Por: Alberto Vargas |
La Revolución Bolivariana no sólo ha venido derrotando al bloque histórico imperialista, sino que además le ha regresado al pueblo lo suyo al ser el factor propulsor de la liberación del opresor imperialista, toda vez que se ha centrado en su papel histórico al revivir las luchas por la independencia, la soberanía, la igualdad, la justicia social y la unidad de los pueblos de NuestraAmérica.
El poeta Pablo Neruda acerca del Libertador Simón Bolívar nos recuerda que el Libertador ha despertado de nuevo para que el pueblo venezolano y los hermanos y las hermanas de la América Latina alcancen la democracia social, participativa y protagónica, que le fueron negados por las oligarquías que se beneficiaron del proceso independentista, por eso, dijo Neruda:
“Despierto cada cien años, cuando despierta el pueblo”, refiriéndose al Libertador.
Entretanto, José Martí sobre el Padre de la Patria, manifestó:
“Bolívar murió de pesar del corazón, más que de mal del cuerpo, en la casa de un español en Santa Marta. Murió pobre y dejo una familia de pueblos”, es decir, su obra histórica independentista la dejó inconclusa debido a su prematura muerte física y la traición.
La historia Patria sobre la naciente Venezuela quedó devastado por las guerras intestinales contra los colonizadores que llevaron a cabo los patriotas venezolanos liderados por Bolívar.
El Libertador, en fecha 10 de julio de 1825, envía una carta a Esteban Palacios (su tío), y le advierte:
“¿Dónde está Caracas? Se preguntará Ud. Caracas no existe; pero sus cenizas, sus monumentos, la tierra que tuvo, han quedado resplandecientes de libertad; y están cubiertos de la gloria del martirio. Este consuelo repara todas las pérdidas, a lo menos, este es el mío, y deseo que sea el de Ud.”.
Vaticinaba el inicio de la naciente República. El pueblo gradual y progresivamente comenzó a sentir la independencia y la ruptura de sus cadenas en los siglos de dependencia colonial que marcaron una época de saqueo, explotación, esclavitud y criminalidad, entre otras vicisitudes por el mismo estilo. Tres siglos de dominio quedaron atrás ante una tempestad de glorias producto de la heroicidad de un pueblo que se negó a ser esclavo.
“Sin fastos, sin memorias, sin otro antecedente que el ya remoto ultraje hecho a la libertad del nuevo mundo, y las huellas de cien aventureros estampadas en la cerviz de todo un pueblo, nuestra propia historia apenas si era un libro blanco y nadie hubiera podido prever que, no muy tarde, se llenarían sus página de toda una epopeya”, escribió entonces el apóstol de Cuba, Martí, refiriéndose a la Patria Bolivariana.
Sí, estamos saliendo de una crisis histórica, de una nación que venía divida entre buenos y malos, amigos y enemigos, apátridas y patriotas, un pueblo que no podía aspirar una conciencia y un destino espiritual común.
Venimos del árbol de Bolívar por su patriotismo como valoración irrefutablemente moral y ético. Aunque hubo otros próceres como Antonio José de Sucre, a quien Bolívar llamó al Gran Mariscal, “el Padre de Ayacucho y el Redentor de los hijos del Sol”. La condecoración más relevante para el general Sucre fue el título de Gran Mariscal de Ayacucho otorgado por Bolívar, en fecha 27 de diciembre de 1824.
También está el precursor de la independencia Francisco de Miranda, entre otros antecesores remotos como el Cacique Guaicaipuro que resistió la llegada de los españoles en el año 1540; y otros posteriores como el general Ezequiel Zamora y más adelante tenemos a Argimiro Gabaldón y en nuestros días al comandante Hugo Chávez, quien tenso la liana.
Intelectuales e historiadores desde el siglo XIX han honrado las virtudes del Libertador, Laureano Villanueva, ha sido uno de ellos, al escribir:
“Bolívar no cabe en los moldes de la humanidad. Los demás hombres pueden ser juzgados y comparados entre sí, desde Sucre hasta Washington, desde Miranda hasta San Martín, desde Santander hasta Páez. Él es único, incomparable, magnifico, de fuerza sobrenatural, por encima de los hombres y de la historia, como los astros por encima de todas las cumbres de la tierra y por encima de todas las nubes del espacio. Bolívar ocupa un reino aparte entre los hombres y Dios”.
