Éramos muchos y ahora va a parir el Tribunal Supremo (+Clodovaldo)

La decisión que tome el Tribunal Supremo de Justicia sobre la inhabilitación de María Corina Machado está destinada a ser tan controversial como aquella de los generales preñados de buenas intenciones, luego del golpe de Estado de abril de 2002. Y conste que esto será así salga sapo o salga rana, es decir, no importa cuál sea la sentencia que “dé a luz” la máxima corte.

Analicemos, en primer lugar lo que ocurrirá si el TSJ declara la nulidad de la inhabilitación dictada en su momento por la Contraloría General de la  República.

Será  un tremendo trauma para las bases chavistas a las que hasta ahora se les ha asegurado —de forma machacona y jocosa— que la dirigente ultraderechista estaría fuera de la competencia presidencial debido no sólo a la inhabilitación en sí, sino también (y más que nada) a las flagrantes acciones de traición a la patria que Machado ha llevado a cabo y en las que, por cierto, reincide cada día.

El gobierno tendrá, con ese resultado hipotético, que enfrentar una carrera electoral mucho más difícil que la que podría plantearse en ausencia de Machado, pues ella es la abanderada de mayor proyección, ya sea por su fabuloso liderazgo y gran carisma (como aseguran sus fans) o porque es la nueva ungida de Estados Unidos (como aseguran sus haters).

Por otro lado, el gobierno aparecería debilitado en cuanto a su alegado dominio de los otros cuatro poderes del Estado. Que nadie tenga la menor duda de que tal decisión será presentada ante el país y el mundo como la fisura que dará lugar al derrumbe definitivo.

Pero, lo que quizá sería más corrosivo para el lado gubernamental en ese escenario, es que tomaría cuerpo la sospecha de que el chavismo ha llegado, en forma soterrada, a acuerdos muy profundos con la élite archienemiga de Estados Unidos, pactos que podrían ser entendidos por las bases como una oscura capitulación.

Otro sector afectado por una hipotética habilitación de Machado es el de los factores opositores adversos a ella, que son varios y muy envidiosos respecto al apoyo político y económico extranjero. En este lote están los otros candidatos opositores ya declarados y los que han estado aguardando el momento apropiado para postularse como la opción válida y salvadora para que el país antichavista aglutine su potencial electoral.

¿Y si el TSJ ratifica la inhabilitación?

Ahora analicemos lo que ocurrirá en el escenario de un fallo del TSJ que ratifique la inhabilitación de la oligarca metida a la política. En ese caso, es fácil vaticinar que se elevarán hasta niveles exponenciales las ya añejas denuncias sobre el carácter dictatorial del gobierno, evidenciado en la ausencia de división de poderes.

Los tradicionales voceros de gobiernos injerencistas, los burócratas de la diplomacia globalista, los expresidentes sicarios de la derecha llorona y toda la maquinaria mediática hegemónica cantarán a coro acusaciones contra la tiranía de Maduro. Nada nuevo bajo el sol, pero que se verá repotenciado en pleno año electoral.

En ese supuesto, Machado optará entre llamar a la violencia, a la abstención o a votar por un candidato designado por ella.

[Bueno, eso de que ella «optará» es una benévola manera de decirlo porque lo que en verdad ocurrirá (tal como pasó de una forma penosamente evidente este viernes) es que ella hará lo que le ordene hacer Estados Unidos. Pero ese tema lo trataremos un poco más abajo].

El trauma será en este caso para los seguidores de Machado. Esa porción del electorado ya estaba preparada para que ella corriera por fuera de la contienda presidencial, como la mártir arbitrariamente inhabilitada, como tipa de línea dura que no se doblega ante un poder ilegítimo. Pero el asunto tendrá otro matiz si la imposibilidad de postularse es ratificada por el máximo tribunal, luego de que ella aceptara someterse a dicho dictamen. Parece una sutileza, pero no lo es.

Si ese fuera el fallo de la más alta instancia judicial y Machado (siguiendo instrucciones de Paco Palmieri, el procónsul del imperio) se juega la carta de la violencia, “volverán las oscuras golondrinas, en tu balcón sus nidos a colgar”, para decir poéticamente que tratarán de que salgan otra vez las fuerzas guarimberas a cerrar calles, lanzar bombas de excremento  y quemar gente sospechosa de ser chavista, todo ello con el beneplácito de la comunidad internacional.

