*Memorias de un escuálido en decadencia * | García Arocha

01/06/2023.- —

Ayayayay, Cecilia, ayayayay, Cecilia… Compañera de cantos y labores, ¡qué vaina tan grande nos ha echado usted! ¡Cómo será la cosa que hasta el diputado Pedro —Vuitton— Carreño se anda riendo de nosotros! ¡Qué pavoroso! Usted no solo es mala rectora, compañera, sino que también es mala odontóloga, porque a pura muela quiso explicar un fracaso, y no logró meterle el diente a ningún argumento.

Suspendieron las elecciones en la UCV: fue el grito y la frase que circulaba a nivel nacional e internacional y, carajo, da vergüenza, aunque nosotros no le paramos la mínima bola a esa palabra, pero en este caso había que recordarla. Nosotros que, desde que nos vimos, amándonos estamos, sabemos desde hace mucho tiempo que somos la gente decente y pensante de la sociedad civil, ante esa chusma de las hordas que representan la dictadura.

Y llega usted y dictatorialmente se caga en la alma mater, como lo hizo vulgarmente aquella compañera en El Cafetal, cuando nuestras heroicas guarimbas desafiaron a la dictadura. Se vinieron abajo todos los pensamientos esgrimidos por usted en el Aula Magna cuando, reconociendo como Presidente al compañero Guaidó, dijo que nosotros somos más eficientes, efectivos, audaces e inteligentes que lo que quedaba de dictadura para ese momento. Y se vino abajo en aplausos aquella concurrencia. Coño, qué manera de quererte, qué manera…

Estamos pasando una pena del carajo. Una pena summa cum laude. Más grande que aquella cuando salimos orgullosos con nuestra pancarta diciendo que «No acateremos». Y menos mal que tenemos a favor a todos nuestros medios de comunicación y esos periodistas que están dispuestos siempre a callar con tal de que nos bajemos de la mula y el buey.

Si esa vaina la hubiese hecho la dictadura, hasta más allá de más nunca ya estuvieran retumbando las noticias contra el régimen, porque no sirven para un carajo, pero ni de vaina, ahora la cosa nos tocó de frente a nosotros y no somos capaces de dar la cara, sino que estamos buscando para ver cómo carajo le echamos la culpa a la dictadura o al mismo CNE, que no quisimos que participara en estas elecciones ni en las que vienen, pero no encontramos a quién carajo echarle la culpa.

Y ya todos saben que la vaina no fue saboteo, porque eso es ser inteligente, la vaina fue incapacidad, porque, carajo, compañera Cecilia, esa vaina de decir que se mojaron las papeletas, que se traspapelaron, esa vaina no es propia de la gente decente y pensante de este país, mi país, tu país, que somos nosotros que nos queremos tanto.

Ahora los que están cagadísimos son los compañeros de las primarias de la oposición. El Dr. Jesús María Casal no sabe qué decir ante tamaño bochorno que le echamos encima. Se le cae la cara de vergüenza cuando le preguntas si van a contratar a la comisión electoral de la UCV para organizar las primarias de la oposición. Carajo, qué se puede decir, qué se puede argumentar sin quedar con esa cara de pendejo que ponemos a veces. Y, de paso, el presidente de la Asamblea Nacional, la ilegítima —porque todo el mundo sabe que la nuestra es la Asamblea legítima desde 2015—, ese hombre dijo que usted, compañera Cecilia, tiene una universidad privada en Costa Rica.

Vamos, compañera, haga como el compañero Yon Goicoechea, que dejó de quemar palmeras y salió a defender su sueldo de cuatro mil dólares cuando lo atacaron por ahí. No debemos permitir que nos jodan tan seguido, porque las elecciones presidenciales están aquí y el dictador fue a Brasil a darse bomba pa ti con Lula y los demás, y solo nos salvó el compañero Boric, que afortunadamente cada día se parece más a Sebastián Piñera, y eso es bueno. El viernes 9 de junio vamos a rogar a todos los santos para ver si la pegamos del techo haciendo unas elecciones de veinte puntos.

El papá de Margot llegó diciendo: —Las elecciones de la UCV van a reparación porque rasparon a García Arocha. Hemos demostrado que es mentira esa vaina de la gente decente y pensante. Es mentira eso de que somos más inteligentes que la gente de la dictadura. Todo es una farsa. No se puede creer ni en nosotros mismos, carajo. —Y se fue directo al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro, que la vecina salió gritando: «Está tambando. Está temblando”.

«Vida mía, yo te invito a que hagamos una fiesta…», me canta Margot.

Roberto Malaver