Ismael Quintana fue la única voz de “La Perfecta” la asombrosa orquesta que conformó Eddie Palmieri con una sonoridad irrepetible, tan irrepetible como los temas que estos dos colosos dieron a conocer al mundo.
Al arribar al hotel ya Palmieri había salido a cumplir con otros compromisos. Fue entonces cuando Ismael Quintana, quien le acompañaba en esa nueva gira a Venezuela, viendo nuestra cara de tragedia dijo: “Pero estoy yo si quieres saber de él”.
Ismael Quintana fue la única voz de “La Perfecta” la asombrosa orquesta que conformó Eddie Palmieri con una sonoridad irrepetible, tan irrepetible como los temas que estos dos colosos dieron a conocer al mundo. ¿Casualidad o causalidad? Eran vecinos, y no se conocían…
Cuando la vida ofreció la oportunidad de entrevistar a Eddie Palmieri, uno de los más grandes referentes en la salsa una falla de platinos en el automóvil impidió llegar a la hora convenida. Al arribar al hotel ya Palmieri había salido a cumplir con otros compromisos. Fue entonces cuando Ismael Quintana, quien le acompañaba en esa nueva gira a Venezuela, viendo nuestra cara de tragedia dijo: “Pero estoy yo si quieres saber de él”. Fue mejor porque con Quintana supimos de los dos casi en primera persona, y al saber detalles de esa leal relación amistosa y profesional admiramos más profundamente a ambos.
Habló entonces de la infancia cruzada de los dos, del mismo colegio al que asistían sin conocerse y de la misma zona de residencia sin cruzarse. Nos habló de la famosa audición con Orlando Marín y de cómo “La Perfecta” se convirtió en una referencia inmensa, hablando de salsa.
“Fue una bendición que Eddie cambiara al violín por el trombón, siempre junto a la flauta, para obtener otra sonoridad. Fue la clave” dijo cuando hablamos del iluminado periplo que iniciaron juntos. Propusimos entonces comenzar por el principio.
Justicia
El inicio
Ismael Quintana nació en “La Perla del Sur”, en Ponce, Puerto Rico el 3 de junio de 1937, pero en su cálida ciudad natal solo pasó diez días; es decir, el 13 de junio su mamá, Pilar Quintana se lo llevó a Nueva York, donde ella, Francisco su esposo y la familia residían y trabajaban, solo que a Pilar se le ocurrió ir a visitar a algunos familiares estando ella en avanzado estado de gravidez y las autoridades no le permitieron devolverse hasta después del parto. Se convirtió Ismael en el único de su familia cercana, hermana incluida, nacido en Puerto Rico, en la ciudad musical ponceña, cuna de tantos cantantes, instrumentistas, compositores y directores de orquesta. Con el tiempo, eso sí, volvería muchas veces y nunca perdió ni el arraigo ni la pertenencia.
A pesar de las limitaciones económicas, en Nueva York Ismael pudo estudiar y desenvolverse con libertad en los estudios, deportes y música, y este detalle no pasó inadvertido para su mamá, quien lo animó a estudiar en profundidad el idioma inglés, intuyendo que su muchacho terminaría siendo cantante. En esas estaba cuando en su colegio decidieron armar una orquesta y lo invitaron como bongosero y de allí pasó en 1959 a una orquesta instrumental, la del también boricua Ángel Náter, muy bien dotada pero sin cantante hasta que un día el público pidió una pieza cantada y Quintana dejó el Bongó y tomó el micrófono. No lo soltaría más.
El destino pondría su marca cuando la orquesta donde estaba Quintana alternó con la de Orlando Marín, un timbalero y director de orquesta estadounidense, consolidado en ese entonces en el ambiente de Nueva York.
Y llegó Palmieri
Marín convocó posteriormente a Ismael Quintana para una audición, que resultó casi un falso positivo, porque era para hacer parodia y presión sobre un vocalista de la orquesta del propio Orlando Marín, pero Eduardo Eddie Palmieri estaba en esa audición y escuchó a Quintana. Palmieri se conocía muy bien con Orlando Marín e inclusive habían trabajado juntos. Palmieri entonces soltó aquella frase para la historia: “El día que arme mi orquesta él, ese muchacho será mi cantante”.
– “Caramba Ismael, los ángeles pasaron y dijeron Amén”
Quintana sonríe abiertamente. “A mi me lo comentaron, yo no lo escuché, y seguí en mi ruta de cantar con varias agrupaciones y terminar de formarme, pero sí: al tiempo (1960) unos amigos comunes me buscaron para decirme que Eddie Palmieri quería reunirse conmigo, y que me quería como su vocalista en la orquesta que estaba formando”.