Son cualidades de Bolivar que recogen insignes plumas ilustradas, amantes de su pasado bolivariano, justamente Arturo Uslar Pietri, precisó:
“Miraba el continente como una unidad y llegó a expresar, en documentos luminosos y todavía plenos de validez, las más vastas y penetrantes concepciones sobre su realidad y sus posibilidades futuras. Lo que realizó en su no larga existencia es desmesurado; lo que dejó como pensamiento político y visión de futuro americano, incomparable y en su mayor parte, actual”.
En este recorrido histórico el general Santiago Mariño en 1827 llamó a Bolívar el “hijo el más idolatro” y “Padre de la Patria fundador de nuestra la República”.
Bolívar encaja los valores de libertad, igualdad y democracia social, anhelada por siglos por el pueblo venezolano. Su pensamiento que se adelantó a su época encarna una suerte de auxilio para resolver los ingentes problemas económicos y espirituales del pueblo.
En Venezuela antes de la independencia no había un patriota fundador, ni una lucha contra el opresor, ni un destino histórico unificador, la cohesión social la tenía el rey europeo, quienes a ultranza y sin miramiento alguno fueron los promotores de un crimen que aún se mantendrá vivo en los anales de la historia, cometieron el genocidio de etnias indefensas en las que habían niños, niñas, hombres, mujeres y ancianos, a mansalva, e incluso en ese exterminio arrasaron con los valles, bosques y selvas y cuanta riqueza había en Venezuela, hubo también un ecocidio o formó parte del exterminio total. Un siglo XVI de saqueos y crímenes que debe estar presente en la conciencia histórica del pueblo.
Venezuela todavía no había nacido en el siglo XVI sino en 1821, con la batalla de Carabobo del 24 de junio, reseña la historia. La Patria tuvo lugar con la independencia liderada por Bolívar. Si bien el orden social monárquico se derrumbó, no así las estructuras de dominación imperantes. La independencia del imperio no concluyó en la libertad e igualdad social anhelada por el pueblo venezolano. A lo que subyacen las fuerzas conspirativas de la oligarquía.
Bolívar no pudo controlar las fuerzas de la anarquía propulsadas por la oligarquía que derivarían en el personalismo y las distintas formas de autoritarismo. La Patria no alcanzó la libertad plena. Sin embargo, como héroe indiscutible de proyección universal en la gesta emancipadora de NuestraAmérica, es innegable su estrepitoso triunfo en aras de la libertad de la Patria.
Ahí está su inmortal obra emancipadora universalmente reconocida por la humanidad. Bolívar fue un hombre de pueblo que dedicó su vida a la lucha por la independencia latinoamericana. Fue un hombre que supo advertir las necesidades y urgencia del continente y sus naciones y por tanto supo definir los objetivos de la lucha emancipadora hispanoamericana y se entregó al logro de ese objetivo, a partir de una visión crítica de los gobiernos y formas de gobiernos.
Resulta difícil esbozar el pensamiento ético–pedagógico de Bolívar sin hacer referencia a su concepción de independencia e integración, pues en su visión revolucionaria lo uno está estrechamente vinculada a lo otro formando una unidad en la práctica social que lo guiara en todas sus acciones. La ética siempre estuvo asociada a la independencia constituyendo el objetivo principal de su vida expresado en valores morales como el respeto, el patriotismo, la dignidad, el honor y la honradez, que se configuran en un ideal educativo tendiente a la libertad social y personal.
El cultivo de Bolivar sobre lalas ideas de libertad e independencia estuvo muy vinculado a su educación y la cultura, ambas muy deterioradas en los pueblos latinoamericanos tal como lo certifica en el monumental Discurso de Angostura, en fecha 15 de Febrero de 1819:
“Uncido el Pueblo Americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía, y del vicio, no hemos podido adquirir, ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiados, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición”.
