Miguel A. Jaimes N.
Trabajo inspirado en la novela venezolana Oficina No. 1. Autor Miguel Otero Silva.
Universidad de Los Andes.
Doctorado en Letras.
Mérida―Venezuela.
Universidad de Santa Catarina de Florianópolis.
Seminario: Giros conceptuales de la periferia. Otros Mundos.
Dra. Alai García Diniz.
República Federativa de Brasil.
Un intento radical de conocimiento produce desconocimiento. Cuando revisamos el dolor de la sociedad está ocasiona un intento primordial de sinceridad y la utopía por liberarnos produce lo que pudiera ser irrealizable. Seguro lo mejor es ir al origen y desde allí decidir con ética el pensar y el actuar. Es la ley del vínculo. Cuando otra ley esta vez de códigos proveniente de ciencias clásicas son casi eternas.
Los giros de la ciencia van por su conceptualización y periferia la cual nos enseña otros mundos que nos hará ser prudentes con todas y cada una de las nuevas expresiones, pues la libertad hay que saber llevarla para que no nos haga caer ahora en nuestro propio colonialismo porque todo en lo que creemos y después de construido nos dominará en todas sus moradas.
En las diversas sociedades hay varios mundos reivindicando cada uno su presencia. Pero en cada uno de ellos encontramos ausencia de filosofía la cual debe construirse ladrillo a ladrillo. Esos son ladrillos de la filosofía los cuales ya no vendrán eternos pero su solidez cabrá en las interpretaciones de sus tiempos. En ellos nosotros solo comenzaremos.
Más que pensantes somos seres emocionales. Por eso el lenguaje colonial no está solo en las personas, estas lo conversan y lo trasladan, mantienen y hasta pueden defenderlo. La respuesta del lenguaje seguirá siendo una corriente como fue la muerte de Sócrates relatada por Platón. Comenzamos a creer que ciencia y filosofía eran el despertar de una unidad impregnada por sucesivas crisis y métodos.
Un observador universal ha defendido el colonialismo y ha sido universal su mirada, todo lo ve, sabe, impregna. No veíamos lo que éramos, así ha partido la mayoría sin ni siquiera sentir sus propios olores.
En honor a la intermedialidad no es su responsabilidad en cuanto a lo que diga sino en lo que logré entender, justo ha dejado instalada la morada de un silencio universal creíble, pero hasta en la mudez está el silencio de la vida.
Sin equivocar la historia la vida de los recursos energéticos comenzó con una filosofía de concertación y acuerdos entre las partes que dominaron, encaminaron, empeñaron y pensaron en doblar la tempestad que comenzaron a desatar hace más de un siglo sobre Venezuela, País productor, vitrina, modelo de suvenires políticos, sociales, religiosos y el más importante lo económico dependiente colonizador el cual se mantiene entre todos sus tiempos o sobre ellos.
Exhausto destello visto en las únicas estaciones de verano e invierno, ya otoño y primavera asistían con dolor al sitio guardado de estos recursos. Un cementerio de inocentes manchados por el Oil codicioso ha originado por siempre una brutal fuerza tras sus recursos.
Es la historia de Ruperto, Olegario y de algunas bonitas como se suponía era Carmen Cecilia. Ya Romualdo había fallecido y su cama quedó intacta, nadie se atrevía a sentarse en ella, mientras oían a una vieja que hablaba por todas partes intentando cuidar la memoria de algunos presos sostenidos entre grilletes y bolas de hierro tan pesadas y duras como los picos y palas que en sus manos abrían las carreteras para El Benemérito —rango del dictador—.
Su codicia originó luto más un coloniaje fáctico con el cual gobernó bajo una fuerza innecesaria a un pueblo noble y hasta más que humilde. Como alguien que falleció y fue encontrado rebuscando entre las almas de quienes vendieron el futuro de una nación.
Otros han partido a la Sierra, algunos a los Llanos y los últimos hasta Oriente han ido abrazados en todos sus calores al hervidero de unas trochas que ni siquiera eran caminos. Allí se han encontrado con los ingenieros de la compañía.
