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¿Adiós a la Globalización? El resurgimiento de la economía nacional en la transición a una nueva geopolítica imperial

Fecha: 10 octubre, 2023

Autor/a: Luis Bonilla-Molina

¿Adiós a la Globalización?

El resurgimiento de la economía nacional en la transición a una nueva geopolítica imperial

Luis Bonilla-Molina[1]

  1. Sullivan: ¿el profeta del desencanto?

En noviembre de 2020 Biden anunciaba que designaría a Jacob Jeremiah Sullivan como su Consejero de Seguridad Nacional. Sullivan venía de trabajar con Obama y ser subjefe del Departamento de Estado, teniendo un papel destacado en 2013 en las negociaciones nucleares con Irán, pasando a ser ahora una pieza clave para entender la geopolítica norteamericana.

En abril de 2023, Sullivan anunciaba el énfasis de la nueva política exterior de la Casa Blanca que pareciera sustituir el añejo “Consenso de Washington”. La justificación para este giro fue el estancamiento económico, la polarización política, el cambio climático y las amenazas a la paz mundial. La estrategia, una reorientación de la relación de Norteamérica con los países dependientes, neocoloniales, pero también con las economías aliadas de los llamados países ricos. Advirtió Sullivan que EEUU establecería las agendas de trabajo y quien no se subordine a ellas debe atenerse a las consecuencias.

La estrategia está siendo conocida como el giro a la economía nacional, pero debe ser vista en un contexto de tensiones geopolíticas más amplias y en de la propia crisis de endeudamiento y estancamiento de la nación imperialista.     

El marco en el que ocurre esta situación está marcado por el crecimiento de la llamada ruta de la seda liderada por China, que ha logrado incorporar a 147 países, que de conjunto representan el 51% del PIB Mundial, la creación de la Unión Euroasiática (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Rusia) que garantiza a Rusia el control de esta zona estratégica, la revitalización de la Asociación Económica Regional Integral Regional (RECEP) conformada por Australia, Brunéi, Camboya, China, Indonesia, Japón, Laos, Malasia, Myanmar, Nueva Zelandia y Filipinas, así como el impulso de los BRICs que aglutinan hoy el 32% el PIB global (versus el 30 % del G7) y que a partir de 2024 con la incorporación de los nuevos países alcanzará por lo menos el 36% del PIB global. La propia creación del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (India, Australia, Japón y EEUU) debe ser valorado en la perspectiva de la economía nacional.

La guerra de Ucrania ha significado la pulverización de la capacidad de incidencia geopolítica de la Unión Europea, algo que facilita el entendimiento entre las superpotencias capitalistas sin el fardo heredado de las postguerras mundiales.

Finalmente, la estrategia anunciada por Sullivan pareciera partir de las proyecciones que hiciera el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2016 respecto a las economías dominantes para 2050. Señala el FMI que el orden económico jerárquico existente en 2016 (China, EEUU, India, Japón, Alemania, Rusia, Brasil, Indonesia, Inglaterra, Francia) dará paso a una nueva estructura jerárquica en la economía mundial en 2050 (China, India, EEUU, Indonesia, Brasil, Rusia, México, Japón, Alemania, Inglaterra), mucho de los cuales son aliados en el presente de la Casa Blanca. Aprovechar esta ventaja geopolítica del presente, para construir una correlación de fuerzas a su favor, sin llegar a la confrontación militar directa con Rusia y China, pareciera ser un aspecto central en los anuncios de Sullivan.

Mi perspectiva es que EEUU no apuesta a dinamitar estos bloques, sino a mediar en ellos y establecer múltiples puertas de negociación con Rusia y China, así como con otros actores claves.

  • El Informe The Economist del 7 de octubre

Los comentarios y análisis han resultado abundantes a partir de la declaración de Sullivan, pero uno de los más completos es el publicado el 7 de octubre de este año por The Economist[2].  En esta edición especial se abordan los entretelones de la estrategia y las tensiones políticas que está generando al propio interior de los Estados Unidos.

The Economist habla de una resiliencia global para atenuar los efectos no deseados de la globalización neoliberal, como eje de la llamada economía nacional.  La perspectiva que asume The Economist es que el giro impulsado por la administración Bien generará los efectos contrarios a lo que se propone.

Por ello, es importante determinar cuales son los elementos que argumentaba Sullivan que llevan a los Estados Unidos a producir un giro tan drástico en su política exterior. Primero, la recesión global generada a parir del 2020 con los problemas en la cadena de suministros, el incremento en el costo de las importaciones y las tendencias inflacionarias. Segundo, las tensiones comerciales con China y militares con Rusia que hacen inminente una negociación geopolítica a gran escala.  Tercero, los problemas de acceso a la energía fósil, que ha llevado incluso a EEUU a rediseñar su estrategia con Venezuela en razón de sus enormes reservas de petróleo. Cuarto, el surgimiento de la Inteligencia Artificial generativa, que implica nuevos desafíos para la seguridad nacional pero que en corto plazo amenaza el mundo el trabajo colocando en el horizonte el riesgo de una crisis humanitaria laboral a escala global, con su impacto en el consumo y la estabilidad social.

Precisa The Economist (2023) “La economía nacional quiere proteger al mundo de shocks similares en el futuro. Quiere mantener los beneficios de la globalización, con su énfasis en la eficiencia y los precios bajos, pero evitar las desventajas: la incertidumbre y la injusticia del sistema anterior. Esto requiere combinar la seguridad nacional y la política económica”. El eje de este proceso pareciera centrarse en la generación de fuentes alternativas de energía no contaminante, la fabricación de chips y micro chips para la carrera tecnológica, producción de vehículos eléctricos e inteligencia artificial. Pero solo los países del centro capitalista podrán aprovechar al máximo esta estrategia, porque cuentan con las condiciones materiales e industriales para acometerla en el corto plazo, obligando a los países de la periferia a limitarse a su papel de aportadores de materia prima, incrementando y diversificando el extractivismo, que eventualmente elevaría los problemas ambientales.

