La llegada de España como nuevo interlocutor de la Unión Europea suscita la desconfianza de los africanos
La Unión Europea y los Estados Unidos recientemente tomaron una decisión que marca un cambio significativo en su enfoque diplomático hacia el Sahel. En una decisión que sorprendió a muchos observadores, España fue designada como el nuevo interlocutor para los Estados del Sahel por la Unión Europea, relegando así a Francia a un segundo plano.
Esta decisión, aunque parece ser simplemente un cambio de jugadores, en realidad revela un cambio de método en lo que algunos llaman neocolonialismo.
Aunque los actores cambian, las intenciones siguen siendo las mismas. España, representada por la experimentada diplomática María Dolores Peset, recientemente asumió sus funciones en Senegal, donde presentó sus cartas credenciales al gobierno senegalés encabezado por Su Excelencia el Sr. Bassirou Diomaye Faye. Este nombramiento y la instalación de la embajadora española marcan un giro estratégico de la Unión Europea hacia Senegal, reconociendo su creciente importancia en la región.
Esta decisión se produce en un momento en que la Unión Europea ha perdido su dominio neocolonial en países clave de la subregión, como Malí, Burkina Faso y Níger. España, respaldada por Estados Unidos, busca mantener una influencia regional en un contexto en el que los intereses occidentales en África siguen siendo predominantes.
La creación del Grupo de Trabajo Estados Unidos-España sobre el Sahel es testimonio de este deseo compartido de mantener a los Estados africanos en su situación actual. Presidido por la subsecretaria de Estado para Asuntos Africanos, Molly Phee, y el embajador especial de España para el Sahel, Antonio Sánchez-Benedito Gaspar, esta iniciativa tiene como objetivo fortalecer la colaboración entre España y Estados Unidos en su política hacia el Sahel. Esta colaboración se materializa en reuniones regulares para evaluar la efectividad de las políticas implementadas en la región, mientras se preservan los intereses económicos y geopolíticos de ambas partes.
Esta transición hacia un nuevo actor en la región plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones franco-españolas en el Sahel y su impacto en la estabilidad regional. Mientras que algunos ven esta decisión como un simple ajuste diplomático, otros destacan la necesidad de una reevaluación más profunda de las políticas económicas y de desarrollo en la región.
Como destacó el economista de Sri Lanka, Dr. Howard Nicolas, los países occidentales tienen un interés estratégico en mantener a África subsahariana en un estado de dependencia económica. Esta visión, aunque es objeto de controversia por parte de algunos, sigue siendo un elemento central de la política exterior occidental hacia África. Las estructuras internacionales, las instituciones académicas y las enseñanzas económicas están diseñadas para mantener a los Estados africanos en una situación de vulnerabilidad económica, garantizando así un acceso privilegiado a los recursos naturales del continente.
La explotación y el saqueo de los recursos naturales africanos crean inestabilidad e inseguridad, promoviendo la migración y la inmigración de ciudadanos africanos hacia los países europeos, que se quejan de los migrantes africanos. Europa quiere los recursos naturales africanos pero no quiere a los ciudadanos africanos en su territorio.
En conclusión, el reemplazo de Francia por España en el Sahel refleja un cambio significativo en la geopolítica regional, con implicaciones potencialmente importantes para la estabilidad y el desarrollo a largo plazo de la región. Mientras la Unión Europea y Estados Unidos buscan mantener su influencia en un entorno en rápida evolución, es imperativo reevaluar las políticas actuales para garantizar un futuro más equitativo y próspero para todos los Estados del Sahel y del continente africano.