La herencia legada por el colonialismo a naciones de NuestraAmérica ha sido generalizada durante años privando a los hombres y mujeres de todo el continente no sólo a la educación espiritual de sus derechos y deberes esenciales, sino también a muchos de éstos a vivir con impotencia ante tales realidades y eso es el resultado de la estrecha visión de los régimenes americanos que se han conformado con servir a los colonizadores y no a servir a los pueblos. Por eso Bolívar al analizar la realidad social latinoamericana consideraba a la educación como una necesidad para el ejercicio de la vida pública vista en dos direcciones, la primera, en la educación que ha de tener el gobernante para orientar los destinos de su nación y la segunda, en la visión que ha de tener el gobierno para potenciar en los ciudadanos una vida con templanza, sabiduría, y valores morales legítimos. Esta idea la esboza en el Discurso de Bogotá en enero de 1815 al referir:
“La sabiduría, el valor y la templanza producen en el alma un orden y una armonía en sus funciones, que Platón llama justicia interior .La justicia exteriores solo la realización de un orden análogo en la sociedad. El hombre más justo en sí mismo es también el más justo en sus relaciones con los demás. La justicia lleva en sí la beneficencia. Hay que hacer bien a todos los hombres; no hay que hacer daño a nadie. No se debe volver injusticia por injusticia. La justicia es la reina de la virtudes republicanas y con ella se sostienen la igualdad y la libertad”.
El logro de la justicia a costa de sacrificio personal es la más elevada virtud que Bolívar tuvo como revolucionario, entregado a una causa que lo acompaño en su vida y sus concepciones alumbrado por el sentido de entrega a la Patria y a los ideales más legítimos que haya defendido.
El ideal que lo consagró por siempre a la vida sacrificada y entregada a la causa de la libertad está refrendado en su epistolario y que se materializa en ideas muy profundas en torno a la moral y al sacrifico, en ese sentido afirmo:.
“No es para mí un sacrificio, es para mi corazón un triunfo. El que lo abandona todo por ser útil a su Patria, no pierde nada, y gana cuanto le consagra”. Asimismo, dijo que“la vida no tiene precio sino en tanto que es gloriosa”.
La moral de Bolívar se articula de manera natural con sus aspiraciones de bienestar social y libertad, por lo que afirmó:
“Nada sino las malas acciones, deben molestar a los hombres sensatos”. Le atribuye una importancia capital a la moral, la concibe como el sostén de la sociedad y el fundamento de la vida. En ese sentido señaló que ‘la destrucción de la moral pública, causa bien pronto la destrucción del Estado”.
En el Congreso de Angostura ya había planteado: “moral y luces son nuestras primeras necesidades“, aquí está subrayando la importancia de la educación y la necesidad de su preparación para participar en la vida pública porque para él, la educación era fuente liberadora que contribuye con la eliminación de las diferencias entre los hombre, por ello en su práctica política nunca desestimó la educación, por el contrario contribuyó a su desarrollo, a través de la creación de escuelas y universidades, en Guayaquil, Perú, Colombia y Caracas.
Bolívar se manifiesta en los cambios sociales, en la eliminación de toda forma de discriminación, en el establecimiento de las indispensables garantías sociales, paz e igualdad de derechos y en esta dirección apunta valores como justicia, lealtad, la fidelidad en la que justicia se convierta en el núcleo duro de su imperativo ético-moral, toda vez que es la virtud la que concede a cada cual lo que le corresponde.
El aspecto moral y la educación ciudadana fueron una permanente preocupación para Bolívar porque veía en ellas el sostenimiento de la causa de la libertad y del individuo mismo. Nótese que Martí en su máxima dijo: “ser cultos es el único modo de ser libres”.
La referencia sobre Martí es obligada, pues si en América Latina hay un pensador que se acerca de manera casi natural a Bolívar ese Martí, no sólo por su ideal emancipador y sus ansias de independencia, sino también por la convergencia de sus concepciones morales, éticas y educativas.
Pues bien, retomando la crisis histórica que es el epicentro de este artículo, concluida la guerra, en apariencia, en la que sólo hay desolación, destrucción y la decepción que aguardan a los vencedores incluyendo al propio Bolívar, como lo expresa en sus últimos días, en una carta escrita, en fecha 9 de noviembre de 1830, al general Juan José Flores, sobre la que citamos el subsiguiente extracto:
“Ud sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos: 1º) La América es ingobernable para nosotros. 2°) El que sirve una revolución ara en el mar. 3º) La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4º) Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas. 5º) Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán en conquistarnos. 6º) Si fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, éste sería el último período de la América”.
Aunque en la Carta de Jamaica (1815), precisó:
“Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración. Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua y unas costumbres, debería por consiguiente, tener un solo gobierno que confederase los nuevos Estados que hayan de formarse; mas no es posible, porque climas remotos, situaciones diversas, interés opuestos dividen la América”.
Hay datos históricos que demuestran cómo Venezuela, su población en general vivió cierto letargo tras los régimenes que estaban dentro de la egida imperialista lo que motivo ante los enfrentamientos políticos con todas sus variables incluyendo incidentes criminales, que no fueron motivo de preocupación, pues los interés imperiales estaban resguardado con los régimenes de turno, he ahí como ejemplo el bloqueo histórico que imperó para liberar al pueblo venezolano de la opresión en las diferentes administraciones fascistas del país.
En ese recorrido de presidentes encontramos en principio La Cosiata un movimiento político adverso a Bolívar que desde 1826 hasta comienzo de 1830 tuvo como protagonista al general José Antonio Páez, que traiciona a Bolívar y asume su propio camino en la política al separarse de la Gran Colombia.
Previamente vale el siguiente antecedente, y es que el colombiano Francisco de Paula Santander tras un complot atenta contra la vida de Bolívar, en fecha 25 de Septiembre del año 1828 y la generala Manuela Sáenz lo salva de ser asesinado, a quien Bolivar le atribuyó la frase: “La libertadora del Libertador”
Los enemigos de Bolívar, encabezados por Santander obcecado por la envidia y los celos, se habían conjurado para darle muerte aquella noche de septiembre, quienes al entrar al Palacio de San Carlos (hoy en día sede de la Cancillería de Colombia), frente al Teatro Colón, Manuela se da cuenta del atentado, y se interpone a los rebeldes, con el fin de que Bolívar tuviera tiempo de escapar por la ventana. Bolívar perdonó a su Judas.
Así pues, arrancamos esta trocha de mandatarios desde 1830. Finalizada la primera presidencia de Páez en 1834, es electo José María Vargas para un periodo de dos años, pero debido a la traición y las intrigas renuncia y deja para la historia “el mundo es de los valientes”.
Luego es elegido Carlos Soublette (1837-1839), héroe de la independencia al igual que Vargas y también víctima de confabulaciones orquestada por Páez, quien regresa al gobierno (1839-1843), pero, por cosas del destino vuelva a entregar el poder a Soublette (1843-1847).
Llega la dinastía de los Monagas (1847-1858). En 1858 surge la figura de Julián Castro, y a un año de su presidencia estalla la guerra federal que se mantendrá entre 1858 y 1863. En medio de esta contienda surge Manuel Felipe Tovar, igualmente debe renunciar al año debido a las conspiraciones del conservador Páez, quien regresa a la presidencia por tercera oportunidad (1861-1863) y es sucedido por el general Juan Crisóstomo Falcón (1863-1868), hasta que la guerra llega a su fin y el 22 de mayo de 1863 el Tratado de Coche pone fin a la guerra federal.
Finalizada la guerra entre liberales y conservadores, asume la presidencia Antonio Guzmán Blanco, que gobierna desde el año 1870 al 1888, con alternancias de presidentes sustitutos y leales, Francisco Linares Alcántara y Joaquín Crespo, mientras Blanco pasa varios períodos en París.
Blanco es sucedido por Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacio (1890-1892), entretanto Joaquín Crespo, asume por segunda vez la presidencia (1892-1898). Y es elegido después Ignacio Andrade, quien es derrotado por la intervención de Cipriano Castro (1899-1908), posterior la revolución liberadora que busca derrocar a Castro es contenida por su vicepresidente Juan Vicente Gómez, que seis años después da un golpe de Estado que destituye a Castro y permanece en el poder hasta su muerte en 1935.
Fue una época en la que el pueblo estuvo victimizado debido a la constante lucha por el poder político con innumerables montoneras y alzamiento regionales y locales.
Historiadores han escrito sobre “la guerra de los cien años”, para referirse al período que abarca desde la independencia hasta la guerra federal que establece en esas condiciones un proceso guerrerista que no termina con el pacto de 1863 o Tratado de Coche, historiadores que han contabilizado, además, 40 alzamientos mediante la fuerza para cambiar gobiernos. El pueblo venezolano todavía aguardaba el “milagro” para conocer la paz por la que entregó la vida el Padre de la Patria: Simón Bolívar.
A la muerte de Gómez sobreviene Eleazar López Contreras (1935-1945), derrocado el 18 de octubre de 1945 por Marco Pérez Jiménez en alianza con el partido Acción Democrática, capitaneado por Rómulo Betancourt, quien asumió la presidencia de la junta de gobierno (1945-1947). Son convocadas la primeras elecciones y le correspondió la victoria a Rómulo Gallegos, que apenas duró meses al frente del Ejecutivo, pues bajo el liderazgo Pérez Jiménez, es derrocado y éste asume la conducción de la nación hasta el 23 de enero de 1958, fecha que ha sido conocida como el fin de las dictadura.
Es designado a Wolfgang Larrazábal mientras se convocaba elecciones. Una vez realizada las elecciones, asume la presidencia nuevamente Betancourt (1959-1963) quien no se vio librado de ataques, pues es uno de los artífices de la democracia representativa en Venezuela, fue quien acuñó la frase “Disparar primero, averiguar después”, y con élla inicia e inaugura la política represiva en Venezuela durante la IV República con un costo de miles de muertos y desaparecidos. A pocos meses de instalado su gobierno, el 12 de enero de 1960, ordenaba hostigar, reprimir y asesinar a todos sus adversarios políticos,sobre todo a las mujeres y hombres de izquierda.
Le sigue otro adeco, Raúl Leoni (1963-1968) a quien le correspondió contener la lucha revolucionaria de tantos revolucionarios.
En esa tunda, entra el no menos derechista de tendencia o formación cristiana (partido político Copei) Rafael Caldera (1968-1973), quien entrega el poder a otro miembro de AD, Carlos Andrés Pérez (1974-1979), invariable en su línea de acción política para favoreces los intereses imperialista y los de la oligarquía criolla en menoscabo de los intereses del imaginario.
Luis Herrera Campins (1979-1984), en un ambiente de corrupción devalúa la moneda para contener la crisis fiscal que galopaba inconteniblemente desmejorando la capacidad adquisitiva del pueblo, y pone fin el famoso dólar del 4,30.
Le entrega la banda presidencial a Jaime Lusinchi (1984-1989), quien le da también continuidad al festín de Baltazar, ante la incontenible corrupción entre otros hechos criminosos.
Por segunda vez, retoma la presidencia Pérez (1989-1993), quien no concluye su periodo toda vez que es juzgado por hechos de corrupción y es separado del cargo por estar envuelto en los delitos de peculado y malversación.
A penas había asumido la presidencia el 27 de febrero sucede el Caracazo que trajo consigo decenas de muertos y heridos, debido a los “ajustes” económicos dictados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que afectaron inmisericordemente al pueblo venezolano.
Otro aspecto histórico y desencadenante de la maltrecha democracia representativa, sobre el que seguiremos más adelante profundizando, es que, en fecha 4 febrero de 1992, surge por primera vez la figura del Comandante Chávez, quien en compañía de otros oficiales fracasan en el derrocamiento de Pérez. Este hecho también se repite el 27 noviembre.
Sin embargo Pérez es sustituido por el adeco Octavio Lepage durante un mes, y el otrora Congreso designa a Ramón José Velázquez (1993-1994) y después de haberse convocado a elecciones retorna para su segundo periodo presidencial, Caldera (1994-1999), que debe soportar la crisis financiera y la de varios bancos intervenidos.
Caldera sobreseyó a los militares que participaron en la asonada de 1992 y más tarde deberá entregar la banda de la presidencia al comandante Chávez, dándose inicio de manera real y en profundidad el desbordamiento del muro histórico que tenía en una situación precaria a las amplias mayorías del pueblo venezolano.
Igualmente reivindica al Libertador sobre el proyecto político de Bolívar, al iniciarse la Revolución Bolivariana.
La invasión colonizadora y la resistencia de los pueblos originarios en la que surge la figura emblemática de Guaicaipuro que combatió a muerte la penetración española en el año 1540 fue el arquetipo de la resistencia indígena y marcó el inicio de esta lucha por la libertad emprendida en el año 1492.
No había concluido la lucha por la emancipación y la independencia de las naciones latinoamericanas del imperialismo español cuando, desde EEUU se planificaba una nueva dominación, una nueva dependencia, un nuevo sometimiento a los pueblos de América, con el objetivo de llenar el vacío dejado por la derrota del imperialismo español.
Dominación que en el transcurso de más de 500 años dejó el terrible saldo de innumerables indígenas exterminados y esclavizados; y otro tanto de africanos y sus descendientes, también asesinados y sometidos a la esclavitud y a la trata de negros; el ecocidio de la naturaleza y el saqueo de nuestras riquezas, que trasladadas a Europa, contribuyeron con la acumulación originaria de capital y el desarrollo del capitalismo europeo y a la cuantiosas pérdidas humanas en la lucha por la gesta independentista.
Se trataba, nada menos, de convertir a las naciones Latinoamericanas, en lo que después ellos mismos denominaron “patio trasero”, e impedir que otras potencias imperiales, fundamentalmente europeas le compitieran esa dominación, para lo cual diseñaron doctrinas,, herramientas y procedimientos jurídicos, políticos y militares que les permitieran y le han permitido, la ejecución de dichos planes, con la complacencia de interlocutores criollos (la misma oligarquía que traicionó a Bolívar) y otros sectores que, colocados en el poder, les han servido de testaferros.
La Doctrina Monroe, sintetizada en la frase “América para los americanos”, fue elaborada por John Quincy Adams, sexto presidente de los Estados Unidos, aunque es atribuida a James Monroe —su quinto presidente— en el año 1823. “América para los norteamericanos estadounidenses” sería la traducción correcta de esta doctrina que en un mismo hilo histórico, entra en correspondencia con la “Doctrina del Destino Manifiesto”, que establece que los EEUU tienen el don de imponer su modo de vida y dominación al mundo y así lo expresan el cumplimiento de nuestro Destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia”.
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Ratificándose principios de dominación hemisférica, en un mensaje ante el Congreso de su país, el presidente Teodoro Roosevelt en lo que vino a llamarse el “Corolario Roosevelt”, que no es otro que darle continuidad a su intervencionismo en NuestraAmérica, gozando de la más absoluta impunidad.
A estas pretensiones, avizorando lo que se cernía sobre nuestros pueblos —una nueva dominación—, el Libertador le sale al paso con claridad histórica en 1828, en carta dirigida al coronel Patrick Campbell, encargado de negocios británicos ante el gobierno de la Gran Colombia donde expresaba premonitoriamente: “Los EEUU parecen destinados por la providencia a plagar a América de miseria en nombre de la libertad”.
Con el boicot o sabotaje al Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por Bolívar en 1826, comienza EEUU a crear las condiciones de dominio sobre NuestraAmérica. Así, se impone el “Panamericanismo” y es derrotada la tesis Bolivariana de “La Patria es la América”, basada en la unidad de los pueblos, para frenar cualquier intento de dominación de potencias extranjeras, teniendo como fortaleza la Gran Patria.