Quintana entonces hizo un resumen de lo que significaron esas primeras reuniones entre dos que vivían en la misma cuadra, que habían estudiado en el mismo colegio, y que no se conocían. No solo eso: El vocalista no se sabía nada, ningún tema de los que Palmieri le señalaba, y el pianista no se sabía nada de lo que Quintana le decía que se sabía.
“Pero Palmieri perseveró, y yo también, y comenzamos a ponernos de acuerdo cuando surgieron temas nuevos con una propuesta musical que iba a reventar la liga, y a los que yo iba poniendo letra. En verdad nuestra afinidad musical comenzó con lo nuevo del repertorio pero la empatía ya la teníamos. Hay demasiada afinidad y lealtad entre nosotros. Yo lo descargo de mucho trabajo, y nuestra relación mutua con Puerto Rico marcó la diferencia a la hora de agregar mis letras a la maravillosa música del maestro. Eddie siempre fue mi referente en muchos aspectos, no solo musicales”.
-¿Como cuáles?
“Eddie siempre ha sido muy radical en sus posturas, sin faltar el respeto a nadie. Mira, una vez le cuestionaron porque su “Ritmo Azúcar” y “Mozambique” dijeron que eran alabanzas (políticas) a Cuba. Palmieri le salió al paso a eso y preguntó por el cubano repertorio de Pacheco, por ejemplo. Palmieri dijo: “Esté donde esté la médula de la música, las buenas letras y orquestaciones ahí estaremos los que valoramos eso. Y eso no tiene que ver con sistemas políticos”. De hecho, Palmieri ha seguido con el tiempo indagando en las sonoridades cubanas, en las orquestas del oriente de Cuba, y ha dicho que Cuba está dejando escapar su raíz y debe reivindicarla. Eso dice él. Tiene un concepto tan radical de la libertad que lo lleva a los mismos escenarios donde se siente en libertad de ejecutar lo que él desea y no lo que está en un programa impreso, y lo explica. La libertad, lógico”.
Al arribar al hotel ya Palmieri había salido a cumplir con otros compromisos. Fue entonces cuando Ismael Quintana, quien le acompañaba en esa nueva gira a Venezuela, viendo nuestra cara de tragedia dijo: “Pero estoy yo si quieres saber de él”.
Ismael Quintana fue la única voz de “La Perfecta” la asombrosa orquesta que conformó Eddie Palmieri con una sonoridad irrepetible, tan irrepetible como los temas que estos dos colosos dieron a conocer al mundo. ¿Casualidad o causalidad? Eran vecinos, y no se conocían…
Cuando la vida ofreció la oportunidad de entrevistar a Eddie Palmieri, uno de los más grandes referentes en la salsa una falla de platinos en el automóvil impidió llegar a la hora convenida. Al arribar al hotel ya Palmieri había salido a cumplir con otros compromisos. Fue entonces cuando Ismael Quintana, quien le acompañaba en esa nueva gira a Venezuela, viendo nuestra cara de tragedia dijo: “Pero estoy yo si quieres saber de él”. Fue mejor porque con Quintana supimos de los dos casi en primera persona, y al saber detalles de esa leal relación amistosa y profesional admiramos más profundamente a ambos.
Habló entonces de la infancia cruzada de los dos, del mismo colegio al que asistían sin conocerse y de la misma zona de residencia sin cruzarse. Nos habló de la famosa audición con Orlando Marín y de cómo “La Perfecta” se convirtió en una referencia inmensa, hablando de salsa.
“Fue una bendición que Eddie cambiara al violín por el trombón, siempre junto a la flauta, para obtener otra sonoridad. Fue la clave” dijo cuando hablamos del iluminado periplo que iniciaron juntos. Propusimos entonces comenzar por el principio.
Justicia
El inicio
Ismael Quintana nació en “La Perla del Sur”, en Ponce, Puerto Rico el 3 de junio de 1937, pero en su cálida ciudad natal solo pasó diez días; es decir, el 13 de junio su mamá, Pilar Quintana se lo llevó a Nueva York, donde ella, Francisco su esposo y la familia residían y trabajaban, solo que a Pilar se le ocurrió ir a visitar a algunos familiares estando ella en avanzado estado de gravidez y las autoridades no le permitieron devolverse hasta después del parto. Se convirtió Ismael en el único de su familia cercana, hermana incluida, nacido en Puerto Rico, en la ciudad musical ponceña, cuna de tantos cantantes, instrumentistas, compositores y directores de orquesta. Con el tiempo, eso sí, volvería muchas veces y nunca perdió ni el arraigo ni la pertenencia.
