Como ya es habitual, al concluir mis actividades académicas y de intercambio con los colegas chinos, la Universidad de Shanghái organiza visitas a distintas provincias para poder conocer en «terreno» la situación de China desde una mirada directa que permita ampliar el conocimiento que aporta la lectura, el estudio y el debate.
En esta ocasión, tocó la provincia de Guizhou, situada al suroeste del país y separada de Vietnam por la Región Autónoma Zhuang de Guangxi. Su población es de 38,5 millones de habitantes y la superficie, 176,2 mil km². Su capital es Guiyang.
La provincia tiene una gran riqueza natural que hace que el turismo sea una de sus principales fuentes de ingresos. Así mismo, posee recursos minerales (en especial, carbón) y un desarrollo creciente en materia de explotación silvícola y en la industria energética. No obstante, es una de las provincias más pobres del país, ocupando el cuarto lugar nacional en ese negativo índice.
Como ya es usual, durante los preparativos del viaje desde Shanghái, los colegas chinos me alertaron respecto de la pobreza circundante y la distancia que, en ese aspecto, tiene esta provincia con las de la zona oriental del país. Pero ya no es sorpresa para mí: la pobreza en China dista mucho de la que se observa en algunas comunidades rurales y en suburbios urbanos de casi todos los países latinoamericanos. En todo caso, vale decir que la provincia de Guizhou es una de las de mayor crecimiento económico del país. En los últimos años, en particular, ha aspirado a un gran desarrollo de la industria de la big data y la computación en la nube. La provincia se propuso para 2022 integrar la tecnología de datos en más de diez mil empresas de la economía real, en materia de gobernanza digital, centros de datos y proyectos de ciudades inteligentes.
Guizhou posee una orografía particularmente montañosa en el 80% de su territorio y es una de las más diversas de China desde el punto de vista étnico. Las minorías representan el 37% de la población, destacando los pueblos miao, buyei y dong, cada uno con lengua, costumbres y tradiciones exclusivas, aunque todos hablan una versión del mandarín propia del suroeste del país.
A primera vista, uno de los aspectos que más me impresionó de la provincia fue el gran desarrollo en infraestructura vial y de transporte. La mayor parte de los desplazamientos terrestres por los 1962 km durante siete días se hizo por autopistas construidas entre las montañas, lo que significó que un porcentaje muy alto de las mismas pasa a través de túneles y viaductos. Por ejemplo, me di el trabajo de contabilizarlos en un recorrido de 182 km entre las ciudades de Pingtang y Kaili, de los cuales 166 fueron a través de viaductos y/o túneles.
Posteriormente, supe que tras cumplir un plan trazado para 4 años, en 2020 se concluyó con éxito la construcción de alrededor de 10 mil km de carreteras, 17 aeropuertos, 600 km de vías navegables interiores y 4 mil km de líneas ferroviarias de alta velocidad, en un esfuerzo por impulsar el turismo. De hecho, estando en la provincia, el 8 de agosto se inauguró el tramo de vía rápida del ferrocarril entre la capital Guiyang y el alejado condado de Li Bo, en el sur de la provincia, casi en el límite con la región autónoma de Guangxi, donde se encuentra uno de los centros turísticos más hermosos de Guizhou.
La visita comenzó en Zunyi, situada aproximadamente a 120 kilómetros de la capital provincial. Zunyi es conocida por ser el lugar donde Mao Zedong fue elegido por primera vez a la dirección del Partido Comunista de China durante la Larga Marcha en 1935. La ciudad había sido ocupada por el Ejército Rojo. En una casa que había pertenecido al Kuomintang se celebró la conferencia que proyectó el liderazgo de Mao y lo encumbró más adelante a la conducción del Partido Comunista.
En una larga fila, de más de dos cuadras, ruidosas personas de todas las edades —y, al decir de la guía, provenientes de varias regiones del país— esperaban para entrar en la gran casa, hoy convertida en el museo que rememora una de las gestas más relevantes del pueblo chino en su camino a la liberación. Al entrar, hombres y mujeres recorrían el singular sitio de recuerdo. Yo era el único occidental, razón por la cual los visitantes (en especial los niños) me miraban con inusitada curiosidad.
Durante las dos horas que estuve en el sitio, miles de personas entraban y salían en un interminable encuentro de los chinos con su historia. De alguna manera, así se estaba cumpliendo la instrucción/deseo del presidente Xi Jinping, que ha estado haciendo permanentes llamados al pueblo y al partido a «volver a los orígenes». En el ambiente, se percibía un fervor patriótico y revolucionario que no necesariamente se descubre a través de los libros y que no se transmite ni por Huawei ni por las redes 5G. Hay que estar ahí, verlo y sentirlo. Es muy esperanzador observar a los niños atentos a la explicación de los guías acerca de la importancia de este espacio y esta conferencia en el devenir del Partido Comunista de China y en la historia del país.
Al día siguiente, visitamos Renhuai. La ciudad-condado es conocida a nivel mundial por ser el lugar donde se produce el moutai, un licor propio de esta provincia que contribuye con el 70% de los ingresos fiscales totales de la ciudad. Renhuai es conocida como la capital del licor de China. El moutai es la más importante bebida alcohólica del país. Es un símbolo de distinción y brindar con ella es expresión del mayor homenaje que un chino puede hacer a un visitante o a un huésped.
