El que abandona todo por ser útil a su patria, no pierde nada y gana cuanto le consagra.
Simón Bolívar
19/04/2024.- Y bajaron, hechura musical del grupo Lloviznado Canto, nos traslada a la epopeya escrita por el pueblo venezolano cuando tomó las calles y avenidas el 13 de abril de 2002, dispuesto a todo para rescatar a su máximo líder, el Comandante Chávez, de las manos de militares oligarcas y enemigos de la Patria.
Lloviznado Canto, también nos traslada a la tierra del Tío Hồ, porque también un mes de abril, pero 27 años atrás, miles de campesinos, alistados en el ejército popular de Vietnam del sur, habían bajado desde el paralelo 17, de cara al sur del país, para expulsar de Saigón al usurpador yanqui. Se trató del mismo “musiú con diferente cachimbo”, que años después dirigió entre la sombra la celada contra la Revolución Bolivariana.
La tragedia yanqui había comenzado con la derrota francesa en 1954, ocasión que fue aprovechada por la Casa Blanca para que Dwight Eisenhower tomara la batuta invasora en Indochina, hasta que John F. Kennedy llegó con su estrategia de la Guerra especial, pero en 1963 cambió la historia debido a que el nuevo mandatario fuera abatido en Dallas por las balas de la CIA.
Más resuelto se mostró Lyndon B. Jonhson con su guerra local, cargada de bombas de napalm, y el agente naranja, para limpiar de campesinos las trincheras de la resistencia. Sin embargo, Johnson no pudo resistir la ofensiva del Tet (1968) y las protestas de la juventud estadounidense contra la guerra, además del Mayo Francés, que terminaron con su carrera política, para darle paso a Richard Nixon, quien en 1972 había prometido regresar a Hanoi a la edad de piedra con un masivo bombardeo de 12 días y 12 noches, que a la final le marcó la ruta hacia la mesa de negociaciones de París, donde Henry Kissinger se vio obligado a firmar la retirada de la tropa más moderna y poderosa del mundo.
Y bajaron
Esa mesa de negociación o Acuerdo de País (1973), además de ordenar el retiro de las tropas invasoras estadounidenses, estipulaba la realización de elecciones en un término no mayor de dos años con el propósito de reunificar norte y sur del país. Sin embargo, la Casa Blanca, mantuvo cientos de asesores militares en Saigón, donde tenía como fantoche de turno a Nguyen Van Thien, a cuyo gobierno los gringos giraron nada menos que 2.670 millones de dólares, además: 700 aviones de última generación, 500 piezas de artillería, 400 tanques y blindados, más dos millones de toneladas de municiones.
En las primeras de cambio, las tropas del Frente de Liberación de Vietnam del Sur, fueron sorprendidas por el giro de los acontecimientos, pero prontamente descifraron la nueva estrategia yanqui, de tal manera que el ejército títere de los invasores comenzó a sufrir importantes pérdidas, de tal magnitud, que en enero de 1975 muchas importantes provincias pasaron bajo control de las tropas rebeldes. Para el 10 de marzo, la ofensiva marchaba sobre ruedas con la mirada puesta en Saigón, el centro del poder estadunidense.
El 29 de marzo, fue la sacudida mayor de la avanzada revolucionaria con la caída de la importante ciudad de Da Nang, donde se produjo una estampida de 100 mil soldados fantoches, y para intentar detener la desbandada general, Estados Unidos puso al frente de mando al general Wayell, en un intento desesperado por detener el inminente derrumbe de defensa del gobierno proyanqui, cuando ya rugían cañones cerca de Saigón, al calor de la masa humana de la Campaña Hồ Chí Minh que ya ondeaba cientos de banderas roji-azules de la República Democrática Popular de Vietnam.
El día 21 de abril, el presidente títere Nguyen Van Thieu ponía pie en polvorosa, en su huida hacia el exterior, mientras Tran Van Huong tomaba el mando en el Palacio de Gobierno, pero por solo siete días, porque también decidió seguir el ejemplo de Van Thieu. Para el momento, ya el ejército popular había penetrado Saigón en medio de una masiva euforia de los habitantes de esa capital del sur, que en pocos días pasaría a llamarse Ciudad Ho Chi Minh.
El día 30 de abril, a las 11:30 am, se produjo la toma total de la capital sureña: es detenido el presidente Diong Van Minh, gabinete en pleno, mientras miles de funcionarios del gobierno buscaban asirse de algún helicóptero gringo en un intento por llegar a los portaviones gringos para luego alcanzar las costas australianas, surcoreanas o de la base militar yanqui, ubicada en la isla de Guam.
Mediante una marcha indetenible de dos años, el pueblo en armas de Vietnam había bajado desde el paralelo 17 o línea McNamara, que marcaba la separación del norte y el sur por decisión imperial. Veintisiete años después, en Caracas y otras ciudades venezolanas se produce un evento similar, cuando miles de hombres y mujeres de los sectores más humildes del país tomaban calles y avenidas reclamando la presencia en Miraflores del presidente Chávez, que recuerda aquel 1975, cuando millones de empobrecidos campesinos y campesinas, descendieron de las montañas y de miles de aldeas para unirse a la ofensiva del ejército popular que se dirigía hacia Saigón.
En Venezuela los gringos no se atrevieron a lanzar su sofisticada aviación o penetrar el Caribe con los imponentes portaviones, tal vez porque el fantasma de Vietnam los desvelaba, los hacía recordar que precisamente, en un mes de abril, pero 27 años atrás, una avalancha de pueblo, amante de la paz y la libertad, los había derrotado y humillado, en el sureste asiático.
Si no condenas el colonialismo, si no apoyas a los pueblos colonizados… ¿Qué especie de revolución es la que tú quieres librar?
Hồ Chí Minh
Ángel Miguel Bastidas G.
Consultas:
Otero, G. (2012). Abril sin censura. Ediciones Correo del Orinoco.
Huy Tuan, N. (2010). Vietnam, guerra de liberación. Editorial The Gioi.