A pesar de las limitaciones económicas, en Nueva York Ismael pudo estudiar y desenvolverse con libertad en los estudios, deportes y música, y este detalle no pasó inadvertido para su mamá, quien lo animó a estudiar en profundidad el idioma inglés, intuyendo que su muchacho terminaría siendo cantante. En esas estaba cuando en su colegio decidieron armar una orquesta y lo invitaron como bongosero y de allí pasó en 1959 a una orquesta instrumental, la del también boricua Ángel Náter, muy bien dotada pero sin cantante hasta que un día el público pidió una pieza cantada y Quintana dejó el Bongó y tomó el micrófono. No lo soltaría más.
El destino pondría su marca cuando la orquesta donde estaba Quintana alternó con la de Orlando Marín, un timbalero y director de orquesta estadounidense, consolidado en ese entonces en el ambiente de Nueva York.
Y llegó Palmieri
Marín convocó posteriormente a Ismael Quintana para una audición, que resultó casi un falso positivo, porque era para hacer parodia y presión sobre un vocalista de la orquesta del propio Orlando Marín, pero Eduardo Eddie Palmieri estaba en esa audición y escuchó a Quintana. Palmieri se conocía muy bien con Orlando Marín e inclusive habían trabajado juntos. Palmieri entonces soltó aquella frase para la historia: “El día que arme mi orquesta él, ese muchacho será mi cantante”.
– “Caramba Ismael, los ángeles pasaron y dijeron Amén”
Quintana sonríe abiertamente. “A mi me lo comentaron, yo no lo escuché, y seguí en mi ruta de cantar con varias agrupaciones y terminar de formarme, pero sí: al tiempo (1960) unos amigos comunes me buscaron para decirme que Eddie Palmieri quería reunirse conmigo, y que me quería como su vocalista en la orquesta que estaba formando”.
Quintana entonces hizo un resumen de lo que significaron esas primeras reuniones entre dos que vivían en la misma cuadra, que habían estudiado en el mismo colegio, y que no se conocían. No solo eso: El vocalista no se sabía nada, ningún tema de los que Palmieri le señalaba, y el pianista no se sabía nada de lo que Quintana le decía que se sabía.
“Pero Palmieri perseveró, y yo también, y comenzamos a ponernos de acuerdo cuando surgieron temas nuevos con una propuesta musical que iba a reventar la liga, y a los que yo iba poniendo letra. En verdad nuestra afinidad musical comenzó con lo nuevo del repertorio pero la empatía ya la teníamos. Hay demasiada afinidad y lealtad entre nosotros. Yo lo descargo de mucho trabajo, y nuestra relación mutua con Puerto Rico marcó la diferencia a la hora de agregar mis letras a la maravillosa música del maestro. Eddie siempre fue mi referente en muchos aspectos, no solo musicales”.
-¿Como cuáles?
“Eddie siempre ha sido muy radical en sus posturas, sin faltar el respeto a nadie. Mira, una vez le cuestionaron porque su “Ritmo Azúcar” y “Mozambique” dijeron que eran alabanzas (políticas) a Cuba. Palmieri le salió al paso a eso y preguntó por el cubano repertorio de Pacheco, por ejemplo. Palmieri dijo: “Esté donde esté la médula de la música, las buenas letras y orquestaciones ahí estaremos los que valoramos eso. Y eso no tiene que ver con sistemas políticos”. De hecho, Palmieri ha seguido con el tiempo indagando en las sonoridades cubanas, en las orquestas del oriente de Cuba, y ha dicho que Cuba está dejando escapar su raíz y debe reivindicarla. Eso dice él. Tiene un concepto tan radical de la libertad que lo lleva a los mismos escenarios donde se siente en libertad de ejecutar lo que él desea y no lo que está en un programa impreso, y lo explica. La libertad, lógico”.
La libertad, lógico
De esa afinidad tan grande entre Palmieri y Quintana surgieron temas como Puerto Rico, Bomba de Corazón, Tirándote flores, Vámonos pal monte, Justicia, Adoración, La libertad, lógico y muchos más que han pasado también a la inmortalidad.
A grabar
La primera grabación del conjunto La Perfecta se dio a conocer en noviembre de 1961 y fue un compendio de experiencias en el uso de los instrumentos según la idea y arreglos de Eddie Palmieri. En esas decisiones de Eddie no intervenía Quintana.
Al año siguiente se lanzó “El Molestoso”. Para esta segunda producción el trabajo de los trombones era un hecho. El Molestoso reveló temas como Lázaro y su micrófono y No critiques. Pero el destape real sería en 1963 cuando se dio a conocer el disco “Lo que traigo es sabroso” donde Ismael Quintana lanzó al mundo entero Muñeca.
