Cortas y tempranas reflexiones sobre nuestro Esequibo, 1

VLADIMIR ACOSTA

14 NOVIEMBRE, 2023

Esto es la parte final resumida del ensayo que concluí y que circuló en 2020 sobre el tema.

Los argumentos siguen siendo válidos.

Termino el tema del Esequibo con una breve y útil recapitulación. Reitero que el proyecto inglés sobre el Esequibo fue temprano y que estuvo relacionado con el viejo plan de Raleigh de apoderarse de nuestra Guayana a fines del siglo XVI. Para fines del siglo XVIII, después de perder a los recién creados Estados Unidos (EU), Inglaterra busca crear una nueva gran colonia americana, esta vez en torno a las bocas del Orinoco. Para ello se apodera en 1797 de Trinidad, isla de la que España no se ocupa, y logra que se la ceda en 1802, lo que le permite tratar de integrar las dos partes del proyecto: Trinidad en el Atlántico, frente a Venezuela con su Guayana y sus bocas del Orinoco en Tierra Firme. Aun no existe una Guayana inglesa. Solo hay una extensa e inestable Guayana que es casi toda holandesa, pues Holanda ha ido despojando a la imperial España, su dueña nominal, de la mayor parte de ese territorio guayanés, también descuidado, que es expansión de la Guayana venezolana hacia el este. España por cierto le ha entregado antes, en 1777, a la recién fundada Capitanía General de Venezuela, dueña de la Guayana venezolana, el territorio guayanés que va desde ésta hasta la ribera izquierda del río Esequibo, advirtiéndole que debe poblar ese nuevo territorio que le es concedido y que se suma a la Guayana que es desde el siglo XVI venezolana por ser desde entonces Venezuela territorio colonial español. Pero Venezuela no tiene cómo hacerlo y no se ocupa de poblarlo.

El robo territorial se desarrolla en el siglo XIX, como vimos. Inglaterra reconoce a la Venezuela independiente sus límites guayaneses hasta el Esequibo, pero pronto empieza a mostrar sus planes expansivos, pues en 1814 ha creado la Guayana inglesa, formándola con territorio guayanés que arranca a los holandeses, lo que la lleva a topar con el territorio venezolano del Esequibo. Bolívar reclama y los ingleses le dan razón, pero siguen su trabajo solapado de expansión y Venezuela ni se entera. Para 1840 culmina el agente inglés Schomburgk su tarea de correr los límites de esa Guayana inglesa a expensas nuestras y de regalarle nenúfares a la reina Victoria. Venezuela protesta otra vez, no por los nenúfares sino por la fijación de retratos de Victoria en las bocas del Orinoco y por el robo de territorio guayanés nuestro. Y esta vez nuestro embajador en Europa, Alejo Fortique, logra que el ministro inglés prometa arreglarlo todo.

Pero eso de nada sirve y el robo territorial británico sigue en silencio. Venezuela entra en crisis con los Monagas y la Guerra federal; y es solo con Guzmán Blanco que vuelve a protestar pues Inglaterra se ha apoderado de las bocas del Orinoco y amenaza las minas de oro de El Callao en nuestra Guayana. Sigue la crisis que llena las décadas finales del siglo XIX y lleva a la débil Venezuela a pedir a EU aplicar en su favor la Doctrina Monroe contra el abuso colonialista inglés. EU se tarda, hasta que solo a fines de siglo tiene poder suficiente para resucitar la muerta doctrina y forzar al menos a Inglaterra a negociar con él en lugar de Venezuela, porque Inglaterra se niega a discutir con ésta, a la que desprecia. El resultado es el fraudulento Laudo de París en 1899, en que Venezuela pierde el Esequibo, que pasa a manos inglesas, y con dificultad salva las minas de Guayana y las bocas del Orinoco.

El infame Laudo solo provoca de inmediato una protesta que se apaga pronto y desde entonces nadie se ocupa más de él, aceptando así su más que dudosa legalidad. Ningún gobierno venezolano menciona al Esequibo y así se llega al medio siglo. En 1949 se publica en EU elmemorando de Severo Mallet Prevost que es como su testamento. Mallet Prevost fue el defensor de Venezuela en el Laudo y su memorando pone en evidencia la sucia tramoya que le resta toda validez.

