Por: Emiliano Jijón Amparo
El 30 de octubre de 1910, en Orihuela, España, nace Miguel Hernández; apodado como el visenterre (derivado de una anécdota familiar) y posteriormente conocido como el poeta del pueblo. El futuro poeta tiene su acercamiento a las letras entre los 13 y 15 años, teniendo al alcance poemas de Antonio Machado, Rubén Darío, García Lorca y Novelas de Miró y dónde también empieza a componer sus primeros versos, mezclando su alborada literaria con el trabajo de pastoreo, un trabajo familiar heredado de generación en generación. Así se convierte en el poeta pastor.
Es en 1931 cuándo Miguel Hernández parte por primera vez a Madrid, después de ser publicado “pastoril” un poema suyo, además de ganar un concurso en Elche con el romance “canto a valencia” y además, ser nombrado Presidente de las Juventudes Socialistas de Orihuela. Particularmente este viaje genera un desencuentro en Miguel, pues la ciudad capital, fue muy dura con el joven poeta.
Sin embargo, para el segundo viaje a Madrid y previo a ello, el despertar poético de Miguel Hernández, empieza a tornarse maduro. Sin reparo, se tiene que mencionar una de las grandes inspiraciones del poeta, como lo fue su amor por Josefina Manresa, futura madre de sus hijos; el amor para Miguel Hernandez en estos años toma demasiada fuerza y es necesario tenerlo en cuenta para entender el discurso y la fuerza poética que plasmaría en obras como El rayo que no cesa. Además, Josefina, se dedicaría a cuidar y reunir la obra de Miguel Hernández durante los posteriores años que duró la dictadura franquista.
Uno de los episodios importantes en su camino a ser el gran poeta que fue, es conocer a Federico García Lorca, pues su obra perito en lunas fue bien recibida por Lorca y le remarcaría el camino que ha de seguir, “Los libros de versos, querido Miguel, caminan muy lentamente (…) Escribe, lee, estudia, ¡Lucha!”.
Este nuevo Viaje a Madrid lo toma con mucha mejor ventaja además, resaltan versos más cargados de crítica social y política, un ejemplo es “sonreídme” y del cual hay versos como:
Salta el capitalista de su cochino lujo,
huyen los arzobispos de sus mitras obscenas,
los notarios y los registradores de la propiedad
caen aplastados bajo furiosos protocolos,
los curas se deciden a ser hombres
y abierta ya la jaula donde actúa de león
queda el oro en la más espantosa miseria.
Se empieza a trazar pues el hondo sentir que plasmaría Miguel Hernández hasta la prisión y su fallecimiento. El poeta, viajaría por toda España en las misiones pedagógicas que emprendería el gobierno de la Segunda República Española y posteriormente conocería a Vicente Aleixandre, incluso a Nicolás Guillen (A Guillen lo conoce hasta el año 1937) y Pablo Neruda, concretamente, trabaría amistad eterna con Pablo, quién le ofrece asilo en la casa de las flores. El “ruiseñor manchado de naranjas” como llamaría Neruda a Miguel, obtendría una gran influencia de Neruda y Raúl Gonzales Tuñón, incluso conoce tanto en lo político como en lo poético. La vorágine de eventos políticos en España envuelve a Miguel.
Finalmente llega el año de 1936. En los primeros días se imprime una de las grandes obras del autor, como lo es, El rayo que no cesa. En septiembre de 1936, Miguel se hace militante del Partido Comunista de España, Miguel Hernández se alista como voluntario en el 5° Regimiento con destino a la 2ª compañía “acero”, primera brigada mixta del comandante Enrique Lister. En sus palabras diría “el pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo”. También sería parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, para más tarde publicar los primeros versos de Viento del Pueblo. En ese mismo año se comete el crimen de Granada, Federico García Lorca, es cobardemente asesinado el 18 de agosto de ese año y Miguel le escribe un Elegía que aparecería en Viento del Pueblo. Sin embargo, la producción Literaria de Miguel Hernández no concluye ni se detiene; las elegías posteriores fríamente inspiradas en compañeros de batalla caídos y el desarrollo de la guerra, siguen afilando el lápiz de Miguel y escribe El labrador de más aire y la canción del esposo soldado, que sería repartido a los milicianos en los frentes. Así Miguel Recorre España, ahora como miliciano, recitando entre las balas y poniendo la poesía, el teatro, al servicio de la lucha popular y comunista contra la reacción. Miguel Hernández, se consagra como poeta en las filas del Partido Comunista, en medio de la guerra civil y sosteniendo un fusil en una mano y el lápiz en la otra.
Y para reafirmar su pluma militante, Miguel pudo viajar a la URSS, al quinto festival de teatro. Va de las trincheras a Moscú para luego volver a ellas.
Al término de la guerra en 1939, Miguel Hernández fue detenido y condenado a muerte; además pasaría sus días entre varias cárceles durante 3 años. Sin embargo, la prisión jamás calló al poeta, sus versos y su prosa escapaba en eco de esas paredes y rejas. Solo hasta que murió el 28 de Marzo de 1942. Y aun así, su voz, sus versos jamás desaparecieron a pesar de los intentos de desaparecer su obra, esta fue rescatada y reeditada.
Queremos destacar la vida de Miguel Hernández, como ejemplo de un poeta que fue consecuente al plasmar la vida y la lucha de clases en sus versos y que puso su pluma al servicio de los obreros, de los campesinos, del comunismo.
Ante cada afronta, los comunistas debemos recordar los versos de Miguel: Vencedores seremos/ porque somos titanes/ sonriendo a las balas y gritando: ¡Adelante!
Y cantando además a la juventud:
Sangre que no se desborda/ juventud que no se atreve/ ni es sangre, ni es juventud/ ni relucen, ni florecen. /Cuerpos que nacen vencidos/vencidos y grises mueren: vienen con la edad de un siglo, / y son viejos cuando vienen.
Miguel Hernández es el rayo que nunca cesó.
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