que impactó la isla tras la caída de la Unión Soviética. Sin embargo, el país siguió resistiendo ante el bloqueo gringo de 62 años, e hizo de sus debilidades plataformas para construir nuevas realidades que le permitieron, no solo superar la crisis, sino también conquistar nuevos espacios que convirtieron a Cuba en referente mundial en temas como la medicina preventiva, la educación y el deporte. Este último resulta una herramienta para la salud colectiva y la proyección cubana en el plano internacional. La isla impartió lecciones de solidaridad cuando auxilió inclusive a varios países capitalistas, como Italia, durante la pandemia.
Por su parte, Nicaragua, cuya Revolución sandinista conmovió al mundo tras derrotar a la dictadura somocista el 19 de julio de 1979, fue víctima luego del acoso económico y terrorista estadounidense, que apoyó a la derechista Violeta Chamorro, quien llegó a la presidencia con el respaldo gringo para superar al comandante Daniel Ortega en el proceso electoral de 1990. Sin embargo, los nicaragüenses superaron la pela, para emerger 16 años después y transformar al país de Sandino en una moderna sociedad, que hoy se ve consolidada a pesar de la insistente conspiración imperialista.
Recordad que la tormenta es una buena oportunidad para que el pino
y el ciprés demuestren su fuerza y su estabilidad.
Hồ Chí Minh
Ángel Miguel Bastidas G.