A LOS VENEZOLANOS

Hoy es un día de reflexión, de balance, de escrutar con absoluta sinceridad la conducta de cada uno de nosotros ante el drama profundo que vive nuestra Patria y nuestro pueblo soberano sobre cuyas espaldas se agrava el peso de la explotación, la miseria y el coloniaje.
Hace cuatro años un valiente grupo de oficiales patriotas insurgió en Puerto Cabello contra la política anti-nacional y represiva del gobierno. Las masas populares, los hombres y mujeres de aquella ciudad se levantaron como una sola voluntad para tomar las armas y con ellas en las manos, conquistar la plena vigencia de la Constitución suspendida, lograr una vida nueva y proseguir la obra grandiosa de nuestros libertadores proyectada sobre el presente en la lucha de los venezolanos contra el rubio colonizador.
La sangre generosa del pueblo regó nuevamente las calles porteñas, las mismas que en 1812 fueron testigos de la sublevación que obligó a Bolívar abandonar la plaza, punto de partida de “una era tristísima; era de venganza, de vejaciones infinitas” y que constituye el golpe definitivo contra la Primera República.
Ahora como entonces, la derrota de Puerto Cabello, se derrama en extraordinarias perspectivas para el futuro de la revolución. Y en ambas ocasiones abre paso a decisiones históricas. Después de la pérdida de la República, consumada en Puerto Cabello, Bolívar, José Félix Ribas, Antonio Nicolás Briceño (El Diablo) logran salir del país rumbo a la Nueva Granada donde el Libertador, a manera autocrítica, analiza las causas que habían producido la ruina de la revolución venezolana y se propone, en consecuencia, construir el ejército patriota para reconquistar la libertad.
Comprende Bolívar que sin unas fuerzas armadas propias, de carácter popular, la empresa ingente de la Independencia no podría ser acometida. Con 500 hombres y escasos recursos concreta la idea de un ejército que templado en la acción y crecido en el sacrificio y en el amor por la libertad, descabeza nuevamente la tiranía.
El héroe que “aterra a sus contrarios en Trujillo, insurrecciona a Mérida y Barinas, y avanza sobre la capital llevando en sus banderas los laureles de tres reñidas y gloriosas victorias” grita electrizado a sus compatriotas, un tanto indiferentes:
“Vosotros no podéis conservar esas cadenas, en tanto que entre vuestros hermanos exista uno sólo que las quiera romper. Seréis libres hasta contra vuestra decidida voluntad. La mía lo quiere así; y la medida de esa voluntad, que os hará independientes, su decisión, su fuerza, su energía insuperable, la tenéis ahí de manifiesto, en la terrible declaración de guerra a muerte”.
El ejemplo de aquel hombre, energía y voluntad de todo un pueblo, ilumina las nuevas jornadas hacia la independencia de la patria, aherrojada hoy por el imperialismo y sus lacayos. Y a un año de la insurgencia de Puerto Cabello el 2 de junio de 1963, su principal enseñanza sintetizada en la construcción del Ejército Patriota, hace eco en los oídos de las nuevas generaciones revolucionarias, se unen los grupos guerrilleros con los grupos oficiales democráticos, nacionalistas, de la Institución Armada y surgen, como insipiente instrumento de Poder, las FUERZAS ARMADAS DE LIBERACIÓN NACIONAL (FALN), cuyos combatientes ostenten ya la gloria de la abnegación y el heroísmo.
Este hecho imprime un cambio de calidad al proceso revolucionario. La violencia desencadenada por el gobierno, desdoblado en dictadura clasista, encuentra frente a sí la resistencia de una aguerrida vanguardia que en ciudades y montañas está dispuesta a perecer antes que cubrirse de ignominia. Presa de pánico la reacción no ha descansado un solo instante en sus propósitos represivos. Cada día apela a métodos más crueles y feroces, los fusilamientos de patriotas, las torturas, los bombardeos indiscriminados, son aparatos de la furia reaccionaria. Y hoy se preparan aceleradamente para desencadenar contra el pueblo su quinta ofensiva político-militar que los “asesores” de la Misión Militar Yanqui han bautizado con el nombre de “Operación Embudo”.