Muñeca (original)
Seguirían álbumes como “Echando pa lante”, “Mozambique”, “Molasses”, “Champagne”, “Justicia”, “Superimposition”, “Vamonos pal monte”, y “Sentido”.
Temas como Justicia y Vámonos pal monte ratifican el sentido social y político de Eddie Palmieri y de Ismael Quintana, además de la sabrosura y la audacia para innovar, para salir del molde convencional salsoso de entonces.
En yunta
Fueron 12 años de una fidelidad indeclinable, y pudiéramos decir que esa fidelidad llegó hasta el final de la existencia de Quintana, porque si bien es cierto que grabó sin Palmieri, Ismael Quintana no se amarró como vocalista de nadie. Armaron grupos para acompañarle cuando decidió, previa consulta con Palmieri, iniciar una etapa como solista. Palmieri apoyó ese intento de Quintana porque luego de 12 años era bueno probar, y seguir ganando. Él mismo lo señaló en otra entrevista: «Soy bien fiel y a menos que no fuera con él (Eddie Palmieri), no me interesaba participar con más nadie. En la casa discográfica United Artist me hicieron una oferta para grabar un disco, aunque siempre me mantuve fiel a Eddie, estuve grabando cosas con mucha gente hasta que un día Ralph Mercado y Rey Avilés se me acercan y me ofrecieron grabar, yo hablé con Eddie y él no tuvo problemas, lo vio como algo lógico entre nosotros y algo de lo que yo me podía beneficiar.»
Vámonos pal monte
De hecho Ismael Quintana siguió acompañando a Palmieri en muchas de sus incursiones tanto discográficas como en las tarimas de muchas partes del mundo. Como buen ejemplo queda el Disco Blanco de Palmieri y algunas giras, como la que lo trajo junto a su amigo nuevamente a Caracas, ciudad a la que ambos agradecen la hospitalidad y la solidaridad en tiempos que resultaron difíciles para la orquesta y en lo personal para el propio Palmieri. Su tema Venezuela es indicador de sus afectos.
Epílogo
Este trabajo no aborda el periplo de Quintana más allá de Palmieri, porque eso no se tocó en el diálogo sostenido en Caracas. Con o sin Palmieri, sin embargo debemos acotar que Quintana fue íntegro, leal (valor muy escaso en estos tiempos), creativo, familiar y patriótico. Esas interpretaciones de temas con letra de él como Justicia y Vámonos pal monte dicen mucho de su intensidad vital.
Se las ingenió para no tomar ni fumar teniendo a un compañero que casi desayunaba con cerveza.
Se casó bastante joven y se mantuvo también fiel a ese amor hasta el final de sus días.
Ismael Quintana falleció el 16 de abril de 2016 en su hogar de Colorado, EEUU, como consecuencia de un fallo cardíaco.
Trasladamos párrafos de declaraciones de Palmieri al colega Jaime Torres Torres, de Puerto Rico al conocer la noticia del fallecimiento de Quintana: “Fue la voz de La Perfecta. Nadie más cantó porque cuando se terminó La Perfecta en 1968, él se quedó. Y cuando entró Chocolate y José Rodríguez, él siguió, hasta 1973, cuando terminamos con ‘Sentido’, en el que él canta ‘Puerto Rico’ y ‘Adoración”.
La dinámica de composición fluía con pasmosa facilidad. Eddie escribía las melodías, Ismael aportaba las letras y el trombonista Barry Rogers depuraba el arreglo. “Ismael escribía mejor que yo en español. Estaba bien preparado”.
“Vámonos pa’l monte”, que surgió en 1971, en una época de suma convulsión social, es una de las composiciones que más le complace de Ismael Quintana, un autor que se inspiraba en el amor, el guaracheo, la patria, la política y la justicia.
Estuvimos en grabaciones de gran impacto sociocultural, como “Justicia” y “Vámonos pa’l monte”, y en el álbum doble, grabado en la cárcel Sing Sing, con Harlem River Drive así como en un inolvidable concierto, en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico”.
“Ismael Quintana era un hombre pacífico, tranquilo, a la buena de Dios. Era una persona de grandes virtudes. Un caballero de caballeros; un amigo de la tarima y amigo personal mío; un tremendo talento”.
Particularmente, era un artista de orden que no usaba sustancias. “No usaba drogas; no fumaba. No hacía nada, nada. Era una cosa increíble. Siento tristeza en mi alma, pero pienso que ya él no tiene dolor, y me consuelo”.
La voluntad expresa de Ismael Quintana fue que sus restos fueran trasladados y sepultados en el Cementerio de La Piedad en Ponce, la ciudad que le vio nacer. Así se cumplió
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Ismael Quintana Eddie Palmieri
Por Lil Rodríguez