Phideas acompañado por Héctor Lavoe. Foto: Referencial.
“Misterioso, esotérico, espadachín de hermosa y profunda voz y modales irreverentes, de figura desgarbada, verbo fluido y carisma extraño”, dice Lil Rodríguez
21/06/23.- Fue el muchacho de los mandados de varias superestrellas de la radio, en la edad de oro de este medio de comunicación en Venezuela. Entre los titanes a los que les compraba el periódico o el café estuvieron nada menos que Francisco José “Pancho Pepe” Cróquer, Francisco Amado Pernía, René Estévez, Rubén Darío Villasmil y Héctor Hernández Vera.
Pero, claro, ese contacto con los cuartobates de la locución no habría servido de mucho si Phidias Danilo Escalona no hubiese llegado a este mundo con el atributo de una poderosa voz y con la determinación de triunfar en un campo adornado con tantas estrellas.
A la emisora Ondas Populares, Phidias llegó a los 18 años junto a su madre, encargada del mantenimiento. Allí empezó una carrera fulgurante que lo llevó a codearse con los grandes cantantes y músicos de los géneros afrocaribeños, no solamente en las cabinas de la radio, sino también en grandes tarimas de toda la cuenca antillana y más allá, desde el Poliedro de Caracas hasta el mítico Madison Square Garden de Nueva York.
Según la gurú musical Lil Rodríguez, Phidias era un “hombre misterioso, esotérico, espadachín de hermosa y profunda voz y modales irreverentes, de figura desgarbada y ojos saltones con mirada joyera, verbo fluido y carisma extraño”.
Nació en La Pastora, en 1935, y su importancia en este campo es tanta que su cumpleaños, el 5 de octubre, fue designado hace algún tiempo como el Día Nacional de la Salsa en Venezuela.
Su trayectoria como promotor de estos géneros, su amistad con grandes cultores ya le habían hecho un espacio en el Olimpo de los ritmos latinos, pero la contribución crucial fue de naturaleza bautismal: resumió en la palabra salsa el crisol de expresiones musicales que venían amalgamándose en toda la región caribeña.
Él mismo explicó repetidas veces que tuvo que ver con una marca de salsa de tomate que patrocinaba su programa La hora de la salsa, el ritmo y el bembé, que se transmitía por Radio Difusora Venezuela.
El pianista Richie Ray y el cantante Bobby Cruz se atribuyen el rol de protagonistas y lo cuentan con una divertida anécdota. Dice Cruz que fueron invitados al programa de Escalona y él les dijo: “A mí me llaman ‘El Loco’, pero esa música que ustedes hacen está más loca que yo”, y a continuación les preguntó cómo se llamaba ese género. Ray dijo: “¡Esto es kétchup!”, y Phidias preguntó qué era eso. Le explicaron que era la salsa que le ponen a las hamburguesas, y entonces el locutor sacó todo su vozarrón y dijo: “¡Ya lo oyeron, entonces esto es saaaalsaa!”, mientras el operador dejó correr los primeros y pegajosos acordes de Jala-jala.
Una versión más suya (de Phidias) habla de un almuerzo en el que estaban dándole vueltas a la cabeza para encontrar el nombre del programa. Él y sus amigos comían parrilla y alguien dijo: “¡Pásame la salsa!” y coincidieron en que esa era una buena opción.
En un campo en el que mucha gente se disputa la autoría de las grandes ideas, hay unanimidad en otorgarle a Phidias la paternidad de la denominación salsa para ese conjunto de expresiones que toman mucho de Cuba y Puertos Rico, con aderezos de otras regiones antillanas.
Desde entonces, la salsa fue adquiriendo un perfil muy propio, con aportes de las grandes estrellas de esos dos países y también de Venezuela, Colombia, Panamá y República Dominicana, en buena medida concentrados en la cara latina de Nueva York.
Allí se definió también el rumbo de Escalona, quien había dado sus pininos como narrador deportivo, al lado de su maestro “Pancho Pepe”, que poco pudo observar el desarrollo del pupilo, pues su vida quedó truncada en una accidentada carrera automovilística en Barranquilla, cuando sólo tenía 35 años.
En sus notas biográficas se indica que Phidias tuvo que hacer dos intentos para obtener el título de locutor, pues en el primero fue aplazado (los jurados de ese tiempo tenían bien ganada fama de exigentes e implacables). Ya como profesional tuvo que corregir fallas de dicción, en lo que recibió el valioso apoyo de Francisco Amado Pernía, una de las figuras históricas de la narración de noticias en la radio y la televisión del siglo XX venezolano.
Tal vez por agradecimiento con la vida por los apoyos que recibió, él tuvo luego el mismo comportamiento con los novicios. El investigador salsero Gliver Tillero dice: “Se marchó a la rumba del cielo el mismo día que Carlos Gardel (24 de junio). Yo lo recuerdo por su apoyo incondicional a la salsa, a nuestros músicos, a la salsa con sello venezolano; por su estudio y dedicación a la búsqueda constante de la excelencia y por sus críticas a esos locutores que ‘cuidan más las voz que el intelecto, más la figura que el amor por el oficio’».
Antes de convertirse en el locutor salsero, recorrió emisoras, desde su cuna, Ondas Populares, pasando por Rumbos y Radio Difusora Venezuela. Tuvo programas, como: Hit parade Latino, Trabaje usted con música, Festival de las grandes favoritas y Stereo Rumbos y, finalmente La hora de la salsa, el sabor y el bembé, que consiguió el patrocinio de la marca Pampero.
Sea como haya sido la génesis del nombre salsa, lo cierto es que otros grandes de este tipo de música (además de Ray y Cruz) fueron determinantes para que la denominación –como se diría hoy- se hiciera viral. Tal vez el principal diseminador de la palabra fue Tito Rodríguez, quien hasta le escribió una canción a Phidias, que también nos ayuda a conocerlo: “Con sus tremendos mostachos, en radio y televisión / a las nenas vuelve locas, este Phidias bigotón/ Si de tomar copas anda / no se toma más de diez / Docenas de nenas tiene que lo quieren conocer / Si de su trato se trata / él es siempre muy cordial / lo mismo trata al amigo / que al que lo va a criticar”.
La última entrevista
Phidias Danilo Escalona falleció en 1985, a la edad de 52 años, como consecuencia de graves dolencias hepáticas. La última entrevista se la concedió a Lil Rodríguez y echó el cuento completo de su vida, incluyendo un mea culpa, porque llegó a presentarse en público con muchos tragos y otras “cosas” encima.
Allí relató sus andanzas por una serie de emisoras en las que no terminaba de cuadrar. De Difusora tuvo que irse para La Voz de la Patria, donde estuvo poco porque esa radio se transformó en Capital, de corte juvenil con música en inglés. Anduvo como alma en pena entre las emisoras Tropical, Tiempo, Girardot (Maracay), Continente (donde trabajó con boletines de tránsito) y Aeropuerto, una radio que se asumió salsera las 24 horas.
Lil cuenta que ese podría haber sido su lugar ideal, pero tampoco lo fue. “Como Cristo, vio la envidia y la ingratitud reflejada en muchos rostros. Era demasiado maestro como para que unos endebles discípulos pudieran soportar su presencia. Con excepciones, claro. Había mucho miserable viviendo junto y en nombre de la salsa. Él estaba de vuelta y no iba a soportar a los gritones, a los estereotipados. Ni ellos soportaban a Phidias. Se convirtió en un dedo acusador, en un implacable censor del trabajo pobre y mediocre que muchos hacían en nombre del género al que él había contribuido a formar y a imponer con tanta calidad y dignidad”.
CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS