«Chema Reyes, guerrillero del Che y Héroe de Honduras*

Tegucigalpa. Agencias, Radio La La Primerisima/Managua

El gobierno de Honduras encabezó un acto para recordar el sacrificio del guerrillero hondureño José María Reyes Mata, quien murió hace 40 años en las montañas del departamento de Olancho, fronterizo con Nicaragua, cuando comandaba una columna rebelde con unas 100 personas.

“Honor y gloria a Chema Reyes Mata, a todas y todos los caídos en la columna y a quienes luchan 40 años después por el acceso a la verdad, a la memoria, a la justicia y a la reparación”, dijo la ministra hondureña de Derechos Humanos, Natalie Roque, en el foro “El legado revolucionario de José María Reyes Mata”.

Roque recordó la vida de Reyes Mata, un maestro de educación primaria que en 1962 viajó a Cuba, donde se hizo médico y en 1967 fue parte de la columna de Ernesto Che Guevara en Bolivia.

En la columna que Reyes Mata encabezó en julio de 1983, cuando ingresó a su país desde Nicaragua, figuraba además el sacerdote jesuita estadounidense Guadalupe Carney.

El Padre Guadalupe era un sacerdote jesuita estadounidense nacionalizado hondureño, llegado a Honduras a inicios de la década de los sesenta –poco después de ser ordenado– para trabajar con misionero. Durante su labor permaneció en diversas zonas rurales del país, trabajando de forma cercana con poblaciones campesinas en sus programas de alfabetización, colonización y cooperativismo. Fue expulsado de Honduras por el Ejército Hondureño en 1979, más tarde llegaría a Nicaragua donde se vincularía a un grupo de hondureños liderados por José María Reyes, quienes organizaban una columna guerrillera para ingresar a Honduras

La columna fue aniquilada por militares hondureños bajo la dirección de marinos de Estados Unidos, que entonces tenían una importante presencia en Honduras, pero el Ejército local solo mostró imágenes de Reyes Mata y Carney, según publicaciones.

En el foro también participaron el asesor presidencial Enrique Flores Lanza y el sociólogo Allan Fajardo, esposo de Melba Reyes, ya fallecida, hermana de Reyes Mata.

Flores Lanza repasó la vida de Reyes Mata como guerrillero que también se involucró en movimientos de lucha en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y por último en Honduras.

Fajardo indicó que Carney quería ser “capellán de un ejército popular unido de todas las organizaciones”, y que todo lo que se haga para recordar a los miembros de la columna que encabezó Reyes Mata, “es muy importante, pero es poco para el significado de la gesta de estos hombres y mujeres que no dijeron que morirían por la patria, sino que murieron”.

“Chema era un seguidor de Ernesto Che Guevara, así que las Fuerzas Armadas de Honduras no se podían permitir que se inmortalizara la imagen del cadáver de Chema, como la del Che en Bolivia”, subrayó Roque.

Señaló además que 40 años después, los familiares de Reyes Mata, Carney y los demás integrantes de la columna, hombres y mujeres, siguen sin saber dónde están sus restos.

El maestro Sergio Rivera dijo que la acción de Reyes Mata, líder del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos Honduras (PRTCH), fue una actitud de combate, de hacerle frente al enemigo, el imperialismo norteamericano.

“Estas compañeras y compañeros se enfrentaron contra todo, contra tres ejércitos –el hondureño, el estadounidense y los “contras” nicaragüenses– que les tendieron un cerco”, añadió. Reyes Mata decía que “todos somos agentes de cambios sociales”.

Rivera recalcó que tras 40 años de esa gesta heroica, los integrantes de la columna guerrillera que fue aniquilada en septiembre de 1983, “continúan en calidad de detenidos desaparecidos”.

José María Reyes González, uno de los hijos del guerrillero hondureño más reconocido, dijo que siempre es “interesante conocer historias nuevas” de su padre, “porque al final del día no fue solo una persona” con la que tuvo “una relación cercana”.

No obstante, añadió que, aunque físicamente su padre no está con él, es alguien que está presente en toda su vida, y que cuando se producen eventos como el foro de hoy, lo nutren.