Así comenzó una historia aún vivida, gélida como el glaciar que mantiene recuerdos a muerte. Por un lado, pocos hombres que dieron en sus vidas la apuesta sobre campos petroleros desperdigados, no recordados, olvidados en otras lejanas sabanas venezolanas.
Sobre esas alambradas de púas se dio la huelga petrolera de 1936. Brutal libertad sobre el dolor de quienes apenas transitaban de cerca los campos petroleros. Holandeses, ingleses y norteamericanos habían tomado los mejores sitios inundados de excelentes crudos gobernados por el negocio de los API los cuales desfilaban en los tenebrosos mercados internacionales.
El petróleo tuvo estirpe: Merey, Tía Juana, Santa Bárbara, Mesa 30 y muchos linajes hasta entonces desconocidos. Gobernado por otros, hecho pasar por una familia de acertijos raros: misters, musius, gerentes, Intendentes, guachimanes, Jefes Civiles y Guachimanes, así estalló entre riquezas y ruinas.
Todo se dio en el nacimiento de tormentas sobre campos inhóspitos, alejados, permaneciendo en intranquilidad e irrespeto hacia cientos de indígenas los cuales después fueron cazados como lo hicieron en tráileres de arpones que persiguieron balleneros embadurnados en grandes bestias, pero aquí no eran más que inocentes indígenas.
Cuando un inocente fue al campo del petróleo a abrazar a sus demonios mientras su país, Venezuela, dejaba atrás la vida del añil con sus plátanos y olores de cafés y cacaos acompañados por cañas azucaradas, mientras, embadurnados de aceites, taladros, cabrias, torres, golpes, martillos, presión y gritos dominaban su faena.
Ninguna parte de su alma dejó de ser metálica. Inmediatamente los hombres comenzaron a luchar con inviernos estacionados en contra de sus órdenes. Llegó otra época y el modernismo se escuchaba, otra Venezuela, y si, fue otra, una que jamás nadie imaginó. Quizás de allí nos viene exponer tan mal al país.
En Maracaibo después de llover tanto, todo fue convirtiéndose en una ciudad seca, lúgubre de calor, obstinada de un inmenso ardor. Las cabrias, taladros, tubos, torres, mechurrios, todos juntos comenzaron a sacar el jugo de la tierra, pero lo que en realidad extraían era su sangre.
Jamás un bien representó tanta riqueza al tenerlo en superficie y de allí transportado a costas extranjeras, fuera del país hacia potentes refinerías procesadoras, capaces de convertir en millonarios otras naciones.
Allí quedaba representaba la estrategia imperial del almirante norteamericano Alfred Thayer Mahan —1840-1914—, padre de la geopolítica. Quien instruyó a sus subalternos la creación de una armada fuerte que dominara a Cuba, Venezuela, sometiera los pasos de Yucatán, Islas de Barlovento y el Paso de Mona, pero que también construyera un canal que atravesara Panamá con esclusas que nivelaran los océanos Atlántico y Pacífico y que Barbados fuera de ellos, pero sin estrella.
Cuando Estados Unidos conquistaba el petróleo en Venezuela, comenzaba en su normativa y modelo el golpe de Estado de 1908. El peor de sus colaboradores el general y vicepresidente Juan Vicente Gómez derroca al presidente Cipriano Castro quien ya se había enfrentado a las potencias de Alemania, Inglaterra, Italia, Países Bajos, Francia, Bélgica, España y Estados Unidos. Comenzaba el coloniaje por el control del petróleo.
Las guerras civiles entre amarillos y azules, liberales y conservadores ya habían impuesto su dolorosa verdad. Todo quedó sepultado, secreteando hicieron los pactos, uno de ellos fue en la Embajada Norteamericana el 19 de febrero de 1909, el pacto Gómez—Buchanan, el embajador gringo.