Esta nueva campaña del gorilismo-betancourista que contempla, a modo de justificación, un conjunto de operaciones (asesinatos, incendio de fábricas, voladuras de servicios públicos, etc.) destinadas a sembrar el terror y achacarán a las fuerzas revolucionarias para justificar sus planes ulteriores, se desarrollará en las áreas urbana y rural, con el incremento de los bombardeos, de la práctica de fusilamientos ilegales, el encarcelamiento masivo de ciudadanos y el uso de fuertes contingentes de tropas. Su pretexto es la “pacificación” del país y su objetivo imponer la “paz sangrienta” del imperialismo y sus lacayos.
El pueblo venezolano debe permanecer alerta. Se acercan horas difíciles y riesgosas. Cada día es un paso más hacia el baño de sangre que el gobierno punitivo se apresta a dar a la nación. Necesario es robustecer la unidad militante y combativa de los sectores revolucionarios, democráticos y progresistas, para garantizar la más enconada resistencia a la “Operación Embudo”. Cada uno de los frentes guerrilleros, de los destacamentos urbanos, de las unidades milicianas deben prepararse para derrotar la sangrienta ofensiva militar que se aproxima. Y todo el pueblo, disponerse a combatir por los más diversos medios para detener las manos asesinas del gorilismo-betancouristmo.
No obstante tal amenaza, creemos que es posible lograr la convivencia democrática. Para ello es necesario profundizar la lucha por un entendimiento patriótico que conjure las causas de la violencia, la vigencia plena de la Constitución, la libertad de los presos políticos, civiles y militares, la legalización de los partidos proscritos, la disolución de la Digepol, el imperio de garantías efectivas para la lucha democrática, son medios que constituyen la base para un entendimiento de paz y para devolver la tranquilidad a la familia venezolana, que al fin y al cabo no puede conseguir sin el derrocamiento del presente gobierno y colocar en su lugar un régimen de democracia y soberanía plena.
En este III aniversario de las FALN ratificamos ante los venezolanos la firme decisión de cada combatiente revolucionario de continuar la lucha gloriosa por la liberación nacional, la conquista de los derechos democráticos, el bienestar material y espiritual de nuestro pueblo y el imperio definitivo de la paz. Ningún sacrificio ni esfuerzo serán supremos para quienes nos hemos alzados en armas para conquistar un gobierno nuevo, distinto, con una definida política nacionalista y democrática, contra la violencia, el coloniaje y la miseria.
Al mismo tiempo hacemos un caluroso llamado a los obreros, campesinos, estudiantes, mujeres, profesionales, industriales, comerciantes, oficiales, suboficiales, clases, soldados, para, en unidad integral cívico-militar, continuar la lucha hasta lograr el cambio que tiene planteado nuestro país en la presente etapa histórica y derrotar la criminal “Operación Embudo” con la cual se quiere profundizar la violencia y la guerra.
A los bravos combatientes guerrilleros de la ciudad y el campo hacemos llegar nuestro efusivo saludo y la promesa de no desmayar un solo instante en el empeño de liberar nuestra patria.
El recuerdo de los combatientes populares caídos heroicamente, de los numerosos campesinos y estudiantes masacrados por las metrallas de los gobiernos punitivos de Betancourt, Leoni, el general Gómez y Villalba, el ejemplo de quienes en las cárceles y campos de concentración continúan firmes, es aliento permanente para marchar hacia la victoria total y definitiva.

¡VIVA EL FLN Y LAS FALN!
¡POR LA UNIDAD CÍVICO-MILITAR, PATRIÓTICA Y REVOLUCIONARIA CONTRA EL GOBIERNO PUNITIVO!
¡LA OPERACIÓN EMBUDO SÓLO SERVIRÁ PARA EXTENDER LA GUERRA!
¡CONTRA LA “PAZ SANGRIENTA”!
¡TODOS LOS VENEZOLANOS UNIDOS CONTRA EL COLONIAJE!

Fabricio Ojeda
¡¡¡LUCHAR HASTA VENCER!!!
Por el FLN y las FALN
La Dirección Nacional Única Político-Militar

Junio, 2 de 1966.-