Debemos concentrarnos no solo en la expulsión negativa de la guerra,
sino en la afirmación positiva de la paz.
Martin Luther King
26/05/2023.- A pesar de sus reiterados fracasos en la arena geopolítica, el traspié gringo en la lejana Indochina sigue ocupando primera página en ese historial de las aventuras planetarias de la Casa Blanca, cual muestra de tozudez, aferrada al desgastado «destino manifiesto».
Fresquitos están los desvaríos de la estrella de la diplomacia gringa, Henry Kissinger, quien recientemente, después de elogiar a Rusia por su accionar en la euroasiática frontera, destaca el patriotismo de Ucrania, como para quedar bien con Dios y con el diablo. Eso es lo que hay.
Para hacer más musical el relato de los desastres cometidos por los Presidentes que ha tenido la tierra de Tío Sam, nos trasladamos a casi medio siglo, cuando la muchachada de los años sesenta hizo retumbar guitarras eléctricas y estruendosas baterías en los campus de las universidades estadounidenses, desde Washington hasta California, pasando por la ruidosa Nueva York.
Las bajas temperaturas neoyorquinas no fueron obstáculo para que unos mil quinientos estudiantes, liderados por Norman Randolph, y piquetes del partido Socialista calentaran el ambiente el 19 de diciembre de 1964, para gritarle al mundo que la guerra no era buena consejera para la familia estadounidense, cuestionando así la política belicista de Lyndon B. Johnson, quien en 1963 había tomado el mando, tras el asesinato, en Dallas, de John F. Kennedy.
El descontento no tardó en expandirse hacia el centro de poder, en Washington DC, donde la presencia de estudiantes, veteranos de guerra, familiares de soldados enviados a Indochina, religiosos y obreros superó la cita neoyorquina, a pesar de que el FBI, la CIA y otros cuerpos de seguridad habían activado operativos para infiltrar las masas humanas que gritaban contra la guerra y por la paz.
Las jornadas de demandas sociales influyeron en el nacimiento de una contracultura que ponía en entredicho el modo de vida estadounidense. En este sentido, jugó un gran papel el movimiento hippie, bajo la consigna del liberalismo, el pacifismo y el amor libre, que la CIA trató de quebrar con un plan que buscaba prostituir la rebeldía juvenil: la introducción de un alucinante llamado LSD.
La chispa que encendió el campus
Derrotada la «guerra especial», que había incrementado la presencia militar yanqui de 3.200 soldados a 23.000 durante la gestión Kennedy, llegó Johnson con su estrategia de «guerra local», utilizando cuerpos expedicionarios, incluyendo soldados títeres survietnamitas, y tropas aliadas de seis países, cuya presencia ascendió a un 1.700.000 efectivos. Sin embargo, los guerrilleros del Frente de Liberación Nacional de Vietnam del Sur resistieron la embestida invasora y en enero de 1968 sorprendieron con la histórica Ofensiva del Tet mau tan (año del mono), mediante la cual atacaron sorpresiva y simultáneamente 37 capitales provinciales y cientos de centros urbanos, incluyendo la embajada de Estados Unidos en Saigón, el Palacio de la Independencia, el mando del Estado central de Saigón y la ocupación y control de Hue, la antigua capital real.
El ejército revolucionario puso fuera de combate a 150.000 fuerzas invasoras, incluyendo a 40.000 soldados yanquis. Asimismo, fueron liberadas 296 aldeas, mientras Johnson destituía como jefe supremo de las fuerzas gringas al general William Westmoreland y Robert McNamara renunciaba como secretario de Estado.
El 31 de marzo, el conmocionado Presidente yanqui evidenciaba el fracaso de su estrategia de «guerra local», que dio a conocer en una declaración de tres puntos:
- Cesar unilateralmente la guerra aeronaval de destrucción contra Vietnam del norte, a partir del paralelo 20, hacia el norte.
- Aceptar su regreso a la mesa de negociaciones en París.
- Renunciar a sus planes de postularse para la reelección presidencial.
Esa ofensiva, aunada a la masacre de Mỹ Lai, donde fueron asesinados 504 vietnamitas, sobre todo ancianos y niños, también en el sur, se constituyó en la verdadera chispa que incrementó las oleadas de protestas en contra de la agresión militar a Indochina por parte de militares de Estados Unidos y aliados, como Corea del Sur, Tailandia, Australia, Nueva Zelanda y Filipinas.
En Europa, ese mismo año 1968, los estudiantes franceses mostraron su simpatía por la causa vietnamita en lo que se llamó el Mayo francés, donde nació la consigna: «Ho, Ho, Ho Chi Minh», mientras en Reino Unido, Alemania e Italia, las embajadas de Estados Unidos eran blanco de «misiles» cargados de pintura, igual que en Venezuela y otros países de la Abya Yala, donde se dieron grandes marchas contra la guerra.
Ese mismo explosivo año 1968 es asesinado el líder afroamericano Martin Luther King, es encarcelado el campeón olímpico y profesional de boxeo Muhammad Ali por negarse a combatir en Vietnam, mientras famosos cantantes de rock como John Lennon (Give peace a chance), Bob Dylan (Masters of war) y Jimi Hendrix unían sus canciones al furor de la juventud que expresaba con gritos su rechazo a la guerra, igual que la surafricana Miriam Makeba, Angela Davis o la actriz Jane Fonda, quien estuvo en Vietnam alentando a las artilleras vietnamitas que enfrentaban a la aviación estadounidense que atacaba la ciudad de Hanói, en diciembre de 1972.
El histórico Festival de Woodstock (1963), en Nueva York, que durante tres días mostró lumbreras del rock como Bob Dylan y Jimi Hendrix, quedó grabado como símbolo histórico de la lucha por varios años del pueblo estadounidense contra la guerra, que jugó un papel determinante por la paz definitiva en la Indochina profunda.
No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar,
estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.
Angela Davis
Ángel Miguel Bastidas G.