Hicieron de lugares tranquilos verdaderos infiernos y sobre ellos llovió miseria, riqueza. Y explotaron. Destruyeron ranchos con techos de enea por donde salían niños de rostros lánguidos, hijos de prostitutas a cuyos bares las empujaron todavía siendo muchachitas. Críos embadurnados de barro y mocos nacían desnutridos mientras para el millonario negocio del petróleo no necesitaba de venezolanos ni de sirvientes en sus campos petroleros.
Sitios de campos petroleros arrendados a la pobreza. Santa María de Ipire, Ortiz, Pariaguán y después Cabimas y Barinas. En todos quedaban desocupadas camas de difuntos las cuales quedaban vacías sin ser ocupadas por familiares tras largas décadas de supersticiones y respeto. El país había quedado tan deshecho que los embrujos se tomaron todas las respuestas y la nación se dominaba por las cosas imaginadas en las mentes de los caudillos.
Bacinillas nuevas guardadas por décadas sin uso como esperando a uno que vendría de Caracas y la suerte podría alumbrarse cuando pidieran el baño y así dejaran de comer solo huevos y arroz blanco con apenas un pedazo de sal sacada por las olas del mar.
Todo quedó en tener una nueva oportunidad. Desde George Wilkinson hijo de Kansas City quien voló en mil pedazos cuando una desprovista bengala se metió en su tanque de combustible y a todos les daba pena decirle a su familia. Él, compañero del conductor de un inmensurable tren cargado de petróleo que surcando las aguas del San Juan desde el estado Monagas salía hasta la fachada de Trinidad y Tobago, quienes desde hace tres siglos se acomodaron a ayudar en traer el fuego de sus intereses hasta Venezuela.
Allí se encontraba un deshilachado paisano cuyo único talento era tratar de vender una carga de cervezas en lo cual fracasó, pero los extranjeros de la Compañía lo conocieron y cómo la Compañía consideró que debía montar sus hombres de confianza para el control de lo que consideraba sus zonas de influencia entonces no se les ocurrió otra cosa que nombrarlo como Comisario de Cantaura.
Todo en medio de un área creada para el nacimiento de los vicios del petróleo. Bares, tugurios, reservados, prostitutas empujadas a aquellas suertes las cuales no tuvieron otras oportunidades de ser operadoras o al menos estar en las oficinas administrativas como las traídas desde el exterior por los dueños de las compañías a realizar los trabajos que no les corresponden. Todos fueron los invasores del petróleo.
Bares decadentes copias degeneradas de lo que no podían hacer en Estados Unidos, Reino Unido y Holanda fueron proliferando en zonas inundadas de calor, plaga y licor. Un solo bar podía reunir a más de doscientos hombres, fuertes, ebrios, bendecidos por pagas muy altas las cuales les diferenciaban del resto convertidos en una mayoría de desposeídos quienes apenas ganaban para comer o con un pequeño conuco intercambiarse pobres cosechas atendidas como pérdidas por sus esfuerzos.
Para esos tiempos en las décadas de 1910, 1930 y 1930 el único modelo conocido fue la violencia norteamericana y como Al Capone sus escenarios se impusieron en la intimidación, golpes, venganzas y licores. Todo copió a un hombre hosco a sus servicios. Alguien de pocas palabras y presencia ruda y la mayoría de las veces desgalichado. A este igual que al Comisario la compañía les pagaba igual y les asignaba un revólver los cuales traían por cajas desde Norteamérica sin ningún tipo de control o permiso legal, todo en un gobierno permanentemente dictatorial de un general que se hizo llamar El Benemérito, Juan Vicente Gómez.
Nemesio Arismendi era alfil de la Compañía siguió en la vida fácil vendiendo cerveza y con la legalidad dada por sus jefes cargaba terciado una pistola de la compañía. Su paga nunca llegó y el administrador de la empresa decía que había sido una excelente estrategia psicológica de control y él que nunca había sido nada en su vida adoptó poderes de jefe a quien los transeúntes vestidos con pantalones y chaquetas kakis más sombreros claros tenían que agachar sus cabezas y decirle coronel Arismendi.