El moutai se obtiene de la destilación del sorgo y el trigo, y se produce de manera exclusiva a las orillas del río Chishui, en la ciudad de Moutai, del condado Renhuai, desde hace más de un siglo. Hace un poco más de cien años atrás, el moutai fue reconocido como uno de los tres principales destilados del mundo, junto con el coñac francés y el whisky escocés. El moutai se comenzó a producir en este condado desde hace más de dos mil años y es motivo de orgullo en esta ciudad y en esta provincia. Aunque la bebida es mayoritariamente de consumo nacional, ha ido avanzando su comercialización en el exterior del país. Existen variedades con distintos plazos de añejamiento, siendo el mejor el de ochenta años. Las botellas en que se distribuye son de una hermosura sin igual, yo diría que se trata de verdaderas obras de arte elaboradas de cerámica y envasadas en bellas cajas de madera, creadas por artesanos de la región.
El viaje continuó en la muy antigua ciudad de Anshun, situada a 90 km de la capital, y después en Li Bo, ubicada en la Prefectura Autónoma Buyei y Miao de Qiannan, donde se encuentra uno de los más preciosos paisajes de la provincia y del país, notable por sus espectaculares formaciones de rocas kársticas. En el parque nacional Zhangjiang se pueden observar hermosos ríos, exuberantes bosques vírgenes y varias especies raras de flora y fauna. En él, habitan los pueblos buyei, shui, yao y miao, todo lo cual permitió que fuera declarado en 2007 por la Unesco como patrimonio natural de la humanidad.
Luego, viajamos al condado de Pingtang, en la Prefectura Autónoma Buyei y Miao de Qiannan. Se ubica en un espectacular valle de alta montaña y está habitado principalmente por miembros de las minorías étnicas buyei y miao, que en conjunto constituyen el 55% de la población del condado. La importancia de esta parada vino dada por la existencia en su cercanía de un radiotelescopio esférico de apertura de quinientos metros de diámetro (conocido como FAST por sus siglas en inglés, usadas incluso en China), verdadero prodigio en el desarrollo de la ciencia y la tecnología de China.
Tras cinco años de construcción, a un costo de 180 millones de dólares, el FAST fue inaugurado en 2016 y es el segundo más grande del mundo después del Ratan-600 de Rusia. El FAST permite realizar una serie de investigaciones científicas sobre temas totalmente incomprensibles para mí, salvo en lo referido a su capacidad para detectar señales de comunicación interestelar, es decir, para la búsqueda de inteligencia extraterrestre en el universo.
Antes de viajar a la capital, hicimos una parada en la ciudad de Kaili, un municipio de la Prefectura Autónoma Miao y Dong de Qiandongnan, al sureste de la provincia, en una zona rica en minerales como carbón, hierro, cuarzo, petróleo y gas.
En la región, visitamos la comunidad miao de Xijang, donde se puede apreciar toda la riqueza cultural y humana de este pueblo. A través de nuestra guía, la siempre risueña Mo Fan de la minoría buyei, y de nuestro conductor en la gira Zhou Delong, pudimos conocer que dada su facultad para lograr la autosuficiencia alimentaria y su capacidad eterna de sobrevivencia en condiciones difíciles, las personas de la comunidad referían que la pandemia no los afectó en una dimensión similar al resto del país. Tomando todas las medidas de precaución, la vida continuó en las aldeas, manteniendo la producción agrícola y pecuaria sin grandes contratiempos y con muy contados casos de transmisión del virus.
Los muy atentos y amables ciudadanos a quienes nos acercamos para conversar nos contaron que estaban muy contentos porque el fin de la pandemia estaba permitiendo que los turistas afluyeran de nuevo a la provincia y en particular a su aldea, incrementando los ingresos de los pobladores.
Vale decir que en China, por ley, aquellos territorios donde las minorías son mayoría tienen regulaciones especiales, comenzando porque no se llaman provincias, sino regiones autónomas: Tíbet, Xinjiang, Guangxi, Ningxia y Mongolia Interior lo son. Igualmente ocurre cuando existe una minoría que es mayoría en alguna prefectura de una provincia. En ambos casos, la ley establece que los gobiernos locales deben estar presididos por miembros de esas minorías.
Los miao, habitantes de esta prefectura autónoma, además de vivir en estas zonas montañosas, y en las de Guangxi, Hunan y Yunnan son un grupo étnico internacional que habita también en Tailandia y Vietnam.
Sus viviendas construidas en las montañas al borde de los precipicios me recordaron algunas zonas humildes de Caracas, en las que las moradas se sostienen en un sorprendente equilibrio que a veces no resiste el ímpetu de la naturaleza. Esta situación impulsó al comandante Chávez a crear la Gran Misión Vivienda para dar cobijo a los ciudadanos que no habían tenido oportunidad de acceder a vivienda propia y segura. Hoy, con el apoyo del gobierno del presidente Maduro, se ha llegado a entregar 4.6 millones de viviendas, esperando arribar a 5 millones en 2025. El recuerdo y la comparación fue inevitable en medio de las imponentes montañas donde se erigen las comunidades miao de Guizhou.
De regreso a Shanghái y esperando el pronto retorno a mi querida Venezuela, escribo estas notas de la China profunda —poco advertida y menos difundida—, que en alguna forma trato de dar a conocer. En siete días de viaje solo vi a tres ciudadanos occidentales, dos de ellos con sus esposas e hijos chinos, haciendo turismo en el radiotelescopio. Tuve que llevar mi tenedor y cuchillo desde Shanghái, ya que, en la mayoría de estos lugares, únicamente existen los palitos para comer y porque, a pesar de los años y de las tantas visitas a China, aún no logro dominar con efectividad la técnica para su uso.
Sergio Rodríguez Gelfenstein