Hugo Chávez no desaprovechó ningún escenario para compartir lecturas que consideraba importantes. Foto referencial.
Desde comienzos de su mandato fue promotor de la lectura y de expresiones tradicionales
02/02/24.- Los libros fueron compañeros inseparables en la vida de Hugo Chávez Frías, desde su niñez en la población de Sabaneta, en el estado Barinas, hasta su etapa como hombre con criterios surgidos de lecturas del pensamiento bolivariano, robinsoniano y del universo que existe en la filosofía.
“Andaba leyendo mucho al Che Guevara, a Plejánov. Recuerdo Américo Martín y Los peces gordos, recuerdo haber leído a Diego Salazar, Después del túnel. Comencé a leer a Douglas Bravo y sus escritos de la conmoción universal; en fin, decidí incursionar por ese camino”, resaltó en una entrevista a José Vicente Rangel, rememorando sus inicios militares.
En ese transcurrir de eventos que cambiaron el curso del país a comienzos de los 90 hasta su llegada a la Presidencia, leyó a filósofos como Friedrich Nietzche, Martin Heidegger, Immanuel Kant, Enrique Dussel, Iztván Mészáros.
Una parte de ellos incidió en que se forjara una idea del papel que juega el hombre y su huella en la sociedad mundial.
Incluso en medio de sus tareas como presidente no olvidó la importancia de impulsar la lectura mediante diversos programas educativos gratuitos en la población, hasta que la Unesco declaró a Venezuela como territorio libre de analfabetismo en el 2005.
Ese mismo año, a propósito del aniversario 400 de la primera publicación de Don Quijote de la Mancha, creado por Miguel de Cervantes, Chávez orientó la distribución de 1 millón de ejemplares como parte de un plan de promoción de lectura de este clásico.
Pero más allá de la promoción de la lectura, por medio de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) y la creación del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, entre otras iniciativas trascendentales, Hugo Chávez contaba con una amplia memoria que le permitía citar textualmente párrafos de libros leídos en años remotos y de los cuales guardaban recuerdos.
Durante el referéndum revocatorio del 2004, el líder de la Revolución Bolivariana denominó la campaña, previa a la votación, como Batalla de Santa Inés, y en sus discursos con las multitudes citó versos extensos del famoso poema Florentino y el Diablo, escrito por el barinés Alberto Arvelo Torrealba, estableciendo una metáfora entre un enfrentamiento del pueblo venezolano (Florentino) y la oposición respaldada por el Gobierno estadounidense (el Diablo).
La masa que se reunía en cada marcha memorizaba partes del poema mediante la insistencia de Chávez, quien amenizaba las horas entonando pasajes y coplas del llano, incentivando a otros al mismo tiempo en el aprecio por la música folclórica.
Para medir el poder de convocatoria de Hugo Chávez y lo que leía, hay que remitirse a la mayoría de las emisiones televisivas y radiales de Aló Presidente.
Al respecto, muchos recuerdan el encuentro entre Chávez y el entonces nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en 2010, a quien le obsequió el libro Las venas abiertas de América Latina, del uruguayo Eduardo Galeano.
A las pocas horas, el libro de Galeano, escrito en 1971, tuvo un éxito rotundo de ventas por Amazon y se ubicó entre los más solicitados.
Frente a la importancia que adquiere un libro dentro de una sociedad, el Gobierno del presidente Nicolás Maduro ha continuado las políticas promocionales establecidas por Chávez, mediante el Centro Nacional del Libro y el Plan Nacional de Lectura Manuel Vadell, alcanzando bibliotecas y planteles educativos para conformar grupos para leer y debatir ideas, generando interés en los jóvenes.
La Filven continúa reuniendo cada año miles de visitantes deseosos de conocer variedades y nuevas publicaciones en el mercado literario nacional y de otras latitudes.
CIUDAD CCS