…fue injusta para Venezuela y la privó de un territorio muy extenso e importante al que, en mi opinión, Gran Bretaña no tenía la sombra de un derecho. Lo anterior ha sido dictado por mí el 8 de febrero de 1944.
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El testamento crucial de Mallet Prevost 1944
Memorándum dejado al Juez Schoenrich, para no ser publicado sino a su juicio, después de mi muerte». (MalletPrevost,1944)
El magistrado Brewer y yo nos embarcamos para Europa en enero de 1899 para asistir a la primera sesión del tribunal arbitral, que debía reunirse en París con el objeto de determinar la frontera entre Venezuela y Gran Bretaña.
Los términos del Protocolo que había sido firmado entre Gran Bretaña y Venezuela exigían que el tribunal se debía reunir en esa oportunidad. Sin embargo, como se consideró inconveniente para todos los que deberían estar relacionados con el arbitraje reunirse en esa fecha, se decidió celebrar simplemente una reunión preliminar, a fin de cumplir con los términos del Protocolo, y luego aplazar hasta una fecha más conveniente. Antes de ir a París, el juez Brewer y yo nos detuvimos en Londres. Estando allí el Señor Henry White, encargado de negocios de los Estados Unidos, nos ofreció una pequeña comida a la cual fue invitado el Lord Justicia Mayor Russel. Me senté junto a 9 Lord Russel y, en el curso de nuestra conversación, me aventuré a expresar la opinión de que los arbitrajes internacionales deberían fundar sus decisiones exclusivamente en consideraciones legales.
Lord Russel respondió inmediatamente diciendo: «Estoy totalmente en desacuerdo con usted. Yo pienso que los arbitrajes internacionales deben ser conducidos por vías más amplias y deben tomar en consideración cuestiones de política internacional».
Desde ese momento supe que no podíamos contar con Lord Russell para decidir la cuestión fronteriza sobre la base de derecho estricto.
Cuando nos reunimos en París el 1º de junio siguiente conocí por primera vez a Lord Collins. Durante los discursos del Procurador General Sir Richard Webster y mío (los cuales duraron 26 días), era bastante obvio que Lord Collins estaba sinceramente interesado en conocer todos los hechos del caso y en determinar la ley aplicable a esos hechos.
Él, por supuesto, no dio indicación acerca de cómo votaría en la cuestión; pero toda su actitud y las numerosas preguntas que formuló eran críticas respecto de las pretensiones británicas y dieron la impresión que se estaba inclinando hacia el lado de Venezuela. Después de que Sir Richard Webster y yo concluimos nuestros discursos, el Tribunal suspendió sus sesiones para una corta vacación de dos semanas. Los dos árbitros británicos regresaron a Inglaterra y llevaron consigo al señor Martens. Cuando reanudamos nuestras sesiones al final del receso, el cambio en Lord Collins fue notable. Hizo muy pocas preguntas y toda su actitud fue completamente diferente de lo que había sido. Nos pareció a nosotros (con lo que me refiero al abogado de Venezuela) como si algo debió haber sucedido en Londres para lograr el cambio. Cuando todos los discursos concluyeron en el mes de agosto o principios de septiembre, el tribunal levantó la sesión para permitir que los árbitros consultaran y emitieran su decisión. Pasaron varios días mientras esperábamos ansiosamente, pero una tarde recibí un mensaje del juez Brewer diciendo que a él y al presidente del Chief Justice Fuller les gustaría hablar conmigo, y pidiéndome que que me reuniera con ellos de inmediato en su hotel.
Inmediatamente fui allí. Cuando me llevaron al apartamento donde me esperaban los árbitros americanos, el juez Brewer se levantó y dijo muy excitado: «Mallet-Prevost, ya no sirve de nada mantener esta farsa pretendiendo que somos jueces y que usted es abogado. El Chief y yo hemos decidido revelarle confidencialmente lo que ha pasado. Martens ha ido a vernos. Nos informa que Russell y Collins están listos para decidir a favor de la Línea Schomburgk que partiendo de Punta Barima en la costa daría a Gran Bretaña el control de la boca principal del Orinoco; que si insistimos en comenzar la línea en la costa en el río Moruca, se pondrá del lado de los británicos y aprobará la línea Schomburgk como el verdadero límite». Sin embargo, añadió que, “él, Martens, está ansioso por lograr una decisión unánime; y si aceptamos la línea que propone, obtendrá la aquiescencia de Lord Russell y Lord Collins y así tomar la decisión unánime.”
Lo que entonces Martens propuso de manera fue que la línea en la costa debería comenzar a cierta distancia al sureste de Punta Barima de manera de dar a Venezuela el control de 10 la boca del Orinoco; y que la línea debería conectarse con la línea Schomburgk a cierta distancia en el interior, dejando a Venezuela el control de la desembocadura del Orinoco y unas 5.000 millas cuadradas de territorio alrededor de esa boca. “Esto es lo que Martens ha propuesto. El Magistrado Fuller y yo somos de la opinión de que la frontera en la costa debería indicarse en el río Moruca. La cuestión que debemos decidir es si aceptaremos la propuesta de Martens o si presentaremos opiniones disidentes. En estas circunstancias, el Chief y yo hemos decidido que debemos consultarle, y ahora le hago saber que estamos dispuestos a seguir cualquiera de los dos cursos que Ud. desee que nosotros hagamos». De lo que acababa de expresar el magistrado Brewer, y por el cambio que todos habíamos observado en Lord Collins, me convencí entonces, y sigo creyendo, que durante la visita de Martens a Inglaterra un acuerdo se había concluido entre Rusia y Gran Bretaña para decidir el caso de acuerdo con las líneas sugeridas por Martens y que presión con ese fin se había ejercido de alguna manera sobre Collins para que siguiera ese curso.
Yo naturalmente sentí que la responsabilidad que se me pedía que asumiera era mayor de lo que podía soportar solo. Así se lo declaré a los dos árbitros y pedí permiso para consultar al General Harrison. Esto me lo dieron e inmediatamente fui al apartamento del general Harrison para hablar con él sobre el tema..
Cuando revelé al General Harrison lo que acababa de pasar éste se levantó indignado, y caminando de un lado a otro, calificó la conducta de Gran Bretaña y Rusia en términos que es para mí inútil repetir. Su primera reacción fue la de pedir a Fuller y a Brewer que presentaran una opinión disidente, pero cuando se calmó y estudió el asunto desde un punto de vista práctico, me dijo:
«Mallet-Prevost, si algún día se supiera que estuvo en nuestras manos conservar la desembocadura del Orinoco para Venezuela y que no lo hicimos, nunca se nos perdonaría. Lo que Martens propone es inicuo, pero no veo nada que Fuller y Brewer puedan hacer más que estar de acuerdo».
Estuve de acuerdo con el general Harrison y así se lo hice saber a los al Chief Justice Fuller y al Justice Brewer. La decisión que se dictó en consecuencia fue unánime, pero si bien dio a Venezuela el punto estratégico más importante en cuestión, fue injusta para Venezuela y la privó de un territorio muy extenso e importante al que, en mi opinión, Gran Bretaña no tenía la sombra de un derecho. Lo anterior ha sido dictado por mí el 8 de febrero de 1944.
Otto Schoenrich. Miembro de la firma Curtis, MalletPrevost, Colt y Mosley de Nueva York. 1944