Xin chào | La nube negra

En la actualidad, continuamos subestimando el poder del nacionalismo en muchas partes del mundo.

Robert McNamara

Las lecciones de Vietnam

21/07/2023.- El pasado lunes 17 constituye una triste efeméride para el pueblo vietnamita, porque ese día el presidente estadounidense Lyndon Johnson le dio el OK al inicio de los ataques aéreos con los gigantescos B-52 sobre arrozales, aldeas y pueblos del sur de Vietnam.

Se cumplen 58 años del inicio del maléfico vuelo de un gigantesco pájaro de hierro y barriga camuflada con pintura oscura. Se trató de lo que se llamó popularmente en Vietnam la «nube negra»: los bombarderos estratégicos B-52 que esparcían, entre otras superbombas, los temibles artefactos que se multiplican en el aire para producir «la lluvia» de pequeños explosivos tras la activación de la bomba de racimo made in USA, cual metralla para desaparecer vidas.

Esa «nube negra» que ha surcado el cielo de números países, víctimas de las fuerzas militares estadounidenses, dígase Libia, Irak, Afganistán, Corea e Indochina, es esa extraordinaria máquina asesina de seres humanos en masa, hechura de la Boeing Stratofortress, que desde 1955 ha mejorado notablemente su detractora masa ferruginosa.

Inicialmente, ese aparato volador estratégico subsónico, superior a las doscientas toneladas de peso y casi media cuadra de longitud, mostraba seis motores turbohélices, que después fue reforzado con dos turborreactores más, lo que le permitió mayor capacidad de peso y velocidad.

No conforme con los desmanes causados por la máquina voladora de la Boeing, ante el desespero por adueñarse del pequeño país asiático de importante ubicación estratégica, vecino de la República Popular de China, salió a la luz el B-52D, de gran alcance y muy difícil de ubicar por los radares de los cohetes Sam-2 rusos, que operaban los combatientes del Việt Minh.

A esa joya de la aviación gringa le fue modificado el sistema Big Belly, para cargar bombas convencionales más pesadas, con la mira puesta en descargar bombardeos en tapiz. El objetivo era desaparecer aldeas, pueblos y ciudades sureñas y luego ir por el trofeo dorado, la bella Hanói, la capital vietnamita, como lo había prometido Lyndon B. Johnson cuando se posesionó de la silla presidencial, tras el asesinato en Dallas de John F. Kennedy (1963).

Además de ser escoltados por unos diez cazabombarderos F4, tenían el vientre pintado de negro para ocultarse mejor en la penumbra. También generaban una cortina electrónica que impedía su ubicación por los radares vietnamitas, que, sin embargo, lograron descifrar en los radares la presencia de esa «nube negra» que partía de Guam, la principal base militar estadounidense ubicada en el Pacífico y la U-Tapao, de Tailandia, mucho más cercana a Lao, Camboya y Vietnam, puntos claves para los ataques.

Después de ese bombardeo del 17 de julio de 1965, las fuerzas vietnamitas, inspiradas en esa parsimonia asiática, fueron escudriñando con precisión los vuelos de los B-52D, logrando de esa forma afinar la puntería frente a la “nube negra”. Así, el 22 de noviembre de 1972 ubicaron el punto de partida e hicieron blanco en la barriga negra de la mole voladora.

Un mes después, se había convertido en rutina ver en llamas los B-52 con el derribo de 34 naves durante la operación Linebacker II, mediante la cual el invasor gringo pretendía quebrar la voluntad del pueblo hanoyense, que durante doce días y doce noches supo resistir estoicamente frente al masivo ataque. Este fue orquestado por Richard Nixon y el secretario de Estado Henry Kissinger, quienes habían prometido desaparecer la capital vietnamita para ganar la guerra iniciada por Estados Unidos en 1954, tras la derrota de los franceses en la batalla de Điện Biên Phủ.

Con el fracaso de la «nube negra», Kissinger hubo de regresar a la mesa de negociaciones de París, donde el 23 de enero de 1973 estampó la rúbrica que marcaba la retirada del Ejército más poderoso del mundo de suelo indochino.

Tan importante resultó el abatimiento de los B-52 en la historia patria de Vietnam, que en la calle Đội Cấn, Ngọc Hồ, del distrito Ba Đình, en Hà Nội, fue construido el Museo de la Victoria B-52, en el cual se puede conocer todo lo relacionado con el tema. La instalación cuenta con biblioteca, sala de famosas fotografías, galería de pinturas y un gran patio donde se exhiben restos de aviones derribados bajo el cenit hanoyense, muestras de baterías antiaéreas vietnamitas, un avión Mig-21 que enfrentó a la «nube negra» y cohetes Sam-2 rusos que hicieron diana en la barriga negra de los aviones en cuestión. Ergo, existe una ruta turística a través de zonas donde se pueden ver y tocar restos de B-52, viva imagen del supremacismo gringo hecho chatarra y constancia de que un pueblo unido y armado de conciencia puede derrotar a la mayor potencia del mundo, como afirmara el Tío Hồ.

Racimos de la muerte

La Convención sobre Municiones en Racimo de 2008 (Dublín) es un tratado internacional jurídicamente vinculante que prohíbe todo tipo de uso, producción, almacenamiento y transferencia de municiones en racimo. Sin embargo, casi con bombos y platillos, vocerías estadounidenses se han mostrado de acuerdo para que esas cluster bombon sean entregadas a las fuerzas militares ucranianas para que se defiendan «de la agresión rusa». Esto a pesar de que cantidades incontables de esos racimos explosivos continúan haciendo estragos desde hace años, cual recuerdo de las agresiones de los marines yanquis en numerosos países.

En el caso de la República Socialista de Vietnam, donde la invasión de Estados Unidos y sus aliados llegó a su fin hace 48 años, miles de esas submuniciones están activas bajo tierra, haciendo daño sobre todo a trabajadores del campo, quienes en cualquier momento pueden ser sorprendidos por una explosión, que por lo general mutila los miembros inferiores.

Por supuesto, entre los países firmantes de la Convención de Dublín no figura el mayor generador de conflictos armados, Estados Unidos, el gran vendedor de armas que aviva el conflicto en Ucrania iniciado en 2015, cuando los gringos propiciaron la crisis de Maidan.

Nada es imposible.

Si se tiene paciencia,

se puede mover una montaña

y llenar el mar.

También es posible.

Hồ Chí Minh

(1950, con jóvenes voluntarios de la compañía 272).

Ángel Miguel Bastidas G.

Fuentes de consulta:

Huy Toàn, N. (2010). Vietnam, guerra de liberación, 1945-1975. Vietnam: Thế Giới.

Sĩ Nguyên. Đ. (2007). La ruta de Trường Sơn. Vietnam: Thế Giới.