«Tarek William Saab representa un verdadero patrimonio político y ético, es sencillamente un revolucionario a carta cabal»
El excepcional evento. La tarde sabatina, con su inexorable tiempo, se convertía en el preciso momento para la impostergable cita. Nuevamente surgía el soberbio Museo de la Cultura, principal epicentro e insustituible referencia nacional de los diferentes movimientos artísticos, literarios e intelectuales que diaria y dinámicamente palpitan en cada rincón de nuestro país. Los amplios e impecables espacios de nuestro Museo de la Cultura, su peculiar atmósfera se colmaba del siempre necesario recuerdo y secular espíritu de todo esa irrepetible pléyades de inolvidables escribidores, que con válida satisfacción, observaban, todos juntos, una nueva edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela, que adquirió una inédita dimensión al extenderse, de manera simultánea, en dos emblemáticas urbes como lo constituyen Valencia y Puerto Cabello, esa singular metrópoli porteña que siempre estará de moda. Dentro de la estricta agenda del relevante evento literario resaltaba la presentación de una nueva obra, el más reciente texto, producto del ingenio de Tarek William Saab. Un extenso salón custodiado por altos muros o paredes se exhibía ampliamente abarrotado por una inédita y masiva presencia, que querían convertirse en presenciales testigos, en una suerte de refrendarios de la formal presentación de “Discursos al pie del Hemiciclo” donde Tarek William Saab cumple a cabalidad el arduo ejercicio de plasmar, con su excepcional estilo, cada una de sus intervenciones ante el imponente Hemiciclo Nacional, divididas en tres estelares etapas. En primer lugar como imprescindible Diputado al Congreso Nacional llevando el claro y nuevo mensaje de cambio que estaba por llegar a la patria. Luego, como principal protagonista del irreversible proceso constituyente, donde aportó, adelantándose al mismo tiempo, las herramientas e instrumentos y así poder presentar, ante todo un esperanzado pueblo, los trascendentales alegatos para que en nuestra actual Constitución Nacional se encuentre consagrado ese aguardado y medular capítulo referido exclusivamente a los derechos humanos y que se presenta como una plena reivindicación, enterrando de manera definitiva la secular deuda, que con el ropaje del atropello y arbitrariedad sometían al común, al ciudadano. La Constitución de 1999 es un claro ejemplo de dignidad y decencia que se contrapone con la dura realidad que actualmente viven y sufren varios pueblos de nuestra clorofílica América y allí estuvo Tarek William Saab como celoso vigilante para fijar su huella, para proclamar el irrefutable e irreverente legado Saab. Posteriormente en el fascinante relato de “Discursos al pie del Hemiciclo” Tarek William Saab nos describe, de detallada manera, sus preclaras intervenciones como fundamental parlamentario ante la soberana Asamblea Nacional en convulsos tiempos, cuando la desestabilización, la conjura y la conspiración empezaban a mostrar su fatídico rostro y figura, apertrechados en una irracional e inoperante oposición, que aún mantiene, bajo el estricto dictado foráneo, sus mismos roles e insensatas agendas. Y allí ha estado Tarek William Saab para hacerle frente al estéril pero insistente esfuerzo por revertir el definitivo rumbo de la venerada patria.
Poeta y político. Esta extraordinaria obra presentada por Tarek William Saab en el imponente Museo de la Cultura del estado Carabobo, es la plena ratificación de su perenne compromiso con este país, ese mismo que recorre raudamente por sus venas y abastece, desde siempre, de manera plena su alma y así poderla convertir en encendida hoguera de una adolescencia intemporal, precisamente el esclarecido título de una obra dentro de su insigne trayectoria de poeta, escritor y profeta. Tarek ha sido uno de los pilares fundamentales de este inalterable proceso revolucionario, ya que lo conoce desde su misma génesis, ha palpitado cada uno de sus pasos, ha sufrido, de manera estoica, la contundencia del acoso y hostigamiento por el simple hecho de practicar el credo permanente de la revolución. En cada página, en cada frase, en cada palabra de “Discursos al pie del Hemiciclo” nos topamos ineludible y nuevamente con sus irrenunciables principios, valores, arrojo y valentía puestos al servicio, de manera incondicional, de todo un pueblo. No existe, ni convive en su conciencia las ambiguas acepciones de la duda o vacilación y así lo ha demostrado, con inusitada fuerza y énfasis, en su compleja labor como Fiscal General de la República, donde ha asumido un rango que ya obtiene rasgos de carácter histórico. No solo es proclamar la justicia como irreemplazable mecanismo para encontrar, a pesar de múltiples obstáculos, la esperada verdad, como los representativos casos de Carlos Lanz o Canserbero, sino acomete la obligatoria tarea de desmantelar todo una verdadera y colosal trama de corrupción que ha decantado en centenares de detenidos, sin importar sus privilegiadas posiciones que ostentaban dentro del alto gobierno nacional, ocultados hábilmente en una solapada condición de infiltrados cuyo objetivo era demoler o devastar cualquier signo, señal que garantizara la plena vigencia de la revolución y la continuidad del gobierno que dirige el presidente Nicolás Maduro. Por ello es que Tarek William Saab representa un verdadero patrimonio político y ético, es sencillamente un revolucionario a carta cabal. El Ministerio Público, en la actualidad, se presenta con mayor auge, ha recuperado su sustancial presencia bajo la tutela de Tarek William Saab, y así ha recobrado esa credibilidad que parecía irremediablemente extraviada, pero que hoy reconoce todo un país. La impunidad se ha rendido, ha capitulado ante las categóricas acciones de un Fiscal General adherido a las exigencias de los nuevos tiempos. Tarek camina confiado hacia el encuentro con los múltiples desafíos, los nuevos retos que lo aguardan como protector y garante de la paz, de la tranquilidad de todo su pueblo. Visiblemente satisfecho, sabe que ha cumplido con todas las labores que le han sido encomendadas, siempre llevando su verso, su poema, su ensayo como soporte espiritual en su extenso sendero. Y sosteniendo firmemente un lienzo donde se refleja el semblante de su padre nos recuerda, a manera de sabía sugerencia, “Al final de este largo viaje soy solamente un punto invisible en la vasta soledad”. Y esa es la verdad.
Por César Burguera