Venezuela en sus olvidados campos petroleros comenzaba a recibir un naciente colonialismo. La llegada de las petroleras fue sentida como algo moderno que cambiaría el desarrollo del país. Pero la verdad fue la de una ilusión percolada de abusos, irrespetos y codicias.
La asignación y suerte del futuro de cada habitante de esas zonas; Oriente, Los Llanos y occidente con Zulia—Falcón, estaba echada. Para la industria del petróleo se destacarán tres tipos de trabajadores. Uno de ellos tuvo su gran actuación en la instalación de miles de kilómetros de tuberías y de construcción de torres sobre el Lago de Maracaibo, esos eran los margariteños, hombres que provenían desde la Isla de Margarita ubicada en la zona norte costera de Venezuela.
El margariteño siempre ha sido un hombre oceánico acostumbrado por sus faenas de trabajo, vida y diversión a estar en contacto con el mar abierto. Este mar tiene diversas profundidades y según sus actividades sobre todo las desarrolladas por los trenes de pesca y la colocación de boyas encendidas a carburo, ellos adoptaron modelos de trabajos duros los cuales debían enfrentar en el mar.
El margariteño fue a trabajar al Lago y allí era un líder cuando de aguantar el resuello se trataba. Aguantar el resuello era resistir la respiración bajo el agua, pues en Maracaibo por más de cien años ha sido el área destacada en donde la industria del petróleo ancló inversiones y desarrolló de manera diferente al resto del país haciendo de aquellas zonas espacios distintos y diferentes al de cualquier estado o rincón de Venezuela.
Cuando el margariteño deseaba partir de nuevo a su tierra habiendo obtenido dinero suficiente o cuando entraba en conflicto con los amos de la compañía y no se sometía a las nuevas formas de imposición impuestas por las trasnacionales con sus leyes y normas expresadas a través de los intendentes, jefes civiles, guachimanes y comisarios, entonces desaparecía bajo las aguas del Lago de Maracaibo.
Luciano, Aníbal o Evaristo se lanzaban al mar de Falcón o al Lago de Maracaibo. Aguantaba el resuello mientras sus compañeros gritaban ¡hombre al agua! ¡hombre al agua! Todos en alerta lanzan salvavidas, sonaba una media alarma y algún bote era encendido para recorrer unos espacios que no daban ningún resultado.
Aquel hombre navegaba en su propio cuerpo, huía, saliendo más adelante donde lo esperaba un bote de alquiler, lo llevaba hasta tierra firme y de allí abordaba un vehículo previamente contratado que lo acercaba al destino de su terruño.
Son muchas las historias de Luciano, Aníbal o Evaristo quienes en el Lago o en La Mar eran dados desaparecidos y en la Isla de Margarita estaban vivos. Fue uno de los trabajadores petroleros de gran peso dentro de la industria.
Un segundo hombre fue el jefe Civil y el guachimán, pero también el administrador, quien vigilaba, aquel que observando daba cuenta a sus amos de todo lo que sucedía en su industria. Este personaje fue el andino. Aquellos provenientes de las mismas zonas del dictador y sus mandos de colaboradores. Primeramente, del Táchira, seguido por algunos de Mérida y completado por el estado Trujillo. Trujillo, área circundante al estado Zulia sitio donde aún se encuentra una enorme reserva la cual ha servido para la más alta explotación petrolera.
En ese momento de pocas carreteras los traslados eran caminando. Hubo quienes desde los estados orientales de Anzoátegui, Monagas y Sucre se vinieron caminando durante semanas cuando a sus oídos llegó un ruido: gente alta y rubia conocidos después con el remoquete de Musius cancelaron exageradamente bien las faenas de trabajo.
El tercer hombre fue el más bregador, fuerte y audaz para las improvisadas faenas de trabajo, el falconiano. Duro para el trabajo de gran resistencia y muy comedido en su trato diario en las tareas impuestas.
