Por Miguel Alfonso Sandelis
Las estructuras de dirección existen para las bases que representan, por lo que deben informarles de su accionar. Por ejemplo, deben comunicarles los acuerdos que toman, y el control y uso de los recursos materiales y monetarios. De hecho, hay muy pocas informaciones que no deben ser del conocimiento de la base. Sin embargo, la realidad suele contradecir estos principios. Informar a la base sobre el accionar de un jefe o una estructura de dirección es ser transparentes en la gestión. Lo contrario significa ocultar información que debiera ser del conocimiento de los dirigidos, o más bien, a quienes se deben.
¿Por qué se oculta entonces información cotidianamente? ¿Por qué no se divulgan los acuerdos de los consejos de dirección, buroes, comités, secretariados, etcétera? ¿Por qué no se transparenta el uso de los recursos, tanto materiales como monetarios? ¿Por qué no se desglosan los presupuestos en todas las partidas para dar a conocer en que se empleó el dinero? La transparencia va de la mano con la honestidad, el respeto a la base e incluso la tranquilidad para dirigir sin cuestionamientos sobre la falta de claridad en el uso de los recursos.
Nada mejor que los ejemplos para ilustrar el problema. En algunas universidades la FEU suele cobrar más de lo requerido por la entrada a fiestas en centros recreativos, con el argumento de que necesitan crear un fondo de dinero porque el presupuesto no les alcanza para sufragar todos los gastos de la organización. Amén de haberse consultado o no con los estudiantes esa decisión, lo cual debiera haber ocurrido, cabe preguntarse ¿se informa sistemáticamente a la masa estudiantil o, al menos, a las estructuras de dirección inferiores, ya sean secretariados de facultad o jefes de brigadas, sobre la cantidad de dinero que se cuenta en el fondo y el uso que se le va dando?
Recuerdo una estudiante que era la mejor deportista de su universidad. Un día el secretariado de la FEU, por su actuación destacada en el deporte, le regaló un Tablet que habían recibido de donación. Pero el acto de entrega no fue público. Si se les hubiese informado a los estudiantes de la entrega, lo más seguro es que no hubiese cuestionamiento alguno, pero, ¿por qué no se hizo? ¿Cuántos recursos se entregan de ese modo sin consultar o al menos informar a la masa? Por su supuesto que esa forma de actuar levanta suspicacias.
Durante el trabajo del proyecto Barriando, surgido con el objetivo de fortalecer la autogestión comunitaria y el control popular, fueron varias las experiencias vividas que demostraban falta de transparencia. En las recientes intervenciones en los barrios para mejorar la vida de las comunidades se han asignado cantidades de recursos materiales no despreciables. Quienes trabajábamos en Barriando, insistimos en la necesidad de que la población a beneficiar supiera de la cantidad, el destino y el momento en que esos recursos entrarían a los barrios. Pero poco logramos porque la falta de transparencia se convertía en un muro muy difícil de franquear. También en Barriando, en el interés de fortalecer el control popular propiciando el conocimiento de los representantes de las organizaciones en las comunidades sobre los productos que llevan las sucursales a los mercados para ser vendidos a la población, nuestros esfuerzos fueron infructuosos.
Carece de transparencia la rendición de cuentas del máximo dirigente de un organismo a la Asamblea Nacional del Poder Popular, cuando solo brinda una información parcializada, centrada en los logros y no en las deficiencias. Carece de transparencia la venta en un mercado, de productos que escasean, cuando la población que hace la cola no conoce la cantidad que se oferta. Carece de transparencia la venta del pan normado, cuando los consumidores desconocen el destino de los panes excedentes. Carece de transparencia la oferta de un comedor obrero, cuando no se ponen a la vista los precios de cada producto y su peso normado. Carece de transparencia el modo de evaluar de un profesor universitario, cuando no les informa a los estudiantes que lo solicitan, los resultados en detalles de la calificación de un examen.
Tal pareciera que el oportuno llamado del líder de la Revolución, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, a combatir el secretismo, fuera para otros, o solo hasta cierto punto, cuando se trata de asumirlo por todo el que tiene la responsabilidad de hacerlo.
La relación de ejemplos a diferentes niveles, instituciones y organizaciones es inagotable. En ello influye, no solo la falta de transparencia de quienes dirigen, sino también la cultura entronizada en diferentes ámbitos, de aceptar ese modo de actuar sin exigir la transparencia necesaria, como si en los dirigentes radicara un poder por encima de la base para trasmitir solo la información que ellos decidan. Con esa aceptación pasiva hay que acabar. Repito, muy poca es la información que no debe estar al alcance de las masas, aunque no haya costumbre de verlo así.
En mi grupo de excursionismo Mal Nombre y en el Movimiento Cubano de Excursionismo nos hemos opuesto a la recogida de dinero sistemática para contar con un fondo. Solo recogemos cuando lo necesitamos en determinadas coyunturas, como es el caso de la compra centralizada de pasajes. Sin embargo, la entrega de reconocimientos a quienes han ascendido las principales elevaciones del país y a los que han estado en los dos extremos de la isla, nos ha obligado a crear un fondo para comprar unas pequeñas esculturas que les entregamos públicamente a los que lo han merecido. Pero cada vez que un grupo de excursionismo o alguien de manera individual hace un aporte, se informa por los grupos de WhatsApp del Movimiento quién es el donante, la cantidad que aportó y el acumulado que hay en el fondo. Y es que no basta con hacer un uso correcto del aporte, sino que también hay que transparentar su empleo.
La transparencia es una fuente inagotable de confianza en quienes la practican. La masa no solo la agradece, sino que la necesita. El socialismo también.
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