El odio que sepulta.

El poder y la vanidad, son pilares fundamentales para cultivar el odio entre los pueblos. Este se siembra con la intención de dividir y mantener entretenida a la gente en un ambiente permanentemente hostil y su fin es ganar siempre con las minorías..

Cuando comencemos a trabajar en buena lid por nuestros pueblos, el gobernante se dedique única y exclusivamente a la función que le compete y deje que ese pueblo evalúe sus actuaciones que ha hecho con dedicación, verán que si el resultado es bueno, el mismo pueblo les pedirá que se quede y tendrá siempre a su lado a la grandes mayorías.

El secreto de mantenerse en el poder está en sumar voluntades realizando bien sus funciones, pero para sumar dichas voluntades, se necesita trabajar con mucho amor por el pueblo y decirle adios al odio que todo lo consume.
El secreto para llegar al poder, dependerá de la esperanza que le ofrezcas a través de mensajes coherentes y llenos de amor para tu pueblo.

¿Como puede alguien pretender gobernar una nación si lo que ofrece es odio, como puede alguien pretender ser gobernador o alcalde, si los mensajes que envía él y sus seguidores son de odio?

El odio es la muerte adelantada de un político y de cualquiera que pretenda ser un político gobernante. El amor que se le envíe al pueblo, es la fuente primaria del progreso y del éxito de cualquier gobernante, porque cuando amas a ese pueblo, no lo persigues, no lo humillas, no lo maltratas, no lo amenazas, no lo robas sino que trabajas por el y lo protejes.

Si te equivocas, rectifica sobre la marcha, el orgullo, el ego y la prepotencia en un político, son las coronas mortuarias de su sepulcro sin retorno y el profundo y seguro doloroso olvido.

José Luís Ibrahin Esté.