Es decir, la administración Biden lo que procura es que los países dependientes paguen el efecto de la crisis económica actual, financiando la recuperación de las industrias y el capital afectado por las tensiones de esta etapa en la globalización.

  • Claves para entender lo que ocurre

Estados Unidos pareciera desarrollar una estrategia bilateral para reposicionarse en la geopolítica mundial.  Las financieras globales han demostrado tener menos apego a la nación de las cincuenta estrellas en su bandera, de lo que esperaban la Casa Blanca y el Departamento de Estado. La globalización neoliberal implicó un mayor nivel de autonomía para las operaciones del capital financiero especulativo, especialmente por parte de BlackRock, J.P. Morgan, Morgan Stanley y Goldman Sachs, a quienes algunos atribuyen el éxito económico detrás del llamado milagro chino. Es imposible entender hoy la orientación de las relaciones internacionales sin estudiar los flujos de capital de estas financieras globales, lo cual, de paso, puede contribuir a desvanecer imaginarios ideológicos exacerbados y volver al reino de la economía política.  

En ese contexto, la economía nacional es una estrategia para intentar colocar en manos de la política imperial, el control y la tranquilidad que la economía especulativa pareciera negarle a los Estados Unidos. La vieja y popular frase que indica que el capital no tiene patria, pareciera resumir el drama gringo del momento.

La administración Biden está optando por un inventario más cierto de aliados y un arqueo de las posibilidades de reordenar el tablero nacional. Desde ese punto de vista, la “economía nacional” es un movimiento táctico, un breve receso en la lógica de la globalización para evaluar escenarios.

El riesgo de esta estrategia es que puede impulsar a estas economías nacionales a la promiscuidad de centros de referencia. No es lo mismo la estrategia de economía nacional en Francia, Japón, India o Alemania, que en la mayoría de países de África o Latinoamérica. Así que la estrategia de economía nacional tendrá que pasar por un reposicionamiento de la capacidad norteamericana para determinar quienes gobiernan en cada uno de estos países, incrementando su intervencionismo directo o indirecto.    

  • La economía nacional y el nuevo imperialismo

La izquierda política suele ver en la contradicciones comerciales y económicas entre China y EEUU, Rusia y EEUU, solo la posibilidad del surgimiento del mundo multipolar, descuidando el análisis de las integraciones de intereses de las grandes potencias en disputa, ya sea en el nivel accionario, en las cadenas de suministro, en las fuentes y rutas de las materias primas o la necesidad de nuevos equilibrios.

La geopolítica del presente no solo está mediada por la economía, sino también por las capacidades de generación de conocimiento y tecnología, de producción a gran escala de los nuevos desarrollos digitales (especialmente micro conductores, elementos de las ciencias de datos e Inteligencia Artificial), por las capacidades militares reales de los países económicamente exitosos, por los mecanismos de flujo de moneda y comercio, la incidencia en los bloques regionales y las tensiones entre democracia y autoritarismo (donde pareciera estar ganando ampliamente el segundo).

Estas tensiones pueden conducir a tres grandes escenarios. El primero, el derrumbe silencioso y monumental del imperialismo norteamericano, al estilo el desmantelamiento de la URSS, que, de paso a uno o varios centros de poder internacional, algo que considero muy improbable porque las burguesías internacionales saben que eso traerá más inestabilidad que otra cosa. El segundo, una confrontación militar, al estilo de las dos guerras mundiales para determinar la supremacía en la conducción e los mercados, algo que dado el desarrollo de armas de destrucción masiva solo traería la destrucción de la vida humana a escala planetaria. El tercero, no descartable, es un acuerdo entre las cinco naciones más poderosas de manera geopolítica integral (EEUU, China, Rusia, India ¿Brasil?) para la creación de un gran super imperio autoritario, extractivista y desigual, que quiebra el paradigma emergente del sur global como opuesto al norte imperial.  Este último escenario, no debería ser descartado a priori y ser una línea de trabajo e investigación de la izquierda no campista.

  • Conclusión

La llamada economía nacional es una intensificación de la relación depredadora, extractivista, neocolonial y de signo dependiente sobre Latinoamérica y la periferia imperial a escala global.  Es una estrategia que procura alinear los aliados para la negociación global, inicialmente con China y Rusia, pero eventualmente con otras de las naciones emergentes.  Los cálculos que hace el imperialismo norteamericano es que puede ser el socio mayoritario de una alianza global imperial, que le permita emprender la recuperación económica de ese país en una nueva fase de dominio imperial sobre las naciones de ingresos medios y bajos.


[1] Profesor invitado de la Universidad Federal de Sergipe, Brasil. Miembro electo del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y Coordinador del GT CLACSO “Capitalismo digital, políticas educativas y pedagogías críticas” (2023-2025). Miembro del Secretariado del Congreso Mundial contra el Neoliberalismo Educativo (Río de Janeiro, Brasil, octubre 2024). Integrante de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), la Fundación Kairos y la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS). Investigador del Centro Internacional de Investigación Otras Voces en Educación (CII-OVE). Investigador asociado al eje “trabajo docente” de la CRES+5 a realizarse en Brasilia, Brasil, abril 2024. Contactos: luisbonillamolina.62@gmail.com; contacto@luisbonillamolina.com