Desde entonces una de las principales características del venezolano ha sido observar, procesar y aprender. Tener la destreza después de haber asimilado los procedimientos en determinados trabajos y él con su astucia poder asumirlos. Por eso los extranjeros los mantenían alejados y en las casas de los campos petroleros preferían mujeres de cualquier isla del Caribe para los trabajos domésticos y las venezolanas eran rechazadas.
Ese tercer hombre, el falconiano estaba en la ciudad vecina al estado Zulia, sitio donde también se desarrollaría la industria petrolera. Allí en Falcón se instalaron en las zonas de Amuay y Cardón combinada con Bajo Grande en el Zulia para que en 1940 y 1950 construyeran la tercera refinería más grande del planeta; el Complejo Refinador Paraguaná, el famoso e histórico CRP.
Con esto, en el siglo XX se inició el colonialismo del petróleo el cual ya había arrancado a finales del siglo XIX. Venezuela comenzó como prueba para la industria del petróleo. Luego pasó a ser un país vitrina, modelo. Pero ese inmenso colonialismo de provechos y beneficios sólo se dio particularmente en unos estados de la República, aunque el modelo económico llamado Rentismo imperó para toda la nación. Ese coloniaje nació, creció y se consolidó bajo un régimen militar duro, fiero, oprobioso.
Con Juan Vicente Gómez se crearon cárceles famosas como La Rotunda, que con la llegada de la democracia se fundaron otros peores sitios de reclusión como la Isla de Guasina en el Delta del Orinoco y centros de tortura repartidos por las principales zonas guerrilleras llamados Teatros de Operaciones los famosos T—O. Oscuros sitios de torturas, muertes y desapariciones.
Con el dictador Gómez se creó en 1916 su policía política secreta, La Sagrada. Órgano al servicio de sus más comprometidos secuaces. La Sagrada fue terrible y pavorosa. Pero con la democracia se crearon policías políticas secretas encargadas de exterminar a las guerrillas, políticos claves y quien no estuviese encarcelado o muerto llevaba bajo su espíritu y rostro la miserable huella de la tortura. Estas son claras expresiones de colonialismo.
Después de 1960 estas policías se transformaron llevando por nombres DIM, DISIP, DIGEPOL, PTJ, SIFA, en el fondo todas eran lo mismo. Todo coloniaje maneja férreos cuerpos de seguridad para tranquilidad de las industrias transnacionales las cuales se hicieron muy fuertes al llevarse cantidades de recursos del país, tanto en dictadura como en democracia.
El petróleo y su mercado tienen características millonarias. Cuando el crudo sale a la superficie de allí en adelante hasta su refinación y todos sus procesos ingenieriles de transformación, es como el vuelo, agarran más altura, es decir más valor.
Tomemos este ejemplo de colonialismo. Cuando a Venezuela la tomaron las transnacionales del petróleo el control de su primer pozo en el occidente del país se llamó el Zumaque 1. En Oriente fue el Burbuquí.
El Zumaque 1 reventó el 31 de julio de 1914. Sucedió en el Cerro La Estrella, hoy municipio Baralt, capital San Timoteo al occidente de Venezuela, estado Zulia. Un trabajador de apellido Duarte vio como la tierra se estremecía y salió aquel inmenso chorro. Otro importante descubrimiento se dio kilómetros más allá del Zumaque y fue el Barroso II el cual literalmente estalló el 14 de diciembre de 1922. Este dejó una gigantesca columna la cual emano petróleo a los cielos por diez días, estaba ubicado en el Distrito La Rosa, también del estado Zulia.
Para 1917 en el Distrito Baralt se instaló la primera Refinería de América Latina y el Caribe, fue San Lorenzo la cual funcionó hasta 1976. La ubicación geográfica venezolana abrió estratégicas consideraciones geopolíticas de verdadera codiciada.
Veamos esto: El Lago de Maracaibo posee tres costas importantes:
- Costa Occidental de El Lago, contemplaba para la aparición del petróleo (1914) los Distritos Maracaibo y La Cañada.
