Por: Ricardo Sanoja |
Hoy 30 de enero, estamos conmemorando el 87 aniversario del natalicio de nuestro gran líder Alfredo Maneiro, de cuyo legado aún tiene mucha vigencia y más cuando nuestra Patria reclama un verdadero cambio revolucionario aguas abajo, Su gran hazaña como trabajo político es, que representó un movimiento de vanguardia que buscó dejar atrás la burocracia, la corrupción y otros vicios de las organizaciones políticas y laborales. Alfredo Maneiro fue una especie de filósofo urbano y además fue fundador del movimiento siderúrgico de los matanceros y el nuevo sindicalismo.
En este sentido, el movimiento vanguardista que diseñó Alfredo Maneiro fue denominado «movimiento de movimientos», ya que planteaba la constante renovación y la maximización del trabajo social sin fines políticos o intereses subterráneos, por lo que propuso una amalgama entre el liderazgo político consciente y los liderazgos sociales, en constante renovación y transformación. Todos los que aspiraban integrar este movimiento de vanguardia debían ser dirigentes sociales verdaderos y no meros integrantes de un «aparato» partidista. (Epigénesis de la Comuna).
De igual manera, su estilo de hacer política hizo que le imprimiera una nueva dimensión al sindicalismo, debido a su capacidad para captar masas y la vehemencia de sus ideales. Justamente la conciencia de clase que poseía, así como el trabajo que realizó por los sectores populares y desposeídos. Fue un hombre muy estudioso de la política en todas sus dimensiones. Fundó el partido Causa R. Fue un intelectual orgánico e ideológico de las luchas populares, destacando su participación en el sindicato SUTISS de los trabajadores de la Siderúrgica del Orinoco (SIDOR), en Ciudad Guayana, y el movimiento Pro-Catia en el oeste de Caracas y en el año 1997 fundo el Partido Patria Para Todos (PPT) como parte del Polo Patriótico.
En palabras de Wladimir Ruiz Tirado, historiador y analista político:
«Fue Maneiro un filósofo que pensaba y actuaba a la vez, sin disociar pensamiento y acción. Organizaba juegos con pelotas de goma en Catia; se reunía con los obreros siderúrgicos; buscaba con lupa a algún intelectual que pudiera servir de interlocutor con los sectores populares; viajaba a Maracay para conocer al entonces subteniente Hugo Chávez; criticaba la escasa estatura moral y política de la izquierda; escribía y elaboraba teoría política y filosófica; estudiaba el legado de Maquiavelo; buscó el centro político con Jorge Olavarría; deslindó con el modelo soviético. Estas, entre tantas otras actividades de su vida, estaban orientadas a un fin: construir una organización para transformar la sociedad. En esa tarea lo sorprendió la muerte.»
Así mismo, como intelectual, Alfredo Maneiro intentó vincular la teoría con la praxis revolucionaria. Despuntó como una de las figuras más destacadas de la historia política contemporánea del país dejó muchos escritos sueltos, entrevistas, artículos de opinión y discursos, algunos de los cuales recomendamos su lectura y relectura, pienso que están muchas de las claves para lograr la independencia plena de la Patria.
Uno de sus más brillantes planteamientos, fue invocar la eficacia política y la calidad revolucionaria de los partidos y de su dirigencia que aspiran a la transformación de la sociedad; la cuestión de la vanguardia y el liderazgo, y el papel del intelectual y su responsabilidad política. En la actualidad su legado adquiere una extraordinaria vigencia como lo mencionamos ut supra y se convierten en herramienta imprescindible para entender y fortalecer el proceso revolucionario venezolano.
Visto esto, como historiador comprometido con el aliento revolucionario que impulsó Alfredo Maneiro para construir el proceso que hoy seguimos desbrozando junto a Nicolas Maduro, debemos promover la participación protagónica desde la periferidad con radicalidad práctica tanto en la reflexión política, el pensar el país, como desde las tareas organizativas que abarcan desde la organización comunal, la política regional, las misiones diplomáticas y la discusión de calle y que no le rehuyamos a la polémica dura ni a la confrontación fraterna.
Estamos obligados, a no abandonar la idea de la revolución y el Socialismo Libertario, pero todo dentro del proyecto histórico venezolano, socialista, bolivariano y sintetizado en chavista. Y es en esa radicalidad, en ese manejo duro del concepto político de la justicia social, la historia y su materialización en el tiempo, el espacio y la gente, donde el pueblo venezolano que patea la calle nos reconozca, como herederos del Legado que Alfredo Maneiro nos deja, como su gran su testimonio cabal, coherente, incuestionable.