“Me llena de orgullo también entender como él veía su filosofía de vida, cómo él quería hacer cambios; si algo me enseñó mi papá, es que todos somos agentes de cambios sociales y depende de nosotros poder hacerlos tangibles. Pero eso conlleva un montón de cosas, juntarse con la gente adecuada porque no hay ningún cambio que pueda hacerlo una persona sola, siempre es un trabajo de equipo, de pueblo”, subrayó el hijo de Reyes Mata.

Perfil biográfico

José María Reyes Mata, nació en un pequeño poblado de la campiña hondureña, en San Francisco de Yojoa, departamento de Cortés, cerca del hermoso Lago de Yojoa, el 5 de octubre de 1943, en el seno de una familia de escasos recursos económicos.

Sus padres, Marcelino Reyes Maldonado, en esa época obrero de la construcción en proyectos carreteros), y Mercedes Gómez Mata, una ama de casa muy industriosa que fabricaba golosinas y otros alimentos que enviaba a vender. Ambos eran de origen campesino, él del Sur y ella de Occidente. Marcelino aprobó primaria completa y Mercedes solo los dos primeros grados, como mucha de la población hondureña de esa época. Ambos de espíritu noble y generoso, inculcaron en sus hijos el amor al prójimo, el valor de las letras y la pasión para luchar por sus convicciones.

Chema (diminutivo de José María) era el mayor de siete hermanos. Nació débil producto de una enfermedad infecciosa congénita que casi le cuesta la vista, situación agravada al extremo por el error de procedimiento de la “comadrona” o partera al cortar de raíz el cordón umbilical lacerando su estómago y dejándolo en riesgo vital durante meses.

Desde su infancia temprana conoció la dureza del trabajo infantil callejero, pero supo rescatar el valor de la labor ardua y eficiente. Comprendió desde muy pequeño que la educación era la brecha entre ricos y pobres, reflexión que sumada a la dureza de sus vivencias ayudó a templar su carácter y su espíritu, encaminándolo inexorablemente hacia la lucha revolucionaria.

Cuando era estudiante de magisterio en la Escuela Normal Rural de Varones de “El Edén” (hoy Escuela Normal Mixta “Centroamérica”), en la aldea de Palo Pintado, municipio de Comayagua, fue proclamado por unanimidad líder del estudiantado en una huelga que obligó al gobierno a negociar por reivindicaciones sociales.

Fue de los fundadores del Movimiento Francisco Morazán y firmante de la Declaración de Mucuruba. Se graduó de maestro y por sus extraordinarias calificaciones pasó rápidamente a ser Subdirector de la escuela “Pedro P. Amaya” de la ciudad de El Progreso.

Su carácter fuerte unido a su madurez precoz y su sentir revolucionario, características de su juventud temprana, lo llevaron a colaborar junto a las FAR de Guatemala hasta que se produce la división de esta organización.

Después estudió medicina en Cuba (desde 1962) y al graduarse su expediente destacó entre los tres mejores de su promoción. En la ciudad de La Habana se casó por primera vez con una joven cubana llamada Esperanza, con quien tuvo a sus primeros hijos, Mayda y José Reyes.

Su padre, don Marce, como le conocían sus vecinos, es despedido de la compañía bananera en la que trabajó por más de quince años en distintas plantaciones, al conocerse que Chema estudiaba becado en Cuba. Su familia entonces tuvo que migrar a El Progreso, con lo que su padre, que había llegado a ser “jefe de comisariato”, y su esposa Doña Mercedes, tuvieron que empezar nuevamente “desde cero”, económicamente hablando, aunque ya con sus siete hijos.

Con la guerrilla del Che

Desaparecido un par de años reaparece en 1968 en el altiplano boliviano, formando parte de la legendaria expedición internacionalista del “Che” en Bolivia. Así, Chema comienza su actividad guerrillera. Es el único centroamericano que se integra a la misma y al segundo grupo de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), burlando los cercos militares abriéndose paso junto a los demás compañeros entre ellos el chileno periodista guerrillero Elmo Catalán. Cae prisionero y es llevado a la capital La Paz donde fue encarcelado y torturado, dándosele por muerto.

Pasan once meses antes de lograr salir de la cárcel. La convulsa Bolivia lo ve resurgir. Dirige la toma del Panóptico Central de la Plaza de San Pedro, en plena capital boliviana, donde toma de rehén al coronel Burgo y libera a 17 presos políticos.