- Costa Oriental de El Lago: sólo existía el Distrito Bolívar el cual con el pasar de los años fue desmembrado hasta quedar así:
2.1. Bolívar, Capital Santa Rita y Valmore Rodríguez (capital Bachaquero)
2.2. Después: Bolívar, Valmore Rodríguez y Lagunillas (capital Lagunillas).
2.3. Los anteriores más Cabimas (1989).
Administrativamente todos los Distritos pasaron a ser municipios. El Distrito Bolívar pasó a llamarse Municipio Santa Rita y en su otra mitad quedó Cabimas. El Distrito Simón Bolívar fue la capital de Tía Juana. - En la Costa Sur de El Lago, constituido por los Municipios Colón capital Santa Barbara, y Sucre, capital Bobures. En 1948 Sucre se divide en dos Distritos: Sucre y Baralt y en este último su capital aún es San Timoteo o popularmente llamada Moteo.
Como podrá observarse, la historia del Petróleo en el estado Zulia se inició en el Cerro la Estrella del Distrito Sucre, quien se dividió en 1948 como Distrito Baralt, no forma parte de la Costa Oriental del Lago, es su Costa Occidental.
A partir de 1922 se inicia la dura explotación petrolera sobre todo en el Distrito Bolívar en los terrenos de la Hacienda de los Barrosos, zona petrolera ubicada en la Costa Oriental del Lago. Allí se encuentra el Campo Costanero Bolívar que va desde Cabimas a Bachaquero contemplando actualmente los Municipios: Cabimas, Bolívar, Lagunillas, y Valmore Rodríguez. Para 1922 estalló el desaforado Barroso II y formaban parte de un sólo Distrito, el Bolívar, capital Santa Rita.
Para procesar todo ese crudo construyeron la Refinería de San Lorenzo en 1915 y se inauguró en 1917 en el Distrito Sucre, pero esa extensión de tierra pasó en 1948 a Distrito Baralt, erróneamente se la ubica formando parte de la Costa Oriental del Lago (COL).
Se construyó para cubrir el mercado interno de los Estados Unidos de Venezuela por parte de la empresa Mene Grand Oil Company (subsidiaria de la Shell), paralelo a la construcción de San Lorenzo se montó en la Isla de Aruba otra refinería más grande inaugurada para el incipiente año de 1918, año que posteriormente daría mucho de qué hablar como uno de los principales periodos de arranque del petróleo.
La Refinería de San Lorenzo en su época de oro alimentó quince pozos del Campo La Estrella: desde el Zumaque 1, al Zumaque 15; equivalente a doscientos cincuenta mil barriles de Petróleo Diario (BPD).
Desde 1918 a 1928 se extrajeron doscientos sesenta y cuatro millones de barriles de crudo. Esto dio una ganancia de trescientos millones de dólares. A Venezuela solo le quedó el tres por ciento; ocho millones de dólares. El resto se lo llevaron las trasnacionales. Como se llama esto; despojo y colonialismo.
La producción petrolera en Venezuela para 1914 se inició con el Campo Petrolero Mene Grande que llegó a producir una modesta obtención de 250 Barriles de Petróleo Diarios (BPD). Pero la producción de petróleo a gran escala se inició en Venezuela en 1922 con el pozo Barroso II. El pozo Barroso II, comenzó produciendo 100.000 BPD, pero la producción fue creciendo en la medida que se fueron perforando otros pozos en el mismo Campo Costanero Bolívar que va desde Cabimas a Bachaquero.
Para 1924 la producción Petrolera de Venezuela (Campo Petrolero Mene Grande más el Campo Petrolero Costanero Bolívar en el estado Zulia) y el Campo Petrolero Quiriquire de 1922 en el oriente del país cambiaron la económica de Venezuela, pasó de un país mono productor agrícola a mono productor y exportador Petrolero.