Pero es ya tarde. Ha pasado medio siglo del Laudo y es en los 60 que se inicia la lucha venezolana por recuperar el Esequibo. Hubo reclamos de los gobiernos adecos en los 60. Ninguno llegó a nada. Las razones de eso tienen mucho que ver con que Inglaterra decide aceptar la independencia de Guyana y se la concede en 1966, algo a lo que Venezuela, país anticolonialista, no puede oponerse. Solo que Inglaterra lo hace para dejarle el problema y el papel negativo a Venezuela. En el proceso que sigue, en que se producen el Acuerdo de Ginebra en 1966 y el Protocolo de Puerto España en 1970, hay 2 momentos claves.

El primero abre la posibilidad de reabrir la discusión entre Guyana, ahora independiente, y Venezuela, pero ahora ésta debe reclamarle el Esequibo a aquélla, siendo que quién la despojó de él fue Inglaterra, que se despide del problema como si nada hubiera hecho y nos hace pasar así de país débil que reclamaba su territorio a una poderosa potencia colonial que se lo robó, a país rico, petrolero, que quiere despojar de parte de su territorio a un país débil y pobre que no fue el autor del despojo.

Y para colmo, el segundo, el Protocolo de Puerto España.  no solo mata de hecho el reclamo venezolano al congelar toda discusión al respecto por 12 años renovables sino que Venezuela comete el grave error de no exigirle a Inglaterra, en Ginebra o en Puerto España, que antes de conceder la independencia a Guyana le devuelva el territorio que le robó; o al menos de exigir, como se hace en todo diferendo por territorio entre 2 países, que el territorio en disputa pase a poder provisional de la ONU o de una fuerza designada por ella con presencia permanente suya y con aceptación y presencia también permanente en ese territorio en disputa de representantes vigilantes autorizados de ambos países; y no dejando que el territorio quede en manos de uno de ellos sin incidencia ninguna del otro, que fue lo que se hizo y que Venezuela aceptó en forma ingenua y pasiva.

Se aceptó en consecuencia que el territorio en disputa quedase en poder de Guyana, la cual pasó desde entonces a administrarlo a su real saber y entender; es decir, siempre en beneficio propio, como si fuera suyo y no estuviera en discusión, dejando por completo de lado los derechos de Venezuela, a la que solo le ha quedado desde entonces proponer salidas que Guyana rechaza, o rechazar las suyas, y protestar por los atropellos guyaneses que alejan más y más la posibilidad de llegar a un acuerdo compartido, justo y pacífico.

Este recordatorio es útil para entender el problema. Pero es ya pasado; y el cuadro actual es otro. Guyana, que usa todo el Esequibo como suyo, negocia en territorio y aguas venezolanas contratos petroleros complacientes con EU, que ahora defiende el Laudo. El plan de la Exxon está en marcha desde 2020, y ya extrae de esas aguas marítimas venezolanas arbitrariamente manejadas por Guyana 340.000 barriles diarios de petróleo ligero de alta calidad. De esa explotación Guyana obtiene regalías que se calculan en mil millones de dólares al año, cifra enorme para su actual PIB que, por cierto, viene creciendo en estos 3 últimos años. El crecimiento de éste lo calcula la CEPAL en 46%.

Guyana exige eliminar en los mapas la zona en reclamación porque afirma que ese territorio es suyo. Y en su intervención en la pasada asamblea anual de la ONU, el presidente guyanés Irfaan Ali acusó a Venezuela de querer robarle el territorio esequibo a Guyana, pisoteando de modo irresponsable tanto la realidad como la histórica discusión del problema, al omitir que Inglaterra le robó ese territorio a Venezuela y se lo entregó a Guyana al otorgarle la independencia en 1966, cuando ella y Venezuela llegaban al Acuerdo de Ginebra.

La agresividad del gobierno guyanés se explica porque Guyana, que explota ese territorio en su beneficio, cuenta con el apoyo de EU e Inglaterra, el de Gutérres y el del TPI, ante el que se quiere forzar a Venezuela, que desde el principio ha sostenido que no le reconoce facultades para ello a ese sospechoso organismo, a presentar sus argumentos. Así estaban las cosas para 2020. Sólo que Venezuela se negó a asistir y mantuvo su firme e irrefutable posición. Sigue.

Vladimir Acosta

Noviembre de 2023