Luego, al cambiar las condiciones y originarse el repliegue momentáneo de la lucha, desde Santa Cruz de la Sierra, en el oriente boliviano, organiza la “pequeña gran marcha” por la Cordillera de los Andes hacia Arica (Chile), dejando en su paso dos pequeños hijos Paola y Camilo Reyes.

Incansable, en Chile participó en la organización del Frente Revolucionario Antiimperialista que buscaba lograr la unidad con los revolucionarios bolivianos, al mismo tiempo y ante la creciente lucha de clases en Chile, participa en el Cordón Obrero de Macul, impartiendo conocimientos militares entre el proletariado chileno.

Bajo el gobierno popular de Salvador Allende revalidó su título de médico para colaborar militantemente con el proyecto de llevar salud a todo Chile. Es aquí donde conoce a su nueva compañera de vida y lucha, Blanca Teresa González Iturriaga, con quien llega a tener cuatro hijos, Chemy, Mayte, José María y Teresa.

El Golpe Militar de 1973 lo obligó a refugiarse junto a su mujer y su hija recién nacida en la embajada de Honduras y aprovechando la etapa reformista que vivía por ese entonces su país se asila junto a su familia.

De regreso en Centroamérica comprende que el vértice de la Revolución Latinoamericana se está desplazando hacia esta zona. Se incorporó enérgicamente a la lucha de las masas como un militante más.

En 1979 es nombrado Secretario General del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC), un partido regional que contó con expresiones político-militares nacionales específicamente en El Salvador, Honduras y Guatemala. Participó en la fundación del Movimiento Francisco Morazán y firmó la Declaración de Mucuruba.

Participó en acciones guerrilleras en El Salvador hasta finales de 1980.

En el segundo Congreso del PRTC en 1983, fue reelegido Secretario General y fue nombrado Comandante de las Fuerzas Armadas del Pueblo (FAP), un ejército guerrillero rural y urbano de este mismo partido. La columna se internó en las selvas, desde Nicaragua hacia Honduras después del 15 de julio de 1983, con la misión de combatir a la “contra” y constituir bases guerrilleras rurales, siguiendo la estrategia guevarista-vietnamita.

Estados Unidos y el Ejército de Honduras lanzan la denominada “Operación Patuca” a cargo del General Gustavo Álvarez Martínez, quien en colaboración con fuerzas militares y de inteligencia norteamericanas, estaba al mando del Batallón 3-16, creado para desarticular la incursión guerrillera en la región montañosa de Piedras Azules a orillas del río Patuca, en el Departamento de Olancho, Honduras. Esa la unidad militar está acusada de la mayor responsabilidad por los asesinatos políticos, las desapariciones e innumerables violaciones a los derechos humanos en la década de los ochenta.

Luego de meses de combates en Honduras tras extenuantes ataques y persecuciones por fuerzas aerotransportadas y un cerco estratégico de más de cinco mil hombres de las fuerzas de Estados Unidos, Honduras y la “contra” de Nicaragua, sin municiones el doctor Reyes es capturado y desaparecido en la región montañosa de Piedras Azules.

“Honduras Laboral” declara que la fecha en la que fueron desaparecidos fue el 20 de septiembre de 1983 en Olancho, Honduras.

Al momento de su muerte era Secretario General del PRTC de Honduras, Comandante de las Fuerzas Armadas del Pueblo y Coordinador de la Dirección Nacional para la Unidad de las organizaciones revolucionarias hondureñas.

Los que lo conocieron le han descrito como un hombre emprendedor, optimista, resuelto y audaz; con extrema confianza en el género humano, generoso, de trato franco y directo.

El Diario Barricada en su edición del kunes 3 de octubre de 1983, publicó en sus páginas “Mientras el régimen anuncia en sus periódicos que el doctor Reyes Mata ha muerto, el Comandante Pablo Mendoza sigue caminando en las montañas de Olancho junto a su pueblo en armas. Cayó para erguirse para siempre en el corazón del pueblo hondureño”.