Las dictaduras y las democracias representativas, son los dos modelos que históricamente ha utilizado EEUU para garantizar su dominio y hegemonía. Estas prácticas, que se hicieron de uso corriente por lo menos desde la segunda mitad del siglo XIX comenzarán a responder, en el contexto de crispación generalizada por la Guerra Fría en el siglo XX, a dos doctrinas perfectamente delineadas por el Pentágono: la Estrategia de Defensa Hemisférica y La doctrina de la Seguridad Nacional, las cuales no fueron sino dos caras de una misma moneda. Mientras que La Estrategia de Defensa Hemisférica se concentraba en la contención del denominado “enemigo externo”, la doctrina de Seguridad Nacional, enmarcada en los mismos objetivos de aquella, centralizó su accionar en la aniquilación del “enemigo interno”; es decir, de todos aquellos elementos endógenos de los países bajo influencia norteamericana que pudieran ser un factor de desestabilización o insurgencia contra los regímenes latinoamericanos aliados de Washington.
Una vez culminada la Segunda Guerra Mundial, los planificadores de esa potencia continental definieron a Venezuela como su fuente de abastecimiento más seguro y confiable de esta materia prima estratégica por excelencia. Esto fue así, no sólo por la cercanía geográfica de Venezuela con respecto a EEUU y por las condiciones favorables que tradicionalmente habían rodeado la explotación de petróleo venezolano por las compañías internacionales desde los tiempos de Juan Vicente Gómez (1908-1935), sino también porque el esfuerzo que EEUU venía haciendo por conquistar una posición importante en la explotación de petróleo.
También en este recorrido histórico sobre la criminalidad estadounidense, encontramos “la Operación Cóndor” que fue un plan de apoyo mutuo contra los movimientos revolucionarios, coordinado por los gobiernos dictatoriales de Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, con el apoyo de EEUU llevado a cabo en las décadas de 1970 y 1980.
No se puede obviar que la dictadura de Pérez Jiménez significó otro régimen al servicio de los intereses norteamericanos. América Latina vivía la etapa de lo que se llamó con acierto la “Internacional de las Espadas”, dictaduras militares que se hicieron con la mayoría de los gobiernos de la región. De manera que la lucha por el derrocamiento del régimen perezjimenista estaba inscrita dentro de las luchas del pueblo venezolano.
De alguna manera en este trabajo periodístico hemos sintetizado la Venezuela prehispánica hasta nuestros días, cuyo bloqueo histórico así como su crisis lo enfrenta el comandante Chávez, quien emerge ante un escenario en el que prevalecía una masiva y consecuente violación de los derechos humanos como política de terrorismo de Estado durante cuatro largas décadas en Venezuela, que también certifica el extinto periodista José Vicente Rangel en su libro “Expediente Negro”, a saber:
“La represión fue una constante durante los gobiernos de AD y Copei. Existió un hilo conductor que siempre se hizo presente y que se explica por la concepción del orden público que ambos partidos manejaron, por la injerencia que organismos de inteligencia de los Estados Unidos tuvieron en Venezuela en esa época y por la continentalización de prácticas oprobiosas aplicadas contra la disidencia, como la desaparición de detenidos, la tortura, la incomunicación, la violación del debido proceso y los juicios militares.
La impunidad se impuso al Estado de derecho y el sistema democrático colapsó. El trasfondo de esa impunidad determina que se puede establecer un claro contraste ente la sanción de los represores en Chile, Argentina, México, Uruguay, y la total ausencia de justicia en nuestro país. Probablemente el fenómeno obedece a la falta de memoria colectiva. La cultura política que impuso el Pacto de Punto Fijo castró la memoria del venezolano, construyó un muro entre el ciudadano y la conciencia colectiva que borró el recuerdo y nos dejó sin identidad”.
Para las mujeres y los hombres de NuestraAmérica siempre estará presente el faro del Libertador Simón Bolívar alumbrando el camino hacía «la mayor suma de felicidad posible».
¡Salud!
Alberto Vargas
Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos albertovargas30@hotmail.com