Con el Reventón del Barroso II (1922), Venezuela se hizo apetecible al capital Norteamericano (EE.UU), anterior a esa fecha sólo el capital anglo-Holandés (Shell), se había interesado en buscar y explotar petróleo en Venezuela, financiando el primer estudio para localizar petróleo en 1912, y comprar a los Abogados venezolanos que pedían las concesiones al gobierno para luego traspasarlas en oscuros movimientos jurídicos hacia la Shell a través de sus sucursales, ejemplos claros fueron los casos de Max Valladares, Planas, entre otros, vendieron sus concesiones un día después de haber sido recibidas. Nada de esto era ingenuo, todo había sido planificado con anterioridad.
Conclusiones: la producción de petróleo a gran escala se inició en 1922 con el pozo Barroso II (Campo Petrolero Costanero Bolívar), quien despertó el interés de los gringos por invertir en Venezuela, en especial a Rockefeller.
Mientras al pie de un rancho el pobre vio cómo se asó el tabón alongado de los recursos los cuales eran suyos, todos, más los que vinieron, pero por no poseer una brinca de ideas de cómo sostener los conocimientos para su liberación, unos con sus doctrinas fueron a parar a las horquetas del corredor clavadas en la tierra apisonada por anteriores gritos los cuales invitaron a su libertad.
A pesar que cada día lo hacían poner en pie sus pasos no daban ni a su cambio menos a su libertad. Y tuvo razón el mundo no llegó ni siquiera a cambiar en zaguanes de piedritas blancas y de huesos de vacas curtidas con grasas del petróleo.
Frente a los ojos del cambio mundial países y naciones distraídas con fragilidad modificaron su pasado como aquellas vistas cuando divisaban un cortejo de animales cargando un arsenal de ramas y helechos húmedos. Todo iba al alimento de pájaros enamorados y aves solitarias que hablaban por dentro la búsqueda de su amor los cuales se fueron a la Compañía, hoy la industria y los que iban si regresaban se les veía que su alma se la habían desgarrado desde adentro. Todo tiene su momento justo hasta la imprudencia del coloniaje pues el mismo fue cambiado, pero a su momento.
El exhausto colonialismo siempre se ha expresado en inglés; Dinamite, Danger, stop, be careful. Cada una de estas armaduras venían de manos de un trabajador distraído pues si se descubre desde su alma simplemente habría muerto. Traía la madera y con el serrucho y los clavos golpeados por una piedra cuadraba todas estas desfachateces. Pero era una pieza del sistema, la del dominado.
Alpargatas, sombreros y cogollos se iban en cada incendio de los campos petroleros. Piezas de telas inalcanzables, panelas de jabones nunca olidas, botellas de anís y cocuy por las cuales luchaban ebrios consiguiendole a gritos, ollas de peltre para comidas vacías y hasta el sueño para su mujer el corset, nada de esto se vendió o al menos logró alcanzarse en un campo del petróleo.
Mientras por otra parte la aventura remojaba sus sentimientos yendo hasta allí entrando jovencitas pobres y en mirada desafiante y en la inquietud de la dueña decía sólo deseo una vela de a locha para San José. Así se tranquilizaba los sueños y los posteriores recuerdos que matarían cada uno de sus inolvidables dolores.
Frente al botiquín conocido por todos el cual no se apuraba por sostener su nombre, era lo que menos importaba: “Salón México” se impregnaba infatigable la anestesia del alcohol mientras su tocadisco anaranjado rechinaba al aceptar monedas y escuchar una canción la cual no se entendía en medio de tragos, mujeres, gritos, peleas y botellazos. La morada del desaliento trató de convertirse en casa cuando Evaristo preguntó si con aquellas gentes seríamos capaces de organizar un sindicato.
Los que saltaban de iglesia en iglesia se santiguaron hasta que se hicieron un hoyo en sus frentes de tanto pedir que aquella porquería no se diera, que con los gringos se vivía mejor. Nadie los interrumpió pues lo que se pedía con fe se concede en las palabras de un sacerdote atolondrado pues eran tantas las compañías que no se sabía por dónde empezar las conmemoraciones de sus misas para que una le diera más dinero que la otra. Para eso fue a la ciudad en una de las avionetas de los gringos y se trajo un libro de onomásticos a los cuales les sacó y recortó sus páginas hasta dejar solas las conmemoraciones de los santos.