El último disparo

Tomado de Chema Reyes ¡VIVE!, por Natalie Roque Sandoval

Las fotografías de los restos del Guerrillero Chema Reyes y del padre Guadalupe Carney fueron hechas públicas por la Fuerzas Armadas de Honduras (FFAA) durante la tercera semana de septiembre de 1983, acompañando una nota de prensa que deba cuenta de la muerte en supuesto combate de Reyes y otros siete guerrilleros. Estas imágenes fueron publicadas en medios de comunicación impresa de circulación masiva en el país. De todos los combatientes asesinados, solo los restos de Guadalupe y Chema son expuestos, como evidencia del aniquilamiento del grupo guerrillero.

Las primeras imágenes en aparecer corresponden a los restos del Padre Guadalupe, publicadas el 20 de septiembre. Subversivo si bien es cierto, pero también sacerdote –sobre todo norteamericano– hasta cierto punto inviolable, al menos de forma pública. A esta premisa pareció obedecer la forma en que fueron presentadas las imágenes de Carney, o más bien las imágenes de sus pertenencias, pues lo declararon muerto con anterioridad al enfrentamiento: en su muerte –de acuerdo a esta versión– nada habría tenido que ver el ejército hondureño.

Se sabe que el padre Guadalupe fue capturado vivo y trasladado a la base militar de El Aguacate, donde habría sido torturado, para luego ser arrojado vivo desde un helicóptero a la muerte, según la reconstrucción de eventos basada en el testimonio del ex miembro del Escuadrón 3–16 Florencio Caballero y en documentación desclasificada del Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América.

Se nota que EEUU y el Ejército hondureño tuvieron mucho cuidado a la hora de tratar la imagen de sus restos, que pareciese ser manejada de forma respetuosa. Resulta una bien pensada precaución, pues Guadalupe era norteamericano y un sacerdote muy querido por muchas poblaciones campesinas. Profanar de su cadáver podría haber despertado la indignación en EEUU y en Honduras, teniendo consecuencias imprevisibles. Aunque lo torturaron, el discurso visual de sus restos deja inviolada su humanidad.

FOTO/RECORTE de la Portada de La Tribuna del jueves 22 de Septiembre de 1983:

Nótese que en la portada donde aparece el cadáver de Reyes Mata se hace mención a los ejercicios militares “Pino Alto”, realizando labores supuestamente humanitarias en la Mosquitia, claro mecanismo de la guerra de baja intensidad para “ganarse” a la población.

El cadáver de Chema por su parte, aparece en la portada del periódico del 22 de septiembre, ocupando la mitad del espacio con el titular “Fotografiado el cadáver de “Chema” Reyes Mata”. Es una imagen–evidencia, pensada para certificar la muerte y generar un efecto–verdad que insertada en la prensa desplegará una función “informativa y probatoria de los hechos”. La imagen del rostro y torso de Reyes es sin duda elocuente: proyecta a un guerrillero aplastado, con los ojos y boca semiabiertos, como exhalando su último aliento, en medio del matorral donde supuestamente fue abatido. Esta parece ser en blanco y negro, matizada para potenciar su efecto en portada con un tono rojizo. Parece que ese último disparo fotográfico tuviese la intensión de arrebatarle lo que aun podía conservar de humanidad, aun después de muerto.

Es evidente la manipulación de la escena, resultan notorias las diferencias en las dos imágenes del cadáver ¿Por qué en la portada aparece con los ojos y boca abiertos mientras en el interior se muestra con ambos cerrados? Se intenta posicionar la versión oficial de su muerte en combate, pero es evidente un silencio visual: Si parte de la columna guerrillera fue abatida en un enfrentamiento ¿Por qué no se muestran los cuerpos de los demás caídos?

La imagen de este guerrillero hondureño aparece tratada sin ningún respeto por su humanidad, su cadáver tirado en medio de un matorral, derrotado. La escena fue cuidadosamente montada para transmitir un mensaje aleccionador y deshumanizante. Es la clara imagen del enemigo despojado de su condición humana, es un guerrillero, la máxima expresión de la abyección, animalizado. Se presenta un cadáver violentado hasta el último momento, indigno de respeto.

Chema era un seguidor de Ernesto “El Che” Guevara, así que las FFAA de Honduras no permitirían que se inmortalizase en una imagen como la del cadáver del Che en Bolivia, cuyo cuerpo fuese presentado a los medios tendido en una camilla en una mesa de autopsia en una visión que muchos evocarían como “crísitca” y que reforzaría de alguna forma interpretaciones visuales del sacrificio de un mártir.