Claro que esa hipótesis dentro de la otra hipótesis dependerá en mucho del ánimo que tengan los sectores radicalizados de ir de nuevo a ese tipo de confrontaciones. El balance de la más reciente y horrible experiencia, la de 2017, no parece ser favorable a esa retoma de la violencia. Pero nunca se sabe hasta dónde llega la determinación de las agencias imperiales para armar una revolución de colores, una primavera árabe, un Euromaidán o algo “nuevo” que se les ocurra.

La prudencia y la jurisprudencia

Más allá de estas consecuencias ramplonamente inmediatas de la sentencia, habrá unas repercusiones políticas y jurídicas de más largo aliento.

Si el TSJ anula la inhabilitación de Machado habría que avanzar hacia una reforma de las leyes que en la actualidad facultan a la Contraloría General de la República a dictar ese tipo de medidas administrativas con efectos políticos, disposiciones que están en vigencia hace mucho tiempo y que le han sido aplicadas a muchas personas, sólo que ahora han cobrado notoriedad porque afectan a varios dirigentes opositores “presidenciables”.

Naturalmente que la derogación de facto de esas facultades (implícita en un fallo a favor de Machado) haría muy felices a los corruptos de todos los pelajes, pues no tendrían limitaciones para optar a cargos públicos hasta tanto no haya una sentencia judicial.

Si el TSJ confirma la decisión de la Contraloría estaría avalando el ejercicio de esa facultad de la CGR, lo que podría incentivar a un uso aún más abierto de lo que ha sido hasta ahora, con todos los peligros que ello implica.

Hay un aspecto específico del caso de Machado que podría derivar de su comparecencia de último minuto (y empujada por Palmieri) ante el TSJ: que haya ido por lana y salga trasquilada.

Si la más alta corte abre su caso y, aparte de la medida de inhabilitación dictada por la CGR, analiza los más recientes señalamientos contra ella por la solicitud de intervención militar extranjera (mediante el TIAR); la petición de bloqueos y medidas coercitivas unilaterales; y sus lazos con la ExxonMobil en el delicado asunto de la Guayana Esequiba, se podría acumular un expediente verdaderamente gordo en el que el delito de traición a la patria adquiriera forma, más allá de las consignas políticas.

Por cierto, una de las incógnitas con respecto a este tipo de intervención del Poder Judicial en la controversia política más candente es si el gobierno, el Ministerio Público, algún otro ente del Estado o particulares que actúen como terceros o intervinientes podrán solicitar participación en el proceso. En ese caso, ya no sería exacto decir, como declaró Machado, que “la pelota está en el campo del régimen”, sino que muchos jugadores estarían pugnando por patear ese balón.

Así que, volviendo a la semejanza con la decisión de los generales en estado de gravidez, podría decirse que éramos muchos y ahora va a parir el Tribunal Supremo. Ya veremos qué criatura trae al mundo.

Coda sobre el son que toca Palmieri

No se puede comentar la aparición de Machado en el TSJ este viernes 15 de diciembre y dejar de hablar de un hecho que quedará anotado en la antología del cipayismo, el pitiyanquismo y, sobre todo, del malinchismo de una parte de nuestra clase política y, en particular, de la oligarquía venezolana.

Y es que la dirigente del partido Vente había jurado que de ninguna manera iría ante el TSJ hasta que, en horas de la tarde del último día de plazo, el supuesto embajador de Estados Unidos en Venezuela, Francisco “Paco” Palmieri (quien opera desde Bogotá), publicó un mensaje felicitándola por haber acudido a la corte. Acto seguido, se supo que Machado estaba, apresuradamente, en camino a la sede del TSJ.

En labor de control de daños, ella y sus acólitos han pintado el hecho como una muestra de genialidad para las jugadas sorpresivas,n que dejan al adversario con los ojos claros y sin vista, pero resultó más que evidente que la señora se movilizó para cumplir las órdenes públicas de Palmieri.

Un amigo salsero, admirador de “el Sapo” Eddie, dice que Machado no tuvo más remedio que bailar al ritmo que le impuso el procónsul en el exilio. “Palmieri se las cantó claritas: le dijo, ‘¡ay, mi Muñeca, perdóname, pero vámonos pa la corte, pa la corte, pa guarachar y la próxima vez, mija, sujétate la lengua!”.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)