Casas de prostitución y bares eran un pecado, pero como detrás de ellas estaban los negocios de los musiues entonces les dijo que las mudaran a las sábanas donde nadie pudiera oírlos y que allí por esos lados se estaba en más libertad. Después de asignarse con agua bendita proveniente de un río acalorado por derrames de crudo al cual con un vasito plástico le recogían levemente su agua cuando su cauce embravecido por el veneno recibía los rechazos de todos.
Aquel hombre era el Padre Toledo un español desaparecido en estas tierras. Era franquista y cuando su dictador triunfó con sus ejércitos repudiaban las ostias que repartía a incómodos indecentes, soñando repartirlas a quienes combatían a los republicanos.
Un cerrojo descorrido abría una puerta que daba a una calle alucinada de soledad. Eran los resistentes de un pueblo abandonado al cual ya nadie tenía de que hablarles. Sin embargo, una voz que no veía a nadie se sentía inclinada veía a su aldea hundida en una tarde sin limoneros y naranjales. Ya nadie murmuraba, todos se quedaron solos, únicos, vacíos sin milagros.
El pueblo era como una casa abandonada. No había baños, todos los cerrojos de las habitaciones se golpeaban, era una casa vacía sin salón ni recibo, toda la cocina quedó chamuscada y los techos se caían a pedazos los cuales sin misericordia no aguantaron el año antes de colapsar sólo por partes.
Hubo una silla de finales de 1800 se dijo que sobre ella se sentó uno de los últimos hombres de la Guerra Federal iniciada en febrero de 1855. Cuando los años descubrieron su voz tres décadas después caminó lentamente hasta el último pizarrón para dejar en él sus lágrimas.
Lo único que no abandonó aquel destartalado pueblo fue la sofocante luz del sol la cual desde hacía mucho tiempo volvía con distracción a un mensaje el cual indicaba que debía irse lejos y hasta dejar solo una de sus partes. Todo alumbraba mientras afuera y dentro hacía un calor rígido, sofocante, pero al igual que había dejado de estar allí desde hacía mucho tiempo.
Lugares de muchachas las cuales en su recuerdo se marchaban sin ser vistas sin darse cuenta ellas mismas como habían llegado hasta allí. Pero fue mejor no acordarse de nada. La sábana seguiría escupiendo petróleo, este era inacabable como un favor el cual nunca deja de pagarse. Como la cantaleta escuchada en la iglesia por el sacerdote franquista el cual invocando los siglos de los siglos pretendía sin condiciones o consecuencias que un aire logra refrescar las máquinas de bielas y pistón, ruidosas, antipáticas y humeantes las cuales destartalada aquellos ambientes.
Cifras, tablas, barras, balancines y ganancias eran irrefutables a la hora de trabajar o de presentarse una protesta. El Jefe Civil llegaba y chequeaba la disposición de todos, ya desaparecían a algunos. Un colombiano había sido el primero se atrevió a protestar desde los portones del patio y La Sagrada de Juan Vicente Gómez se guardó el secreto de su asilo.
Enojados al no poder imponer su carácter resolvía por su cuenta la autoridad que la compañía les había otorgado. A los gringos nadie podría atreverse ni a controlarlos, eran tan sagrados como el resto de los policías que presidieron al último dictador.
Los campos de la Oficina N.° 1 se batían y derrotaban en Cantaura, Parigúan, Ciudad Bolívar y Soledad, allí aguardan los sueños de quienes enfadados fueron sometidos a un coloniaje que aún no ha terminado.
Hasta más pronto…
Miguel A. Jaimes N.
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Venezuela, 1 noviembre del 2023.
Universidad de Los Andes.
Doctorado en Letras.
Mérida, Venezuela.
Universidad de Santa Catarina de Florianópolis.
Seminario: Giros conceptuales de la periferia. Otros Mundos.
Dra. Alai García Diniz.
República Federativa de Brasil.