CARTA ABIERTA A ENRIQUE OCHOA ANTICH

Julio Castillo Sagarzazu

¡Épale Enrique! No te pregunto como estas porque en el estudio de televisión se te ve muy bien, de buena salud y aun con esa voz de trueno de Júpiter que te hace inconfundible. A nuestras edades, es un don de la mayor importancia.

Pero al grano, Te he escuchado implorando a Dios que evitara que María Corina Machado ganara las elecciones en Venezuela. Estas en todo tu derecho, cada quien reza por lo que le es mas caro. Cuando has hecho esto, lo hiciste con semblante adusto, subiste el tono, frunciste el ceño. Me fue inevitable recordar a Santa Teresa que rezaba sonriendo y cuando sus hermanas le preguntaban por qué lo hacía, les respondía con dulzura: “es que la mayoría de la gente reza para pedir, yo rezo para dar gracias”. Era evidente que tu rezabas para pedir que Dios apartara de Venezuela ese cáliz de dolor que para ti sería María Corina de presidenta. Bueno, de todo hay en la viña del señor. Yo rezo sonriendo para dar gracias de que veo que las cosas avanzan bien.

Pero prosigamos, dejemos las plegarias aparcadas y pasemos a lo medular de tu posición: Afirmas que Venezuela estaría mejor con Maduro que con ella en Miraflores. Bueno, tus razones tendrás para decirlo, pero no voy a caer en el lugar común y en la diplomacia fingida de decir que se trata de una posición “respetable” porque no lo es Enrique. Se trata de una afirmación que es nada respetable con los millones de compatriotas que se han ido; con los miles de pacientes que mueren de mengua en colas de hospitales; con nosotros los jubilados de 5 dólares mensuales; con los presos y los muertos en cárceles y calles.

A propósito de estos últimos Enrique, quisiera preguntarle al Enrique de Hoy, por qué olvidó al Enrique de ayer, aquel valiente defensor de los derechos humanos a quien todos admiramos. ¡Cuanto lo echamos en falta con las cárceles llenas de civiles y militares, presos de conciencia, con boletas de excarcelación!

O al Enrique conciliador, ese apóstol de la convivencia y el diálogo que ahora dispara, no desde la cintura, sino de la tapa de la barriga, contra un adversario político, solo porque no piensa igual que tú. ¡Caramba Enrique!

Es verdad, siempre se puede estar peor, pero a los venezolanos nos encantaría conocer las razones por las que piensan que Maduro sería mejor presidente que María Corina. Nos daría un gran gusto conocer ¿en qué cifras te apoyas; cual es la política exitosa que se pondría en peligro si sale de Miraflores?

Al respecto lo único que dijiste es que “la oposición estaría peor” no sabemos si te traiciono la conciencia y a cuál oposición te referías. ¡Y Si! es probable que “alguna oposición” esté peor, esa que, como los dirigentes de la Gran Bretaña se comprometen (allí es una tradición legal) a “hacer una leal oposición a Su Majestad” Pero el resto de lo que hoy es oposición, en su gran mayoría estoy seguro, estará metiendo el hombro y saltando por encima de sus diferencias, para tratar de reflotar el país.

Bueno, mi apreciado y viejo amigo, nada mas que agregar, desde nuestro último cordial encuentro aquí en Valencia, en un foro donde eras expositor y al que acudí con la fe del carbonero a escucharte para ver si leíamos en la misma página, no nos habíamos contactado. De verdad que lamento que haya sido para esta carta.

De todas formas, no perdamos las esperanzas de reencontramos, con todos nuestros cambios a cuestas y podamos, como lo hicieron (salvando las siderales distancias y a pesar de sus diferencias) Churchill, Stalin y Truman, para hablar de los nietos, café de por medio, ante de entrar a la sala de conferencias.

Si así no fuera, permíteme que te recuerde a nuestra pana burda común: el catire “Pecón”:
TE ESPERO EN LA BAJADITA. Ojalá hayas cambiado de idea.
Un abrazo,

Julio Castillo Sagarzazu